CARACTERÍSTICAS Y APORTES DE LA POESÍA PUERTOPADRENSE AL DESARROLLO CULTURAL DE LAS TUNAS

CARACTERÍSTICAS Y APORTES DE LA POESÍA PUERTOPADRENSE AL DESARROLLO CULTURAL DE LAS TUNAS

Yeysenin Ramos Fedeé (CV)
Ydalis La O Duarte (CV)
Aymara Velázquez Viamontes
Manuel Rafael Hernández Candelario

Universidad de Las Tunas

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Epígrafe 1.2: Un acercamiento a la poesía como forma de expresión.

La literatura es la ciencia que estudia las creaciones artísticas del hombre por medio del  lenguaje.  Estas  creaciones  pueden  ser  habladas  y  trasmitidas  oralmente  de generación en generación, o escritas.
El mundo de la poesía, por muchas contradicciones y conflictos sin salida que revele a través del poeta, siempre está iluminado, sumergido en la inagotable riqueza de su naturaleza virgen. La poesía es  siempre un misterioso diálogo con la realidad; ella quiere llegar al conocimiento, al develamiento del ser y nos dice las otras maneras posibles de acceder al centro de la realidad porque nos comunica otras expresiones del ser único. Una de las grandes lecciones de la poesía de cualquier época y latitud es la de integrarnos al cosmos pues el poeta ilumina las diversas zonas de la realidad en las que se detiene y en las que penetra con su palabra.
Es la poesía lo que nos ha permitido enfrentarnos a nuestro propio destino porque nos  lo  ha  revelado,  a  través  de  nuestra  condición  histórica,  la  angustia  por  el desamparo ante la muerte, la búsqueda del destino desde el pasado, la percepción de la inmensidad y la belleza del paisaje, la entrega por amor, la desilusión por el hallazgo  de  la  nada,  todo,  en  fin,  lo  que  constituye  nuestra  existencia  en  sus múltiples posibilidades e imposibilidades,  reaparece una y otra vez en la poesía porque sólo desde ella podremos alcanzar la verdadera certidumbre.
En Cuba, la poesía es el género literario mejor y más ampliamente representado pues en su desarrollo cualitativo muestra una energía constante y una variedad de estilos y poéticas que hacen posible su riqueza creciente, pues desde el siglo XIX encontramos una poesía civil, tras el período bélico de 1895 a 1898, la primera Intervención Norteamericana y la instauración de la República mediatizada en 1902, impulsados  por  la  ilusión  patriótica  del  mundo  y  cultivando  una  obra  lírica  con abundantes referencias románticas.
Luego  de  este  período,  una  honda  desilusión  cae  sobre  estos  hombres  y  se transparenta en muchos de sus versos. De ahí brota la poesía de Bonifacio Byrne, que sintetizaba un sentimiento colectivo y resumía el  clamor de los cubanos que veían cortado su porvenir y frustradas sus ansias de emancipación.

Hacia  1910  aparece  una  nueva  generación  en  el  campo  de  las  letras.  Está compuesta en su mayor parte por escritores que han llegado a su madurez en los primeros años de la República. Parece abrir sus puertas un período que hará renacer la  poesía  cubana.  Será  demasiado  corto,  los  avatares  del  tiempo  cerrarán  sus impulsos con la Primera Guerra Mundial, gran crujido de un mundo tambaleante; estos jóvenes reconocerán sus anhelos por crearse una gran cultura, conjuntamente con un cuidado en la forma literaria, porque en ellos habrá una expresión sobria, escueta, dolorosamente gris, angustiosa, en su afán por colocar la poesía cubana al unísono con las del continente americano. Son expresión de ello, Max Henríquez Ureña, Emilio Roig de Leuchsenring, José María Chacón, Enrique José Varona, entre otros.
El cambio producido en el arte y la literatura por efecto de esta primera posguerra tuvo  sus  consecuencias,  aunque  de  forma  indirecta,  en  la  producción  literaria cubana. Surge de inmediato  una etapa de transición que es anuncio de futuras transformaciones en la poesía. En este  período un grupo de jóvenes comienza a publicar en revistas y periódicos poemas que no pueden estimarse dentro de las pautas de la poesía anterior. Ellos testifican un momento crucial en nuestras letras, representado  por  Rubén  Martínez  Villena,  José  Zacarías  Tallet,  Emilio  Ballagas, entre otros.
Luego de la muerte de Martí y Casal y antes de la culminación de la guerra del 95´, la actividad literaria cae en una postración que no logran erradicar los esfuerzos de algunos intelectuales, animados por un ideal de belleza teñido de evasión como Regino E. Boti y José Manuel Poveda. Este movimiento contó con poetas como Nicolás Guillén, Manuel Navarro Luna, Regino Pedroso y muchos más que aunque no se reunieron para publicar manifiestos y su impulso renovador no era coherente pues nacía como respuesta a una situación política y literaria, su poesía es definida por Roberto Fernández Retamar como “un esfuerzo por la libertad expresiva, la novedad y el movimiento”. (24)(1978:76)
Por los años 1925 a 1930 irrumpe con cierto retraso pero con enorme fuerza, la llamada poesía “pura”, que en aquella época constituyó un anhelo de perfección para la obra lírica.

