"Contribuciones a la Economía"
es una revista
académica mensual
con el Número Internacional Normalizado
de Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8360
Eloy Fernández Clemente
(CV)
Universidad de Zaragoza
efernan@posta.unizar.es
Reedición de la publicación original en
Una de las tareas menos atendidas en la vida universitaria es la de estudiar el
pasado de lo que actualmente se profesa. En nuestra Facultad de Ciencias
Económicas y Empresariales, a pesar de no contar sino apenas con trece años de
existencia, podemos y deberíamos hacerlo con mayor frecuencia. No en vano fue
Zaragoza la primera ciudad de España en que se abrió una cátedra de Economía
cuando en 1784 la creó la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País,
encargando de esa tarea a Lorenzo Normante y Carcavilla
[1]. Sabemos algo, aunque
muy poco, de esa cátedra tras la marcha de Normante a Madrid, antes de acabar el
siglo. Tras la Guerra de la Independencia, en 1815 se realza la labor de la
cátedra en la que el abogado Agustín Alcaide explica la Economía Política
siguiendo las teorías de J.B.
Say. Pero apenas sabemos de los años centrales del
siglo XIX, hasta que la Economía entre por su pie en la Universidad, vinculada
durante mucho tiempo a la Facultad de Derecho. Es precisamente en los años 70 y
80 del pasado siglo cuando la Economía Política alcanza rango de rigurosa
disciplina académica en la Universidad de Zaragoza
[2]. Y en esos años, una figura
clave, la de José Manuel Piernas Hurtado, desempeña con dedicación y eficacia su
tarea docente así como la investigadora y divulgadora, en diversas
publicaciones. Si a ello añadimos que su estancia, de cinco años, en esta
Universidad, le llevó a otra serie de actividades culturales y cívicas, y le
vinculó de por vida a figuras de la importancia de Joaquín Costa, quizá quede
justificada la dedicación de unas páginas a su figura y obra. AÑOS DE FORMACIÓN
Había nacido J.M. Piernas y Hurtado en Madrid, en 1843: tres años antes que
Costa en Monzón; ambos morirán en 1911 en Madrid y Graus. Piernas se había
graduado corno Bachiller en Artes en el Instituto de Zaragoza
[3]. También en esta
ciudad se gradúa como Perito Mercantil, en 1862. En los años 1861-63 fue
ayudante de la Biblioteca Universitaria, y en ese último se gradúa como
Bachiller en Derecho Civil y Canónico, con sobresaliente, en la misma
Universidad. En esos años es miembro de la Academia Jurídico-práctica Aragonesa
y premiado por ésta con mención honorífica en las actas de 1863.
Dos años más tarde, en 1865, se licencia en los citados derechos Civil y
Canónico y en Administrativo en la “Universidad Central” de Madrid, también con
sobresaliente. Aspirante a oficial en la Dirección General de Contabilidad de la
Hacienda (1865-66), ejerce de abogado en Madrid entre mayo de 1866 y junio del
68. Y desempeña otros varios cargos y encargos: sustituto honorario de los
estudios de aplicación al Comercio en el Instituto de San Isidoro de Madrid, en
las cátedras de Economía Política y Geografía estadística y comercial, y sabemos
también, aunque sin fecha, que la Diputación Provincial de Córdoba le nombró
catedrático de Economía política para las enseñanzas de Derecho agregadas a
aquel instituto. Debió de coincidir con su estancia en esa ciudad, entre julio
de 1868 y mayo de 1870, como oficial letrado de Hacienda Pública. Y, sobre todo,
es de reseñar que es en Córdoba, en la imprenta de El Eco, donde aparece en 1869
la primera edición de una obra suya importante, de la que haremos más amplia
referencia más adelante, el Manual de Instituciones de Hacienda Pública
española, que en principio publica junto con Mariano Miranda Eguía.
PROFESOR CONTESTATARIO
En 1870, apenas con 27 años, y con una apretada biografía profesional y
académica, se doctora en Civil y Canónico (cinco años más tarde logrará el mismo
título en Administrativo), y obtiene la cátedra de Economía Política y
Estadística de Oviedo [4]. Faltan aún algunos años para que, a fines del siglo,
florezca en aquella universidad la gran generación de los Álvarez Buylla
(sucesor suyo en la cátedra). Leopoldo Alas “Clarín” (que le sucede muy
brevemente en Zaragoza, antes), Rafael Altamira, Adolfo Posada, Melquíades
Álvarez, etc. y la célebre “Extensión Universitaria”. Poco sabemos de su
estancia asturiana, aparte que, como era habitual entonces, asumió temporalmente
también las enseñanzas de Filosofía del Derecho y Derecho Internacional, y formó
parte de algún que otro tribunal. En todo caso, para entonces, su ideología ya
ha quedado firmemente establecida, en línea con el krausismo, tan en boga esos
años en España y especialmente entre los juristas más progresistas. Algún dato
más tenemos sobre sus comienzos en tareas divulgadoras que le acompañarán toda
su vida, pues precisamente en los años del sexenio figura como
director-propietario de “El Magisterio Español”, editado en Madrid, periódico de
instrucción pública del que ya había sido en 1867 redactor-fundador.
