Patricia Pozo Alemán
Introducción
El arte urbano constituye una forma de expresión que surge como un grito de la ciudad. Busca dar vida a los espacios a través de la pintura, rescatar esos rincones abandonados o los interminables muros anónimos que recorren las periferias plagadas de nuevas generaciones de barrios impersonales, olvidados, vacíos. Dentro del arte urbano, existen distintas formas de expresión, entre las que destaca la pintura o el grafiti.
Este artículo1 * tiene por objeto indagar en la relación entre arquitectura y arte urbano en su forma pictórica. La arquitectura se convierte en el lienzo del artista, que casi sin querer, pasa a ser artífice de un gran escenario urbano. El arte y su mensaje llegan de un modo directo a los habitantes, ordenando y configurando –y a su vez desordenando y reconfigurando- relaciones entre habitantes y su territorio.
El interés radica en que el arte urbano aparece como una forma más de regenerar espacios perdidos, o tal vez, nunca encontrados. Revitaliza, da vida, a nivel social y económico, desde el círculo del arte, con sus barrios reconvertidos en bohemios epicentros de la cultura, o desde el turismo. Entonces, la identidad urbana se manifiesta también de este modo, añadiendo color a sus caras, al tiempo que puntualizan la necesidad de un análisis exhaustivo de la situación que presenta un determinado lugar. La labor del artista trata, desde mi punto de vista, de capturar rincones estratégicos de la ciudad desde una visión particular pero como representantes de la sociedad.
Se realiza este estudio de campo basado en dos ejemplos de influencia del artista urbano en la ciudad y la relevancia que despierta en la ordenación del territorio, hasta ahora casi sin querer. En el primer ejemplo se observa el caso de Raúl Ruiz, conocido como el niño de las pinturas, en la ciudad de Granada. En el segundo ejemplo se contempla la intervención de Samuel, sam3, en la ciudad de Murcia. Ambos artistas se conocen.
A través de la entrevista personal, se recuperó información de ambos para resolver las distintas cuestiones planteadas. La forma directa y abierta en la que respondieron a las preguntas resulta interesante, ya que puede observarse como un documento del cual partir para conocer esta realidad desde el punto de vista de las personas que la viven.
DOS ARTISTAS, DOS CIUDADES, UNA INTENCIÓN
El niño de las pinturas soñando Granada
El niño de las pinturas, Raúl Ruiz, es un artista grafitero que inició su obra en la década de los 90. Sus grafitis dejan hermosas composiciones por distintos recorridos en la ciudad de Granada. Especialmente importante e interesante es la zona del Realejo, barrio castizo compuesto de casas blancas y suelo empedrado.
Sus grafitis dan color a calles, edificios y rincones de distintas ciudades del mundo: Portugal, Holanda, Italia, Venezuela, Hungría, Bélgica, Francia, y muchas más. Hay más de 2.000 murales. Su firma es el niño de las pinturas o sex.
La idea que persigue su obra es la de capturar sueños. La figura humana se presenta como tema principal en dos etapas: la infancia y la adolescencia. Destacan sobre todo las expresiones faciales de sus rostros (tristeza, miedo, asombro, descaro, etc.). Son rostros con una actitud marcada.
Raúl reúne sus conocimientos pictóricos adaptándolos al grafiti. Tiene un estilo muy particular, fácilmente reconocible, muy atractivo. Tanto, que hace parar a cualquiera para admirar su pintura. Es original, nuevo, un golpe de aire fresco. Parece poner un foco que ilumina distintos rincones.
Todas sus obras van unidas a frases o poemas que hacen reflexionar. La poesía es parte de su modo de plasmar los sueños. Se puede conocer mejor su trabajo en la siguiente página web: http://elninodelaspinturas.es/
II. Conociendo al autor: Raúl Ruiz, Granada
A continuación, se ha preferido ofrecer la frescura de sus descripciones, en vez de elaborar resúmenes. Así se muestran retazos de las entrevistas realizadas, por el interés literal de sus propias palabras y por la información que desde su subjetividad aporta. En una primera entrevista, utilizada como documentación para mi ponencia de la Mesa redonda “¿Qué huellas deja el artista en el lugar de paso?” -ya citada- Raúl contestó a las siguientes preguntas:
Patricia Pozo Alemán (P.P.A.): Cuando pintas, ¿tienes problemas "legales" con la justicia por el hecho de pintar en la calle, o te encargan directamente pintar en esos lugares?
Raúl Ruiz (R.R.): Muchos problemas. Actualmente estoy embargado por multas de murales con permiso de los dueños de las fachadas. El Ayuntamiento alega que no poseo un permiso que ellos dicen que emiten, pero que realmente no existe. En mi situación hay mucha más gente.
P.P.A: Si eliges los lugares donde pintas, ¿por qué esos y no otros?
R.R: Me gustan las paredes castigadas por el tiempo y la dejadez.
P.P.A: ¿Cómo crees que influyen tus pinturas en el espacio urbano?
R.R: Me gustaría pensar que positivamente, aportando algo de color a la masa gris en la que están convirtiendo a Granada. Existen algunos itinerarios organizados (por hoteles, por la universidad…) a través de mis pinturas, y una gran cantidad de visitantes de la ciudad que por iniciativa propia buscan y fotografían mi trabajo.
