Las causas de la ruptura política entre España y América, que provocaría el accionar conflictivo entre los ejércitos realistas y los nacientes ejércitos americanos, probablemente requiera de un análisis en detalle que va más allá de los alcances de esta investigación. A través de los siglos XV, XVI, XVII y XVIII la Corona española indudablemente efectuó numerosos aportes positivos en beneficio de las poblaciones locales. En lo esencial, logró consolidar los fundamentos de lo que serían las futuras naciones americanas, abriendo rutas de comercio internacional, promoviendo el desarrollo urbano, la infraestructura pública y en general sentando las bases de las economías latinoamericanas.1
A pesar de que se trató de un proceso de conquista, de dominación, en que las leyes, formas de producción y administración centralizada desde la Madre Patria provocaban en la práctica una serie de inconvenientes e injusticias a las poblaciones locales, la complejidad de la trama histórica urdida en aquellos siglos, que determinó la situación existente a comienzos del siglo XIX y en la que se inicia el proceso independentista, no facilita una respuesta satisfactoria a lo planteado.
El resultado final de este proceso, las revoluciones independentistas generalizadas, es consecuencia de una larga lista de conflictos entre los propios españoles y rebeliones diversas de carácter local. Estos acontecimientos muestran, según anota el historiador Luis Alberto Sánchez, que en la época colonial no fue una etapa de apacible quietud como es posible suponer, sino que hubo también mucho descontento por distintas razones:
“Se ha dicho y repetido que la época colonial fue de absoluta quietud, como si no hubiera surgido jamás una manifestación de descontento en ella, lo cual es evidentemente falso. Basta una rápida e incompletísima reseña de algunos de los numerosos entredichos y motines de la época para comprobarlo. Sin referirnos a los primeros movimientos disconformes, surgidos a raíz de la llegada de Colón (el de Roldán por ejemplo), ni a las guerras civiles de los conquistadores (que hemos mencionado ya), se produjeron entonces constantes movimientos, numerosas rebeliones, de todo tipo, bien sea protestas de linaje racial, bien sea de políticas y personales, pero todas ellas netamente económicas”.2
Algunas rebeliones importantes fueron la del español Alvaro de Oyón, que se levantó en 1553 contra las ordenanzas del Rey, en el mismo año en que se rebelan Juan Gaitán en Guatemala, Enriquillo en Santo Domingo y Miguel, un esclavo líder de los negros que trabajaban en las minas de Buria, Barquisimeto, Venezuela, intenta fundar un Estado independiente. A su vez, los negros de Panamá, agitados por Oxenham, un teniente de Drake, se sublevan en la segunda mitad del siglo XVI, amenazando seriamente a los españoles, y a fines de ese siglo, en 1598, los indígenas de las minas de Tepic, Durango, Nueva España, asumen una conducta revolucionaria debido a la explotación de que son víctimas.3
En el siglo XVII se produjeron diversos levantamientos, entre ellos los indios de Tehuantepec y del norte de México, que se alzaron en armas durante ocho años hasta 1692. En la zona de Tucumán, Argentina, los calchaquíes se rebelaron contra los españoles y el gobernador Mercado debió extremar sus esfuerzos para controlar un motín indígena encabezado por Pedro Bohórquez, quien se hacía llamar Hualpa Inca. En el siglo XVIII, por otra parte, destacaron los alzamientos de los araucanos en 1723, la de los guaraníes en 1752 contra la cesión de sus pueblos a Portugal, la de los negros uruguayos, de los africanos en Venezuela, la de Tupac Amaru en Perú, etc.4
A todos lo anteriores deben agregarse rebeliones protagonizadas por criollos, como la de las alcabalas, en Cuzco, Arequipa y Quito, en 1591, una en Asunción, Paraguay, contra un obispo abusador y que fue desterrado, además de otras de tipo vecinal, en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, que protestaban contra gobernadores que se excedían en sus atribuciones. En México ocurrió un incendio en el palacio del virrey, marqués de Gelves, por una disconformidad de tipo económica, suscitada por el encarecimiento del precio del maíz y el trigo. Otras revueltas, que tuvieron un carácter político, que influyeron en el descontento social, fueron el derrocamiento popular del virrey duque de Escalona en 1642, el del capitán general de Nueva Granada, Bravo de Saravia y la del gobernador de Concepción, Acuña, en 1655.5
El hecho fundamental que debo destacar aquí es que a inicios del siglo XIX evolucionaron con fuerza las ideas independentistas en América Latina, en respuesta a una relación que mantenía elementos discriminatorios por parte de la Madre Patria, en lo económico, político y social, a lo que se agregó otro acontecimiento determinante como fue la invasión napoleónica a España.
