Si éste (el salario mínimo) es superior al nivel de equilibrio… la cantidad ofrecida de trabajo es superior a la demandada. El resultado es el desempleo. Por lo tanto, el salario mínimo eleva la renta de los trabajadores que tienen empleo, pero reduce la renta de los que no encuentran trabajo.
Esta afirmación ya muestra la barbarie misma en forma de análisis.
Antes de analizar las terribles implicaciones de esa proposición, aclaremos que los salarios mínimos son los que Adam Smith, y con él, todos los clásicos, denominaban “salarios de subsistencia”, es decir, aquéllos que permitían la mera existencia del trabajador. Inclusive, A. Smith definió el “Salario de Subsistencia” como aquél que no podía ser reducido en el largo plazo. Dos siglos y medio después, aparecen los marginalistas, entre ellos, para realizar sus análisis oponiéndose a la implantación de los salarios mínimos, esto es, de subsistencia, en los términos con los que Mankiw empieza su anterior alegado:
“si éste (el salario mínimo)…es superior al nivel de equilibrio”…
En esta proposición, Mankiw encuentra muy natural que en el mercado de trabajo se establezcan salarios por debajo del salario mínimo, es decir, por debajo de los niveles de subsistencia del trabajador y que el gobierno se abstenga de solucionar ese abuso que nos lleva a las épocas del siervo y la gleba, como “hombre de ciencia”, término con el cual se autocalifica, afirma que la magia de la mano invisible en un mercada fantasma ha determinado que los salarios estén por debajo del que exige la existencia misma de los trabajadores y eso debe respetarse como un precepto divino.