Dr. D. José
Piernas Hurtado
Exposición de la nomenclatura y de los
principales conceptos de esa ciencia.
V
Valor.-Es,
según el Diccionario de la Academia Española, la calidad que
constituye una cosa digna de estimación ó aprecio.
La acepción de esa palabra en el lenguaje de la Economía no
difiere de su sentido general, y buena prueba es de ello que, á
pesar de las enojosas discusiones que los autores sostienen
sobre el concepto del valor económico, hállanse todos conformes
en que significa una propiedad ó relación de las cosas, siendo
muy de notar que, no obstante esas oposiciones y divergencias,
la mayor parte de los economistas se encuentran también de
acuerdo cuando se trata de determinar cuáles son las
cosas en que reside el valor.
Infiérese de aquí, que si la cuestión del valor no se ha
resuelto, es tal vez porque no se ha planteado en sus verdaderos
términos. La dificultad nace en nuestra opinión al menos, de que
suelen involucrarse dos puntos que es necesario distinguir,
estableciendo primero en que consiste el valor económico, y
examinando luego de qué depende ó cuales son las circunstancias
que en él influyen.
Afirmamos que el valor económico es una cualidad, y nos sugiere
ante todo la idea de lo útil—sólo vale aquello que sirve para
algo; —pero la idea del valor excede á la de utilidad y expresa
un grado superior más elevado de ésta, porque no decimos el
valor de todas las cosas útiles, —el aire, la luz, etc., no
valen económicamente,—ni aun de aquellas que particularmente
entran en el orden de la Economía, porque su utilidad
requiere la intervención del trabajo—la tierra inculta y
abandonada, los frutos espontáneos de la isla desierta tampoco
tienen valor alguno,— sino que reservamos la afirmación del
valor como propia únicamente de las cosas cuya utilidad se nos
ofrece en toda la plenitud de su desarrollo, merced á la acción
ejercida sobre ellas por el trabajo. —Es decir, que el valor se
refiere siempre á un resaltado de la industria humana, que tiene
por fundamento la utilidad y por condición el trabajo; es la
cualidad esencial y distintiva de los productos económicos, y
puede definirse como la utilidad apropiada, ó bien el
grado de utilidad que convierte las cosas en riqueza.
En esto vienen á parar, ó de ello parten como supuesto, las
numerosas teorías relativas al valor, aunque sólo algún
economista lo establece claramente (1).
Pero ¿de qué depende que el valor de unas cosas sea
considerable, que otras le tengan escaso y se halle el de todas
sujeto á continuas alteraciones? ¿Cómo se mide el valor
económico? Por la utilidad que contiene el producto, dicen unos;
por el esfuerzo que cuesta adquirirle, dicen otros; por su
escasez en el mercado, añaden algunos; y aquí comienza la
confusión y el laberinto de las opiniones.
Si el valor proviene como hemos visto, de la utilidad y el
trabajo, éstos serán los primeros elementos que en él influyan,
sin perjuicio de que pueda haber otros con los que también se
relacione.
La utilidad del producto puede aplicarse á las necesidades
directamente para el uso, é indirectamente por medio del
cambio: luego tiene dos aspectos y ambos contribuirán á
la determinación del valor: así decimos que valen poco,
cosas que satisfacen las exigencias más apremiantes de nuestra
naturaleza— el pan, la leña, etc.,—y reconocemos un gran valor
en otras que por si mismas no pueden procurarnos bien alguno— el
tabaco por ejemplo, para el que no fuma.---Ahora bien: este
segundo carácter de la utilidad, que la refiere á las
necesidades ajenas, se mide por el precio, ó
sea por la cantidad de otro producto que puede obtenerse á
cambio de ellas. En este sentido ha podido decirse, y es
seguramente cierto, que la abundancia y la escasez, las
condiciones todas del mercado influyen en el valor económico.
El trabajo indispensable para formar un producto— nótese que no
hablamos del empleado en cada caso, que puede ser muy distinto
del necesario;—el trabajo decimos, concurre también á fijar el
valor económico. Vale más aquello que más trabajo cuesta, porque
dada cierta utilidad, la producción depende en cantidad y
calidad del trabajo empleado sobre aquélla, y tanto mayor será
el valor que se obtenga cuanto más eficaz ó mejor
dirigido sea el esfuerzo; del mismo modo que dos trabajos
iguales producirán valores diferentes si se aplican sobre
utilidad distinta.
El valor está, pues, en razón directa de la utilidad y el
esfuerzo que representa el producto. Pero esto sólo puede ser
exacto tomando la utilidad, no como relación puramente
individual, sino en su doble aspecto de uso y de cambio, y el
trabajo, no como esfuerzo personal y de caso determinado, sino
conforme á las condiciones formales de la industria.
