Dr. C (PhD). Renan García Tamayo
Profesor Titular- Universidad de Ciencia Médica de Santiago de Cuba
Profesor catedrático en universidad de Lurio Nampula Mozambique
MSC. Mercedes De La Caridad Soler Lahittebignott
Profesora auxiliar, en universidad de Lurio Nampula Mozambique
PhD. Sergio Latorre Artega
Profesor auxiliar. Facultad de ciencias de la salud, Universidad de Lurio Nampula Mozambique
renangarciatamayo@gmail.com
Publicado sin revisión por pares
5.4 Las competencias investigativas
Las exigencias del proceso que se debe desarrollar para conducir a la formación de un investigador para abordar el método clínico, hacen que estas cualidades antes descritas se expresen en competencias investigativas, entendiendo estas como aquellas configuraciones didácticas de naturaleza cognitiva, afectiva y motivacional que revelan rasgos fundamentales a formar en el individuo en estrecha unidad y que posibilitan su autorregulación y desempeño cabal en un contexto histórico social concreto.
“La formación de competencias es un proceso constructivo, socializado, que sólo es posible en un espacio interdisciplinar, partiendo de una concepción participativa y no directiva del proceso, con el convencimiento de que el contenido es socialmente construido e históricamente desarrollado y, por ende, sus resultados, competencias indispensables en el profesional, se alcanzan mediante un proceso en el que se trabaja, de manera interrelacionada los núcleos de contenidos, las habilidades generalizadas y los valores profesionales y sociales, donde lo interdisciplinario se manifestará en lo docente, lo científico-investigativo lo asistencial y lo gerencial.” (Fuentes y Cruz, 2003).
Esta noción de competencias trae consigo una nueva aproximación al desarrollo humano y por ende al profesional médico y de la salud, con importantes implicaciones en el campo formativo, es la posibilidad para desarrollar en los investigadores de esa naturaleza, la capacidad para el análisis, la crítica y el razonamiento a través de la construcción significativa de nuevos conocimientos y de la contribución intencional al desarrollo de la sociedad.
Para citar este libro puede utilizar el siguiente formato:
Renan García Tamayo, Mercedes De La Caridad Soler Lahittebignott y Sergio Latorre Artega (2018): “La investigación científica y el método clínico para la formación del profesional de la salud”, Biblioteca virtual de Derecho, Economía y Ciencias Sociales (febrero 2018). En línea:
//www.eumed.net/2/libros/1703/investigacion-cientifica.html
Incorporar el concepto de competencias a la ejecución de programas de formación de investigadores, significa que el resultado va a estar relacionado a acciones concretas, a resultados de investigación, no como efecto de un aprendizaje tradicional, sino un aprendizaje donde se acrecienten las capacidades humanas mediante el desarrollo integrado de las dimensiones de la personalidad a través de la búsqueda, la indagación, la innovación, la creación de propuestas originales y novedosas, la contribución al desarrollo de la rama del saber de qué se trate y el uso efectivo de métodos científicos para brindar solución a los problemas de investigación.
De manera que el concepto de competencia investigativa debe transmitir claramente la idea de que los procesos de formación de formación de investigadores tienen que estar dirigidos fundamentalmente a una que reúna las condiciones que la sociedad actual está demandando, es decir, que sean individuos con capacidad plena para el análisis, la argumentación, preparados para asumir los desafíos del actual y perspectivo desarrollo científico, altamente comprometidos con la historia y las tradiciones de su medio o un salubrista, profundamente reflexivos, capaces de comportarse esencialmente humanos, con todas las posibilidades para contribuir al vertiginoso avance de la ciencia y la técnica y dispuestos a crecer tanto en el orden de la preparación científica y profesional como en sus condiciones personales.
La posibilidad de que futuro investigador médico o salubrista se apropie de la cultura científica necesaria para resolver los problemas de investigación relacionados con la salud y la enfermedad que se presentan, vinculada a la posibilidad de fundamentar adecuadamente esos problemas de investigación y la caracterización del objeto que se investiga, revelando los rasgos esenciales del mismo, a través del procesamiento y análisis crítico de la información recopilada con exhaustividad, tanto fáctica como de la literatura consultada, emitiendo juicios acerca de la misma y relacionándola convenientemente con el objetivo de la investigación que se desarrolla, a fin de poder dominar la temática de estudio, nutrirse de las experiencias anteriores y establecer los nexos entre el tema investigado y sus antecedentes, se sintetiza como competencia indagativas.
Las cualidades del investigador médico o demás profesionales de la salud de expresar de forma oral y escrita argumentos con base científica y uso de conceptos que permitan fundamentar y construir juicios, concepto, razonamientos y valoraciones, demostrando con seguridad el dominio de la cultura que se tiene acerca de la temática de estudio y la capacidad para la síntesis y la concreción, además de la cohesión y coherencia con que se brindan los nuevos fundamentos científicos en los que se sustentan las consideraciones a las que se llegan como consecuencia del proceso investigativo, se le denomina competencia argumentativa.
