La figuración al servicio de la Contrarreforma
Barroco es el término con el que en gran medida se define el arte de la Contrarreforma, pero no olvidemos que también los territorios de la Reforma se expresaron conforme al Barroco. Es decir, el movimiento en arquitectura va estar en la arquitectura barroca en su conjunto ahora bien los contrastes de luces y sombras, el predominio del contenido sobre la composición, el mensaje subliminal, el realismo trágico, la selección del material conforme al contenido del mensaje, la integración de las artes, ... son los principios fundamentales del Barroco en tanto que medio para el discurso de la Contrarreforma.
El Humanismo hizo surgir una corriente mística que propagaba la interiorización de la religión y la lectura personal de la Biblia; criticaban la baja formación del clero secular, el desprestigio del papado demasiado preocupado por los temas políticos, ante estas circunstancias prácticamente generalizadas para el conjunto de Europa a lo largo del siglo XV se sucedieron distintas reformas, la protagonizada por el Cardenal Cisneros (regente del joven Carlos I) en España fue una de las primeras. Lutero potenciaba la corriente mística en el seno de la institución de la Iglesia Cristiana de ahí su oposición a la compra de indulgencias mediante bulas. Ante la expansión del fenómeno reformador la propia institución de la Iglesia de Roma emprendió un proceso de Contrarreforma que tenía como objetivo reconquistar a las masas. La Iglesia de Roma para llevar a cabo la Contrarreforma organizó entre otras iniciativas el Concilio de Trento (1545) en el que se afirmó: justificación de la fe al afirmar la existencia del libre albedrío y la existencia de la gracia para todos los hombres; el papel de los santos como intermediarios; la existencia de siete sacramentos, infalibilidad del Papa... En suma la Contrarreforma surge desde el seno de la Iglesia de Roma como respuesta a las críticas o Reforma de Lutero, Calvino, ... La base de la concepción de la imagen en el último Renacimiento y el Barroco español es el decreto sobre las imágenes emanado del Concilio de Trento 1562 De invocatione, veneratione, et reliquiis sanctorum et sacris imaginibus ( 1562) en el punto 5, del decreto de Imaginibus, afirma la norma de la doctrina del II Concilio de Nicea, «las imágenes son las letras de los iletrados».
Entre los doctrinales cabe destacar por el tema que nos ocupa el punto 13: «Que se elimine todo lo profano o deshonesto, y no se vistan las imágenes con adornos provocativos». El decreto se enfrenta, por un lado, a las doctrinas anicónicas o iconoclastas; situaciones de hecho en las que se dan abusos y desviaciones en el uso y veneración de las imágenes, con doble vertiente. También se enfrenta a una peculiar situación de la Iglesia y de la sociedad que ha generado una auténtica inflación de imágenes, devociones, milagros, con visos de superstición o al menos de falta de respeto. Y, por último, teniendo en cuenta el tema que nos ocupa, se enfrenta a parte del Humanismo renacentista y el culto al cuerpo humano. Es más, el primer Concilio de Milán de 1565 determina que los obispos reúnan a los pintores y escultores de la diócesis para instruirlos en la legislación tridentina.
La Contrarreforma atiende a estos otros principios: la reforma de órdenes religiosas y la formación de nuevas como es el caso de la Compañía de Jesús; así como el enfrentamiento con el protestantismo en un doble sentido, social y político. Estos enfrentamientos da lugar a la Guerra de Religión, desde el momento en que la religión se convierte en razón de Estado, es decir se identifican religión y nación. En la medida en que la religión se hace una cuestión política, los gobernantes se sirven de la religión para fomentar la unidad nacional y con ellas los Estados Modernos; tanto es así que el nuevo mapa religioso contribuirá a desarrollar un nacionalismo incipiente. A modo de ejemplo, España hará de la Contrarreforma la base de su gobierno mientras que Holanda acogerá el calvinismo como sello de su independencia frente a España.
El Barroco en España está vigente a lo largo del siglo XVII y buena parte del siglo XVIII. El Barroco en España se define como un valor patrimonio cultural además de ser un estilo artístico. También suscita nuestro interés el juicio estético peyorativo con el que los académicos valoraban las obras barrocas españolas en su conjunto, rechazaban lo abigarrado o sobrecargado de las mismas. Sin lugar a dudas la distancia entre el Barroco español y el Barroco europeo se explica desde aspectos tales como el papel de la monarquía española en el marco de la política contrarreformista, desde un punto de vista cultural atendiendo al antecedente indirecto del horror vacui hispano-musulmán.