No hay dos clases de valor económico, uno de uso y otro
en cambio; el valor es uno, pero se fija mediante un
juicio de que se computan la estimación propia y la estimación
ajena de las cualidades del producto. Cuando el valor no expresa
más que una relación de carácter exclusivamente personal deja de
ser económico, y el lenguaje común así lo advierte,
distinguiéndole como valor de afección.
La influencia que hemos reconocido al precio en la determinación
del valor no supone la confusión de ambos términos. EI precio
consiste en la relación de dos valores, atiende sólo al cambio y
en él únicamente se manifiesta, en tanto que el valor es
anterior al cambio y se funda principalmente en las cualidades
del producto. El precio no es mas que un aspecto del valor, y se
fija en virtud de causas muy distintas de las que obran sobre
éste, y por eso no siempre coinciden: si el producto recibe todo
su valor en comparación con otro, si hay equivalencia, se
dice que el precio es justo; y cuando sucede de otro modo,
decimos que vale aquél más ó menos que el precio por que
se cambia. Pudiéramos decir, según esto, que el valor es una
determinación de la utilidad, y el precio una determinación
del valor.
Que el valor es esencialmente variable y no hay una
medida segura á que referirle, cosa en que también convienen los
economistas, se explica sencillamente sin más que tener en
cuenta que el valor expresa una relación entre términos sujetos
á continuas alteraciones. Es la condición del medio económico, y
éste se modifica al par de las necesidades á que se dirige y
según cambian las condiciones del trabajo humano, que le da
vida.
Vías de comunicación.—Son
los medios que se emplean para vencer el obstáculo que opone la
distancia á las relaciones entre los hombres.
Las vías de comunicación, desde el punto de vista económico,
constituyen una de las formas del capital, y se componen de tres
elementos: 1.º, la vía propiamente dicha, el camino; 2.º,
un vehículo acomodado á la naturaleza de la vía; y 3.º, un motor
que verifica el transporte. Tienen grande importancia, porque
extienden el cambio, activan la circulación é influyen por lo
tanto de un modo muy eficaz en la producción y el consumo de la
riqueza.
Las vías de comunicación son terrestres y acuáticas,
consistiendo las primeras en caminos ordinarios ó
carreteras y ferrocarriles; y las segundas, en el
mar, los ríos y los canales de navegación.
Cada una de estas clases de vías tiene aplicaciones y ventajas
especiales: en el camino ordinario no es indispensable el
vehículo para que las personas se trasladen de uno á otro lugar;
los ferrocarriles hacen el transporte rápido y muy barato: el
mar y los ríos navegables son caminos abiertos por la Naturaleza
misma, y sólo requieren algunas construcciones complementarias,
como los puertos, muelles, etc.; y los canales, por último,
además de que ocasionan muy pocos gastos de tracción, se
utilizan para el riego y prestan un gran servicio á la
agricultura.
Al mismo tiempo que al transporte de cosas y personas, las vías
de comunicación se aplican á transmitir el pensamiento y
establecer continuas relaciones entre los productores más
lejanos. Los correos, así como los telégrafos
dedicados particularmente á ese fin, son uno de los progresos
más estimables y uno de los agentes más eficaces de la vida
económica moderna.
Los medios de comunicación, en tanto que sirven para los fines
de la industria, han de ser procurados por ella misma. Empresas
particulares y asociaciones constituidas efecto, deben
construir libremente los caminos y establecer los correos y los
telégrafos en la forma que reclamen las necesidades generales,
sin que sea precisa para ello, ni se justifique siquiera la
intervención del Estado en ese asunto. Sin embargo, los
Gobiernos han menester también de los medios de comunicación
para cumplir sus funciones, y no hay razón para que hayan de
estar á merced de las empresas y los intereses privados;
tienen, pues, en este sentido, no ya la facultad, sino la
obligación, de hacer ciertos caminos, los estratégicos por
ejemplo ó los que sean indispensables para que la acción
administrativa llegue á todos los puntos del territorio, y de
mantener para su servicio y el de aquellos que voluntariamente
le acepten líneas de correos y de telégrafos, sino existen las
privadas ó no quiere valerse de ellas. Esta atribución que se
reconoce á los Gobiernos, no les autoriza para
reservarse en ningún caso el monopolio de los medios de
comunicación, porque á ese derecho corresponde, por parte del
Estado, el respeto de otro igual en cada uno de los individuos.
Warrant.-Palabra
inglesa, admitida en el tecnicismo económico de todos los
idiomas, que designa los resguardos expedidos por los Doks
y establecimientos de almacenaje para acreditar los depósitos de
mercancías que en ellos se hacen. Son documentos transmisibles
por endoso, sirven de garantía en los préstamos que necesitan
los productores y comerciantes y forman parte de una
organización utilísima para facilitar el comercio. (V.
Doks.)
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(1)
Carreras y González. Tratado didáctico de Economía
política,
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economía política