BIBLIOTECA VIRTUAL DE DERECHO, ECONOMÍA Y CIENCIAS SOCIALES


SEMINARIO PERMANENTE INTERINSTITUCIONAL DE FILOSOFIA DE LA CIENCIA Y LA SUSTENTABILIDAD

LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA Y LA CRÍTICA DE LA MODERNIDAD

Dr. Jorge Ocampo Ledesma
Dra. María Isabel Palacios Rangel
Mtra. Rosaura Reyes Canchola
Mtro. Adrián Lozano Toledano

Profesores de Preparatoria Agrícola, DICIFO, CIESTAAM y DGIP, respectivamente. Investigadores de la Línea de Historia Agraria del CIESTAAM.


Resumen
Las instituciones de educación superior en México y en el mundo fueron diseñadas bajo los postulados de la modernidad. Chapingo no es la excepción, pese a su fundamento agrarista de principios del siglo pasado y su condición derivada de su Ley de creación de 1977, que la orienta hacia la educación científica, crítica, nacionalista, humanista y popular.
Si bien en diferentes espacios de nuestra universidad se imparte filosofía de la ciencia, en la gran mayoría de los cursos sólo se cubre un trabajo por los maestros o se acredita una materia por los alumnos. La crítica que debe sostener esta actividad no se realiza.
La modernidad está agotada. Las bases de racionalismo, de fundamentos en la cientificidad, de visión de progreso, de conocer separando la naturaleza de la sociedad, de apreciar la objetividad desde la medición y la experimentación, han resultado superadas y cuestionadas.
Las explicaciones desde los postulados de la matemática no euclidiana, desde la relatividad y sus diverso puntos de observación, las dimensiones borhianas de la naturaleza cuántica, el principio de incertidumbre de Heisenberg sólo abonaron para que el cuestionamiento del siglo XX se desarrollara desde la economía, la psicología con los aportes freudianos, la sociología, y la antropología, donde la cultura incluyo las certezas de la subjetividad, junto con la historia y la lingüística que incorporaron la visión sistémica y de largo aliento.
Sin embargo, la crítica radical surgió desde el arte, con los dadaístas y posteriormente el surrealismo, que cuestionaron de manera fuerte las bases de la civilización moderna.
Las tendencias de fin del siglo XX y de inicios del XXI, nos indican que las propuestas surgidas desde las tradiciones y de manera especial desde los pueblos indígenas, sobre todo del sur, permitirán revalorar la civilización moderna y realizar las propuestas y cambios, donde nuevos actores sociales se incorporan a los escenarios.
Las universidades, y de manera específica la nuestra, han ingresado en su proceso de desarrollo en la definición de alternativas de fundamentación de la ciencia y la tecnología, de la verdad dentro del conocimiento, de la reconceptualización de la agronomía y en la búsqueda de nuevos horizontes de acción y pertinencia social e histórica. En este sentido aparece, aun errático y con equívocos, el concepto de sustentabilidad, para resituar nuevos escenarios -como el ambiental- e incorporar nuevos actores y reivindicaciones.


Para citar este libro puede utilizar el siguiente formato:

Ramón Rivera Espinosa, Coordinador. Libro 1700: “Filosofía de la ciencia y sustentabilidad”, Biblioteca virtual de Derecho, Economía y Ciencias Sociales (enero 2018). En línea:
//www.eumed.net/2/libros/1700/ciencia-sustentabilidad.html
ISBN-13: 978-84-17211-54-7

Introducción
Interesa demostrar en este trabajo, aunque sea de manera general, los elementos que caracterizan a la modernidad, y al mismo tiempo establecer su agotamiento. Los vínculos entre la ciencia y su filosofía, y la formación de la modernidad están suficientemente evidenciados en multitud de relaciones.
Sin embargo, la clasificación de las ciencias permite distinguir a la filosofía y su importancia en la formulación de la concepción del mundo y del conocimiento. De esta manera, se muestra el agotamiento de la modernidad y sus mecanismos de reemplazo, a partir de la emergencia de nuevos actores y escenarios, así como de la búsqueda de formas de mundo diferentes.