En una segunda entrevista, preparada para este capítulo, Raúl, como experto en arte en la ciudad, contestó a las siguientes preguntas, más precisas:
P.P.A: ¿Qué te lleva a pintar en la calle?
R.R: Gusto por algo y ganas de compartirlo.
P.P.A: ¿Por qué te gusta el arte urbano frente a otro tipo de arte?
R.R: Disfruto del arte como forma de vida, y por lo tanto, de todas sus manifestaciones. En la práctica, pintar en la calle es lo que más me divierte.
P.P.A: ¿Qué espacios públicos/calles/edificios te atraen más a la hora de pintar?
R.R: Me interesan mucho los espacios abandonados que nadie cuida.
P.P.A: ¿En qué medida el lugar te inspira para pintar una u otra cosa?
R.R: Pues la verdad es que sobre todo depende del día, pero hay superficies que tienen tanta personalidad que solamente le abres huecos al muro para dejarla salir.
P.P.A: ¿Consideras que tus pinturas tienen un destinatario? Si la respuesta es sí, ¿quién o quiénes serían?
R.R: Sí que tienen destinatario. El primero soy yo, que muchas veces me escribo esperando algún día volver a leerlo en su momento. E incluso tienen remite para poder responder. A través de mi página web me han contado muchas bonitas historias de cómo recibieron mi trabajo otras personas. De alguna forma hemos abierto un portal de conexión en plena calle.
P.P.A: ¿Cómo puede influir el arte urbano en la arquitectura? ¿Cuál es para ti la relación entre arte urbano y arquitectura?
R.R: El arte urbano da color y personalidad a unas ciudades llenas de muros grises y mudos.
P.P.A: ¿Cómo puede influir el arte urbano en la ciudad?
R.R: Dejando patente la vida que existe entre tanto elemento inerte y sin sentido.
P.P.A: ¿Consideras que los artistas urbanos convierten a la ciudad en una especie de museo urbano?
R.R: Más bien en una galería viva de expresión y conexión de las personas y el lugar donde viven.
P.P.A: ¿Crees que los artistas urbanos contribuyen con sus obras a la construcción de una identidad al lugar (contexto urbano, zona, barrio), y a identidad de toda la ciudad? ¿Por qué?
R.R: Pienso que las ciudades, las zonas, los barrios, los hacemos las personas que vivimos en ellos. Ser una parte activa de estos, cada uno a su manera, es darles sentido e identidad.
P.P.A: ¿Cuál es tu pintura preferida en relación al lugar? ¿Por qué?
R.R: Me gusta una jirafa que descubrí una noche, estaba escondida en una caja de la luz y sus cables.
P.P.A: ¿Los artistas urbanos transforman significativamente el espacio con sus obras? Si crees que sí, ¿en qué sentido?
R.R: En muchos casos dan vida al espacio inerte. Una pared que nunca llamó la atención de nadie provoca paseos y fotos cuando es pintada. El espacio adquiere significado para nosotr@s. Y esa relación le da vida.
P.P.A: ¿Qué otras personas crees que pueden transformar el espacio?
R.R: Tod@s los que lo llenamos.
P.P.A: ¿Expresas un mensaje con tus pinturas? ¿Cuál sería?
R.R: Espero que si mis pinturas tienen algún mensaje sean capaces ellas de expresarlo por sí mismas.
P.P.A: ¿Qué tal lleváis los artistas la relación con la normatividad urbana? ¿Tenéis problemas legales?
R.R: Cada uno tendrá su historia personal, pero me parece que hay una tendencia por parte de las normativas a eliminar el elemento de libertad, de la creación artística a todos los niveles.
P.P.A: ¿Ves un conflicto entre el paisaje diseñado de una ciudad, y el paisaje cotidiano de la misma? (Conflicto entre lo que la ley planea, en términos de arquitectura, paisaje, ordenación, etc.; y los otros procesos más cotidianos, como el arte urbano, el grafiti, o el deterioro normal de la arquitectura). Si la respuesta es sí, ¿cuáles podrían ser los puentes para evitar estos conflictos?
R.R: Como proceso cotidiano veo también a la señora andando por la mini acera con siete autobuses seguidos pasándole al lado de la oreja, al músico que no se puede bajar a la fuente con el sol y compartir su arte, al banco del parque nuevo, chico y de mármol frío en invierno y caliente en verano, y tantas cosas. Una tortilla de papas en el Campo del Príncipe es ilegal. Los diseños de paisajes urbanos y normativas urbanas bien podrían basarse más en lo que ya hay, aportando para apoyar lo que pudiera llegar a haber, pensando en las personas y no tanto imponiendo criterios, tan habitual en nuestra especie.
III. Samuel. Sam 3 antropomorfizando Murcia
Este artista murciano demuestra su talento desde distintas líneas de expresión, entre ellas, el arte urbano. Su obra se puede conocer en la página web: http://www.sam3.es/, y también en http://www.flickr.com/groups/sam3/.
