BIBLIOTECA VIRTUAL DE DERECHO, ECONOMÍA Y CIENCIAS SOCIALES


LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA Y EL METODO CLINICO PARA LA FORMACION DEL PROFESIONAL DE LA SALUD

CAPÍTULO 5. LA DIDÁCTICA DE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA MEDIADA POR EL METODO CLINICO

Dr. C (PhD). Renan García Tamayo
Profesor Titular- Universidad de Ciencia Médica de Santiago de Cuba
Profesor catedrático en universidad de Lurio Nampula Mozambique

MSC. Mercedes De La Caridad Soler Lahittebignott
Profesora auxiliar, en universidad de Lurio Nampula Mozambique

PhD. Sergio Latorre Artega
Profesor auxiliar. Facultad de ciencias de la salud, Universidad de Lurio Nampula Mozambique

renangarciatamayo@gmail.com

Publicado sin revisión por pares

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5.1 Papel de la investigación científica mediada por el método clínico en el desarrollo del talento humano en el profesional médico y de la salud.

La educación médica superior se encuentra ante el reto de ofrecer una mayor ampliación a sus servicios educativos dado en la globalización, universalización y municipalización, así como en la formación de profesionales de la región latinoamericana, Europa y africana, a través de óptimas posibilidades de educación y adquisición de saberes que buscan favorecer un acceso equitativo para la formación del médico y demás profesionales de la salud, vivenciado por los autores en: la Facultad de Ciencias Médicas “Salvador Allende” Universidad “Victoria de Girón” Habana-Cuba (Mercedes Soler), Departamento de Enfermería Comunitaria, Medicina Preventiva y Salud Publica e Historia de la Ciencia en la Universidad de Alicante-España (Sergio Arteaga), Filial de Ciencias Médicas de Contramaestre en la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba (Renán  García) todos hoy profesores en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Lurio, Nampula Mozambique, todos lo cual implicaría, prospectivamente, una mayor diversificación de sus instituciones, transformaciones en sus estructuras, mayor adecuación a las necesidades sociales de salud universal y contextual, incremento de la movilidad dentro del sistema internacional y nacional de salud, nuevas expresiones curriculares de la formación de pregrado y postgrado, desde las necesidades y potencialidades contextuales para su inserción universal, así como la transformación de las relaciones sociales globales y locales de aprendizaje basadas en principios auto regulativos mediado por la investigación científica de avanzada.
Todo ello y otros ejemplos de integración, genera la necesidad de enriquecer el talento humano del profesional de la salud, como expresión del mayor desarrollo cultural y científico de los sujetos implicados que constituyen el sustento más valioso de los procesos sociales de salud y enfermedad, por lo cual es una prioridad esencial en todas las universidades médicas en estos tiempos. “De lo que se trata es de tener acceso al conocimiento y de tener la preparación necesaria para ser también generadores de conocimientos, de ideas, de pensamiento” (Vecino, 2004).
El fortalecimiento de la investigación científica mediada por el método clínico  en las universidades médicas y de salud es una necesidad, que se evidencia cada vez más, desde los propios aportes de esta universidad a la sociedad, que si bien no alcanzan cubrir las expectativas, si son resultado de los importantes proyectos de investigación que en muchas universidades se emprenden.
No caben dudas que frente a los desafíos de la sociedad contemporánea, el camino tiene que estar orientado hacia el fortalecimiento de la cultura científica de todos los ciudadanos, tanto en el aspecto personal como por la influencia que ella tiene en el logro de un verdadero desarrollo sostenible.
En ello, los profesores universitarios tienen un papel preponderante. La respuesta pertinente que las universidades tienen que dar al necesario desarrollo actual, exige consolidar la formación científica de sus docentes. En tal sentido, la V Cumbre iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno celebrada en Buenos Aires, Argentina, en Octubre de 1995, dejó definida la importancia de la innovación en el desarrollo económico y social, reconociendo que la formación amplia del talento humano para la innovación, a todo nivel, adquiere una urgencia y una dimensión hasta ahora inéditas e incuestionables. Destaca así mismo que lograr esto pasa necesariamente, por el reciclaje de cientos de miles de profesores y por una fuerte inversión de recursos en la generación y difusión de investigaciones educativas de carácter teórico, experimental y aplicado y que no sólo se requiere educar a los individuos, sino también proporcionarles el entorno institucional adecuado.
Resulta imprescindible, dado el desarrollo de la sociedad actual, que las universidades médicas y de salud se empeñen en perfeccionar todo lo que tiene que ver con el fortalecimiento de las competencias investigativas de sus estudiantes y profesores para poder acceder y generar nuevos conocimientos científicos, lo que implica entenderlos, analizarlos, aplicarlos y crearlos.
La investigación científica mediada por el método clínico es un complejo proceso que, a partir de las exigencias de la ciencia contemporánea, debe armonizarse adecuadamente con el proceso de pregrado y postgrado. En particular, la constante elevación del nivel científico y académico de los estudiantes y profesores universitarios es una tarea inaplazable, específicamente el fortalecimiento de la formación científica investigativa.
Teniendo en cuenta que la excelencia de las universidades médicas y salubrista tiene que ver directamente con el desarrollo del talento humano del profesional médico y de la salud, es inevitable atender consecuentemente la formación de investigadores, hasta la de doctores en ciencias de las diferentes ramas del saber, como cualidad que identifica las condiciones necesarias para enfrentar las profundas transformaciones que se avecinan, ya que cuentan con la formación científico – investigativa que les permite, a través de la creación y generación de nuevos conocimientos, aportar soluciones novedosas y trascendentes a los problemas que se derivan del estudio de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento relacionados con la salud.
En la actualidad, la excelencia universitaria para profesionales de la salud, tiene como uno de sus indicadores fundamentales, la cantidad de doctores que conforman la comunidad académica. La obtención del Grado Científico de Doctor acredita la capacidad para enriquecer una rama de la ciencia mediante aportes teóricos y prácticos, que hayan sido introducidos en la práctica social o que demuestren las potencialidades de ser introducidos y generalizados, sobre la base de una profunda argumentación y dominio del objeto de investigación.
El proceso de formación de posgrado hasta la formación de doctores en las universidades médicas y de salud exige ser acometido desde una perspectiva científica que estudie pormenorizadamente todos los aspectos condicionantes en la misma y dinamice su proceso formativo con claridad, profundidad, objetividad y capacidad de anticipación.