En este escenario de desigualdades y deterioro de las relaciones civiles entre elites y gobernados a fines del siglo XVIII, se sumó la aparición de ideas revolucionarias que motivaron las guerras independentistas. La participación de las nacientes Fuerzas Armadas latinoamericanas, así como de las tropas españolas, debió tener un impacto negativo en la calidad de vida de aquellos años, principalmente por la pérdida de vidas humanas y de recursos materiales. Esta pérdida de bienestar, ciertamente y para evitar anacronismos, es necesario entenderla en el contexto de crisis del sistema de dominación social imperante, de un creciente malestar acumulado y hasta de intereses individuales o grupales a veces hasta contrapuestos entre sí.
En lo que atañe al actuar de los ejércitos y de grupos humanos armados no convencionales de aquella época, comprendida entre los años 1800 y 1830, las narraciones permiten detectar un sin número conductas violentas de uno u otro bando, que parecieron caracterizar mayoritariamente el accionar de las Fuerzas Armadas.
En el caso del virreinato de Nueva Granada, el período 1810-1815 estuvo marcado por guerras civiles que tuvieron su origen en discrepancias entre integrantes de las Juntas de Bogotá y otras provinciales, incluso algunas de estas entre sí. En Quito se vivió una dura represión en contra quienes formaron parte de la Junta formada en 1809, que estuvo acompañada de desmanes provocados por las tropas realistas. Las autoridades debieron ceder a la presión popular y retirar las tropas virreinales de ocupación “peores que una plaga de langostas”, por temor a nuevas y más graves revueltas. Una nueva Junta reunida el 22 de septiembre de 1810, que no tuvo oposición de las autoridades, enfrentó a notables de Cuenca y Guayaquil, un confuso enfrentamiento armado entre patriotas y realistas. 6
En otros procesos independentistas de la historiografía también aparecen aspectos negativos, en el sentido del bienestar social, que marcaron el accionar de los ejércitos de uno u otro bando en disputa. El tipo de narración que observa el lector por lo general incluye además actos heroicos, determinaciones político-económicas en que se ven envueltos algunos militares y hasta aspectos biográficos específicos que enriquecen el contenido del relato. Si bien los autores en general no enfatizan en asuntos del bienestar de la población, la revisión y análisis de los hechos acontecidos desde el punto de vista de lo que hoy denominamos calidad de vida, en cuanto a beneficios y costos sociales generados por acciones militares, da la impresión de que predominaron estos últimos.
En el extremo Sur del continente americano José de San Martín y Bernardo O’Higgins condujeron al Ejército de Los Andes a importantes victorias militares en Chacabuco y Maipú, contribuyendo con ello a la consolidación de la independencia política y militar de Chile. Las descripciones de algunas batallas muestran el lado oculto de las gestas heroicas, en que los ataques y defensas de las huestes en combate dejan una estela de desolación y desgracia. En la defensa del sitio de Rancagua, el 1º de Octubre de 1814, por ejemplo, el historiador ruso Razuváev anota:
“A las 3 p.m. O´Higgins concentró las fuerzas restantes en un intento de buscar la salida de la ciudad. Apenas tenía quinientos hombres. Hicieron correr por delante a los mulos de la artillería que provocaron una desbandada entre los realistas y despejaron el paso a los patriotas. Pero tenían que franquear sus propias barricadas. El caballo de O’Higgins está tan desgastado que es necesario desmontar. Un soldado español intenta hacerlo bajar, pero cae atravesado por una bala. O’Higgins vuelve a montar y... a todo trote. En la ciudad abandonada se inicia el ensañamiento. Embriagados por la sangre y la fortuna, los realistas asesinan a los heridos y prisioneros. Los triunfantes irrumpen en una iglesia donde se han refugiado civiles. Frente al altar violan a mujeres y torturan a niños. Incendian más y más casas. Cuando Bernardo mira hacia atrás ve sobre Rancagua una enorme y negra columna de humo que se hunde en el infinito azul...”.7
El relato de Diego Barros Arana sobre el enfrentamiento ocurrido en las lomas de Maipú el día 5 de abril de 1818, batalla decisiva que dio la independencia militar de Chile, contiene no sólo interesantes detalles y pormenores que permiten comprender lo sucedido, sino también el accionar violento y a veces vandálico de las fuerzas en pugna.