En ella se busca la serenidad a través de un alejamiento de la realidad. Representa un cernidor de los temas sentimentales, se  aparta de los temas extraliterarios, de anécdotas “humanas”. De los poetas que en Cuba cultivan la poesía “pura”, sólo Mariano Brull ceñirá su obra dentro de esta tendencia.
Con el deseo de denunciar la explotación y la dura vida de los obreros y campesinos, con un claro sentido político, nace la poesía social. Aunque ella emplea ciertos intentos formales que provienen del vanguardismo, se vincula estrechamente con la poesía negrista o mulata. El incremento y  auge de la poesía social es a partir de
1927 y ocurre en consonancia con la situación política, económica y social del país frente a la crisis económica.
Después de la caída del dictador en 1933, la poesía cubana persistió en los módulos representativos de la segunda  generación de la República. Los poetas siguen las tendencias en la etapa anterior: poesía pura, negrista y poesía social. En esta etapa se vincula estrechamente con rasgos de intimismo una primera tendencia de carácter social. Esta poesía canaliza el aliento  de protesta y denuncia social apoyado y enlazado con una expresión del mundo interior, entre los poetas que se encuentran en esta línea podemos citar a Ángel Augier y Mirtha Aguirre.
Varias promociones de poetas contemporáneos se integran decidida y jubilosamente a la Revolución desde su triunfo. Comenzando con los más viejos en edad, como Tallet, Navarro Luna, Pedroso y Guillén, hasta aquellos que comenzaron a publicar sus poemas en los inicios de la década del 50’. Ya en los primeros años de la Revolución se inició una tendencia coloquialista caracterizada por un decidido huir de la metáfora, el ritmo, la rima y lo que alguno de ellos “llamó lenguaje muerto de la poesía precedente”. (25) (1978:139)
La confluencia de varios modos expresivos, provocada por la existencia de escritores de diferentes edades, escuelas y estilos, junto a la evolución estilística de los más viejos en edad, han logrado crear una variada riqueza expresiva. Esta coexistencia de estilos, lejos de perjudicar, engrandece la producción poética en la Cuba de hoy. Resultando  que  la  mejor   poesía  cubana  se  una  por  la  plena  identificación revolucionaria y tenga absoluta conciencia de que gracias a la  Revolución no sólo

han  comenzado  a  existir  verdaderamente  como  hombres,  sino  también  como trabajadores de la palabra, para un público lector cada día mejor y mayor.
El género poético, esencia y fundamento de la cultura cubana ha ocupado y ocupa un lugar cimero en la identidad nacional y especialmente en la de los tuneros, pues desde el siglo XIX, junto al ajetreo de las tropas españolas y la conspiración rebelde y silenciosa de hombres y mujeres que colaboraban con la causa revolucionaria, resultaba sorprendente encontrar que dentro de esa atmósfera se reunían habitantes para realizar lecturas de poesía y representar pequeñas obras de teatro. En este período se destacaron personalidades de nuestras letras tan importantes como: Juan Cristóbal Nápoles Fajardo,”El Cucalambé” (1829-1861), su hermano Manuel Nápoles Fajardo, “Sanlope”, (1836-1871), su prima  hermana Tomasa Varona González, el poeta y General Francisco Muñoz Rubalcava y otros no menos significativos.
Del mismo modo, dentro de la provincia, precisamente en Puerto Padre, la Villa Azul de los Molinos también brillaron otras figuras, aunque en el siglo  XIX hay pocos elementos que evidencian una labor seria sobre la poesía en esa localidad, pues sólo se  han  encontrado  algunas  composiciones,  décimas  fundamentalmente,  en  su mayoría anónimas pues la historia poética puertopadrense surge con los albores del siglo XX. Dentro de las figuras más representativas de este período se encuentra el precursor de la poesía y el periodismo en Puerto Padre, Fernando García Grave de Peralta, además de Luis Álvarez Pastor, Manuel Martínez de las Casas, Alberto Arce Villaverde y José Chacón  Bermúdez, todos de diversos  oficios, desde periodistas hasta abogados, pero amantes de la poesía y  con características propias de esta primera generación.
Aunque algunos de ellos no nacieron en Puerto Padre, sino que se radicaron allí desde muy pequeños y por diversas razones, sus obras, aunque dispersas, fueron publicadas en los periódicos y revistas locales de la época.
Los temas utilizados en la poesía de este  período son múltiples, tanteados desde diversos matices, recurren en ella con más fuerza los elegíacos, nostálgicos, siempre a través del estilo personal y vigoroso  de cada poeta y de la utilización de varias composiciones  estróficas  como  sonetos,   cuartetos  decasílabos,  serventesios  y décimas.  De  manera  general  esta  poesía  de  la  primera  generación  puede