Sam3 es comprometido y original en cuanto a su obra. Según parece, su video “Water kiss”, rodado en una piscina abandonada en Santa Pola, es el tercer video de directores más visto en youtube. Utilizó solamente dos elementos: agua y sol. Se confiesa admirador de Banksy, que le hizo pensar que las plantillas llevan implícitas una gran carga política a la hora de usarlas como propaganda. Entre sus trabajos, se observan muros, instalaciones en la calle, vallas publicitarias, videos y dibujos.
Conocido a nivel nacional e internacional, ha realizado proyectos en muchas ciudades del mundo. En el artículo de 2007: “El artista caravaqueño Sam3 deja su huella en el muro israelí que asfixia Belén” del periódico La verdad, vemos cómo es el único español en el proyecto benéfico Santa's Ghetto, que denuncia el aislamiento de la Ciudad Santa a causa de las paredes de hormigón. Los murales quedaron, y la obra de pequeño formato exhibida en la galería de arte Santa’s Ghetto se subastó. El dinero recaudado se destinó a mejorar la vida de niños sin recursos de esta ciudad.
Las vallas resultan realmente evocadoras como una respuesta contundente a la publicidad que nos envuelve. Viviendo rodeados de mensajes, todos relacionados con el consumo, es difícil encontrar tiempo para pensar. Este autor nos hace señales desde la carretera. Para que nos demos cuenta de que algo está pasando.
También en medio de una huerta. Son pasajes evocadores.
Para mi ponencia citada, Sam3 me habló acerca de algunos temas relacionados con sus pinturas. Para completar esta información, le realicé la misma entrevista que a Raúl, donde fue contestando a las mismas preguntas:
Entrevista:
P.P.A: ¿Qué te lleva a pintar en la calle?
Samuel (S3): La posibilidad de comunicar de forma directa, a la ciudad, sin necesidad de un intermediario. Considero interesante esta forma de expresión más cercana a las personas, donde se pueden sentir identificadas con el mensaje e incluso pensar “esto yo también lo haría”. Frente a la gente que no se atreve a decir lo que cree, o no sabe cómo explicarlo, surge una figura del artista como urbano, que se convierte muchas veces en un altavoz. Si uno se propone hacer una exposición en una galería, por ejemplo, necesita seguir una serie de pasos antes de que el público pueda pararse delante de sus obras. Sin embargo, la calle es algo que está ahí; de manera que cuando se tiene una idea, una necesidad de lanzar un mensaje, lo único que se necesita es pasar a la acción.
P.P.A: ¿Por qué te gusta el arte urbano frente a otro tipo de arte?
S3: Considero interesante el arte en sus distintos campos. Sin embargo, me resulta más atractivo el arte de actuar en la calle, por la conexión entre emisor y receptor. Encuentro además importante el ser un gesto anónimo que levanta miradas y hacer pensar sobre lo cotidiano.
P.P.A: ¿Qué espacios públicos/calles/edificios te atraen más a la hora de pintar?
S3: Los edificios abandonados, olvidados, desgastados, para, de algún modo, honrar su memoria y darles importancia para que no queden, una vez desaparecidos, enterrados en el anonimato. Se podría comparar con “maquillar a un muerto”. Así, se le puede dar un último homenaje a un lugar que tal vez nunca nadie se paró a mirar.
P.P.A: ¿En qué medida el lugar te inspira para pintar una u otra cosa?
S3: Los motivos que distinguen mi estilo surgen en gran medida de la naturaleza del lugar. Minimizo la realidad que percibo de una forma particular: buscando su esencia, el concepto. Incluso la identificación de las personas con esas sombras reflejadas en la superficie. Cabe señalar mi interés por los griegos y mi fascinación por la idea de encontrar la relación de afinidad con un dios determinado que representa una serie de valores, más que una simple representación de la opinión. La antropomorfización de los edificios a través de mis figuras, que cambian de escala para llamar la atención sobre el edificio, asume un papel fundamental en el diálogo que se establece con el lugar y con los habitantes. El edificio se convierte en una persona, a veces un gigante en el que podemos reconocernos. Son sombras que nos dan la posibilidad de identificarnos.
P.P.A: ¿Consideras que tus pinturas tienen un destinatario? Si la respuesta es sí, ¿quién o quiénes serían?
S3: Por supuesto. Cualquier persona que se sienta identificada con la pintura, o con el mensaje y más si le ha violentado alguna reacción. Hay para todo.
P.P.A: ¿Cómo puede influir el arte urbano en la arquitectura?
S3: Cambiando la percepción del espacio. Muros y fachadas olvidados cobran vida de nuevo, revitalizando espacios urbanos abandonados, o directamente dándoles la importancia que nunca tuvieron.
P.P.A: ¿Cuál es para ti la relación entre arte urbano y arquitectura?
S3: La arquitectura es por una parte el soporte físico, el lienzo sobre el que pintar en la ciudad. El arte urbano ayuda a regenerar lugares y poner el foco de atención sobre un determinado edificio, normalmente anónimo, es lo que se conoce vulgarmente como gentrificación.
P.P.A: ¿Cómo puede influir el arte urbano en la ciudad?