En los años siguientes a la batalla de Ayacucho en diciembre de 1824 y a lo largo del siglo XIX, las Fuerzas Armadas latinoamericanas de aquellos países que habían conseguido su independencia participaron junto a distintos sectores de la sociedad civil en aras de lograr, a través de los años, un orden institucional y una estabilidad política básica.
Esta aspiración se alcanzaría en tiempos y circunstancias diferentes, en un proceso de aprendizaje lento pero persistente, en que los roles del Estado, el mercado y la sociedad civil se fueron entremezclando y, quizás, hasta confundiendo, lo que redundó en el surgimiento organizaciones y actores que no siempre lograron una salida pacífica de sus controversias. El relato del acontecer latinoamericano abarca, por otra parte, asuntos de carácter político, económico y social, pero de los cuales en esta investigación interesa destacar de preferencia el rol de las Fuerzas Armadas y su accionar respecto al bienestar o calidad de vida de la población.
Entre los hechos destacados en que éstas últimas participaron y que marcaron la consolidación de las naciones latinoamericanas estuvieron los relacionados con algunas disputas territoriales pendientes y la necesidad de respaldar un sistema político que permitiese avanzar en el desarrollo económico y social. La tarea no era fácil, la enorme diversidad geográfica, el aislamiento y las distancias, el legado de culturas indígenas hasta milenarias, las tradiciones locales y europeas aportadas tanto por españoles como extranjeros de otras naciones, la diversidad étnica y el estado del arte referente a cuestiones de carácter económico y organizacional, requerían de un enorme esfuerzo de diagnóstico y una adecuada visión de futuro que muchos líderes latinoamericanos no estuvieron dispuestos a compartir.
Los conflictos de carácter militar en América Latina no terminaron con la independencia de la mayoría de los países de la región. Si bien Cuba y Puerto Rico continuaban bajo el dominio español y algunas zonas siguieron siendo posesiones francesas, inglesas u holandesas, los imperios español y portugués dejaron de existir en esta zona del mundo. Entre las acciones de guerra entre estados latinoamericanos desde el mismo momento de la independencia estuvo la invasión de Haití hasta 1844 en la parte española de la isla, la cual se transformaría con el paso de los años en la República Dominicana. Entre los años 1825 y 1828, por otra parte, Buenos Aires y Brasil combatieron por la posesión de la provincia oriental que más tarde se transformaría en Uruguay.8
Una síntesis de enfrentamientos entre países latinoamericanos así como algunas agresiones externas desde 1825 y hasta 1899 se debe al historiador José del Pozo y que resumo en el Cuadro Nº 3.1.
La participación de las Fuerzas Armadas en conflictos de nivel continental también se dio en estados miembros de la Federación centroamericana entre 1826-1829 y 1838-1840, Guatemala y El Salvador en 1863, 1876 y 1885. En América del Sur, Chile atacó a la Confederación de Perú y Bolivia en 1837 y, más tarde entre 1879-1883, disputó la llamada Guerra del Pacífico con estos dos países por razones económicas. Cabe mencionar además la Guerra de la Triple Alianza, en que Brasil, Argentina y Uruguay derrotaron a Paraguay entre 1865-1870. Otros conflictos menores fueron un ataque de Perú a Ecuador en 1859 y una disputa entre Ecuador y Colombia en 1863.