[5]
Cuando, en 1875, triunfa la Restauración, Piernas va a encontrarse abiertamente
incómodo con las nuevas directrices políticas, que sufre en su propia carne. En
efecto, aunque tras una oposición de traslado es propuesto en primer lugar en
una terna (el 13 de marzo de 1876), el ministro cambiará el orden, postergándole
al tercer lugar y designándole para la cátedra de Valladolid. Sin embargo, una
Real Orden que cumple la sentencia de la Sala de lo Contencioso del Consejo de
Estado, le nombra para la cátedra de Zaragoza, el 8 de agosto de ese mismo año
[6].
Ocupa el número 210 del escalafón de catedráticos de Universidad, y le ascienden
de 3,000 a 3.500 pesetas anuales de sueldo. Sucede en la cátedra a Nicolás
Canales e Ibáñez, cesante por excedencia. Ya entonces Piernas Hurtado estaba
claramente significado corno persona no adicta al régimen canovista. En efecto,
cuando las medidas represoras del ministro Orovio, fue uno de los 21
catedráticos que protestaron, aunque sin ser sancionados
[7]. Desde tiempo antes
sabemos es miembro de la Institución Libre de Enseñanza
[8] y algún autor le
califica de “socialista de cátedra” [9].
CATEDRÁTICO EN ZARAGOZA
Este es el hombre que, con larga experiencia y 33 años, llega a Zaragoza como
catedrático de Economía Política y Estadística (razón, esta última, por la que,
por designación del Rector, será miembro de la Junta de Estadística y del Censo
de la provincia), y toma posesión el 23 de septiembre de 1876, a las once de la
mañana, ante el Rector, Jerónimo Borao, una de las máximas figuras de la vida
cultural y política aragonesa desde un cuarto de siglo antes
[10]. Cuando cinco
cursos después, el 24 de mayo de 1882, da curso el Rector a su solicitud de
traslado a Madrid, en virtud del cambio político que le “rehabilita” y resarce,
el informe decanal añade que “ha desempeñado su cargo en esta Facultad con
puntualidad, celo e inteligencia, habiendo observado además buena conducta
académica” [11].
Aunque para entonces ya ha publicado diversas obras de notable interés, (ver el
Apéndice Bibliográfico), nos interesa especialmente aludir a las que elabora,
reelabora o publica durante su estancia zaragozana. Sin una gran tradición
autóctona, apenas pueden citarse como antecedentes teóricos de la obra de Nemas
y Hurtado los cursos o tratados de Economía Política de
Florez Estrada
(1831), E.M. del Valle (1842), Andrés Borrego (1844), M.
Colmeiro
(1844-45), y “el libro
de esta especie que hoy se halla adoptado más generalmente en las aulas y que en
verdad no carece de mérito, es la Filosofía del interés personal (Madrid 1865,
2ª edic. 1874) del profesor Mariano Carreras y González”; del resto, parece
justo el juicio del italiano L. Cossa: “no se distinguen ni por amplitud y
profundidad de doctrina, ni por agudeza de crítica, ni por rigor de método”
[12].
Lo mismo sucede en el terreno estricto de la Hacienda Pública, en que apenas
merecen citarse como antecedentes
Canga
Argüelles (1826-27, 1833), Conde (1853),
López Narváez (1856), y sobre todo L. M. Pastor, autor de “apreciables tratados
sobre el impuesto y sobre el crédito (Filosofía del crédito, Madrid 1858, 2ª edic.) y de una excelente
Historia de la deuda pública española (Madrid 1863)”
y, aunque desconocido para Cossa, el monumental Curso de Instituciones de
Hacienda Pública en España, de Eustaquio Toledano (1860). En esa línea, el
Manual de Piernas y Miranda Eguía, ya citado (Córdoba, 1869 en su primera
edición, luego Madrid 1875, 1884, 1891 y 1900, las tres últimas con Piernas ya
como único autor), iba a ser calificado de “rico en noticias sobre la historia y
el régimen actual de la hacienda española” (Cossa). La obra definitiva tal y
como ha pasado al acervo de varias generaciones de juristas españoles, es
atribuible fundamentalmente a Piernas [13]. Y su elaboración, él mismo lo indica,
tiene lugar entre 1875 y 1884, es decir en buena parte durante su estancia en
Zaragoza. Se queja Piernas de que todavía a comienzos del siglo XX no ha cuajado
“una consideración total de la vida económica del Estado, hecha en vista de los
principios que determinan la naturaleza de la institución política y
continuamente informada por las enseñanzas de la Economía y del Derecho”,
afirmando que apenas algunos autores alemanes como Rau-Wagner, Stein, Schaffle y
Schoenberg lo han llegado a plantear adecuadamente así.
A pesar de la extraordinaria envergadura de la obra, no hay gran coincidencia
entre los pocos autores españoles que la han considerado desde un punto de vista
histórico: Lucas Beltrán se contradice al calificarle de “la primera
personalidad del mundo científico-económico español a fines del siglo XIX” y
afirmar que “este libro fue probablemente el mejor tratado español de Hacienda
publicado entre los años 1860 y 1917, en que aparecieron respectivamente la
citada obra de Toledano y La Hacienda española: los impuestos, de Francisco Bernis; pero este es casi su único mérito: sus criterios científicos son, en el
mejor de los casos, elementales, y con frecuencia desorbitados; sus errores de
carácter histórico, numerosos” [14]. Juan
Velarde, que estudia, como veremos, su
relación con J. Costa, indica cómo “gracias a Piernas Hurtado podemos conocer
aportaciones desde el punto de vista matemático de unos cuantos españoles,
aunque ignora, entre otras, la destacada figura de Juan López de Peñalver y sus
Reflexiones sobre la variación del precio del trigo”
[15]. Por su parte Miguel Artola llega a calificar su “manual” de “un texto de especial importancia”
[16].
