En lo que sigue se examina lo que he denominado temas de calidad de vida de mayor prioridad social preferentemente en el contexto latinoamericano. No es una tarea fácil, dado la amplitud del mismo y la diversidad de países que componen el área geográfica considerada de América Latina: desde México por el Norte y hasta Chile y Argentina por el Sur.
Hace algunos años, en la década de los años 80 del siglo pasado, las referencias sobre el desarrollo alcanzado en América Latina y el mundo se concentraban casi completamente en variables económicas, con gran preocupación de estudiosos y políticos en promover el crecimiento sostenido, diseñar estrategias de acuerdos comerciales que consolidaran el intercambio entre países, así como lograr estabilizar fluctuaciones de precios no deseadas para productos agrícolas, base del sector exportador de países en vías de desarrollo. Por ejemplo, en un informe del Banco Mundial del año 1986 se afirmaba que, para un buen número de países en desarrollo, los inicios de la década de 1980 habían sido extremadamente inestables, con grandes fluctuaciones en la economía del mundo, deuda externa en aumento, bajos precios de productos exportables y crédito bancario comercial en descenso.1
Al margen de destacar otros problemas graves en el mundo y en la región latinoamericana como caídas en la actividad económica y desempleo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) otorgaba al tema del crecimiento de los países de América Latina una importancia crucial. Después de la gran crisis económica mundial del año 1982, los expertos de esta institución planteaban dos escenarios posibles sobre el futuro de la región. El primero de ellos, anotado como de “Situación básica congruente”, mostraba probabilidades de una mejora en el desenvolvimiento de las economías era medianamente altas, con tasas de crecimiento en torno al 5% anual aproximado en el lapso 1984-1986 para variables como PIB, consumo, inversión, exportaciones e importaciones. Según los expertos del BID, el crecimiento latinoamericano esperado en este escenario debería mucho a una creciente demanda por exportaciones. El promedio de crecimiento del PIB de acuerdo al pronóstico otorgaba un 3,13% anual para el lapso 1982-1986.2
En el segundo escenario, denominado “Situación básica que se detiene y avanza”, si bien la demanda por exportaciones también se constituiría en el principal motor que impulsara el crecimiento del PIB regional, un menor dinamismo en la demanda por consumo e inversión determinaría un crecimiento promedio más bajo (2,85% entre 1982-1986).3
1 Anandarup, Ray; Bertrand, Trend, et al, Informe sobre el desarrollo mundial 1986, pp. 17-18, Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento / Banco Mundial, 1ª edición, Oxford University Press, Washington D.C. julio de 1986.
2 Teitel, Simon; Ballestero, Florencio; French Davis, Ricardo et al, Progreso Económico y Social en América Latina. El Sector Externo., pp. 86-89, Banco Interamericano de Desarrollo, Informe 1982, Wahington D.C., Estados Unidos de América, 1982.
3 Ibid., pp. 86-89. Para las cifras estimadas de crecimiento véanse especialmente los Cuadros Nos. 2 y 4.
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