Miguel Ángel Alonso Ramírez *
Marcos Guillermo Cruz Rocha **
Pascual Linares Márquez***
Universidad Autónoma Chapingo, México
Introducción
En este artículo Reflexionaremos acerca del escepticismo como una corriente filosófica que plantea la reflexión constante en la idea de posturas no acabadas ni dogmáticas frente a la realidad. Partiremos del escepticismo radical, sus inicios, máximos representantes y tendencias. Después abordaremos una, el escepticismo moderado de Hume (Sanfélix, 2011), el cual retoma las bases del escepticismo radical con la intención de posibilitar una vía o método que nos permita generar conocimiento a partir de planteamiento de dudas que posibiliten el acercamiento a la realidad. Finalmente integraremos esta corriente filosófica, como un medio de conocimiento reflexivo y pertinente con relación a la sustentabilidad, para de este modo evidenciar la situación en la que actualmente vivimos y la necesidad de la reflexión en la superación de la duda. Consideramos que desde esta postura podremos posibilitar un camino hacia la sustentabilidad.
La diversidad biológica y los recursos naturales en general se ven amenazados, frente a las costumbres que el ser humano ha desarrollado, desde los modos de vida actuales donde los actos denotan una visión fragmentada del mundo en la cual los recursos naturales ocupan un sitio de utilidad, sin importar si este es un objeto vivo o no vivo. Así, las acciones incorrectas del ser humano lo han situado frente a un panorama de incertidumbre, preocupación y necesidades no materiales que no se muestran de forma clara en un contexto globalizado y materialista. El objetivo de relacionar la sustentabilidad con el escepticismo moderado que nos propone David Hume es entender la realidad en la que se encuentra la sociedad y que esto conlleve a que se emprenda la difícil pero no imposible tarea de buscar generar sustentabilidad en nuestra realidad, el presente.
Existen distintos tipos de escepticismo para este trabajo, nos enfocaremos en los dos más relevantes, el escepticismo radical o extremo y el escepticismo mitigado o moderado. Llegando a una propuesta en los tiempos actuales donde el escepticismo puede, en tanto indagación frente a los absolutos, posibilitar nuevo conocimiento y nuevas tendencias en la generación y aplicación del mismo.
La relación que proponemos entre sustentabilidad y escepticismo, con el fin de la creación de conocimiento verdadero, busca aportar elementos para llegar a un sistema de manejo y uso de recursos moderados. Para algunos autores la sustentabilidad se ubica en una postura utópica. Sin embargo, desde nuestra postura consideramos necesaria la revisión de esta tendencia bajo criterios de diversas visiones del mundo en la creación de realidades, qué, aunque basadas en mismos paradigmas, imposibilitan tajantemente las visiones de los demás grupos en la conjunción de actos fincados en una visión futura del mundo. La sustentabilidad así, consideramos debe plantearse desde una integración de individualidades, después de grupos y finalmente del conjunto de la humanidad, bajo una visión sino única ni homogénea, si con bases de visión de la realidad similares.
Para citar este libro puede utilizar el siguiente formato:
Ramón Rivera Espinosa, Coordinador. Libro 1700: “Filosofía de la ciencia y sustentabilidad”, Biblioteca virtual de Derecho, Economía y Ciencias Sociales (enero 2018). En línea:
//www.eumed.net/2/libros/1700/ciencia-sustentabilidad.html
ISBN-13: 978-84-17211-54-7
Escepticismo
El escepticismo es una corriente filosófica ubicada de manera inicial en la antigua Grecia, atribuyéndole su creación a Pirrón de Elis. El término escepticismo proviene del griego σκέψις (skeptomai) que significa (ya desde la época de Platón y Aristóteles) ‘investigación’, ‘indagación’ e incluso ‘reflexión’. (Vázquez, 2010). Entre sus máximos representantes encontramos a Sexto Empírico, Carnéades, Clitómaco, y Timón de Fliunte (discípulo de Pirrón), (Di Gregori, 1996).
