Diccionario de economía y finanzas

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POPULISMO LATINOAMERICANO

El populismo latinoamericano posee una idiosincracia propia que lo distingue bastante claramente de los antecedentes rusos y norteamericanos que se registran hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX. Estos fueron movimientos de predominante base rural, que no llegaron a triunfar, y que pasaron de un modo relativamente fugaz en la evolución política de ambas naciones. En América Latina, en cambio, el populismo no presentó ninguna de estas notas distintivas y floreció varias décadas más tarde, condicionando de un modo muy marcado el entorno político de muchos países durante un largo período que, de algún modo, llega aún hasta el presente.

Los populismos de nuestra región -el plural resulta apropiado, dada la diversidad de las experiencias- se caracterizan por sus imprecisiones ideológicas y por su dependencia de liderazgos personales fuertes y determinantes, lo cual los complementa y a veces hasta los hace indistinguibles de otro fenómeno muy característico de América Latina, el caudillismo, más identificado con la historia del siglo XIX. Esto impidió que llegaran a alcanzar el grado de estructuración ideológica de otros movimientos, por lo que la relación líder-masa adquirió un valor fundamental. En ausencia de una línea política clara y precisa el líder se asemejó al caudillo de otros tiempos, llevando al movimiento por las aguas turbulentas de la cambiante política, acercándose a la derecha o a la izquierda según lo aconsejaran las cambiantes circunstancias de la hora.

Entre las primeras manifestaciones del populismo latinoamericano se cuentan las de Brasil y Argentina, donde aparecen dos poderosas personalidades políticas, Getulio Vargas y el Gral. Juan Domingo Perón, que llegaron a dominar la escena de sus países durante muchos años. El mensaje de estos y otros líderes, si bien teóricamente confuso y hasta manifiestamente contradictorio, se distinguió sin embargo por dos rasgos notables: a) lo que podríamos llamar el tercerismo y, b) una vocación de cambio que respondía de algún modo al momento que se vivía en cada país. En un contexto en el que capitalismo y socialismo se enfrentaban de plano en un combate ideológico incesante y donde las dos grandes potencias del mundo estaban comprometidas en la Guerra Fría, el mensaje populista trató de navegar entre las aguas de los sistemas contrapuestos, elaborando fórmulas que, si bien carecían casi siempre de un contenido preciso o aún de viabilidad práctica, resultaban impactantes y capaces de movilizar los sentimientos y las energías latentes en amplios sectores de la población. En sociedades tradicionales que enfrentaban un proceso de creciente disolución, por otra parte, los populismos y otras formaciones políticas como el APRA peruano, AD en Venezuela y el PRI en México, se opusieron abiertamente al status quo y fueron abanderados del cambio y hasta de la "revolución", aunque nunca entendiendo a ésta según las coordenadas propuestas por el comunismo. La oposición a la política tradicional, a "la oligarquía y el imperialismo", se engarzó entonces con un mensaje nacionalista, en el que resultó fundamental la prédica por la "justicia social" y la apertura de espacios de poder para quienes se sentían marginados.

Los populismos latinoamericanos se opusieron al capitalismo existente con una fraseología ardiente que apelaba al pueblo, a los "oprimidos", los "descamisados" y los trabajadores, contra los capitalistas, los terratenientes o los dueños de la riqueza. De allí la verdadera raíz del término, la idea de que el pueblo podía por fin llegar al poder derrotando a la oligarquía y al sistema conservador, y el tono izquierdista y encendido que en muchas ocasiones usaron sus líderes, coqueteando con el comunismo y llegando en ocasiones a establecer ciertas alianzas tácticas con él, aunque poniendo cuidado en diferenciarse siempre de la ortodoxia marxista-leninista. Por eso, aun cuando todos los populismos se opusieron decididamente a la economía de mercado libre y abogaron en consecuencia por una fuerte intervención del estado, tampoco afirmaron que hubiese que estatizar todo el aparato productivo o guiar la economía mediante un sistema de planificación centratizado como el de los países socialistas. El populismo, en síntesis, fue más nacionalista que clasista, más antinorteamericano que prosoviético, más apegado a las grandes fórmulas vacías que a programas claros de gestión económica, con lo que se acercó en muchas de sus manifestaciones, indudablemente, al fascismo. [Populism]. (V. FASCISMO, NACIONALISMO ECONOMICO, SOCIALISMO, INTERVENCIONISMO, PROTECCIONISMO).


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