S3: En el sentido antes indicado, es decir, seleccionando un lugar concreto donde actuar, que pueda regenerar una zona, un barrio o un espacio público, con el fin de revitalizar la ciudad o alguna de sus partes, respondiendo así a las necesidades que pueda presentar la sociedad en una determinada situación.
P.P.A: ¿Consideras que los artistas urbanos convierten a la ciudad en una especie de museo urbano?
S3: Más que museo urbano, creo que se podría hablar de escenarios urbanos. Es como cuando uno va al teatro: se encuentra con una serie de artistas que le cuentan una historia o que le lanzan mensajes que hacen reflexionar. En la calle pasa lo mismo. Una serie de personas se atreve a mostrar sus mensajes en forma de pinturas que recorren distintos rincones, cada una con una finalidad propia.
P.P.A: ¿Crees que los artistas urbanos contribuyen con sus obras a la construcción de una identidad al lugar (contexto urbano, zona, barrio), y a identidad de toda la ciudad? ¿Por qué?
S3: Claro, las pinturas y actuaciones urbanas, siempre suponen un cambio, una alteración de la de la ciudad. Y esto conlleva aceptar o rechazar la nueva imagen-idea, que en cualquier caso, pasa a formar parte ya del imaginario cultural de la ciudad. Habrá dos partes: los que acepten la pintura, y la admiren, llegando a sentirse incluso identificados con ella; y los que la rechacen, y busquen eliminarla, por considerarla un ataque o provocación. En cualquier caso, ya formará parte de la identidad local.
P.P.A: ¿Cuál es tu pintura preferida en relación al lugar? ¿Por qué?
S3: No hay una que destaque sobre las demás. Cada una en su contexto tiene un sentido particular.
P.P.A: ¿Los artistas urbanos transforman significativamente el espacio con sus obras? Si crees que sí, ¿en qué sentido?
S3: La pintura siempre transforma el espacio urbano, ya sea en edificios, calles, muros, o vallas publicitarias en una autovía. Depende del lugar donde esté: centro, periferia, huerta, campo… Al cambiar la imagen en un sitio, el espacio que le rodea se altera indefectiblemente. De manera que sí, transforman el espacio alterando sus visuales, por algo somos animales visuales.
P.P.A: ¿Qué otras personas crees que pueden transformar el espacio?
S3: Todos. Cualquier persona que habita un espacio puede transformarlo. De hecho todos lo hacemos, imperceptible o aceleradamente cada uno lo hace a su manera.
P.P.A: ¿Expresas un mensaje con tus pinturas? ¿Cuál sería?
S3: El impulso de salir a pintar a la calle, lleva implícita la necesidad de comunicar un mensaje, expresándolo a través de la pintura. El mensaje en sí mismo la reivindicación de poder pintar en la calle, el espacio común. Normalmente sucede así: el mensaje se alimenta de la zona, la situación social, el entorno urbano o la naturaleza y el paisaje, y el lugar simplemente aparece. O viceversa: el lugar pide que alguien lance un mensaje para llamar la atención sobre él.
P.P.A: ¿Qué tal lleváis los artistas la relación con la normatividad urbana? ¿Tenéis problemas legales?
S3: Aún hay demasiada gente que no entiende el arte urbano como parte de la ciudad, y lo niega, lo rechaza, y sobre todo intenta destruirlo. Eso es lo que me interesa muchas veces: pintar un edificio que sé que se va a tirar. Busco que lo tiren. No lo pueden dejar así, abandonado. De este modo hago un homenaje a una arquitectura que no habría tenido ningún tipo de reconocimiento. Esto modifica el lugar, y cambia el espacio en el futuro. Su percepción mejora. Lo importante es que aunque el edificio ya no esté, será recordado, y su mensaje seguirá entre los habitantes del lugar.
P.P.A: ¿Ves un conflicto entre el paisaje diseñado de una ciudad, y el paisaje cotidiano de la misma? (Conflicto entre lo que la ley planea, en términos de arquitectura, paisaje, ordenación, etc.; y los otros procesos más cotidianos, como el arte urbano, el grafiti, o el deterioro normal de la arquitectura). Si la respuesta es sí, ¿cuáles podrían ser los puentes para evitar estos conflictos?
S3: Creo que se debería crear una nueva norma relacionada con el arte urbano y la ordenación de las ciudades, ya que desde este tipo de actuaciones se podrían revitalizar muchas zonas de la ciudad, dándoles importancia a escala social, económica e incluso turística. Supondría un gran avance con costes muy bajos. La ley planea sin tener en cuenta las verdaderas necesidades de la sociedad y las personas que habitan un lugar. Se proyectan lugares que luego no se mantienen ni se cuidan, dejándolos de lado, junto con ciertos sectores de la sociedad. Con un simple gesto, se puede modificar sensiblemente el ambiente de un lugar y su interés. Y esto repercute anímicamente en las personas y en su calidad de vida. Si se tuviesen en cuenta todos los factores y se prestase la misma atención a todas las zonas de la ciudad, habría un equilibrio. Así se evitarían muchos conflictos.