Ahora bien, lo que sí consta que Piernas elabora y publica durante su estancia
en la Universidad de Zaragoza, es el curioso Vocabulario de la Economía que
subtitula como “Ensayo para fijar la nomenclatura y los principales conceptos de
esta ciencia”, publicado primeramente en Madrid, en 1877, y cuya segunda
edición, de Zaragoza 1882 (imprenta de J. Sanz) es la que manejamos, por el
especial interés del prólogo-dedicatoria. Está dedicado al ya citado profesor de
Piernas, Mariano Carreras y González [17] a quien reconoce deber “los primeros
conocimientos que adquirí en materias económicas, y, lo que vale todavía mucho
más que esto, la afición y el entusiasmo con que sus elocuentes lecciones me
impulsaron hacia unos estudios, que han llegado a ser la ocupación preferente de
mi vida”. Sin embargo, Carreras ha publicado después de la primera edición del
Vocabulario de Piernas su “Philosophie de la science economique” en que critica
al discípulo, y ahora éste aprovecha la dedicatoria para polemizar, aunque muy
amistosamente: “Gran servicio ha prestado a la ciencia este humilde Vocabulario,
con haber sido la causa de que usted escriba una obra que no tiene semejante
entre todas las de los economistas españoles”. No renuncia Piernas a sus ideas,
que Carreras califica de “peligrosas”, a la vez que cree ver la razón del ataque
en que se le identifica con los “socialistas de cátedra” a los que se deba
combatir: “y yo no me encuentro entre ellos”, afirma.
“Yo no reniego -añade- de las tradiciones de nuestra ciencia y al contrario
pretendo, en muchos puntos restaurarlas; creo con
Quesnay
y los fisiócratas en
la existencia de leyes naturales económicas; profeso el mismo concepto que Adam
Smith
tenía acerca de la producción de la riqueza; amo la libertad como
Bastiat
y admito sin inconveniente el lema famosísimo del Laíssez faire, Iaissez passer.
Es verdad, que no aprecio la acción de esas leyes naturales del mismo modo que
los individualistas modernos, que para mí tienen tanta importancia como el
aumento de la riqueza, su equitativa distribución y su racional empleo, que
busco a la libertad fundamento mejor que las exigencias del interés personal.” Y
aunque rechaza el estatismo, el nacionalismo, el proteccionismo, impuesto
progresivo, etc. del socialismo también lo hace del carácter dogmático, cerrado
e inmutable que los individualistas quieren conferir a la Economía, o el
concepto de libertad como “única condición y resultado de la organización
social, el Estado hecho un mero asegurador de vidas y haciendas, el orden
económico separado del de la Moralidad y regido por el principio exclusivo del
interés...” Afirma Piemas que “Hoy no se piensa como hace un siglo acerca de la
naturaleza y fin del hombre, no se tiene el mismo concepto que entonces de la
libertad, ni del Estado, ni de la Moralidad, ni del Derecho.., y es en vano
pretender que las influencias de su renovación no toquen a la Economía...” De
ahí que Piernas elige un camino intermedio, autocalifica sus ideas de “Escuela
armónica” (!la misma expresión de Costa para la agricultura!), y propone
conciliar “el bien y el interés, la libertad y la organización, el individuo y
el Estado dentro del orden económico” la economía con otras ciencias. Y cita a
diversos autores, aunque con especial preferencia a Ives Guyot (“La ciencia
económica es esencialmente inmoral”). Por eso termina con esta afirmación: “Para
que la justicia se cumpla no bastan las leyes naturales jurídicas y la libertad
de obedecerlas, es indispensable además, una acción colectiva, un organismo
especial, y el bien económico.., exige también una cierta conducta, una serie de
esfuerzos individuales y sociales, una organización tan voluntaria como se
quiera; pero fija y determinada y esto es precisamente lo que interesa saber, lo
que ha de estudiar la ciencia... “ Quiero la libertad sin los abusos que V. cree
irremediables; quiero que se haga lo posible por evitarlos, que se utilicen de
una manera positiva los recursos, que contra ellos ofrece la libertad misma, y
quiero sobre todo, que esos abusos se condenen siempre y en cualquier forma que
se presenten, en vez de sancionarlos, encogiéndose de hombros ante ellos, como
hacen los individualistas”.
Por lo demás, el libro, que tendrá un gran éxito por su sencillez y claridad
(será uno de los Manuales Soler de gran difusión con el título en cubierta tan
sólo de “Economía Política”), está estructurado en grandes conceptos, ordenados
alfabéticamente, al igual que hiciera en su célebre “Epítome” Juan Bautista
Say,
y también como aquél se ofrece al fin un “orden que puede seguirse para una
lectura metódica”. Según ella, tras unos capítulos introductorios, se divide la
parte general en cuatro grandes bloques (fin económico, producción, cambio,
consumo), destacando el tercero por su extensión y el interés de voces como
circulación, competencia, monopolio, etc.; finalmente, una parte especial
contempla los grandes conceptos teóricos como estado, comunismo, socialismo, etc,
o actos prácticos de macroeconomía como deuda pública, arancel, tratado de
comercio, etc.
