Es el grado de desorden o caos que existe en la naturaleza. La energía del espacio tiende a distribuirse en el universo en busca del equilibrio, de la mayor estabilidad y de la mayor dispersión, como también, de la mayor probabilidad posible. Ese proceso ocasiona el caos y la entropía máxima, estado en el que se realiza el equilibrio perfecto y ya no puede haber más cambios físicos ni químicos en la naturaleza. Los únicos “equilibrios perfectos” de que se tiene noticia nacen en las neuronas de quienes la habrían heredado, tatuada en el cerebro como “innata”, desde la ameba. Los científicos, los verdaderos, nos dicen que en el Universo, todo tiende al caos. La entropía define el orden como un ordenamiento improbable de sus elementos, orden que es independiente de la macro-forma que el conjunto, como un todo, adquiere. Llamará “desorden” a la disolución de algún ordenamiento improbable. Todas estos cambios imprevisibles, que no son simples cambios del azar, hacen difícil la tarea de predecir para el futuro, basándonos en lo que sucedió en el pasado.
Por otro lado, el principio de la dirección dinámica es cósmico y está orientado al máximo grado de ordenación alcanzable en las condiciones de un sistema. Contradictoriamente, esta tendencia hacia la ordenación es una tendencia hacia la entropía. Habitamos un mundo desordenado en el que las situaciones cambian sin un patrón sistemático y en el que innumerables fuerzas interactúan constantemente. Ese desorden se hace mucho más perceptible en las sociedades humanas. Quienes son víctimas del orden impuesto se expresan a través de acciones caóticas. Quienes pretenden imponer un orden racional van hacia la generación del caos. Compárese el realismo de los verdaderos científicos, entre ellos, los físicos teóricos con las pretensiones de los marginalistas, presentes y pasados, de lograr el “equilibrio”. Los marginalistas de todos los tiempos creen que las matemáticas les permiten el privilegio de ser “científicos”, sin darse cuenta de la incongruencia con que tratan de parecerlo. La percepción newtoniana de un universo perfectamente determinado ya ha sido superada por las nuevas conquistas en el conocimiento del cosmos. Esta afirmación, que refleja los resultados de experimentos reiterados elimina la pretensión de los teóricos extremos del racionalismo que pretenden realizar sus análisis “partiendo de la conducta del individuo” para tratar de generalizarla a los demás “individuos” a cada uno de los cuales, en una contradicción absurda, definen como “irrepetible”. La percepción newtoniana de un universo perfectamente determinado ya ha sido superada por las nuevas conquistas en el conocimiento del cosmos. Claro está que la palabra “superada” no incluye que sus leyes hayan sido anuladas. Laplace a su turno, afirmó que las leyes de Newton eran Universales y Deterministas. El sentido de Universalidad sostenía que el movimiento de cada partícula del Universo estaba determinado por las condiciones iniciales y las fuerzas de otras partículas. Pero el Desmoronamiento del Determinismo se inició cuando las investigaciones científicas en el área de la transmisión del calor llevaron a la conclusión de que no había tal. Fue en esa área que se estableció la necesidad de las leyes Probabilísticas, las que se encuadran en el marco del principio de aleatoriedad.
La Mecánica Cuántica debilitó aún más el concepto determinista de la ciencia legada por Newton; v.g, por medio del Principio de la Incertidumbre o Relación de Indeterminación. Ese principio establece el límite más allá del cual, los conceptos de la física clásica no pueden ser referentes autorizados del comportamiento del cosmos. La física newtoniana no puede determinar, simultáneamente y con precisión arbitraria, algunos pares de variables físicas, tales como la posición y el momento lineal de un objeto. De cualquier ángulo que se observe, estos principios niegan el determinismo de las leyes. Si el determinismo no es posible en la Física Teórica, mucho menos lo será en las infinitas redes de interacciones que conforman el comportamiento individual de cada ser humano. No es posible la determinación matemática (Fatalista) del comportamiento humano. Un modelo razonable de Economía no es una ciencia fatalista, puesto que el comportamiento de los grupos humanos y de los individuos no está sujeto a leyes “que fatalmente se cumplen”; más bien considera que sólo existen tendencias de tipo probabilístico.
El Principio de Incertidumbre
El principio en sí puede ser expresado de una forma muy breve:
Lo que es observado cambia por la influencie del que observa
Fue establecido por Werner Heidelberg, Premio Nobel de Física a comienzos de los años ’30. Para explicar sus hallazgos de manera simple, dijo que deseamos ubicar a un electrón en su órbita alrededor de núcleo central del átomo, será necesario un microscopio de mucho poder y la proyección de luz o alguna especie de radiación que ayude a identificarlo. Ahora bien, dado que el electrón es tan pequeño, bastará un solo fotón de luz para hacerle cambiar de posición y expulsarlo de su órbita, apenas entrara en contacto con él. Así, en el preciso instante de medir su posición, el fotón de luz la alteraría para transportarlo hacia otras órbitas que, en el momento de ser analizadas sufrirán el mismo efecto del golpe botánico. En consecuencia, nuestra intención de aplicar instrumentos para medir tendrá un efecto decisivo en el objeto medido. Heisenberg dice que podríamos detener el electrón y determinar así su posición en un momento dado. Pero si lo hiciéramos, no sabríamos cuál sería su movimiento ni su velocidad. Según el principio de incertidumbre, ciertos pares de variables físicas, como la posición y el momento (masa por velocidad) de una partícula, no pueden calcularse simultáneamente, por lo que dichos cálculos fluctúan en torno a valores medios. Si el electrón obedeciera las leyes de la mecánica newtoniana, las incertidumbres podrían reducirse a cero y la posición y el momento del electrón se determinarían con precisión.
Pero hay algo mucho más extraño. El Principio de la Incertidumbre nos dice que la imposibilidad de medir con precisión absoluta la velocidad o la ubicación de una partícula elemental no es imputable al observador, ni a la vulnerabilidad de los instrumentos que se usa para el efecto, la imposibilidad está en la naturaleza de las cosas. No es posible medirlas con un rango aceptable de exactitud, pues la naturaleza nos lo impide. El Principio de Incertidumbre se aplica con mayor rigor en el estudio de las ciencias sociales, y, muy especialmente, en la Economía. La deformación de la realidad viene dada, no sólo porque los sentidos deforman la percepción, también, por la Ideología del que analiza.
De todo esto deducimos que el “hombre puro” no existe. Por eso es que von Mises piensa de una manera y el secretario de doctrina de una unión de trabajadores piensa de otra. Cada persona percibe los hechos, cosas y fenómenos transformados por sus sentidos y por sus intereses particulares o de grupo, es decir, por lo que normalmente llamamos ideología