La modernidad: la justificación ideológica del capitalismo

La modernidad acompaña al capitalismo, justificando su origen y vigencia. Las bases de esta concepción, aun cuando intentan presentarse de manera diferenciada de la actuación económica, política y militar de este sistema, se entrelaza de tal manera que no logra distinguirse.
La versión ideológica se sostiene directamente. Al hacerlo desbarata los mecanismos que lo presentan como incólume, situado en una posición teleológica más allá de las deformaciones humanas, y retorna a la modernidad y a sus fundamentos, a la dimensión social, donde los conflictos e intereses, las controversias y los movimientos, se expresan y adquieren sentido.
Los fundamentos de la modernidad son variados, pero destacan entre ellos los siguientes. En primer lugar, la separación de la Naturaleza de la Sociedad, identificando a la primer a como la fuente de la verdad, mientras que de la segunda proceden los errores. De ahí, por ejemplo, nuestro lema universitario de “Enseñar la Explotación de la Tierra, no la del Hombre”.
Luego, la valoración de la supremacía de la racionalidad, como la llave de oro del conocimiento y distintivo imprescindible de la sociedad que se desarrollaba en el capitalismo, frente a las versiones medievales y feudales, amparadas en la teología y sus derivados filosóficos.
Enseguida, y en congruencia con lo anterior, la dimensión de la ciencia y por tanto de la tecnología, como búsqueda fundamentada y encuentro único con la verdad y el conocimiento, la develar las leyes de la Naturaleza y colocar a la humanidad y su capacidad racional en la cúspide de la evolución del mundo.
Una mención derivada de esto es el señalar que el conocimiento para ser verdadero debe ser objetivo, con una separación de la subjetividad y de lo social. Su distinción de objetividad procede sin lugar a réplicas de la medición, por lo que aquello que no es medible no solo no debe tomarse en cuenta, sino que, prácticamente no existe. 
A esta caracterización inicial, se suman las actitudes y valores desplegados por esta concepción, dentro de las que se colocan el racismo, la pretensión de supremacía de países y regiones, el machismo, entre otras.
Con ello, el capitalismo ha construido un mundo a su imagen y semejanza, no sólo al desbaratar o subordinar a los sistemas sociales diferentes, sino por que justifica su propio dominio, y lo apuntala con una concepción filosófica, una clasificación de las ciencias, un manejo discursivo racional que ostenta las diferenciaciones y supremacías, y explica y fundamenta la explotación, la desigualdad y los dominios.