REFLEXIONES SOBRE LA INFLUENCIA DEL ARTE URBANO EN LA ORDENACIÓN DE LA CIUDAD
El conflicto de los límites entre barrios
Después de leer las opiniones de ambos artistas en su relación con la ciudad, cualquier ciudad, pero en especial, Granada para Raúl, y Murcia para Sam, es necesario completar las visiones generales con un ejemplo práctico de lo que está sucediendo con el modo de planificar y ordenar el territorio, la ciudad.
En Murcia era conocido el límite entre el barrio de Santa Eulalia, y el barrio del Castillejo. Ambos parte del centro de la ciudad, se diferenciaban porque el primero era, como se suele decir: “un buen barrio”; mientras que el segundo constituía un “barrio malo”. De hecho la idea de entrar en ese barrio se escuchaba como “peligrosa”, incluso estando justo al lado de un lugar completamente tranquilo.
Lo que suele pasar en estos casos es que el límite se hace cada vez más fuerte, hasta el punto de fragmentar el dibujo de la ciudad en cuantos espacios se quiera, a través de límites absurdos.
Muchas veces, a los que organizan el territorio, se les ocurre que lo mejor es echar al que allí vive, buscarle otro lugar, cuanto más lejos mejor, tirarlo todo, y hacer algo nuevo, creando un barrio “moderno”, que se pondrá de moda. Algo joven, bohemio. Como se quiera considerar.
Sin embargo, en este caso, creo que se consiguió mantener el equilibrio.
El que rompió el límite fue Sam3, con una pintura de un gigante en la medianera de un edificio casi abandonado. No solo llamó la atención, sino que hizo que por primera vez, las personas de ambos barrios confluyeran en este lugar, un gran vacío urbano convertido en aparcamiento improvisado, aumentando así, la sensación y la imagen de dejadez de este espacio.
A todos interesaba ese gigante sin cara, sin nombre, sin nada. Un gigante que sujetaba a una niña en un columpio. Chiquitita frente a la magnitud de tal sombra. Esa desproporción de la escala constituía la proyección emocional de los vecinos en esa pintura: se plasmaba la fragilidad del individuo frente a un gigante. Y ese gigante puede ser bueno o puede ser malo. A priori nadie lo sabe.
El caso es que no había nadie que no conociera este dibujo, y se desató la reflexión colectiva. De un lado de la línea, y del otro. Todos confluían en ese punto. Esa plaza improvisada cuya medianera flanqueada por el gigante protector algún día desaparecería. Así lo esperaba Sam cuando lo pintó. Y también pensaba en darle a esa arquitectura anónima, no considerada de interés cultural ni artístico, el homenaje que merecía. La presencia que tal vez nunca tuvo.
A veces es fácil olvidarse de esos edificios, los de barrio. Por eso tiene tanta importancia darles ese último toque que los haga brillar para siempre. Porque un edificio se echa de menos. Cuando eres arquitecto, y cuando no lo eres, se sigue echando de menos. A no ser claro, que el que lo sustituya sea mejor según el criterio en que se quiera ubicar. Esa es la cuestión. Si lo nuevo consigue resolver los problemas de lo viejo, y aporta nuevos aspectos a la sociedad. Entonces tiene sentido.
Se puede decir que Sam contribuyó con su gigante a la regeneración de un barrio, el Castillejo, y a romper el límite. Esa barrera entre barrios, antes tan marcada y ahora invisible. Porque tal y como predecía, el edificio, con los nuevos planes de ordenación urbana, se tiró. El aparcamiento desapareció, pero ese gran vacío urbano se convirtió en plaza. Surgieron servicios necesarios, como un Centro de Salud. Y también locales de ocio. Ahora ese lugar es punto de encuentro de muchos jóvenes, y sobre todo, de los habitantes de ambos barrios, que ya no se diferencian. Algunos edificios se tiraron, y otros se conservaron. Pero el resultado fue, desde mi punto de vista, muy coherente con la realidad social existente.
Aquí se puede ver dónde se sitúa la plaza: entre las calles Simón García, San José y Joaquín Costa. El parking se enterró para aprovechar mejor el espacio. Así, se resuelven las necesidades de mucha gente.
En el texto “Ningún signo en la ciudad es inocente. Sam3 tampoco lo es”, Antonio Collados resume su visión de lo que el artista murciano expresa a través de sus pinturas, en este mismo lugar:
“Nada es inocente, nada. Hace ya algún tiempo que nos topamos por las calles de muchas ciudades con los grafos de SAM3. Sus intervenciones urbanas se asemejan a aquellos epigramas ilustrados de corte satírico de la literatura emblemática, muchos de los cuales eran expuestos en la ciudad, grabados sobre arquitecturas efímeras con el objetivo de exponer públicamente preguntas que afectaban a la comunidad. Quizás sus composiciones sean más limpias, sus formas más voluptuosas que las de las viejas tradiciones herméticas pero el sentido es el mismo: interpelarnos sobre el orden de lo real dando forma a un nuevo enigma. En el céntrico barrio del Castillejo (Murcia) se anuncia alguno. Las sombras de dos mitos se levantan silenciosas, que no mudas, en una nueva plaza ganada al barrio tras la parcial demolición de una manzana de viviendas: son "Hiperión" y "El Beso" a la sirena. Intentaré, desde mi subjetividad, desplazar mi mirada y desencriptar brevemente el primero de estos emblemas.