Algunos autores ponen en discusión la posibilidad del escepticismo como corriente filosófica, sin embargo, esta se sostiene en el devenir de los diversos filósofos que la han alimentado a lo largo de la historia y en las diversas posturas que han matizado esta corriente. Podemos señalar así que, para la mayoría de los escépticos, Pirrón de Elis es el más representativo debido a que fue el primero que consiguió que la actitud escéptica se hiciese autónoma de cualquier concepción filosófica (Alcalá, 2005).
En palabras de Alcalá, “Pirrón no es un maestro iniciador de un movimiento filosófico, encarna un nuevo uso de la filosofía que se preocupa no sólo de las afirmaciones de nuestro conocimiento, sino también de nuestras creencias, de la racionalidad de ellas y de su necesidad”. De esta forma el escepticismo rebate las pretensiones dogmáticas del conocimiento y la confianza en las percepciones sobre las que se fundan tales pretensiones. (Henríquez, 2010)
Desde la radicalidad se detentaba una actitud, la cual llevaba a los escépticos a la paz del alma puesto que, al no creer en nada, no entraban en conflictos con nadie y no se veían obligados a defender sus opiniones ya que no existían verdades objetivas.
Si revisamos el escepticismo radical de entrada nos encontraremos con que niega toda posibilidad de conocer o de crear conocimiento, es por ello por lo que es insostenible.
Ese escepticismo es percibido como una forma de vida. Eso obedece a que con afirmaciones tales como “no hay cosa alguna honesta ni torpe, justa o injusta” y “nada hay realmente cierto, sino que los hombres hacen todas las cosas por ley o por costumbre; y que no hay más ni menos en una cosa que en otra”, los pirrónicos planteaban un abandono de todas las creencias sobre cómo son o deben ser las cosas. Ese abandono pretendía ser una forma de liberarse de las preocupaciones que conlleva la búsqueda del conocimiento verdadero y así acceder a una vida de contento y tranquilidad (Gutiérrez, 2002). Porque su razonamiento adopta la forma de la tradicional paradoja del mentiroso: “al afirmar que no es posible conocer algo, me contradigo pues afirmo que conozco algo; al contradecirme, no puedo sostener que no es posible conocer” (Gutiérrez, 2002).
Desde la antigüedad grandes filósofos como Pirrón de Elis, Descartes, Sexto Empírico entre otros, han usado el escepticismo como una manera eficaz desde su punto de vista para hacer comprobaciones de lo que es la realidad en diversos ámbitos (Alcalá, 2005).
Por otro lado, el escepticismo moderado o mitigado surgió en la escuela platónica. En él se quiso mostrar, “mediante un grupo de argumentos y acertijos dialécticos, que los filósofos dogmáticos [aquellos que aceptaban la posibilidad humana de conocer] no podían conocer con absoluta certidumbre las proposiciones que afirmaban conocer”. (Gutiérrez, 2002).
David Hume (1759) nos demuestra en su tercer libro “El tratado de la naturaleza humana” que el escepticismo sirve como una comprobación de la realidad, sin embargo, también puede relacionarse con otros ámbitos usándolo de un modo moderado y no de una forma radical, tal como lo utilizaban los antiguos estudiosos.
El escepticismo desde esta postura es visto como el punto de vista que afirma que todo puede ponerse en duda y se ubica dentro de la denominada teoría tradicional del conocimiento (Gutiérrez, 2002), sostiene que no es posible llegar a un nivel de conocimiento certero, pero no niega la posibilidad de crear conocimiento útil para el desarrollo humano.
Hume define al escéptico como alguien que tiene una actitud de duda e incertidumbre, que puede ser excesiva o mitigada (Calvente, 2008). Pero si esa duda es excesiva seria insostenible, es por ello por lo que debemos mantenernos dentro de un escepticismo moderado que nos permita la creación de conocimiento. En general, el escepticismo no nos permite crear conocimiento certero de la existencia o validez de creencias, nos permite la indagación dentro de un contexto de verdad propuesta y en tanto búsqueda podremos enfrentarnos a nuevos hallazgos de participación de la verdad propuesta o establecer nuevos lineamientos en el conocimiento que modifique la verdad establecida o la derrumbe en el encuentro de nuevas posturas, desde la realidad. En tanto el escepticismo nos permite nunca estar seguro de las creencias o sistemas de verdad, será una herramienta intelectual de búsqueda constante con nuevos planteamientos de sistemas de verdad o dentro de uno ya establecido.
