PRESENCIA INSTITUCIONAL DE LAS FUERZAS ARMADAS EN PAÍSES DE AMÉRICA LATINA Y SU IMPACTO EN LA CALIDAD DE VIDA DE LA POBLACIÓN

José Leopoldo Montesino Jerez

2.5.3.3 Desarrollo científico-tecnológico

Un último grupo de actividades que realizan las Fuerzas Armadas en el ámbito de la cohesión social, aunque de efectos benéficos más bien indirectos en la comunidad, son las actividades científico tecnológicas que permiten básicamente generar nuevos conocimientos, construir infraestructura en zonas de difícil acceso y efectuar intercambios de carácter académico.  
Las actividades científicas que desarrollan en la Antártida instituciones castrenses de distintos países del mundo constituyen un elemento de cohesión social más restringido, de ámbito académico, pero no por ello menos relevante. Este vasto territorio de unos 14 millones de kilómetros cuadrados, ha motivado el interés de diversas naciones que han desarrollado allí diversas actividades exploratorias y de asentamiento, reclamando como propios determinadas porciones de áreas geográficas, pero que no ha sido reconocidos en particular por Estados Unidos y Rusia.1
Los gobiernos de Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Francia, Japón, Nueva Zelanda, Noruega, la (ex) Unión del África del Sur, la (ex) Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los Estados Unidos de América suscribieron el llamado Tratado Antártico, vigente desde el 23 de junio de 1961, y en el cual establecen que es de interés de toda la humanidad que la Antártida continúe utilizándose exclusivamente para fines pacíficos y que no llegue a ser objeto de discordia internacional. En el texto de algunos de sus artículos se prohíbe la instalación de fortificaciones castrenses, así como la realización de maniobras y ensayos de toda clase de armas militares, promueve la investigación científica, congela las reclamaciones territoriales, prohíbe las armas nucleares, establece  reuniones consultivas y propone arreglos pacíficos de controversias.2
La importancia de la investigación científica que se realiza hoy en la Antártida, ya sea de parte de países integrantes del acuerdo antes mencionado o de países denominados no consultivos, es que los conocimientos obtenidos de aquella labor pueden servir al futuro del planeta tierra. A mediados de la década de 1980 los investigadores descubrieron que la capa de ozono sobre este continente estaba perdiendo concentración, que de seguir ocurriendo podría tener consecuencias alarmantes para la ecología mundial. El reconocimiento de problemas ambientales ha motivado la convocatoria de conferencias especializadas para proteger el entorno antártico.3  
En el caso de Chile en particular, la política antártica  incluye, entre otros objetivos, orientar la ciencia nacional antártica de manera de vincularla más estrechamente a las grandes tendencias en este campo, promover el turismo controlado y alentar la cooperación internacional. Las Fuerzas Armadas chilenas contribuyen al logro de dichos objetivos estableciendo bases y refugios, apoyando actividades científicas de organismos nacionales e internacionales, explorando el territorio polar con propósitos meteorológicos, glaceológicos, geodésicos e hidrográficos, evacuación aérea humanitaria, etc.4
Algunos países como Perú se han incorporado más recientemente a este quehacer. Hoy en día mantiene una política establecida por Decreto Supremo 016-2002-RE del 27/febrero/2002, a través de la cual participa en programas de investigación científica antártica desde la Estación Científica Machu Picchu, isla Rey Jorge, promoviendo el cumplimiento de tratados y protocolos de conservación del medio ambiente. El Instituto Antártico Peruano (INANPE),  además, ha invitado a participar en proyectos de investigación relativos a la Antártida y en diversas áreas de interés relativas a las ciencias del mar, de la tierra, de la atmósfera, del espacio, de la vida, de la ingeniería y a la tecnología. 5

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