El “Vocabulario” interesó mucho a Giner de los Ríos, quien lo cita como símbolo
de un paso adelante ante la definición de economía dada por Ahrens en el sentido
de “conjunto de operaciones referentes a la obtención, distribución y consumo de
bienes materiales”. Giner cree que esas son funciones particulares de la
actividad económica, pero no el total objeto de la Economía
[18].
EL ATENEO, LA REVISTA DE ARAGÓN Y JOAQUÍN COSTA
No fue -y este es otro aspecto muy destacado de la figura de Jose Manuel Piernas
y Hurtado- su paso por Zaragoza puramente académico y de silencioso escritor.
Dos datos tan sólo, para no alargar más esta información: por una parte, su
contribución decisiva en la creación, en 1878, del “Ateneo científico, literario
y artístico” de la ciudad: “Nació el citado “Ateneo”, por impulso indirecto que
le comunicaron desde el salón colorado del “Casino Principal”, Mario de Lasala.
José Manuel Piernas y Faustino Sancho y Gil, quienes provocaron por entonces una
serie de memorables conferencias literarias y científicas, que se celebraron en
dicho centro de recreo, y a las cuales asistía reducido número de socios... “
[19]
El otro dato es su presencia igualmente en otra decisiva actividad cultural
aragonesa, cual fue la fundación de la primera Revista de Aragón, creada también
en esa emblemática fecha de 1878. La revista, auténtico banderín de enganche de
la cultura regional, tiene en plantilla al joven Mariano de Cavia, al gran
novelista costumbrista J.M. Matheu, y, además de los citados fundadores del
Ateneo, a escritores tan celebrados como J. Arnau, Eusebio Blasco, Polo y
Peyrolón, Marcos Zapata, y un largo etcétera, en el que debemos citar tres
mujeres -hecho insólito en la época- tan destacadas como Concepción Gimeno,
Pilar Sinués y Pilar Cavia, sin olvidar la recluta exterior de un “Clarín”,
Núñez de Arce, J. Ortega Munilla, y otros varios. Aunque sólo hemos encontrado
un artículo de Piernas en la Revista, este es amplio e interesante
[20]; y durante
toda la etapa de la revista (1878-80) figura como colaborador. En todo caso, un
auténtico “mirlo blanco” entre lo que entonces, y a veces aún hace poco, se
estilaba entre algunos profesores de Universidad “visitantes” en provincias por
algunos meses o años. Sabemos -por el Espasa- algo de la historia
posterior de Piernas, que “se afilió al partido republicano pero sin vocación
política, su actividad fue escasa y de corta duración en este sentido,
rechazando el ser elegido para cargos parlamentarios. Tuvo, en cambio, muchos y
diferentes cargos públicos, siendo consejero de Filipinas, inspector general de
enseñanza, decano de la Facultad de Derecho de Madrid, vicepresidente de la
Comisión codificadora de la legislación de Hacienda pública (que no ha logrado
realizar su misión) y de la Academia de Jurisprudencia, académico de la de
Ciencias Morales y Políticas (1905), consejero de Instrucción pública y del
Instituto de Reformas Sociales, etc.” [21] Además de la citada actividad en
“EL Magisterio Español”, es
preciso citar algunas colaboraciones suyas en “La España Moderna”, en la última
década del siglo XIX. Es, sin duda, aquella, una época intensa y brillante de
Piernas, que participa activamente en el Ateneo madrileño, con una cátedra sobre
“La cooperación internacional”, luego miembro y presidente de la sección de CC.
Morales y Políticas y finalmente de la de Ciencias históricas
[22].
Sin duda allí coincidió con frecuencia con Joaquín Costa, con quien iba a
estrechar aún más lazos ya lejanos. Por ejemplo, Piernas colabora con una
información sobre la “andecha”, en el estudio sobre Derecho consuetudinario de
Costa [23]. También recoge Costa, en su obra principal sobre
Colectivismo agrario,
la noticia de la participación de Piernas en el segundo Congreso de la “Alianza
Cooperativa Internacional” (París, octubre de 1896), en que presentó este
“entusiasta adalid y promovedor de esta clase de instituciones en España, un
registro y memoria descriptiva de ciento noventa y cuatro sociedades
españolas” [24]. Por último, Piernas Hurtado colabora igualmente con Costa en la
célebre encuesta sobre Oligarquía y caciquismo, opinando que la mejor forma de
combatir el caciquismo es reducir su ámbito de influencia, es decir, suprimiendo
todo tipo de delegación de funciones o “descentralización”. Y hace una
exposición rotunda, proponiendo que “las funciones del Estado, sean éstas o
aquéllas, muchas o pocas, los servicios que se declaren generales o públicos,
los desempeñará el Gobierno por sí mismo, sin que se admita delegación alguna ni
intervención en ellos de las entidades locales; y las atenciones de la vida
municipal y provincial, los servicios de carácter puramente local, estarán al
exclusivo cargo de los ayuntamientos y diputaciones, con entera independencia de
la Administración general” [25].