En palabras de Antoni Defez, (2002) se puede distinguir en la actitud de desconfianza del escéptico entre un componente subjetivo o psicológico y un componente lógico. El primero vendría caracterizado por la fascinación que suele producirnos considerar que las cosas no sean tal y como son en la medida que se nos presentan. Por su parte, el segundo componente del escepticismo consistiría en el hecho de que esa fascinación va acompañada por la posibilidad lógica o el carácter no contradictorio de la posibilidad de que las cosas no fuesen tal y como las creemos. De esta forma podemos decir del escepticismo, que es una actitud psicológica que descansa sobre una posibilidad lógica o, al menos, que se vale de ella para poder decir inteligiblemente lo que afirma. (Defez, 2002).
Así, el pensamiento filosófico no debe dar exclusivamente resultados teóricos, sino que, por el contrario, debe enseñarnos que, al aplicar un escepticismo atenuado, podremos apartarnos de consideraciones vanidosas y dogmáticas, sin dejar de lado la prudencia frente al conocimiento sea este cual sea. Al mismo tiempo, nos brinda la posibilidad de desarrollar una mirada crítica y reflexiva frente a los supuestos del mundo y, en este mismo sentido, da vía libre para el actuar intelectual y factico humano a partir de tales meditaciones (Becoche, 2009).
Sustentabilidad y escepticismo
El escepticismo moderado es una corriente filosófica que basándose en la duda permite crear conocimiento a partir de cuestionar la verdad, partiendo de los qué, y los porque, al refutar las dudas con argumentos válidos estaríamos creando conocimiento nuevo.
Las dificultades de llegar a vivir en un mundo sustentable se fincan en que, quienes se benefician del subsidio económico que la degradación ambiental genera (consumidores, políticos, empresarios y trabajadores) difícilmente cambiarán su actitud para legarles un mundo sustentable a las futuras generaciones (Joyce, 2010. en Von Bernard & Gorbarán, 2010). Además de esto cabe señalar la población humana pronto estará llegando a sobrepasar la capacidad de carga que la tierra puede soportar, aunado a esto encontramos los patrones de consumo, aunque no en todos son iguales, algunos los sobrepasan, todo cae en la improbabilidad de un mundo sustentable.
El concepto de sustentabilidad, desde su creación, se ha utilizado con tan diferentes sentidos que pronto no significará nada. Posiblemente, por no existir una visión holística de los valores económicos, ambientales y sociales que representa, y a pesar de todo el conocimiento agregado al acerbo humano, nada cambió y el accionar humano sigue sin ser sustentable (Meadows et al. 1972; Waltner-Toews et al. 2003 en Von Bernard & Gorbarán, 2010).
En la teoría podríamos afirmar rotundamente la existencia y posibilidad de llegar a vivir en un mundo sustentable, pero en la práctica esta se ve afectada por dificultades prácticas de tipo económicas, éticas, culturales y de educación, esto nos representa una problemática en la que no debemos menospreciar el papel practico que la sustentabilidad requiere para llevarse a cabo. Aunque en la teoría parezca sencilla la posibilidad de un mundo sustentable, en la práctica se requieren métodos o técnicas que al combinarlas con la teoría dificultan la posibilidad de la sustentabilidad. El desarrollo de técnicas y métodos deben generarse desde un sustento epistémico, el cual permita entender la necesidad del actuar con bases sólidas desde teorías integrales y complementarias. Una teoría divorciada de la práctica nos lleva al no entendimiento de las posibles vías necesarias en términos de sustentabilidad.
¿Es posible llegar a la sustentabilidad?