Es imprescindible, así mismo, que el futuro investigador médico o cualquier otro profesional de la salud sea capaz de revelar los aspectos novedosos de una investigación, relacione aspectos significativos del objeto y se represente, a través de la abstracción, la forma en que se puede incidir en el objeto de investigación con vistas a transformarlo. Aquí se pone de relieve la capacidad para la anticipación por cuanto el investigador va regulando a través de los resultados parciales, el alcance de los resultados finales de la investigación y demostrando cómo modelar el objeto de investigación y el campo de acción para revelar los aspectos esenciales de su concepción, con lo cual estará en posibilidad de realizar aportes teóricos a la rama del saber en la cual investiga y poner de manifiesto su competencia imnovativas.
De manera que podría expresarse que las tres competencias que resumen las cualidades más trascendentes de un investigador son precisamente: la indagativas, la argumentativa y la imnovativas.
La precisión de estas competencias sustenta la concepción didáctica de un programa de formación de investigadores, ya que no se debe perder de vista que el desarrollo del programa es para formar esencialmente estas competencias, no en asignaturas o módulos específicos, sino que de una manera u otra todas las partes integrantes del programa contribuyan a la formación de las mismas.
Hay otras competencias que podrán identificarse en casos específicos, por ejemplo, en investigaciones en que han participado los autores de este libro se reconoce además de las tres mencionadas, que la formación de un investigador debe contemplar las competencias gerenciales o de gestión que son las que posibilitan elaborar, presentar a concursos, implementar y evaluar proyectos de investigación y la competencia tecnológica que permite el acceso y uso consecuente de los medios tecnológicos en provecho de los propósitos más trascendentes de la ciencia, no sólo en aquellas investigaciones de las ramas tecnológicas, sino en general, ya que las condiciones actuales no excluyen ninguna rama del saber en la necesidad de manejar herramientas y accesorios tecnológicos. (O. Gallardo, 2003).
Se considera sin embargo, que las tres primeras son las que pueden definir la formación de los aspectos más relevantes de la investigación, las que pueden determinar la construcción por el estudiante de sus aportes teóricos y prácticos más significativos.
La interrelación de estas tres competencias permiten comprobar la presencia del enfoque hermenéutico en el proceso investigativo, que tal y como se ha demostrado en capítulos anteriores, es lo que permite al investigador penetrar e intervenir en el objeto de investigación a través de su comprensión y explicación, para llegar a su interpretación Hermenéutica desde una adecuada observación científica.
La competencia indagativas deberá formarse comprobando que el futuro investigador es capaz de trabajar con las concepciones científicas ya reveladas en la literatura especializada, dominarlas y discutirlas para hacer sus propias interpretaciones desde posiciones de fundamentada crítica y asociar toda esa información que sintetiza con las manifestaciones de su objeto de investigación, procesada y evaluada para poder emitir juicios críticos valorativos que le permitan la comprensión científica del objeto de investigación, como primer eslabón del proceso hermenéutico.
La competencia argumentativa por su parte, se sustenta desde la posición de los autores en la espiral hermenéutica, que se desarrolla en la dialéctica entre la comprensión, la explicación y la interpretación desde la observación, la que se expresa en una secuencia de datos, justificaciones, fundamentaciones y nuevos argumentos para llegar a una nueva propuesta como conclusión. Es la que hace posible que el investigador vaya deslindando lo irrelevante, penetrando en lo esencial, en lo significativo de su objeto de investigación.
Durante todo el proceso de investigación esto se logra a partir de una comprensión científica del objeto, revelando progresivamente sus rasgos esenciales, identificando las particularidades que lo caracterizan y estableciendo las posibles vías para su transformación, lo que implica, desde el punto de vista hermenéutico, alcanzar la explicación, entre la comprensión y la explicación se sintetiza la interpretación de los procesos y fenómenos mediado por la observación y con ello plantear las variantes posibles de su recodificación y transformación.
Esta competencia permitirá al futuro investigador plantear sus aportes con argumentos, sin desentenderse de la cultura científica precedente, pero con recursos intelectuales nuevos, con valoraciones propias y con la fundamentación que exige el rigor científico de toda investigación.
Una vez que el futuro investigador ha desarrollado sus competencias indagativas y argumentativas, estará en condiciones de realizar propuestas originales y novedosas porque ha logrado diferenciar lo relevante de lo irrelevante, lo trascendente de lo intrascendente, lo nuevo de lo viejo, todo en relación con las particularidades de su objeto de investigación y a través de los conceptos, categorías, y regularidades, que le permitirán plantear propuestas de valor teórico y práctico que transformen el objeto y permitan la solución del problema de investigación. Así se desarrolla la competencia imnovativas, a través de la búsqueda permanente de los aspectos originales que puedan caracterizar una propuesta como respuesta científica y que está sustentada en una construcción de nuevos conocimientos.