El impacto económico más el costo social de estas guerras probablemente no es posible dimensionarlo a cabalidad, pero no es difícil imaginar las innumerables penurias e inconvenientes no sólo de quienes debieron combatir, sino de buena parte de la población civil. Una referencia puntual que hace ver en parte este aspecto poco conocido y tal vez nada estudiado, sobre conflictos en los que participaron ejércitos convencionales de América Latina, es el reconocimiento de la independencia de Haití por parte de Francia, en el año 1825, pero tras el pago de una elevada suma de dinero como compensación a los colonos franceses por haber perdido sus haberes.9
Cuadro Nº 3.1
Guerras y disputas territoriales en América Latina 1822-1899
Guerra o acción militar |
Año o Período |
Haití versus República Dominicana |
1822-1844 |
Brasil versus Buenos Aires |
1825-1828 |
Perú versus Colombia |
1829 |
México versus Estados Unidos por Texas |
1835-1836 (agresión externa) |
Federación Centroamericana (disolución) |
1836-1840 |
Chile versus Confederación peruano-boliviana |
1837-1839 |
Perú versus Bolivia |
1840 |
México versus Estados Unidos |
1846-1848 (agresión externa) |
Centroamérica versus W. Walker (EE.UU.) |
1856-1857 (agresión externa) |
Perú versus Ecuador |
1859 |
Guerra del Paraguay |
1865-1870 |
Guerra del Pacífico |
1879-1883 |
Guerra de Diez Años Independencia de Cuba |
1868-1878 (conflicto externo) |
Guerra de Independencia de Cuba |
1895-1899 (conflicto externo) |
País con ganancia de territorio |
País(es) con pérdida de territorio |
México (Chiapas) |
Guatemala (1824) |
Costa Rica |
Nicaragua (1824) |
Panamá |
Costa Rica (1836) |
Estados Unidos (América del Norte) |
México (Texas, 1836) |
Estados Unidos (América del Norte) |
México (California, Arizona y Nuevo México, 1848) |
Estados Unidos (América del Norte) |
México (Zona al norte, por venta de territorio) |
Brasil |
Argentina (1851), Paraguay (1870), Guayana Francesa |
Argentina |
Paraguay (1874) y Chile (1881) |
Chile |
Perú (1883) y Bolivia (1884) |
Perú |
Ecuador (1830 y 1859) |
Colombia |
Venezuela (1891) |
Fuente: elaborado en base a: (a) Mapas 1 y 2, páginas 13-19 y 64 del libro de José del Pozo: Historia de América Latina y del Caribe 1825-2001, obra citada y (b) Malamud, Carlos, Los países andinos, en Martínez Díaz, Vives, Pedro A., et al, Historia universal siglo XX. América Latina entra en escena., Historia 16, Temas de Hoy S.A., p. 123, Madrid, España, 1997.
Entre las agresiones externas al continente latinoamericano en el siglo XIX cabe incluir la flota armada que España envió al Perú en 1864, ocupando las Islas Chincha, en represalia por malos tratos sufridos por dos emigrantes españoles en dicho país. Esta curiosa razón habría tenido un pretexto disimulado, como era recuperar parte de sus colonias. Las hostilidades se extendieron hacia Chile, que en alianza con Perú, Bolivia y Ecuador, impidieron tal intención. Después de dos ataques costeros, uno de ellos al puerto de Valparaíso, indefenso, y otro al Callao, la escuadra española debió retirarse sin haber conseguido nada. Cuba, por otra parte, se vería envuelta en una lucha independentista contra España, con acciones armadas entre 1868 y 1878, pero sin alcanzar la victoria. Puerto Rico, a su vez, intentó un movimiento de liberación en 1868, que tampoco tuvo éxito. Otras intervenciones extranjeras en América Latina, más bien puntuales, fueron una expedición de Narciso López en Cuba en 1851 y otra de William Walker en Nicaragua en 1855, apoyadas por grupos del sur de Estados Unidos con intereses comerciales esclavistas. Por último cabe mencionar la ocupación de las islas Malvinas por los ingleses en 1833 y el bloqueo de Buenos Aires por Gran Bretaña, que tuvo por objeto obligar al gobierno de Rosas a abrir el estuario de La Plata al comercio internacional en 1838 y 1845.10