La ruptura de la modernidad desde dentro: la crítica de las ciencias

El capitalismo en cuanto sistema evidencia su agotamiento mediante diferentes manifestaciones. No sólo la crisis económica y política expresada en su permanencia y continuidad, sino en las críticas surgidas desde dentro de su propia construcción y concepción. No se trata de mostrar este agotamiento con las críticas desde los sectores marginados o desde los espacios periféricos, sino que el cuestionamiento procede desde dentro de la propia modernidad y sus propuestas.
Una de las formas contundentes es la crítica desde las ciencias. No se inició desde las ciencias sociales, aunque ahí también se desarrolló. Se origina desde las matemáticas, cuando se cuestiona en la segunda mitad del siglo XIX, las bases de la geometría euclidiana y su visión pana del mundo. Los aportes de Lovachensky y de Riemann permitieron cuestionar este fundamento.
Ello dotó de bases a los nuevos planteamientos desde la física, casi al mismo tiempo y hacia principios del siglo XX, desde la propuesta de la relatividad einsteniana, con su aserto de que la verdad es relativa y depende del punto de vista del observador, junto con la formulación del principio de incertidumbre, formulado por Heisenberg, desde el cual la certeza de la ciencia fue puesta en entredicho.
Junto a él, su maestro Bohr abría los campos a nuevas dimensiones de existencia de la materia, con la teoría cuántica, modificando la versión existente de la física y la química.
En la biología y su conversión en ciencia, los aportes del evolucionismo darwiniano en la segunda mitad del siglo XIX reestructuraron de otra forma la versión del desarrollo de la naturaleza y desbarataron los supuestos creacionistas religiosos, a la par que modificaron los enfoques metodológicos y de conocimiento de las ciencias naturales.
En las ciencias sociales, con todo y su pretensión de dotarse de versiones copiadas de las ciencias experimentales, la separación de las llamadas nomotéticas permitió distinguir una fortaleza en la economía -por sus bases matemáticas y por tanto objetivas-, y en la sociología (considerada primero como la física social, luego como la biología social), la antropología y la psicología. Pero pronto la economía derivó hacia la economía política, hacia el manejo de otros métodos y hacia formulaciones híbridas como la economía demográfica, la economía social, la histórica, etc.
La sociología se obligó a incluir el conflicto y por tanto la lucha de clases, junto a la ampliación de nuevos escenarios sociales complejos. Desde la antropología, el estudio de la cultura permitió incorporar a la subjetividad como fuente de otras formas de verdad, tan válidas como las otras pretensiones científicas.
Dos de los aportes decisivos en esta crítica fueron los proporcionados por la psicología y la historia. La propuesta de la metodología del psicoanálisis freudiano logró incluir de una vez por todas las verdades del conocimiento desde la subjetividad, al dotarlos con las pruebas de los estudios de caso que también se habían desarrollado en las otras ciencias sociales nomotéticas.
El otro aporte se produjo en la historia, considerada desde la versión cartesiana como sólo ilusiones y sueños, cuando a mediados del siglo XX exploró otras versiones que la apartaron de la descripción y la supuesta repetición de datos y fechas como base de su conocimiento, y se orientó a formular nuevas propuestas no sólo vinculadas a las teoría del materialismo histórico, sino con la larga duración, con la hibridación también de sus iniciativas (historia social, historia económica, historia demográfica, historia oral, etc.) y de la revaloración de la subjetividad como base de las verdades, así en plural.
Sin embargo, la crítica más fuerte se produjo desde una de las partes más sensibles del quehacer humano, desde las artes. Fueron los dadaístas los que cuestionaron con su propuestas y obras los fundamentos de la civilización y de la cultura europea, occidental y capitalista. Heredaron la estafeta a los surrealistas que obligaron a considerar otras visiones del mundo, y se continuaron con otras expresiones del arte.
Con lo anterior la ciencia ha sido cuestionada desde sus fundamentos, demostrando sus alcances y limitaciones, así como las distorsiones en el conocimiento pese a las demostraciones de su eficiencia y eficacia. 

La crítica desde el sur

Uno de los pensadores más insistentes y fundadores de una versión diferente del conocimiento es Boaventura de Sousa Santos, quien reclama que nos hemos quedado, en este inicio del siglo XXI, sin nuestras grandes teorías que explicaban las resistencias y rebeldías. Nos dice que nos hemos quedado sin los sustantivos explicativos, y que por tanto se los tomamos a las versiones occidentales en decadencia que intentan reposicionarse en el dominio del conocimiento verdadero. A estos sustantivos, nuestras propuestas solo son de adjetivos, de añadidos a la base fuerte dominante.
De ahí que reclama nuestra obligación de aprender a pensar con cabeza propia, y desarrollar teorías nuestras, surgidas con conceptos y metodologías desde nuestras culturas, nuestros territorios y nuestras preocupaciones y problemas. Se trata de construir una epistemología del sur, desde donde se fundamente una concepción del mundo y otra filosofía y otra versión de la ciencia, de la verdad y del conocimiento.
Los actores y sujetos de esta tarea han ocupado los escenarios, se han hecho visibles. De esa manera ya no son sólo los obreros los que participan en la construcción de un mundo diferente, sino que se han sumado los campesinos, los indígenas, las mujeres, los homosexuales, los jóvenes, los estudiantes, los niños, los ancianos, las razas y nacionalidades, las religiones y creencias, en fin, han ingresado al escenario una multiplicidad de actores que nos obliga a repensar el mundo desde otras perspectivas, metodologías y sentidos.

