Dr. D. José
Piernas Hurtado
Exposición de la nomenclatura y de los
principales conceptos de esa ciencia.
D
Depósito.-Esta
palabra tiene en el lenguaje económico una acepción que difiere
algo de la jurídica. Designa la operación que hacen los Bancos,
y también establecimientos espaciales, recibiendo las sumas
ociosas improductivas para darlas seguridad y algún provecho. Si
la Caja ó Banco no satisface interés por esos capitales, no
puede emplearlos en los negocios sin correr un grave riesgo,
porque esta siempre bajo la amenaza del reintegro, que ha de
hacerse á voluntad del imponente; conviene, pues, á aquellos
establecimientos, y así suelen practicarlo, abonar un interés
módico y proporcional a la duración del depósito, ó á la
anticipación con que haya de darse el aviso de la retirada.
El depósito se hace extensivo á los valores ó fondos públicos,
alhajas y objetos preciosos; pero entonces los Bancos exigen una
pequeña retribución por derechos de custodia.
Descuento.—Es
la operación que consiste en anticipar el importe de un titulo
de crédito, sujeto á plazo determinado, mediante un interés que
se deduce de su valor nominal.
El descuento es la forma más común del crédito personal ó
mercantil, y uno de los negocios que constituyen el
llamado comercio de banca. Cuando el que descuenta es un
establecimiento que emite documentos al portador y a la vista,
todo se reduce á un cambio de títulos, letras, libranzas ó
pagarés que entrega el comerciante, por billetes que da
el Banco; éste obtiene el beneficio del interés y aquél la
ventaja de sustituir un efecto privado y de difícil circulación,
con otro de carácter público y sólida garantía, que se admite en
el mercado lo mismo que el numerario.
Destajo.
—Forma del salario en que se remunera al trabajador, á tanto por
pieza ó unidad de obra. —Esta retribución estimula vivamente la
actividad del operario y se aplica con buen éxito, sobre todo
para los trabajos puramente mecánicos ó que sólo piden un
esfuerzo determinado, porque en aquellos otros que exigen
delicadeza y esmero la precipitación daña á la calidad del
producto.
Deuda pública.
—Representa la suma de los préstamos recibidos y no devueltos
por los Gobiernos.
Las necesidades económicas del Estado deben ser satisfechas por
medio del impuesto; pero hay circunstancias extraordinarias,
momentos de angustia para las naciones en que la guerra ó una
calamidad cualquiera destruyo la riqueza y hace la contribución
imposible ó insuficiente, y entonces es preciso acudir al empleo
del crédito público, que no es en último término más que el
anticipo de los impuestos. Lejos de mantenerse los Gobiernos
dentro de esos limites, únicos en que les es licito hacer uso de
su crédito, han contratado numerosos empréstitos en
circunstancias normales para compensar los defectos de una mala
administración, sostener sus despilfarros, alimentar ambiciones
políticas y guerras inicuas y comprometer los pueblos en
empresas temerarias. Durante algún tiempo se ha creído que la
existencia de la Deuda pública, antes favorecía que perjudicaba
á la riqueza general, y esto ha contribuido poderosamente á que
los débitos de las naciones se eleven hasta las sumas enormes
que hoy las abruman; pero ya nadie sostiene tales errores, y
todo el marido sabe que la deuda no es signo de prosperidad ni
causa de riqueza, porque significa, muy al contrario, un apuro
al contraerla y la falta de recursos al no pagarla, y el
servicio de sus intereses exige grandes sacrificios á las
fortunas particulares. Por eso la reducción de la deuda es una
necesidad sentida vivamente y preocupa a los Gobiernos que se
hallan en condiciones de llevarla á cabo.
Dos son los sistemas que pueden emplearse para extinguir las
deudas públicas: la amortización gradual y la
conversión de créditos.
Ningún Gobierno podría obtener el capital necesario para pagar á
un tiempo todas sus deudas sin consumar la ruina del país, y no
seria, por otra parte equitativo que abonase á la par los fondos
públicos, cuando por las emisiones á capital nominal representan
un valor mayor del que se entregó por ellos.
La amortización por medio del interés compuesto que se ha
aplicado viciosamente á la Deuda pública, es un sistema
desechado por completo (V.
Amortización); pero la amortización que consiste en
adquirir con el sobrante del presupuesto los créditos en
circulación, ya directamente en la Bolsa, ya en pública
subasta ó por sorteo, es un procedimiento legitimo y eficaz.
Tiene, sin embargo, el inconveniente de que su acción es lenta,
y elevando sin cesar el valor real de los títulos, sus
resultados son menores cada día.
La conversión (V.
Conversión de créditos) disminuye gratuitamente el
interés ó el capital de la Deuda, cuando mejora el crédito de
los Estados, haciendo que nuevas emisiones más favorables
reemplacen á las antiguas.