No termina ahí la relación de Piernas con Costa, pues parece colaboró con él en
los planes políticos en torno a la Unión Nacional
[26]. Además, Costa califica a
Piernas de “nuestro asesor financiero” y cuenta, a su confidente y corresponsal
M. Bescós, que fue testigo de una de sus reiteradas renuncias al directorio de
la Unión Nacional, y que le pareció mal [27]. También, en su correspondencia con Giner, menciona Costa a Piernas Hurtado, considerándole muy próximo y de
autoridad semejante a la del propio Giner Azcárate, Alas, Cajal o Altamira
[28].
Poco antes de jubilarse, todavía tuvo José Manuel Piernas y Hurtado una ocasión
decisiva para influir en la futura ciencia económica española, pues tuvo que
presidir, en 1904, el tribunal para la cátedra de Economía y Hacienda de la
Universidad de Barcelona, que había tenido 31 firmantes (entre ellos, nada menos
que Flores de Lemus, Bemis y Zumalacárregui, retirándose los dos últimos para
presentarse a Salamanca y Santiago). Piernas votó, junto con otros cuatro de los
cinco restantes miembros del Tribunal, a Flores de Lemus, sin duda el gran
maestro de la economía española contemporánea
[29]. El ciclo se cerraría muchos
años después, cuando uno de los mejores discípulos de Flores, Enrique Rodríguez
Mata, ocupe por algún tiempo la cátedra de Economía y Hacienda de Zaragoza
[30].
Pero esa es otra época, otra historia, que quizá algún día deba también
acometerse, para saber de dónde venimos y, así, quizá, mejor, a dónde vamos.
ANEXO. OBRAS DE J.M. PIERNAS HURTADO
1 1868 - Comentarios y concordancias a la Ley de Instrucción Pública de 1857.
Madrid.
2 1869- Manual de Instituciones de Hacienda Pública Española. Córdoba. Im. de El
Eco, 600 pp. 2ª. ed., Madrid 1875. Ambas en colaboración con Miranda Eguía. Para
las siguientes ediciones, ver nota 8.
3 1870- Discurso leído en la apertura de curso de la Universidad de Oviedo.
Oviedo,
4 1873 - Tratado elemental de Estadística. Madrid, Imp. de Galiano. En colab.
con Carreras y González esta primera edición; la 2ª. sólo de Piernas. Madrid.
5 1874 - Ideas y noticias económicas en El Quijote. Ligero estudio bajo este
aspecto de la inmortal obra de Cervantes. Madrid, Imp. de Juan Aguado, 84 pp
6 1874- Indicaciones sobre el concepto y plan de la ciencia económica. Madrid,
31 pp.
7 1877 - Vocabulario de la Economía. Ensayo para fijar la nomenclatura y los
principales conceptos de esta ciencia. Madrid, 197 pp. Segunda edición en
Zaragoza, 1882.
8 1884 - Tratado de la Hacienda Pública y examen de la española. Madrid. 2 vols.
Imp. M.G. Hernández. Es la tercera edición, ya en solitario, del Manual de
Piernas (ver cita 2). La cuarta será también impresa en Madrid, 1891-92.
9 1885 - Proyecto de dictamen en la Información sobre la mejora de la situación
de la clase obrera. Madrid.
10 1885 –“La Andecha”, en J. COSTA: Materiales para el estudio del Derecho
municipal y consuetudinario, de España. Madrid.
11 1885 -Introducción al estudio de la Ciencia Económica. Madrid, imp. de
Victoriano Suárez, 107 pp.
12 1889 - Estudios económicos. (El concepto y estado actual de la Economía
Política y La llamada cuestión social). Madrid, Tip. de Lucas Polo, 163 pp.
13 1889- “La Hacienda inglesa”, en Boletín de la Institución Libre de Enseñanza
(BILE), t. XIII. pp.43-45.
14 1889- “Una nueva teoría acerca del capital”, en BILE, t. XIII. pp. 233-235.
15 1890 - El movimiento cooperativo- Tres conferencias en el Fomento de Ias
Artes, Madrid, Tip. de M.G. Hernández.
16 1892 – “Les societés cooperatives en Espagne et Portugal”, en
Revue
d’Economie Politique. París.
17 1892 – “El pago de la justicia”, en BILE, t. XVI, pp. 217-220.
18 1896 – “La economía en España. Nota bibliográfica”, en BILE, t. XX, pp.
283-284.
19 1896 – “La Alianza Cooperativa Internacional”, en El Previsor, Barcelona, núms, 263, 265, 266 y 269
20 1897 - Primer Congreso Cooperativo Español. Fines y Programa. Reglamento,
etc. Madrid.
21 1901 – “Informe” en J. COSTA: Oligarquía y caciquismo, Madrid.
22 1901 - Programa para un Curso de Hacienda. Madrid, 32 pp.
23 1903- Principios elementales de la Ciencia Económica. Madrid, 567 pp.
24 1905 - Acerca del principio de la solidaridad y de sus consecuencias en el
orden económico. Discurso en la recepción en la Real Academia de Ciencias
Morales y Políticas. Madrid.
25 1907 - La Casa de Contratación de Indias. Madrid.
______________________
NOTAS
[1] G. García Pérez: La economía y los reaccionarios, Madrid 1974, y, sobre todo,
A. Peiro: “Burguesía, Ilustración y análisis económico: Lorenzo Normante y la
Cátedra de Economía Civil y Comercio”, en L. Normante: Discurso sobre la
utilidad de los conocimientos Económico-Políticos, y /a necesidad de su estudio
metódico (Zaragoza, 1784); Proposiciones de Economía Civil y Comercio (Zaragoza,
1785); Espíritu del Señor Melón en su Ensayo político sobre el Comercio
(Zaragoza, 1786), reed. de Zaragoza, 1984, pp. 13-32.