La agronomía en Chapingo: un escenario de conflicto

Nuestra Universidad no escapa a estas dinámicas. Construida como continuidad de las bases de la modernidad establecidas en 1923-24 y que se reflejan en el Acta Inaugural que está pintada en las paredes de la entrada al Edificio Principal, hacia mediados del siglo XX se continuó con la llamada revolución agrícola, misma que empató con la revolución verde, en la búsqueda de una productividad agrícola que se orientó hacia los circuitos agroexportadores, el manejo de las trasnacionales y la pérdida de soberanía nacional. Esto no se ha producido sin conflicto, pero la orientación dominante se ha impuesto por diferentes vías, donde basta apreciar la correspondencia de nuestras carreras de ese momento con las necesidades tecnológicas de la revolución verde. Entonces, de hecho, nuestra Universidad se ha construido en lo fundamental bajo los postulados de la modernidad, expresados en la orientación de la ciencia agronómica y de la orientación de la revolución verde.
La crisis de las ciencias también incluye a la agronomía, a pesar de que aparentemente este hecho no es considerado desde nuestras academias y espacios científicos y tecnológicos. Pero la realidad se impone y la propia revolución verde se ha agotado desde dentro, aflorando las críticas a sus componentes tecnológicos.
Basta apreciar algunos de los resultados: la mecanización que compacta y permite la degradación y pérdida de suelos, la irrigación que abate los mantos freáticos y agota el recurso agua, el uso de energías fósiles no renovables, el manejo preferente de los fertilizantes y plaguicidas químicos que contaminan suelos, aguas, aire, ambientes y amenazan la vida, el uso comercial de las semillas generando dependencia hacia las grandes empresas trasnacionales, etc. Y no es una cosa que digan los detractores de esta propuesta científico-tecnológica, sino de sus promotores. Por ello ahora impulsan la labranza de conservación, los métodos biológicos de control de plagas, el manejo de los fertilizantes orgánicos, etc.
Pero el cuestionamiento, para ser efectivo, tiene que partir no de atender solo los aspectos marginales de esta versión agronómica, sino de criticar los postulados epistemológicos que le dan sustento. Este cuestionamiento ha irrumpido en nuestra institución, pero de manera dispersa. La integración de las críticas y de las reformulaciones del paradigma agronómico -donde intervienen de manera fuerte los elementos ambientales, los nuevos actores universitarios1 y los nuevos escenarios rurales, nacionales y mundiales- debe ampararse en la trayectoria institucional y en las perspectivas de desarrollo universitario, reconocidas en la historia institucional.
Esta confrontación es ineludible. Tiene diferentes expresiones y, acaso, más de 70 años de permanecer vigentes. Es un debate que se inició a fines de la década de 1930, se amplió y enconó en 1974-78, y no ha concluido. Se mantiene soterrado, pero en cada momento vuelve a aparecer con diferentes expresiones.
Lo que permanece finalmente es la confrontación entre dos o más formas de concebir el mundo, dos o más formas de pensar la construcción de la nación, del campo mexicano y de nuestra Universidad.
Bibliografía
De Sousa, Santos, Boaventura:Una epistemología del sur, Siglo XXI editores, México, 2009.
Ocampo Ledesma, Jorge: Los modelos tecnológicos, Ciencia, tecnología, Sociedad No. 1, UACh, CIESTAAM, México, 2007.
Ocampo Ledesma, Jorge: Paradigmas tecnológicos, sujetos tecnológicos, Ciencia, Tecnología, Sociedad No. 2, UACh, CIESTAAM, México, 2007.
Walllerstein, Immanuel: El fin del liberalismo, Siglo XXI editores, México, 1996.

1 Nos referimos esencialmente a las mujeres, que por ejemplo en la matrícula estudiantil afortunadamente representan más del 40% y en algunas instancias educativas son mayoría, o a los indígenas con cuya presencia, orgullosamente, se hablan más de 43 lenguas en Chapingo, además del español.

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Recibido: Enero 2018 Aceptado: Enero 2018 Publicado: Enero 2018



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