Para citar este libro puede utilizar el siguiente formato:

Renan García Tamayo, Mercedes De La Caridad Soler Lahittebignott y Sergio Latorre Artega (2018): “La investigación científica y el método clínico para la formación del profesional de la salud”, Biblioteca virtual de Derecho, Economía y Ciencias Sociales (febrero 2018). En línea:
//www.eumed.net/2/libros/1703/investigacion-cientifica.html

5.2La formación científica del médico y demás profesionales de la salud y su concepción didáctica para la aplicación del método clínico.

La formación científica  de los médicos y demás profesionales de la salud para abordar el método clínico demanda la articulación de aspectos pedagógicos y didácticos con los propios del proceso científico investigativo, muchas veces se asume erróneamente que las personas interesadas en investigar sólo requieren de actitudes para escalar el complejo sistema de acciones y tareas que permiten a un investigador llegar a resultados científicos válidos con un demostrado rigor científico.
En general se reconoce la necesidad de que el médico y demás profesionales de la salud que se dedica a la ciencia posea actitudes y cualidades propias de este quehacer, pero si ello no se armoniza con un dominio profundo de la cultura general y específica de su campo de trabajo, de los métodos de investigación y de las cualidades del trabajo científico, difícilmente se pueda mostrar resultados relevantes en la rama del saber que se trate.
Ello refuerza el criterio de que el proceso formativo de los investigadores socio-humanista-asistencial de salud mediado por el método clínico debe ser atendido con toda la riqueza que la construcción de conocimientos exige aun cuando se trate de sujetos que ya han alcanzado un adecuado desarrollo profesional. Se trata de enseñar cómo construir conocimientos, cómo relacionarlos, integrarlos y aplicarlos para obtener ideas científicas originales que proporcionen resultados científicos relevantes.
Se reconoce internacionalmente que una alta proporción de los líderes mundiales se han formado a nivel de postgrado, muchas tesis doctorales han dado lugar a premios nacionales e internacionales, y muchas otras han contribuido a resolver problemas sociales o científicos relevantes. Pero así mismo, el costo social y económico de esta actividad es sumamente alto, sobre todo por los largos períodos de tiempo que se invierten generalmente en la formación de doctores. (Quiróz, 1996).
Ello demuestra que dichos procesos deben perfeccionarse desde el pregrado para obtener resultados óptimos en plazos de tiempo adecuados, según la inminencia de los procesos de desarrollo. Esta razón, unida al creciente rigor de la actividad investigativa sobre los problemas de salud enfermedad, exige que la formación de investigadores se caracterice por la sistematicidad y el esfuerzo intensivo de todos los implicados y de las estructuras institucionales a fin de lograr los resultados esperados en el tiempo previsto, alejándose de la improvisación y la espontaneidad.
Para ello es muy necesario tener en cuenta los avances de la Didáctica de la Educación Superior, como ciencia que se ocupa de los procesos formativos en este nivel de educación. Las categorías, regularidades y leyes didácticas permiten explicar consecuentemente este complejo proceso, además de organizarlo e implementarlo para alcanzar los resultados que se esperan.
Es muy importante contar con el personal idóneo para ello y con la concepción de un proceso bien diseñado y desarrollado, de manera que se ponga en práctica el criterio de que la ciencia no es un discurso académico sobre el saber, que para emprender de forma adecuada un proceso de formación científica hay que disponer de espacios de verdadera creación científica y de programas coherentemente concebidos y estructurados.