En una de las medianeras que da a la plaza resiste, aunque amenazado también por el derribo, la efigie en sombra del titán Hiperión. Majestuoso y tierno a la vez, se agacha para extender su brazo y balancear en su dedo índice el columpio que una niña ha improvisado con dos lazos. Esta imagen, guardada temporalmente por el último de los edificios que queda en pie en la manzana, proyecta en mi opinión una metáfora perfecta de la suerte que están corriendo los barrios "canallas" de nuestros centros.
El urbanismo especulador, la profilaxis social por el diseño y el auge de las industrias turísticas están llevando a cabo un proceso transformador en muchos barrios históricamente desatendidos que, con la excusa de reactivarlos, lo que realmente están provocando es una expulsión de sus "incómodos" habitantes del centro al extrarradio. Gentrificación le llaman algunos, empijamiento le dicen otros, en cualquier caso la connivencia de las corporaciones municipales con estos procesos está decapitando el verdadero atractivo que tienen sus ciudades, aquello que las hace especiales, y que no se encuentra en el engalane de sus fachadas ni en el nuevo pavimento adoquinado de sus calles -por ahí sólo se va a una ciudad genérica-, sino en lo que de oscuro tienen sus rincones, en las funciones malditas de sus locales, en el caótico e imprevisible movimiento de sus habitantes, en los signos libres de sus paredes, .... Creo que Sam trata de ponernos en alerta: cuando caiga el edificio que sujeta a Hiperión, esperemos que el balancín, que animaba a la niña, se mantenga.
Nada es inocente, SAM3 tampoco lo es”.
Sam3, a través de sus cambios de escala humana-urbana consigue llamar la atención sobre la arquitectura, al darle a la figura humana la dimensión del edificio. De este modo, se aumenta la importancia del espacio urbano que rodea la imagen. También, juega con los carteles publicitarios, lanzando sus mensajes mediante una arquitectura efímera, cambiante. La ciudad siempre en tránsito, en una constante transformación.
Parece como si quisiera recordar, con sus figuras humanas, y la desproporción de algunas formas cuatro aspectos: la importancia del individuo frente a la materia, lo pequeños que somos frente a un edificio, el espacio que rodea esta pintura (como lugar más acogedor) y la fantasía de los sueños. Se produce así una antropomorfización de la arquitectura.
UNA NUEVA FORMA DE ENTENDER EL URBANISMO Y LA ARQUITECTURA
¿Qué se puede extraer de estas reflexiones? Para empezar, una chispa que enciende otro foco para el cambio. A partir del análisis de cómo el grafiti ha evolucionado hasta alcanzar el reconocimiento mundial como una parte del arte urbano, se aprecia la influencia de la pintura que transforma los espacios públicos: su concepto, su imagen y su uso.
El urbanismo y la arquitectura están condicionados normalmente por la política y por los gustos y necesidades de empresas privadas. Esto hace que la ordenación territorial y el planeamiento urbano, a pesar de todas las normativas vigentes, queden en ocasiones muy alejadas de las necesidades reales. De esto se quejan estos artistas cuando hablan del modo en el que se va configurando la ciudad.
En general, se valora mucho más el factor económico (es decir, sacar la mayor rentabilidad a estas acciones constructoras), antes que al factor humano. No obstante, en muchos casos, se intenta basar la planificación urbana en la situación real de la sociedad. También se busca crear una arquitectura adaptada. Lamentablemente, en beneficio de los “metros cuadrados vendidos”, se eliminan espacios públicos: plazas, jardines, calles peatonales… Lo que se generan son ciudades atestadas de edificaciones, muchas veces construidas sin un criterio lógico, donde falta el aire.
Además, la uniformidad en la estética arquitectónica, más por su facilidad de ejecución que por su belleza, origina lugares cada vez más impersonales, grises y vacíos. A estos lugares se refiere Raúl Ruiz cuando habla de romper el gris de la ciudad con color.
Hay que tener en cuenta también, que existen dos tendencias sociales: una que prefiere lo viejo o antiguo, y otra que prefiere lo nuevo a lo viejo. De este modo, en lugar de una rehabilitación o restauración, que ayude a conservar la esencia y el valor histórico-artístico de los barrios más castizos de las ciudades, en ocasiones se prefiere desplazar a la gente a los nuevos edificios de la periferia, o incluso a urbanizaciones en las afueras, vendiendo la idea de un “espacio al aire libre privado”, “un jardín”, que sustituye al espacio público que se niega a la ciudad.
Esto lleva a que se abandonen muchos edificios del centro, y también edificios rurales aislados. Este olvido se podría comparar con el olvido de las personas mayores, dejadas a su suerte demasiadas veces. En este sentido, si unimos la propuesta de ciudad con ciudades-satélite dormitorio (ya sea urbanizaciones o barrios periféricos), con ese olvido, lo que se está creando es un modelo de sociedad de células individuales, cada vez más separadas del resto.