Bartolomé Esteban Murillo no viajó a Italia. Esta negación tiene para nosotros un doble sentido, efectivamente no realizó el viaje de aprendizaje y perfeccionamiento que tanto se valoraba en la época. El sentido metafórico estaría porque en las obras de Murillo no subyacen composiciones de interés. Es decir, Murillo gozaba de un alto reconocimiento en la España de la Contrarreforma de mediados del siglo XVI, más aún en Sevilla. Su taller era uno de los más profusos dado que el artista era un gran narrador de contenidos, tenía una destreza única para humanizar las escenas religiosas, y por tanto era el artista que cumplía con las premisas de la Contrarreforma. De esta forma, en la obra de Murillo lo significativo no es la composición sino el contenido. En los lienzos de Murillo predomina la temática religiosa y el simbolismo.
Zurbarán estuvo muy influenciado por la pintura italiana tanto por la obra de Caravaggio como por el manierismo. Sus obras se distinguen por el estudio de la luz así como por un realismo que nada tiene que vez con el realismo idealizado de Murillo. No obstante, en el lienzo de San Hugo en el Refectorio el estudio de luces aún está muy lejos del claroscuro, así como tampoco podemos hablar de realismo. En este lienzo destaca su interés hacia la técnica de la composición, en este sentido podemos observar el recurso del cuadro dentro del cuatro así como la puerta que se abre en el lateral para avistar la Cartuja de Sevilla. En la obra de Zurbaran también predomina la temática religiosa según los principios de la Contrarreforma.
“mira” San Hugo en el refectorio, Zurbarán ( Museo de Bellas Artes de Sevilla, España)
Llama la atención que Velázquez justamente demostraba máxima destreza en la composición, en el arte de disponer los elementos de la imagen pintada sobre un soporte bidimensional conforme a una concepción tridimensional; en cambio, los pintores barrocos españoles como Zurbarán, Ribera y Murillo eran grandes maestros del contenido, se les reconocía la maestría en el plasmar el mensaje antes que en el arte de la composición. Un buen ejemplo del predominio del contenido, de la capacidad narrativa y descriptiva de los pintores españoles del Barroco son los óleos de Ribera titulados San Andrés y El sueño de Jacob ( Museo del Prado, Madrid). En estos lienzos predomina la sensibilidad religiosa, se evidencia el interés del pintor por presentar a los mártires como hombres que sufren con el objetivo de conseguir humanizar al personaje religioso y que el espectador/penitente se identifique con él personaje – este era uno de los principios de la Contrarreforma que como ya vimos, justamente no estaba presente en la obra de El Greco y que en última instancia nos permitía explicar el rechazo de Felipe II, monarca de la Contrarreforma, hacia las obras de El Greco-.
“mira” El sueño de Jacob, Ribera (Museo del Prado, Madrid)
Así mismo, resulta significativo que buena parte de los pintores españoles, como es el caso de Ribera, viajan a Italia con el compromiso de aprender el arte del claro-oscuro que habían introducido Caravaggio. Velázquez domina la técnica del claro-oscuro, el contraste de zonas iluminadas frente a ángulos en total oscuridad, desde su etapa sevillana como podemos contemplar en el lienzo conocido bajo el título de El aguador de Sevilla.
La escultura española del Barroco se ofrece especialmente significativa para comprender la Contrarreforma, más concretamente la humanización de los temas religiosos. En la escultura española barroca se prefiere la madera como material para la escultura en la medida en que ofrece más posibilidades para la expresividad de las anatomías; así mismo la madera se policroma también como un recurso para plasmar el realismo trágico de los temas de la Pasión de Cristo. La escultura barroca española introduce elementos tales como lágrimas de plasta, pelo natural, ... con el objetivo de conceder máximo realismo a la obra. Gregorio Fernández y Martínez Montañez son dos referentes de la escultura barroca española. En cualquier caso, cabe comentar que frente al realismo trágico y la expresividad máxima que persigue la persuasión del penitente, Alonso Cano presenta una escultura más purista, con mayor interés en la proporción, la iconografía, el volumen, ... La Inmaculada del Facistol es un buen ejemplo de la obra de Alonso Cano; recordemos que Alonso Cano ejerció como arquitecto, escultor y pintor.
“mira” el Cristo yacente de Gregorio Fernández ( Museo Nacional de Escultura, Valladolid)
“mira” la Inmaculada del Facistol, Alonso Cano ( Capilla Real de la Catedral de Granada)
“mira” el Cristo de la Clemencia, Martínez Montañez (Sacristía de la Catedral de Sevilla)