El mejor sistema es la combinación de esos dos medios: la
amortización, que hace subir el precio de los fondos para
levantar el crédito, y la conversión para utilizar esas
condiciones y operar una reducción de los títulos. Este doble
juego, practicado con tino y constancia, aligeraría de una
manera rápida y sensible el gravamen de las deudas públicas;
pero exige, en primer término, la desaparición de los capitales
nominales, y después el estado de normalidad en la Hacienda de
los pueblos. (V. Empréstitos).
Difusión del impuesto.
—Se llama así el movimiento de extensión que realizan las
contribuciones, uniéndose al precio de las cosas y de los
servicios.
El industrial de cualquier clase á quien se exige un impuesto le
computa entre sus gastos do producción, y trata de reintegrarse,
cargándolo sobre el consumidor de sus artículos. Las Ieyes de
este hecho económico no son bien conocidas todavía; sólo hay una
que se percibe claramente: la de que la difusión del impuesto
está subordinada á la relación en que se hallan la oferta y la
demanda para cada industria. El productor logrará arrojar sobre
los consumidores el pago de los tributos, si su interés es el
que prevalece en el mercado, y tendrá que satisfacerlos
por si mismo cuando las circunstancias sean favorables al
consumidor. Una contribución de inquilinatos, por ejemplo,
afectará principalmente los arrendatarios si las viviendas
escasean; será pagada por los propietarios si las casas abundan,
se repartirá entre unos y otros cuando exista el
equilibrio.
La difusión obliga á distinguir el anticipo y el
pago del impuesto, porque el verdadero contribuyente no
es el que satisface la cuota, sino aquel sobre quien recae en
definitiva. La acción de ese principio desnaturaliza los
impuestos y debe tomarse como punto de partida para hacer
la reforma de los actuales sistemas tributarios.
Dinero. —Numerario.
— Especies metálicas. Estas denominaciones se aplican á
la moneda corriente, a los instrumentos de la circulación que
tienen un valor intrínseco y efectivo. (V.
Moneda).
Disipación.—Es
el exceso y el desorden en el consumo de la riqueza. El
disipador, no sólo impide la formación del capital consumiendo
los productos que debían constituirle, si no que destruye los
capitales ya formados, retirándolos de la industria para
emplearlos en satisfacer sus goces y sus pasiones. Esto
desarrolla la circulación de una manera artificial y
transitoria, elevando el precio de ciertos artículos; pero
concluye con la fortuna del que hace tales gastos, y causa un
gravo daño al bienestar general.
El limite máximo del consumo debe ser para cada uno el importe
de los beneficios que haya obtenido en la industria, y el vicio
de la disipación, lo mismo que la avaricia, se funda en
el desconocimiento del fin propio de los bienes materiales,
aunque es más perjudicial que esta última, porque hace
desaparecer los capitales de una manera definitiva.
Distribución de la
riqueza.—Es
el reparto de los productos obtenidos en la industria entre los
elementos que concurren á su formación. Lo que se distribuye,
sin embargo, no es generalmente el producto mismo, es su
precio, ya porque aquél no admite la descomposición en
partes, ya también porque, dada la división del trabajo cada
cual consume cosas distintas de las que produce. Por eso la
distribución suele verificarse por medio de la moneda, y no es
en realidad un fenómeno que pueda separarse del cambio, sino uno
de los fines que éste cumple.
La riqueza se divide entre los dos elementos verdaderamente
activos que la crean: el trabajo y el capital. La parte que toma
cada uno constituye y se llama su retribución. Es indiferente
para el hecho de la distribución y las leyes que le rigen, el
que una sola persona reuna los caracteres del trabajador y
capitalista, ó que sean muchos los que contribuyen á la
producción por cualquiera de esos títulos, aunque en este último
caso las retribuciones tomarán formas diversas, según que la
industria se establezca con intervención de un empresario ó por
medio de la sociedad.
Adoptado como base de la distribución el principio de que tiene
lugar únicamente entre los que producen la riqueza, dedúcese de
él que las retribuciones habrán de ser proporcionadas á
la participación que se tome en la industria, y resultarán,
por tanto, desiguales para trabajadores y capitalistas,
para cada uno, en suma, de los individuos de la Sociedad. (V.
Dividendo,
Interés, Retribución,
Salario.)
Dividendo.
— Es la retribución eventual, dependiente de los resultados de
la industria, que el trabajo y el capital perciben en la
producción por sociedad.