La llamada de atención de las pinturas de Raúl y de Sam en este sentido es total. Buscan rescatar del olvido esos muros abandonados, o que están a punto de ser destruidos, para rendirles un último homenaje. Ambos aprecian esta situación que evita la interacción entre personas: promoviendo espacios privados pequeños en vez de uno público mejor diseñado, y sobre todo, más libre, donde los vecinos puedan actuar y ser parte activa del lugar.
La peor parte suele quedar siempre para las viviendas sociales. En esas zonas, con un mantenimiento nulo o escaso, se pierde calidad de vida y los espacios públicos se degradan sin remedio. Aquí es donde entra la protesta, el mensaje, el grafiti, la pintura: el arte urbano.
Es increíble cómo un poco de color, o un juego de sombras negras, revitalizan un plano anónimo. La pared, el muro, la fachada: el lienzo sobre el que se trabaja. La arquitectura es el lienzo que nos da las tres dimensiones. Se va plegando dando juego a que elementos en 2D pasen a 3D. Se le da una importancia así, a rincones olvidados en la calle, o en el espacio público.
Tal y como explicaban ambos artistas, el motivo que expresa ese gesto surge del lugar, de la conexión con ese espacio, y con el entorno, la gente. Se trata de un reclamo social, una llamada de atención sobre el espacio. Parece gritar: mírame. Te necesito.
Surge así un modo de actuar sobre el espacio a favor de las necesidades sociales. Del mismo modo que también, a veces, se trata de una llamada interior artística, que simplemente busca un lugar donde expresarse.
Se responde de forma personal y comunitaria, por ejemplo, a la elevada concentración de carteles en el centro neurálgico de la ciudad y en su periferia (autovías), que emergen a modo de comunicación con el habitante. Es un rasgo común de todas las grandes metrópolis. Esta cartelística constituye otra forma de arte urbano. De ahí que Sam3, por ejemplo, decida actuar sobre ellas.
Se puede decir entonces, que en el arte urbano referido a la pintura hay dos vertientes: los carteles publicitarios, cuya forma artística va ligada a una intención de promocionar un producto y llamar al consumo; y las pinturas urbanas o grafitis, cuya forma artística expresa un mensaje a la sociedad, impacta y hace reflexionar.
En este último caso, hay tres variantes: los encargos o pinturas contratadas por alguien con un fin comercial (por ejemplo en una tienda o negocio); los encargos o pinturas contratadas por alguien con un fin de recuperación, renovación o reactivación de un espacio urbano determinado (por ejemplo, se contrata a los artistas urbanos más reconocidos, que van dejando su huella-mensaje en distintos puntos de la ciudad, creando un recorrido espacial); y las pintadas, generalmente grafiti, que intentan lanzar un mensaje reivindicando situaciones de injusticia, o simplemente, buscando la forma de expresarse mediante esta forma de arte.
En cuanto a las pintadas “gratuitas” en edificios, quedarían, desde mi punto de vista, fuera de esta clasificación, ya que lo único que consiguen es dañar la imagen del edificio y “desprestigiar” el arte urbano en sí. Constituyen vandalismo, y el vandalismo no es arte. Por eso deberían analizarse qué espacios de la ciudad necesitan una reactivación, y aparte, señalar zonas donde la gente pueda expresarse de forma libre, contribuyendo a la expansión de este arte urbano, y a mejorar la ciudad, su aspecto y su funcionamiento interno, ya que se recuperarían muchos espacios abandonados u olvidados, permitiendo a la gente interactuar.
La normativa no está regulada en estos casos, tal y como comentaba Raúl Ruiz. Dicen que hay un permiso que en realidad supuestamente no existe, ya que después los artistas pueden tener problemas con el Ayuntamiento, incluso si han sido contratados por un privado para realizar una pintura. ¿Hasta qué punto tendría sentido regular estas acciones? Hay que tener en cuenta que existe una normativa urbana que protege, sobre todo, los cascos históricos, en especial, los barrios con algún tipo de característica particular (como puede ser el uso de un determinado color, un número limitado de alturas, un tipo de material, etc.). Esto, desde mi punto de vista, es importante a la hora de mantener la esencia de un lugar. Si tenemos en cuenta, por ejemplo, el barrio del Realejo de Granada, con sus casas blancas, no tendría sentido llenarlas de colores, porque esto les haría perder su identidad. Sin embargo, si una casa se abandona, y pierde de por sí su identidad, es interesante que alguien se la devuelva, aportando una nueva mirada al barrio, siempre de una forma respetuosa, como es el caso de Raúl Ruiz, quien ha brindado color a muchos rincones de este barrio, aportando otra identidad que completa la anterior.