Es decir, que las ventajas educativas de todo el quehacer científico de las universidades médicas y de salud deben ser explotadas coherentemente. La integración del proceso de investigación con el de formación de nuevos investigadores aporta fecundos resultados y resulta de amplio provecho a la actividad universitaria.
El doctorado, como la categoría científica más alta que generalmente otorgan las universidades, es expresión de una sólida cultura científica y profesional. Al decir de Víctor Morles (1996) el doctorado es un indicador de una alta capacitación profesional en algún sector de la ciencia, la tecnología o el arte. La participación en un programa de doctorado implica una alta especialización profesional, la producción de una obra científica relevante, la práctica de la investigación científica y los seminarios como sus estrategias pedagógicas fundamentales.
Para la educación superior, el doctorado es el “proceso que proporciona a los graduados universitarios un conocimiento profundo y amplio en un campo del saber, así como madurez científica, capacidad de innovación, creatividad para resolver y dirigir la solución de problemas de carácter científico de manera independiente y que permite obtener un grado científico” (MES, 1996). Pero para formar habilidades investigativa no se puede esperar e ese nivel de postgrado, es preciso haber empezado desde la formación inicial.

5.3Los programas de formación de doctores para los profesionales de la salud.

El presente texto además de ser útil para cualquier profesional interesado en la investigación científica, es dirigido fundamentalmente a la formación de doctores  para los profesionales de la salud, que además forma parte de un proyecto para estos fine, en tal sentido se considera de gran utilidad en un programa estructurado, para esos desenlaces de ahí el número de colaboradores.
Es entonces que se comienza este acápite analizando que asociado al concepto del doctorado, se ubica el de programa de doctorado. En tal sentido, la Comisión Nacional de Grados Científicos de Cuba, (CNGC, 2003:1) reconoce que un programa de doctorado es “un proceso de formación científica que se estructura en un sistema de influencias planificadas de carácter científico, docente, metodológico y educativo que tienen a la investigación científica como centro de la formación del aspirante y contempla la participación en cursos, módulos, seminarios, talleres de tesis, realización de exámenes, trabajos en grupos y en redes, participación en eventos, publicaciones y otras.
En el programa el aspirante trabaja bajo la dirección de un tutor y en vínculo con otros especialistas y participantes del programa, este incluye el sistema de evaluación del aspirante y culmina con la presentación y defensa de una tesis doctoral ante un tribunal constituido”.
A partir del análisis de esta definición, es aconsejable puntualizar que aun cuando se reconozca que la formación de doctores se puede desarrollar a través de la vía tutelar y la vía de grupos de formación, la concepción de un verdadero proceso formativo y la acepción de programa de doctorado se adecua más a cuando se trata de grupos de formación, como es lo pretendido.
La diferencia esencial estriba en la relación de independencia o trabajo en equipos, ya que los estudiantes de doctorado desarrollan su formación en colectivos de trabajo y si ello se ajusta a un programa de asignaturas o módulos que van aportando un número de créditos a la formación profesional y científica, entonces es el caso de los doctorados curriculares. Esta modalidad resulta muy adecuada para los investigadores más jóvenes, ya que a través de la influencia del grupo de investigación, aceleran su formación.
En cualquier caso se reconoce la importancia de asociar el proceso formativo al desarrollo de proyectos de investigación en los cuales los estudiantes de doctorado se involucran directamente y en torno a los cuales se generan los problemas de investigación a los que las tesis de doctorado dan respuesta.