[2] J. Longares Alonso: “La Universidad de Zaragoza durante la Restauración” en la
obra co!ectiva (dir. por A. Beltrán) Historia de la Universidad de Zaragoza,
Madrid 1983, pp. 289-318.
[3] Este y otros datos que seguirán, figuran en
el expediente personal que he podido consultar al la Biblioteca Universitaria de
Zaragoza. No he conseguido encontrar explicación a ese examen zaragozano, aunque
el hecho de que en años siguientes trabajase precisamente en dicha Biblioteca
sugiere que no se bajó de algo pasajero.
[4] El nombramiento es de 26 de abril de 1870.
[5] J.L. Sastre: El Magisterio Español, Madrid 1967, no hace referencia a Piernas.
Sin duda porque no maneja los números de la segunda época, 1868-69, cuyos tomos
encontré, sin embargo, en la Hemeroteca de la Casa de Cultura de Teruel. Tras la
“Gloriosa” revolución de septiembre de 1868, se inicia esa 2ª. época, dirigida
primero por el profesor de Ciencias Emilio Ruiz de Salazar y Usátegui y luego
por Piernas, que en el número 4 (30 de diciembre de 1868) escribe con rango de
editorial sobre una vieja aspiración: ”Las criticas circunstancias que atravesó
El M.E. durante su primera época, hicieron imposible la realización de una idea,
que debió plantearse inmediatamente después de la fundación del periódico” (..)
“la asociación, en una palabra, de todas las categorías del Magisterio. No ya la
ejecución; pero ni aún la simple enunciación de estos propósitos se nos permitió
en aquellos días”. La propuesta, ahora que la situación política ha cambiado, es
la de realizar elecciones libres entre los profesores de los tres niveles de
enseñanza -primaria, secundaria y superior- eligiéndose un representante de cada
nivel en todas las provincias. Tendría voto todo profesor público o privado en
ejercicio, y la Junta Central estaría formada por profesores residentes en
Madrid, pero elegidos por las Juntas Provinciales. Entre sus amplísimas
atribuciones, estarían la de discutir los métodos de enseñanza, los problemas
científicos, políticos y económicos de la enseñanza, la celebración de un
congreso de la enseñanza y una exposición de material didáctico; propagar la
enseñanza gratuita; proponer continuas reformas; establecer premios y concursos;
editar obras; citar un gran Montepío del Magisterio, etc. El paso de Piernas por
la publicación debió de ser, sin embargo, bastante breve, pues en 1869 no
aparece ya en ella, según la citada obra de J.L Sastre. Longares, loc. cit.,
p308, dice, equivocadamente, que funda y dirige “El Magisterio Español” en 1882.
[6] Según se observa en su expediente, el nuevo gobierno Sagasta quiere “reparar a
los opositores perjudicados” (con fecha de 16 de junio de 1882) nombrando a
Nemas catedrático con 6000 pesetas de sueldo, “entendiéndose que este
nombramiento consume turno de concurso”, coincidiendo casualmente ese ascenso en
el escalafón con su traslado a Madrid, el 24 de junio de ese año.
[7] G.J.G. Cheyne: El don de consejo..., p. 262, n. 196. Entre otros no
sancionados: Antonio Machado (padre), Miguel Morayta, F. de P. Canalejas,
Federico de Castro, M. Sales y Ferré, etc. El papel de Piernas en la “cuestión
universitaria” fue bastante relevante, según V. Cacho Viu: La Institución Libre
de Enseñanza, Madrid 1962, p. 289. Así, cuando Azcárate imprime un texto de
protesta para que lo conozcan los posibles firmantes, “no faltó, incluso, un
intento por parte de los promotores de hacer llegar confidencialmente a manos de
Cánovas el impreso en cuestión. Llevaba éste pie de imprenta, pero no firma,
puesto que se trataba tan sólo de un proyecto de exposición al Gobierno, que se
pretendía firmase todo el profesorado. El profesor Carreras y González aceptó el
llevar a cabo esa delicada gestión cerca del presidente del Consejo de
Ministros... La gestión le fue propuesta por conducto de un antiguo discípulo
suyo, amigo de los profesores que habían editado la exposición: José Piernas y
Hurtado, catedrático de Economía Política en Valladolid. No tuvo ocasión, sin
embargo, de realizarla. La policía, enterada del asunto, recogió todos los
ejemplares...” Por su parte, A. Jiménez Landi, La Institución Libre de
Enseñanza, I, Los orígenes, Madrid 1973, p. 484, cree que Piernas y los otros no
fueron sancionados porque “tal vez retiraran sus protestas o las hiciesen en
términos que la superioridad no creyó punibles, también cabe que los rectores no
las cursaran”.