De alguna forma, lo que hacen estas huellas sobre la arquitectura es generar arte: el collage urbano. Se puede encontrar arte a la vuelta de la esquina, en una fusión perfecta entre tres variables: los materiales, los mensajes que lanza la mano del hombre, y el paso del tiempo. Uno de los lugares más interesantes, es, sin duda, la frontera de la ciudad: la periferia como lienzo en blanco para la sociedad. Dentro de la ciudad la periferia se marca siempre como frontera con el centro. Los espacios se vuelven cada vez más grises, y se encierran en sí mismos: fábricas, naves industriales, muros de hormigón. Constituyen un lienzo perfecto para que la sociedad pueda expresar sus mensajes a través del arte urbano. Se debe tener en cuenta que la arquitectura puede modificar la imagen urbana dentro-fuera. La misma realidad urbana, se muestra a través de un filtro que la distorsiona. Podría constituir arte urbano al ser conexión-frontera dentro-fuera. Esto hace referencia a los propios muros y accesos que separan los espacios privados de los públicos. Se debería indagar en cómo proyectar este límite para no dejarlo cerrado, sino abrir conexiones y visuales que permitan una fluidez en la trama urbana.
VI. CAMBIAR LA REALIDAD DESDE PROYECTOS ECONÓMICAMENTE VIABLES A FAVOR DE LA SOCIEDAD
La arquitectura en muchas ocasiones se convierte en una imagen que sólo interesa para aparecer como icono de un lugar, en una revista, de un modo superficial. Se olvida a la gente que debe habitar y a sus necesidades. Como señala Raúl Ruiz, la arquitectura es para la gente, hay que hacerla para que la disfruten y funcione bien, y punto. Que la hagan suya con sus cosas, con su cara, como quieran.
Hay cosas que merecen considerarse respetables como pueden ser los monumentos, las obras protegidas por Patrimonio, o por ejemplo, que se conserve la esencia de barrios como el Realejo de Granada. Los materiales y formas se revelan como la sensualidad de la arquitectura, en su más pura esencia. Por ello la importancia del respeto, valorar y preservar esa intimidad. Sin embargo, cuando se trata de muros sin más, en edificios abandonados o sobre todo, en periferias anónimas, la actuación desde el arte urbano cobra un sentido primordial como herramienta de ordenación, ya que señala un lugar por un motivo determinado (por una necesidad para el barrio, por una llamada de atención sobre un lugar, por un homenaje hacia los edificios antiguos, o por motivos estéticos, ya que puede ser simplemente bello mirar una pintura). El hecho de que aparezca de repente un toque de color que le dé vida, resulta mágico. Sueños o sombras. La gente debería apropiarse del espacio público que tiene a su alrededor, entre todos. A veces parece que ese espacio está puesto ahí y no se puede tocar. Es la percepción que nos muestran en las entrevistas, con la aproximación directa al tema del arte urbano enfocado en la pintura o grafiti. Romper esa barrera, ese límite, constituye un paso de gigante en la revitalización de los rincones abandonados, sean plazas, calles, o muros.
Es muy interesante que ambos artistas sientan atracción por las paredes con cierta decadencia y vejez, ya que, desde mi punto de vista, un edificio es como una persona. De pequeña nace de una manera, con unos materiales, que merecen sus años de esplendor, de respirar y demostrar lo bellos que son; con el tiempo van envejeciendo; y finalmente, cuando empiezan a decaer, el hecho de recuperarlos y darles su color, su identidad, es como regalarles años de vida y que vuelvan a posar orgullosos ante la mirada del que pasa por allí.
La conclusión de este artículo podría resumirse en una pregunta: ¿realmente es necesario crear una normativa que regule estas actuaciones de arte urbano? Lo que ocurre cuando se imponen demasiadas normas es que no queda lugar para la expresión libre y la creatividad. El hecho de poder utilizar el arte urbano como una herramienta más a la hora de ordenar la ciudad supone que a partir del análisis de las pinturas que van apareciendo se pueden proponer y mejorar cosas. O aceptar otras que no se entendían o se evitaban.
Sería importante tratar esta forma de expresión con una mayor consideración a la hora de realizar intervenciones en la ciudad, y concienciar a la gente. El arte urbano se vería entonces como un aporte fundamental en la revitalización y regeneración de espacios o zonas que así lo requieran, ya que constituye una vía mucho más económica, práctica y lógica que otras tantas. A nivel de sociedad, turismo e imagen.
A veces estas actuaciones descubren los límites que definen los espacios o zonas de una ciudad. Son las que determinan mediante su análisis de la ciudad a posteriori cómo se ordena. ¿Se podría apoyar entonces la ordenación territorial y el planeamiento urbano en estos gestos a la hora de ordenar y planear de nuevo? Este sería el punto clave de esta reflexión: analizar la realidad, con las complejidades sociales que se presentan, a través de una forma de expresión tan libre como es el arte. Así, a partir de esta herramienta, acompañada de disciplinas como la sociolo gía, el urbanismo, y la arquitectura, ordenar nuevos espacios.
Cuidar la arquitectura y los espacios públicos es cuidar a las personas.
1 Este artículo y mi incorporación al proyecto Ordenación territorial a diferentes escalas (CONACYT-UASLP) surgieron a partir del debate de la ponencia que preparé para la Mesa redonda: “¿Qué huellas deja el artista en el lugar de paso?”, que formó parte del Seminario Internacional de Arte Urbano “Entrepliegues 1: Frontera, Arte y Ciudad”, organizado en el Centro Cultural La Corrala por la Universidad Autónoma de Madrid en Mayo de 2012.