Catalogarse de postromántica y en ocasiones alcanza momentos de gran lirismo. A pesar de que algunas de estas producciones no parecen muy abundantes, en ellas se destaca la utilización de un lenguaje  más moderno aún cuando predominan el metro y la rima. Estos poetas constituyen las figuras más importantes de los primeros

30 años del siglo XX.
Concurre con esta lírica un segundo grupo, que posee elementos que lo diferencian del anterior, sobre todo por la aparición  de una poesía de contenido social, de denuncia ante las injusticias y los males que vivía el país.
Las figuras más destacadas de esta “segunda generación” que se enmarca en la década  del  treinta  son  Paula  Morera,  Livino  Prieto,  Helio  Casadevall,  Ángel Domínguez, Manuel Hernández, Ricardo Carrascosa y Arturo García Solórzano. De procedencias obreras, algunos de formación  autodidacta y radicados en diversas zonas de Puerto Padre o nacidos allí,  publican sus obras, fundamentalmente en periódicos locales como “El Noticiero” y “El Localista", entre otras.
Influenciados por poetas románticos, se evidencia en sus poesías una resignada aceptación de la realidad, reflejo de una angustia existencial y un pesimismo muy a tono con la corriente literaria citada. Vigorosos poemas de denuncia social, influidos por los acontecimientos internacionales de los años 30´ y por las propias vivencias nacionales, estos poetas escribieron versos donde expresaban su inconformidad y dolor por aquel estado de cosas, al mismo tiempo que poesía sentimental y amorosa. Además plantean el problema de la tierra, la injusticia de su posesión por unos pocos y la terrible situación del campesino.
A pesar de que algunos emigraron de la Villa Azul, no les abandonó la nostalgia por su pueblo, es el caso de Livino Prieto Peña que escribió “A Puerto Padre”, bello poema en versos de arte mayor que hizo llegar a sus amigos. Aunque el poeta utiliza elementos de carácter romántico, el poema vale por su absoluta sinceridad.
El  Triunfo  de  la  Revolución  abre  perspectivas  insospechadas  para  la  creación artística y literaria. Se inicia una época de optimismo en que los poetas cantarán a la hazaña de todo el pueblo que transforma la vida de todos los cubanos.
En 1967 se crea en Puerto Padre el Grupo Literario, primera organización de ese tipo en el municipio. Sus fundadores, Miguel Bruzón, Renael González y David Lobera forman parte de este grupo inicial, que tomará posteriormente el nombre de Taller Literario “Carlos Enríquez”.
Entre las figuras que ya se destacan dentro de este período, junto a los mencionados anteriormente, se encuentra Gilberto Domínguez Serrano, Ceferino Herrera Hidalgo, María Liliana Celorrio, entre otros.
De este modo se puede evidenciar que la poesía ha sido un importante recurso cultural en Puerto Padre, posibilitando que los escritores se integren activamente en las  transformaciones  socioculturales  de   su  municipio.  Permitiendo  que  desde diversos lugares cubanos como esta ciudad tunera, se nutran y despunten figuras representativas que enaltecen  las letras cubanas, lo que demuestra el prestigio de nuestra literatura en todo el mundo.