Desde una perspectiva académica, los programas doctorales constituyen la mejor forma de educar al investigador en las tareas de creación científica y alentar la que debe ser una producción intelectual distinguida y así mismo autónoma, independiente, original y significativa.
El apoyo a los programas de doctorado, tendrá que asociarse con un mayor desafío intelectual para todos los miembros de una comunidad universitaria, que involucra a profesores y estudiantes. Es en los programas de doctorado donde logran establecerse las redes de conocimientos a través de la cultura de la comunicación, apoyo y confrontación entre los científicos.
Los estudios de doctorado deben darse en permanente transformación por lo que no es posible sustentar los perfiles de los egresados en listados de conocimientos puntuales, que resultarían obsoletos a corto plazo. La dinámica y requerimientos actuales de la investigación científica hacen necesario orientarlo hacia la formación de competencias investigativas, lo cual permite vincular la educación con el desempeño real que tendrá el egresado en la vida académica y profesional. Las competencias requeridas para investigar y realizar un ejercicio profesional de alto nivel son capacidades abiertas, difíciles de acotar y en las cuales se puede mejorar incesantemente.
Las competencias no se pueden anclar a contenidos específicos porque el conocimiento y la tecnología cambian constantemente. Se tiene la visión que un programa de formación de doctores es para promover la independencia de pensamiento y la creatividad, el desarrollo de investigaciones de alto nivel, con respeto a la diversidad científico-cultural, basado en la cooperación y en la promoción de esfuerzos colectivos. Debe ser a través de un plan de formación flexible y contextualizado, en el que no haya formulas válidas para toda realidad, cada contexto debe generar su propio proceso; es además intencional, condición que se genera en la pertinencia científica, filosófica y social, y es, también, un proceso sistémico, complejo e interdisciplinario.
Un programa de doctorado es en definitiva una estrategia para formar al investigador en las tareas de creación científica y promover su producción intelectual autónoma, independiente, original y significativa, que se orienta a la formación de doctores a través de grupos de investigación y que reconocen la importancia de asociar el proceso formativo al desarrollo de proyectos de investigación en los cuales los estudiantes de doctorado se involucran directamente y en torno a los cuales se generan los problemas de investigación a los que las tesis de doctorado dan respuesta.
Un programa de doctorado estimula la cooperación interinstitucional (tanto nacional como extranjera) y los enfoques Inter, multi y transdisciplinarios. La dinámica y requerimientos actuales de la investigación científica hace necesario orientarlos hacia la formación de competencias investigativas.
Tienen que promover la independencia de pensamiento y la creatividad, el desarrollo de investigaciones de alto nivel con respeto a la diversidad científico-cultural y basado en la cooperación y en la promoción de esfuerzos colectivos, en respuesta a su pertinencia científica, filosófica y social.
La Didáctica de la Educación Superior como ciencia, permite comprender, explicar e interpretar desde la observación el proceso formativo como un proceso complejo, holístico y dialéctico, mucho más si se trata de formar investigadores que se desempeñen con calidad en el desarrollo de la investigación científica mediada por el método clínico y según las exigencias de un programa de doctorado.
Este concepto de programa de doctorado permite enfatizar en los aspectos siguientes:

  1. La flexibilidad de un programa de doctorado exige que se definan con mucha precisión los aspectos generales a los que el programa responde, pero dejando la amplitud necesaria para realizar las adecuaciones debidas, en función de la variabilidad a que está sometido permanentemente el desarrollo científico y a su contextualización, donde deben ser muy bien precisados los fundamentos epistemológicos, enfoques investigativos fundamentales y alcances de los temas de investigación, en correspondencia con las características de los aportes prácticos y teóricos que deben identificar las investigaciones a desarrollar por los estudiantes de doctorado y sus propias tesis.
  2. El enfoque Inter, multi y transdisciplinario se logra con los proyectos de investigación en torno a los cuales se desarrolla el programa, los cuales deben tener también este carácter. En función de eso, los contenidos que deben ser cursados por los estudiantes de doctorado, deben responder a una verdadera integración de los aspectos académicos y científicos, de manera que se vayan venciendo de forma creciente y gradual, los propósitos formativos que den cuenta de una sólida cultura profesional y científica por parte del estudiante de doctorado.
  3. Las competencias investigativas que se deben formar, tanto las generales como las específicas asociadas a las particularidades de la temática que centra el programa, deben ser precisadas con arreglo a las demandas del desarrollo científico actual y perspectivo de la rama del saber de qué se trate.

De manera que un médico y un profesional de la salud que aspira a formarse como doctor, debe ingresar en un programa de doctorado con vistas a consolidar su formación profesional, según los campos del saber de qué se trate. Como expresión de los aspectos cognitivos que caracterizan todo proceso formativo, debe ser capaz de dominar efectivamente las ramas científicas, tecnológicas o artísticas con las que se relaciona su objeto de investigación, con la profundidad que la cultura científica exige.
En caso de investigadores noveles, lo que no se identifica específicamente con la edad, los cursos que se incluyan en el programa deben contribuir a acelerar este proceso. Al mismo tiempo debe ir demostrando su amplio interés por la actividad investigativa, lo que se traduce en una evidente motivación científica. Debe manifestar permanentemente su identificación con lo que el quehacer científico representa, dando muestras de consagración, entrega, dedicación al trabajo esmerado, acucioso y riguroso que caracteriza a un investigador en estos tiempos. Así mismo, debe incentivarse todo el tiempo la vocación por el trabajo en equipo, la responsabilidad ante la confiabilidad y veracidad de sus resultados y la total disposición a transformar la realidad del objeto que investiga, lo que redundará en mejorar la sociedad y contribuir a su desarrollo.
La articulación de la sólida formación profesional y la motivación científica es lo que permitirá que se pueda ir desarrollando la madurez científica del estudiante de doctorado, lo que le permitirá alcanzar resultados relevantes y de mayor significación social, según las etapas del proceso investigativo por donde transite.
En los medios académicos se comparte el criterio de que el trabajo de investigación que desarrolla un estudiante de doctorado debe permitir que el mismo revele sus capacidades para analizar, interpretar y sintetizar información, demostrando un vasto conocimiento de la literatura científica relacionada con el tema, así como manejar adecuadamente los métodos de investigación científica, saberlos aplicar y extraer de ellos los resultados esperados para ser capaz de presentarlos de manera lógica y secuenciada, para discutirlos y sustentarlos con suficiente nivel de argumentación.
Refiriéndose a la envergadura de la tesis de doctorado, V. Morles (1996) ha afirmado que deben ser esencialmente auténticas obras intelectuales relevantes realizadas en un ambiente de gran libertad; esto último para propiciar la creatividad, la crítica honesta, el razonamiento audaz y el vuelo libre de la imaginación, haciendo énfasis en la importancia de que la investigación resuelva un problema relevante de carácter social, científico, técnico o humanístico y que el estudiante de doctorado haga demostración de conocimiento especializado y de la cultura.
Un investigador médico o profesional de la salud, es un profesional que exhibe una serie de valores que deben haber sido formados en etapas precedentes. Es decir, emprender un programa de doctorado debe partir de considerar que hay una serie de rasgos que deben caracterizar a los estudiantes de doctorado y que en el proceso de su formación como investigadores se refuerzan.
Debe entenderse que este no es un criterio elitista ni excluyente, sino que la actividad científica requiere unos niveles importantes de dedicación, consagración y entrega, por lo que deben precisarse las cualidades generales que un profesional que matricula un programa de doctorado debe poseer, dichas cualidades permiten poner de relieve la dimensión humana del investigador, quien debe estar verdaderamente comprometido con la significación social de sus investigaciones, con el beneficio que sus resultados reportan a la sociedad en general y en particular, con el grupo poblacional donde la investigación tiene su mayor impacto.


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Recibido: Noviembre 2017 Aceptado: Enero 2018 Publicado: Febrero 2018



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