Como que el dividendo aplaza la retribución, hasta el término de
las operaciones productivas y la somete á todos los peligros que
corre el éxito de las industrias, ha de ser mayor que el
salario y el interés, sean las retribuciones fijas
del trabajo y el capital, porque debe compensar el anticipo de
los esfuerzos y el riesgo de las pérdidas, y suprime, por otra
parte, la intervención y el beneficio del empresario. El
dividendo, además, hace trabajar al hombre por su cuenta; es más
propio de su condición moral, porque le hace sentir la
responsabilidad de sus actos, mantiene vivo el móvil del interés
y estimula la actividad y el celo del productor.
A pesar de esas ventajas, el dividendo sólo es posible
para aquellos trabajadores y capitalistas que cuenten con los
modios de subsistencia necesarios para esperarle, y los recursos
precisos para hacer frente á los quebrantos que tan á menudo se
sufren en la industria. (V.
Retribución
y Salario).
División del trabajo.—Consiste
en la separación de las operaciones productivas, en la
descomposición del esfuerzo total que exige la satisfacción de
nuestras necesidades materiales, de suerte que cada productor,
atienda á una sola de ellas determinadamente y se dedique
siempre á la misma tarea ó á un corto número de funciones.
La división del trabajo no es más que una aplicación de la ley
general de la actividad, y se funda en las condiciones de los
dos términos de la relación económica: el hombre y la
Naturaleza. Las facultades humanas tienen un desarrollo
particular en cada individuo, que determina el predominio de
alguna de ellas y la aptitud especial para ciertas ocupaciones;
y, por otra parte, todas nuestras facultades se perfeccionan con
el ejercicio continuo, y se hacen cada vez más eficaces. A esto
se agrega, que por el gran número y la mucha diversidad de las
necesidades, no es posible satisfacerlas con alguna extensión
aisladamente, y hay que acudir a la división del trabajo, que
establece el esfuerzo colectivo, señalando un lugar á cada uno
en la obra de la industria. Por eso se ha dicho que la unidad de
la vocación y la multiplicidad de las necesidades
eran la causa de la división del trabajo. Al mismo tiempo la
Naturaleza parece como que también descompone su acción,
repartiendo con desigualdad los agentes naturales, y exige,
según los climas y las regiones, que el trabajo se aplique á
cierta producción exclusiva ó preferentemente.
La división del trabajo, como toda variedad, supone un principio
que la organice, y en el mundo económico la armonía se consigue
por medio del cambio, que hace comunes los productos obtenidos
en las industrias separadas, y pone al servicio de cada cual los
resultados de aquellas producciones que él no ejerce.
Las ventajas que más detalladamente señalan los economistas á la
división del trabajo, son las siguientes: aumenta la destreza
del trabajador y disminuye su esfuerzo, porque la repetición de
unos mismos actos los facilita en extremo; economiza el tiempo
que se invierte en mudar de sitio y de herramientas cuando hay
que ejecutar diversas operaciones; facilita la invención de las
máquinas, porque concentra la atención del trabajador en una
aplicación determinada; ahorra el gran número de los capitales,
que serian necesarios para que cada productor se ocupase en
varias industrias, y finalmente, permite utilizar todas las
aptitudes, porque da lugar á tareas muy sencillas, que pueden
ser desempeñadas por los hombres débiles, las mujeres y
aun los niños. Pudiera añadirse á todos esos beneficios la
rapidez, que da á la producción la división del trabajo,
haciendo simultáneas las operaciones, que sin ella
habrían de ejecutarse sucesivamente.
La división del trabajo comienza por agrupar las ocupaciones
análogas, y se desarrolla luego, constituyendo en industrias
distintas cada una de las operaciones necesarias para formar un
producto. Aunque esa división no puede aplicarse con igual
intensidad en todas las producciones, sus limites por regla
general, no son otros que los que detienen al trabajo mismo, y
le sigue en todos sus progresos: cuanto mayor es el esfuerzo
dedicado al fin económico, tanto más se fracciona; así vemos que
la división apenas indicada en las localidades é industrias
pequeñas, crece sin cesar en las grandes empresas y en los
centros de población considerable.
Docks.—Esta
palabra inglesa, sin equivalente en nuestra lengua para la
acepción económica, es el nombre de unos establecimientos
dedicados á la recepción y el depósito de toda clase de
mercancías.
Los docks prestan grandes servicios, porque cuidan de la
carga y descarga, ya de los buques, ya de los otros medios de
transporte, evitan el gasto de los almacenes particulares,
conservan con el mayor esmero los productos, y entregan á su
dueño un resguardo (warrant)
que, siendo transmisible por endoso, facilita considerablemente
la enajenación, de aquéllos. Además, las mercancías depositadas
en esos establecimientos, no pagan los derechos de aduanas ni de
puertas hasta que salen de los almacenes para el consumo, pueden
reexpedirse sin satisfacer tales impuestos, y sirven de garantía
para préstamos y anticipos que hace la empresa á los
comerciantes.
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economía política