[8] Jiménez Landi, op. cit., p. 715 en su lista de accionistas de la ILE le
designa todavía como catedrático de Valladolid. Cheyne, en J. Costa. El gran
desconocido. Barcelona 1972, p. 178, coincide en ese dato, y le cita también
entre la impresionante lista de apoyo a la “Universidad Libre de Madrid”. Por su
parte, J. Longares, op. cit., p. 308, afirma que en 1870 era Piernas auxiliar en
Madrid de la çátedra de Giner. Sobre el ambiente aragonés en torno a la ILE y a
Joaquín Costa, puede verse mi art. “Los aragoneses en la Institución Libre de
Enseñanza”, en el libro de E. Fernández Clemente y C. Forcadell: Estudios de
historia Contemporánea de Aragón, Zaragoza 1978, pp. 193-205.
[9] J,M. González Estefani, “El socialismo humanista: 1800-1965”, art. en Arbor,
nums. 271-272 y 273-274, Madrid, 1968, le sitúa entre los principales (Giner,
Azcárate, Sanz Escartin y otros). J.
Velarde, en su
Introducción a la Historia
del pensamiento económico español en el siglo XIX, Madrid 1974, p. 298 destaca
cómo “la angustia del problema social lo manifestó en 1874 en sus Indicaciones
sobre el concepto y plan de la Ciencia Económica José M. Piernas y Hurtado, y
culminó en Gumersindo de Azcárate, cuando éste publica en 1876 sus Estudios
económicos y sociales. Bastantes de las causas del talante de un Flores de Lemus
o un Bernis, reside en esto”.
[10] En los cinco años que permanece en
Zaragoza hay pocas incidencias en su expediente. Dos permisos solicitados en las
Navidades del 76 y 77 por “asuntos particulares de interés” que “exigen por
algún tiempo su residencia en Madrid”; los reglamentarios comunicados de sus
vacaciones de verano, que pasa en Ocaña (Toledo) en los años 1878 al 81;
diversas solicitudes de ascensos de sueldo y categoría (a 4500 pesetas en 1879,
a 5.000 anuales en 1882, en que ocupa el lugar 171 del escalafón), por las que
sabemos del positivo informe del decano, Clemente Ibarra: “el referido Profesor
viene desempeñando con puntualidad la Cátedra de su cargo, que posee dotes para
la enseñanza, que es laborioso y capaz, según lo acredita por las obras que ha
publicado y de que hace mérito en su hoja de servicios”.
[11] Tras subir al poder los fusionistas, el primer gabinete liberal de Sagasta
tiene como ministro de Fomento a José Luis Albareda, que a los siete días del
juramento ante Alfonso XlI firma el famoso Decreto de 3 de marzo de 1882, que
deroga la medida de 12 de abril de 1875 de expulsión de diversos profesores,
devueltos a sus cátedras y, en los casos de Giner, Azcárate, Salmerón, Calderón
y González de Linares, devolviéndoles al escalafón y derechos que les
corresponderían si no hubieran sido cesados por Orovio. Junto al claustro de
Oviedo, encabezado por Adolfo Alvarez Buylla, que se apresura a enviar su
enhorabuena a los respuestos, firma éste en representación de Piernas Hurtado,
aún en Zaragoza, y poco después beneficiario a su vez de dichas medidas. Cit. en
Jiménez Landi, op. cit., t. II, 2, 666-667.
[12] L. Cossa: Guía para el estudio de la Economía Política... (traducción por el
catedrático de Valladolid, Jorge M. de Ledesma y Palacios), cito de la segunda
edición, Valladolid 1884, p. 240).
[13] En el Prólogo a la 5ª. edición, de 1900, indica Piernas: “Las dos primeras
ediciones de esta obra, que escribimos en unión de nuestro malogrado e
inolvidable amigo el señor Miranda Eguía y se publicaron en 1869 y 1875
respectivamente, fueron no más que ensayos ligerísimos, manifestación de
impresiones recibidas en las aulas, sentidas con la viveza y expuestas con la
irreflexión propia y disculpable de los juveniles entusiasmos. La tercera
edición, de 1884, tuvo ya carácter diferente: era el resultado de serias
meditaciones, de estudios tal vez poco fecundos, pero hechos con el doble
estímulo de la afición al asunto y de los deberes del magisterio. Pusimos
nuestro modesto esfuerzo en el empeño de dar unidad y método a la ciencia de la
Hacienda, y si bien no creemos haberlo conseguido enteramente, tampoco hemos
hallado motivo para cambiar fundamentalmente nuestra obra”.
[14] L. Beltrán: Historia de las doctrinas económicas, Barcelona 1970, p. 360.
[15] J.
Velarde:
Introducción ..... p50.
[16] M. Artola: La hacienda del Antiguo Régimen. Madrid, 1982, pp. 33-34.
[17] “Ex–Diputado a Cortes, Senador del Reino, Catedrático de Economía política y
Derecho mercantil en el Instituto de San Isidro de Madrid, etc” Con Carreras
había publicado Piernas su Tratado elemental de estadística en 1874, y ese mismo
año se publica el Tratado didáctico de Economía política de Carreras con un
apéndice de Piernas titulado “Indicaciones sobre el concepto y plan de la
ciencia económica”. Ya hemos dicho más arriba su vinculación a Carreras y el
papel de ambos en la “cuestión universitaria”.
[18] “Este objeto -añade- es la propiedad, o en otros términos la relación del
hombre con la Naturaleza... A este concepto, latente en toda la historia de la
Economía o indicado quizá por vez primera en los trabajos del malogrado escritor
don José Luis Giner (en varios artículos y en sus Nociones de Economía), se
vienen inclinando entre nosotros algunos de nuestros profesores y escritores.