Esta precisión de las competencias fundamentales que deben formarse en un programa de formación de investigadores, representa que con independencia de los contenidos curriculares o extracurriculares que el programa pueda contemplar, debe verificarse permanentemente el proceso de adquisición de las mismas por parte de los estudiantes.
Ellas se ponen de relieve cuando el estudiante diseña su investigación, fundamenta su problema de investigación, desarrolla el marco de referencia para penetrar en los aspectos esenciales de su objeto de investigación, se plantea hipótesis y organiza las tareas investigativas que le permitirán valorar o validar las mismas. Para ello es necesario que el programa se articule debidamente con el desarrollo del proceso investigativo.
A ello deben contribuir en gran medida los cursos de metodología de investigación, no en los aspectos formales del proceso investigativo, sino considerando la metodología de investigación científica como una lógica seguida por los investigadores, sustentada en un sistema de categorías y relaciones que permiten a estos diseñar y regular el propio proceso, a partir de ir seleccionando y construyendo el camino más acertado para llegar al resultado esperado, esto concuerda con el adagio de que no hay métodos de métodos para la investigación, ni tampoco métodos para crear método, y cada investigación tiene su método propio pertinente a la cultura y a los sustentos epistémicos del propio investigador.
Por ello la inclusión de estos contenidos en un programa de formación de investigadores deben responder a una adecuada estrategia del proceso que posibilite el desarrollo regulado y coherente de la investigación con dominio de las tareas a desarrollar, el alcance real de cada una de ellas y la concatenación de los resultados parciales y finales de la investigación, no para alcanzar conocimientos enciclopédicos sobre metodología de la investigación, sino para llegar a formar las competencias investigativas, que permitan organizar metodológicamente el proceso de la investigación, definiendo las categorías propias del mismo, así como las tareas y métodos científicos que le permitan alcanzar los objetivos declarados en correspondencia con la hipótesis, para ir adecuando la marcha de la investigación según los resultados que se van alcanzando y la significación de los mismos en el desarrollo del proceso.
A ello se une la necesidad de que los estudiantes de un programa de formación de investigadores sean capaces de aplicar los métodos de investigación (tanto teóricos como empíricos) en función de las características del objeto de investigación, de la etapa en la que se encuentre el proceso y los objetivos que se esperan alcanzar, utilizándolos apropiadamente para demostrar las consideraciones que se van alcanzando y con ello brindar los argumentos que permitan la corroboración de la fiabilidad de los resultados.
La valoración de la formación de las competencias debe realizarse a través de actividades de discusión científica, es decir, el programa debe contemplar una serie de seminarios, talleres, debates que constituyan los espacios para exponer y discutir los resultados. Dichos eventos deben permitir, además de evaluar la marcha de la investigación, valorar las potencialidades del estudiante de doctorado para expresar sus ideas con suficiente rigor, síntesis y utilización del lenguaje argumentativo. También debe ser una exigencia del programa la presentación de trabajos escritos en forma de ensayos o artículos científicos, que puedan ser publicados en revistas de prestigio en la rama del saber de qué se trate.
Estas actividades de carácter docente, que debe contemplar el programa, han de concebirse con suficiente valor didáctico para que en las mismas se desarrolle un verdadero proceso de enseñanza–aprendizaje, o docente educativo es decir, no se debe partir de los supuestos de que ya los estudiantes cuentan con las competencias enunciadas, el valor didáctico de esta propuesta se concreta cuando el colectivo de profesores y tutores del programa diseña el desarrollo del proceso docente de forma que el estudiante aprenda cómo apropiarse de esas competencias a partir de la interacción con sus profesores, otros estudiantes e investigadores involucrados.
Para ello deben articularse convenientemente los contenidos de los cursos o módulos, en los que predomina el carácter académico, con las actividades de carácter más investigativo y que deben formar parte integrante del programa, como ejemplo de ellas tenemos:
Este es un espacio muy pertinente para la utilización de los métodos automatizados de búsqueda de información y permite la optimización del tiempo de los estudiantes a partir de la posibilidad de poner al servicio del colectivo la información obtenida, además de que constituye un entrenamiento en la comprensión, explicación e interpretación de su objeto de estudio, sobre la base de la literatura científica actualizada. Deben programarse fundamentalmente en la etapa de caracterización del objeto y el campo de acción, lo que contribuye a la fundamentación del texto de la tesis, con una periodicidad tal que exija a los estudiantes de doctorado su permanente actualización.
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Recibido: Noviembre 2017 Aceptado: Enero 2018 Publicado: Febrero 2018