Los conflictos internos de cada nación, las guerras civiles y otros enfrentamientos de menor alcance, fueron acontecimientos en que las Fuerzas Armadas de América Latina se vieron envueltas en muchas ocasiones. Aunque es difícil teorizar sobre las causas de este tipo de acciones armadas, Sabine Kurtenbach ha intentado esquematizar algunas explicaciones generales respecto de las razones que llevaron a distintos países a participar en ellas. Esta autora prefiere definir una guerra como un conflicto violento de masas en el cual se enfrentan dos o más ejércitos y en que las partes tienen un grado mínimo de organización central y una estrategia sistemática. Considera además que el combate tiene que ocurrir con relativa continuidad y excluye formas de violencia como la represión estatal o las protestas espontáneas. Reconoce que, aún cuando con esta definición existen dificultades de demarcación, es preferible a otras de carácter cuantitativo y que tienen como criterio específico un número de víctimas mínimo de mil muertes al año. 11
Cuadro Nº 3.2
Guerras y Víctimas en América Latina 1839-1902
Fechas |
Países |
Número de víctimas |
1839-1852 |
Argentina-Uruguay |
25.000 |
1851 |
Chile |
2.000 |
1854 |
Colombia |
1.000 |
1854 |
Perú |
s.i. |
1855-1856 |
República Dominicana-Haití |
s.i. |
1855-1857 |
Costa Rica-Honduras, El Salvador-Nicaragua |
s.i. |
1857-1858 |
Perú |
s.i. |
1858-1861 |
México |
Entre 1.000 y 10.000 |
1858-1863 |
Venezuela |
s.i. |
1859 |
Perú-Ecuador |
s.i. |
1859-1861 |
Argentina |
1.000 |
1860-1862 |
Colombia |
1.000 |
1862-1865 |
República Dominicana – España |
s.i. |
1863 |
Colombia-Ecuador |
1.000 |
1.864-1870 |
Paraguay-Brasil, Argentina, Uruguay |
1.000.000 |
1865-1866 |
Chile, Perú-España |
1.000 |
1865-1867 |
Guatemala, Nicaragua-El Salvador, Honduras |
s.i. |
1868-1871 |
Venezuela |
s.i. |
1876 |
Colombia |
1.000 |
1879-1883 |
Chile-Perú, Bolivia |
13.000 |
1880 |
Argentina |
1.000 |
1884-1885 |
Colombia |
1.000 |
1885 |
El Salvador-Guatemala |
s.i. |
1891 |
Chile |
10.000 |
1893-1894 |
Brasil |
c. 1.000 |
1895 |
Perú |
1.000 |
1897 |
Nicaragua-Costa Rica |
s.i.. |
1899-1902 |
Colombia |
160.000 |
1902 |
Bolivia-Perú |
s.i. |
Fuente: Kurtenbach, Sabine, op. cit., p. 28.
Notas: (a) s.i.= sin información.; (b) c. = cerca o alrededor de.
El número de víctimas estimadas en cada guerra es una alternativa de dimensionar la pérdida de bienestar en la sociedad, recociendo la salvedad de que el número de heridos, personas víctimas de trastornos psicológicos y las destrucciones materiales son otros parámetros posibles de cuantificar. El Cuadro Nº 3.2 resume algunas cifras que aporta Kurtenbach sobre el número de víctimas por guerras en países de América Latina, para el período 1839-1902, en base a información proporcionada por autores que ella cita, como Luard (1986), Richardson (1960) y Sivard (1987).
1 Véase por ejemplo el caso chileno en Retamal Ávila, Julio, Los siglos coloniales XVII y XVIII, Editorial Salesiana, 1ª edición, pp. 35-39, Santiago de Chile, marzo de 1980. En este pequeño libro Julio Retamal Ávila se refiere a la fundación de ciudades en la época del Gobernador Manso de Velasco, construcciones urbanas de Ortiz de Rosas y el desarrollo urbano bajo el gobierno de Cano de Aponte.
2 Sánchez, Luis Albertoa, Historia general de América, (Empresa Ercilla S.A., Santiago de Chile, 1944), Tomo I, 10ª edición (puesta al día), Ediciones Rodas S.A., Colección de Bolsillo Selección Zig Zag, p. 404, Madrid, España, 1972.
3 Ibid., p. 404.
4 Sánchez, Luis Albertoa, op. cit., p. 405.
5 Ibid., pp. 405-407.
6 Izard, Miquel, Nueva Granada, en Maniques, Robert M.; Martí Óscar R.; Pérez, Joseph et al, La Revolución francesa y el mundo ibérico, op cit., pp. 554 y 555.
7 Razuváev V., Bernardo O’Higgins: conspirador, general, estadista, Editorial Progreso, Colección Siglos y Hombres, pp. 152-154, Moscú, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, 1989.
8 Del Pozo, José, Historia de América Latina y del Caribe 1825-2001, LOM Ediciones, 1ª edición, pp. 13-15, Santiago de Chile, agosto del 2002.
9 Del Pozo, José, op. cit., p. 17.
10 Del Pozo, José, op. cit., p. 18.
11 Kurtenbach, Sabine, Organización estatal y guerra en América Latina. Una comparación histórico-estructural del desarrollo en Colombia y Chile., en revista Fuerzas Armadas y Sociedad, FLACSO, Año 12, Nº 3, p. 19, Santiago de Chile, julio-septiembre 1997.
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