En 1987 la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el desarrollo llamada Comisión Brundtland define el desarrollo sustentable como aquel que “Satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” (Jardón, 1995 en Escobar, 2007)
Para satisfacer nuestras necesidades sin afectar a las próximas generaciones es necesario pensar en un equilibrio entre economía, sociedad y medio ambiente. A nivel global esto se presenta como un fuerte reto a largo plazo, con resultados incipientes en la actualidad. Pensemos en América Latina como una de las regiones más inequitativas del mundo, donde la riqueza económica se centra en un pequeño porcentaje de la población y en México donde la situación es similar, es en estos escenarios donde debemos pensar la sustentabilidad y las opciones, que se piensan muy difíciles, para generar un manejo de los recursos naturales con sistemas sustentables.
Los índices de contaminación del aire, agua y suelo cada día son más altos, hacemos un uso irracional de los recursos naturales, y la población sigue creciendo de una forma desmedida, por lo menos en los países en desarrollo, esto nos llevará a una mayor demanda de recursos naturales y económicos. Aunemos a esta situación la falta de oportunidades de educación y de trabajo. El resultado es una serie circunstancias que llevan a las personas a buscar formas de vida, aun fuera de la legalidad y el compromiso ético social, lo cual resulta en opciones como la extracción de recursos maderables, especies exóticas, cambio de usos de suelo para poder cultivar alimentos y así subsistir en un entorno signado por la falta de apoyo. Dice Barkin, los pobres no saquean la tierra debido a su insensible desperdicio de recursos, sino por la falta de una distribución equitativa de la riqueza social disponible y de la manera despiadada en que los ricos y poderosos defienden su control (Barkin, 1998).
Las investigaciones muestran que cuando se da oportunidad y acceso a los recursos, a otros grupos sociales, estos se muestran propensos a emprender acciones directas para proteger y mejorar el ambiente (Barkin, 1998). A partir de este argumento de podemos decir que uno de los primeros pasos para llegar a tener una vida sustentable es acabar con la inequidad.
Shmidheiny y Herman (1993, en Díaz, 2004) destacan que, si una sociedad aspira a ser sustentable, la tasa de empleo de los recursos no deberá superar la de regeneración de los mismos; la velocidad de utilización de los recursos no renovables tampoco excederá a la que se desarrollan los sustitutos y la tasa de emisión de contaminantes no deberá rebasar la capacidad de asimilación del ambiente.
Otros autores como Riechmann hacen apreciaciones con una visión más integradora, este señala que, “vivimos dentro de sistemas socioeconómicos humanos demasiado grandes en relación con la biosfera que los contiene, por una parte; y en sistemas mal adaptados, sistemas humanos que encajan mal en los ecosistemas naturales” (Riechmann, 2005). A pesar del conocimiento adquirido a través de las últimas décadas y en los años posteriores a la creación del término sustentabilidad juntamente con la preocupación por la problemática ambiental; no hemos sido capaces de lograr avances significativos, esto lo podemos corroborar ya que las condiciones éticas, sociales y económicas no sólo no muestran cambio sino más allá se han recrudecido en el sentido adverso en un panorama que ahora denominados globalización.
Uno de los síntomas, por llamarlo de alguna forma, es la connotación cada vez más clara del pensamiento utilitarista, vemos a la flora, fauna y al mismo ser humano como simples objetos cuya función es la de satisfacer necesidades creadas en el mismo contexto de vida global, de las cuales algunas son innecesarias. Nos ha invadido el antropocentrismo, y nos hizo olvidar que somos sólo una parte complementaria del todo, que es el planeta tierra.
Aunque en México existen dependencias y leyes que “protegen” la naturaleza y promueven practicas sustentables, no es suficiente, ¿Cómo? lograr un equilibrio que nos permita llegar a la sustentabilidad cuando el modelo económico global, no ha logrado disminuir la pobreza, y desde las políticas públicas no da importancia necesaria a los problemas ambientales.
Vivimos alejados de una realidad que posibilite una sustentabilidad, nuestra visión del mundo está asentada en una visión material, utilitarista que no integra los diversos ámbitos social, económico, político y hasta ideológico para llegar a la sustentabilidad.
