La geografía para el análisis de la región comprende primeramente el conocimiento del espacio, el cual como se conoce, presenta un estado de tridimensionalidad relativa, y en el caso que ocupa el informe no se encuentra exenta del mismo.
La variable bidimensional de apreciación del espacio en su forma más simple, a partir de las dimensiones longitudinales, corresponde en el caso regional al modo en que se proyecta el relieve y los elementos homogéneos de los accidentes del mismo. Presentarían para el análisis actual una forma horizontal y sería la manera simplista de observar el estado espacial de la región, es al final en la cual se concibe el territorio en términos simples y los accidentes del mismo. Así, se presenta la región en sus concepciones planisféricas y territorialistas como mero contenido del espacio interpretado desde la contemplación focal de la entorno.
Marcar en este sentido el espacio, sin embargo, apunta hacia los límites territoriales de la región y constituye la primera experiencia en cuanto al análisis del objeto de estudio. Se delimitan las regiones de índole homogénea a tenor con los accidentes del relieve, lo cual es la premisa para comenzar el estudio de las estructuras del objeto.
El segundo análisis del corpus regional lo constituyen aquellos elementos que trascienden lo longitudinal y se enmarcan en la perpectivación del objeto. Estos son observados por el investigador de manera verticalista, y lo constituyen los componentes del paisaje natural que detentan formación homogénea de manera sistémica, las interacciones humanas y los elementos de la construcción social devenidos del desarrollo de la actividad práctica contenida en el espacio regional.
La región es, a juicio del investigador, desde la geografía, una estructura de carácter sistémico. Ubicada en determinado segmento de un planisferio que, casi siempre detenta homogeneidad de relieve y en el cual se insertan de manera coordinada estructuras verticales devenidas de la naturaleza y la sociedad.
Las regiones en América Latina estuvieron determinadas en primer lugar por las condiciones geográficas naturales en que las que se inscriben. Decir que las mismas no condicionan en un primer momento las formas de vida de la sociedad y la cultura por temor a entrar al debate sobre ópticas deterministas en su formación no sería justo ni provechoso a la investigación.
Indiscutiblemente, las variopintas formas del relieve latinoamericano, la diversidad climática y la conjunción de una gran masa continental extendida a casi todo lo largo de la latitud terrestre y poseedora de mares interiores y de ínsulas polifórmicas fueron decisivas en los modus vivendis de los diversos pobladores del subcontinente.
Las regiones en la geografía latinoamericana se inscriben atendiendo a los accidentes del medio geográfico que actúan como fronteras naturales de las mismas, ya sea una cadena montañosa, el cause de algún afluente, la formación de intrincadas zonas selváticas, la insularidad territorial, los terrenos desérticos y los istmos constituyen, entre otros, límites naturales para la formación de regiones consolidadas.
Las oleadas de poblamiento americano, ya sea por las comunidades originarias o durante el proceso de conquista y colonización resultaron afectadas por dichos accidentes, lo cual originó determinadas formas primigenias de adaptación al medio y de asimilación de las condiciones naturales en pos de trasformarlo atendiendo a las necesidades primarias de la sociedad que lo habitaba.
La relación hombre-medio dio lugar a modos de vida específicos por la incidencia del segundo sobre el primero y viceversa, en la medida en que la sociedad trasformaba su entorno. Dicha relación con el transcurso del tiempo sienta las bases históricas de las regiones y concibe parte de los elementos más elementales de las identidades de los pueblos.
Las regiones latinoamericanas se ubican generalmente en áreas características del paisaje y no trascienden de este. Las estructuras verticales del espacio se acomodaron a dichas características y los límites se enmarcan generalmente allí donde aparecen modos verticales del espacio que no se relacionan con las formas horizontales ni trascienden las mismas. El intercambio interregional en la geografía simplemente se origina en la medida en que las necesidades económicas de la sociedad regional pretenden insertar elementos de las estructuras verticales de una u otras regiones al modo de vida de la misma y trasciende los límites de las dimensiones planisféricas.