El cambio de uso de la basílica romana
“Para que la divinidad que está en los cielos se muestre benigna y propicia a nosotros y a todos los que están sujetos a nuestro poder” (...), Constantino ponía fin a la etapa de persecución de los cristianos con estas líneas que además nos sirven como contexto al Edicto de Milán aprobado en 313. Cabe subrayar, desde el punto de vista político, que Constantino concibió el cristianismo como uno de los pilares del estado romano, como un vehículo para restaurar los valores tradiciones de la sociedad romana – en declive en estos últimos años del Imperio-. Recordemos que además Constantino participó del culto cristiano bajo el que fue bautizado. Más tarde, Teodosio hizo del cristianismo la religión oficial del Imperio Romano, por tanto a lo largo del siglo IV el cristianismo pasa de ser una religión perseguida a consolidarse como el único culto oficial en el conjunto del Imperio Romano.
Las manifestaciones de los primeros cristianos, el arte paleocristiano, se expresa tímidamente hasta principios del siglo II. Los factores que se argumentan cuando tratamos de explicar la limitación de estas primeras manifestaciones cristianas son variados: escasa militancia, tradición anicónica judaica,... Del mismo modo también son diversos los argumentos que se esfuerzan en explicar el auge de estas manifestaciones a partir del siglo III, en gran medida en relación al ritual de culto al cuerpo del difunto. Entre las manifestaciones paleocristianas más antiguas valoramos las pinturas murales del Templo de Mitra (Capua) y las del interior de la Catacumba de Giordani (Roma).
Ciertamente este giro en relación a la forma de concebir el cristianismo a lo largo del siglo IV se plasma en las manifestaciones paleocristianas, tanto es así que para el estudio de la arquitectura paleocristiana tomamos como referencia la fecha del Edicto de Milán para interpretar la arquitectura antes y después de este significativo evento. Las casas de patricios situadas en el medio rural, las domus ecclesia, desarrollaron una segunda función más allá de la residencial, allí se improvisaba cada domingo la celebración del rito cristiano. Se tiene documentada en una de estas domus eclesia la disposición de un baptisterio. De esta primera etapa, anterior al 313 Edicto de Milán, otra tipología arquitectónica de gran interés es la catacumba. Se trata de una arquitectura clandestina, se localiza en subterráneo. La organización de su espacio interior consta de una serie de galerías subterráneas para uso funerario. En el interior de las catacumbas no era común la celebración del culto, aunque ello no niega la celebración de la oración como parte del culto al cuerpo del difunto. Al exterior y en superficie se disponía un arcosolio que señalizaba la presencia en subterráneo de una catacumba, aunque la función de los arcosolios no era identificada por los ciudadanos ajenos al culto cristiano.
“mira” la pintura mural de la resurrección de Lázaro (Catacumba de la Vía Latina, Roma)
Sin lugar a dudas la gran aportación de las manifestaciones paleocristianas son las basílicas, Constantino sufragó la construcción de las primeras. La basílica es una tipología arquitectónica romana, por tanto cuando la cultura paleocristiana la adopta como lugar donde celebrar el culto tras el 313, toda vez que el cristianismo deja de ser una religión perseguida, estamos ante un cambio de uso. Desde el punto de vista arquitectónico, en la basílica no se llevan a cabo grandes cambios, sino que sencillamente se le cambia el uso. Durante la República y el Imperio la basílica era una edificio inscrito entre las infraestructuras de la ciudad (edilizia romana) donde se celebraban juicios de paz. Pues bien, tras la aprobación del Edicto de Milán 313, y en el marco de la campaña de consolidación política de Constantino como emperador, se elige la basílica como tipología arquitectónica religiosa cristiana.
Entre las primeras basílicas paleocristianas se alzaron en Roma la de San Pedro y San Juan de Letrán, la de San Pedro tomó como modelo la de San Juan de Letrán – ésta fue demolida en el siglo XVIII-. San Pedro se concibió como centro de peregrinación, pero quizás lo más significativo de esta arquitectura es su configuración del espacio. La basílica paleocristiana subraya la oportunidad de concebir las manifestaciones paleocristianas como una fusión de la cultura romana y la tradición cristiana, de lo contrario nuestros lectores no llegarán a comprender la continuidad literal de la basílica romana en la paleocristiana.
“mira” la planta o esquema del espacio interior de la Basílica de San Sabina (Roma)
La basílica paleocristiana presentaba una cubierta a dos aguas; en el interior, la delimitación entre la nave central y las laterales inmediatas se resolvía a partir de columnas de orden clásico que sustentan arcos de medio punto. Este es el caso del interior de la Basílica de Santa Sabina (Roma). La planta de la basílica paleocristiana está definida a partir de un eje longitudinal desde los pies hasta la cabecera, a lo largo del mismo se distinguen una nave central y dos o cuatro – siempre en número par- naves laterales. En la cabecera se dispone el transepto, lugar donde se cruzan dos naves perpendiculares, las que describen el eje longitudinal del templo, con las que se dispone en sentido oeste-este; esta última es de menor longitud y tradicionalmente a esta nave se le denomina transepto. El altar y la cátedra se localizan en la cabecera. A los pies, como espacio intermedios hasta acceder al espacio de culto de la basílica, identificamos el nártex o parte del atrio a la que sólo tienen acceso los que próximamente van a ser bautizados, éstos en principio tendrían un acceso muy restringido al interior de las naves; y el atrio o patio porticado. La resolución del espacio interior de la basílica paleocristiana nos recuerda la sucesión de espacios que se daba en el templo de Egipto y Grecia Antigua.