Al caer en un pensamiento individualista buscamos el bien propio induciéndonos a tratar a la flora, fauna, y a los demás como objetos, creemos ser autosuficientes y nos negamos a pedir o recibir ayuda de otras personas, al caer en el individualismo nos aislamos, impidiendo así el desarrollo personal y principalmente colectivo, puesto que Fleck lo señala los “descubrimientos no son llevados a cabo por un individuo, si no por un colectivo de pensamiento” (Obregón, 2002),
La sustentabilidad al estar conformada por diversos ámbitos, medioambiental, social y económico, dificulta, en términos epistémicos la capacidad cognitiva del mismo. El abordaje desde la concepción individual y sectorizada es difícil, se necesita cambiar la concepción del entorno próximo y comunitario donde los problemas se vean desde un enfoque multifactorial para, con base en ello, implementar grupos de trabajo que propongan alternativas multifactoriales en una respuesta acorde a la realidad.
Estos grupos deben buscar una interacción epistemológica, para abordar todos los ejes de la sustentabilidad, o de trabajar con personas especializadas en cada uno de ellos puesto que las personas dedicadas a estudiar cada ámbito intercambian sus ideas, estaríamos hablando de colectivos de pensamiento, entendiendo este como el intercambio de ideas para mantener cualquier tipo de interacción intelectual (Fleck 1979, en Obregón, 2002) siendo este el vehículo del estilo de pensamiento definido como el desarrollo histórico de cualquier campo de pensamiento, así como el acopio dado de conocimiento y cultura (Fleck, 1979, en Obregón, 2002). De acuerdo con Fleck los “descubrimientos no son llevados a cabo por un individuo, si no por un colectivo de pensamiento, además plantea que es imposible la comunicación entre los que se adhieren a diferentes estilos de pensamiento (Fleck, en Obregón, 2002), en este sentido la dificultad de llegar a la sustentabilidad va más allá que la falta de ética, educación, problemática social, se enfoca también a la dificultad de inter y transdisciplinariedad entre los grupos que deben accionar desde diversas posturas epistemológicas.
Tendencias o propuestas
Para llegar a la sustentabilidad necesitamos que el modelo económico se modifique de modo que busque un desarrollo social con base en el bien común, además de renovar y actualizar la normatividad acorde a sistemas, prácticas y costumbres sustentables.
Necesitamos dice Barkin, una estructura que permita mayor autonomía para que la gente reconstruya sus sociedades rurales y produzca bienes y servicios de una manera sostenible, mientras se expanden los servicios de protección ambiental que siempre han proporcionado estas zonas. Además de esto, una ética ambiental que integre criterios de apropiación de lo ambiental en toda la sociedad, interés y preocupación por el medio ambiente, compromiso real y efectivo de las dependencias y gobiernos por el cuidado ambiental y uso racional de recursos.
Desde el punto de vista del escepticismo, podemos, desde la postura de la improbabilidad de la sustentabilidad, buscar opciones de otras formas de vida en común, ¿si la sustentabilidad no es probable, ¿cuáles son las otras opciones? Ponderar la situación socioeconómica y política actual como un impedimento de la sustentabilidad no significa que sea imposible.
El error intrínseco en la búsqueda de la sustentabilidad consideramos es elevar la posibilidad de la misma a un espacio temporal futuro cuando este espacio no es imperativo en la realidad. Las posibilidades de futuro se presentan cada vez más inciertas y es en la realidad próxima, en un aquí y ahora, donde se debe asentar la posibilidad de sustentabilidad como una estrategia de vida posible en mejores condiciones.
El escepticismo de Hume, nos lleva a una posibilidad de actuar con base en la no creencia de lo posible, no así el escepticismo pirrónico el cual en palabras de Hume: “El principal defecto de este es que tal doctrina solo puede ser mantenida en palabras, jamás en actos, esto es, una vida conforme a los principios pirrónicos es imposible”.
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Recibido: Enero 2018 Aceptado: Enero 2018 Publicado: Enero 2018