Entre ellos merecen singular mención los señores Azcárate (Estudios económicos y
sociales) y Piernas (Vocabulario de la Economía), cuyas diferencias no destruyen
la unidad de concepto común.”, cita de las Notas a la Enciclopedia jurídica de
Ahrens, con una nota sobre arrendamientos rurales y pecuarios de Joaquín Costa.
La “Enciclopedia” se publicó en Madrid, 1878-70, y hay edición de las citadas
‘Notas’ en las O.C. de Giner, Madrid 1965. La cita viene en Jiménez Landi, op.
cit., t. II, 1, p. 328.
[19] J. Gimeno y Fernández Vizarra: ¡Vamos muy despacio!, Zaragoza 1888, p. 130.
El propio Joaquín Gimeno había colaborado luego a desarrollar la idea, junto con
otro periodista, Salvador Morales, los grandes juristas Marceliano Isábal o
Joaquín Gil Berges -ambos destacados republicanos, el segundo ex-ministro de la
I República, que presidirá el Ateneo-, etc.
[20] J.M. Piernas Hurtado: “Un proyecto de Catastro”, en
Revista de Aragón,
Zaragoza 10 de diciembre de 1878, nº6, pp. 43-44.
[21] El Espasa añade aún que fue representante de España en el Museo Social de
París y fundó algunas sociedades cooperativas, como La Mutualidad en el Fomento
de las Artes y El Hogar Español, y ocupó importantes puestos en la dirección,
por ejemplo, de la Compañía Arrendataria de Tabacos y El Crédito Iberoamericano.
También fue el iniciador del censo de la población española en América,
dirigiendo sus trabajos. Casó con la marquesa de Vista Alegre.
[22] F. Villacorta Baños: El Ateneo de Madrid, Madrid 1985, pp. 99, 246, 264.
[23] J. Costa: Derecho consuetudinario y economía popular de España, ed. de Guara,
Zaragoza 1981, t. II, pp. 133-138. El trabajo, recopilado inicialmente por el
institucionista asturiano Manuel D. Pedregal, había visto luz en la “Revista
General de Legislación y Jurisprudencia” y es recogido por Costa en primer lugar
en Materiales para el estudio del derecho municipal y consuetudinario de España
(Madrid 1885). Estudia pervivencias en Asturias de esta manifestación
cooperativa, en que se ayuda a un campesino gratuitamente, a cambio de comida,
especialmente cuando se trata de viudas y huérfanos, o enfermos.
[24] J.Costa: Colectivismo agrario, ed. de Guara, Zaragoza 1983, t. II, p. 166.
Por su parte, J.
Velarde, en su
Introducción ... p. 309 señala que es muy
probable que Piernas influya en Costa para que se fije en Flórez Estrada como
precursor de las ideas colectivistas. Sólo Piernas, en su Introducción al
estudio de la ciencia económica (1895) y Olascoaga (Estado actual de los
estudios económicos en España, 1896) se habían fijado en ese precedente: “La
cuestión social. Origen, latitud y efectos del derecho de propiedad”, opúsculo
de 1837, incorporado en 1840 a la 5ª. ed. de su famoso Curso de Economía
Política. También señala
Velarde que “cuando hace Costa la estadística de las
cooperativas que en ese momento existen, toma las cifras de Piernas Hurtado...
Pero Piernas Hurtado cuando ofrece datos estadísticos es muy ligero, pues he
visto que coge el primer dato que tiene a mano y se queda tan tranquilo” (Ibidem,
p. 315).
[25] J. Costa: Oligarquía y caciquismo... ed. de Guara, Zaragoza, 1982, t. II. pp.
213- 217.
[26] G.J.G. Cheyne: Confidencias políticas y personales:
Epistolario Joaquín
Costa-Manuel Bescós, 1899-1910. Zaragoza, 1979, pp. 198-200, da cuenta de un
interesante borrador de un documento de 1900, destinado a las reticentes clases
intelectuales para animarlas a discutir en el Ateno de Madrid las propuestas de
la Asamblea de Zaragoza hacia una Liga de Unión Nacional. En dicho borrador se
habla de la asistencia a esa Asamblea de “autorizada representación de centros
literarios y profesionales de diversas provincias... y reputados publicistas y
profesores universitarios, tales como los Sres. Alas (D. Genaro), Cossío (D.M.
Bartolomé) y Piernas Hurtado, tomaron parte en sus deliberaciones con trabajos
notabilísimos que marcan segura orientación, en algunas de sus ramas...” Entre
los firmantes de ese llamamiento a los intelectuales figuran junto a Costa,
Altamira, Cajal, Unamuno, Alvarez Buylla, Sales y Ferré, Martínez Vargas,
Bretón, Chapí, etc. Cheyne indica que Piernas “colaboró con Costa en trabajos
relacionados con la Unión Nacional y la Revista Nacional, a la que contribuyó
entre otros el articulo “Bravo Murillo” (p. 34).
[27] G.J.G. Cheyne: Confidencias... Zaragoza 1979, p. 34.
[28] G.J.G. Cheyne: El don de consejo. Epistolario de Joaquín Costa y Francisco Giner de los Ríos (1878-1910). Zaragoza 1983, pp. 147 y 167.
[29] J.
Velarde:
Introducción... p. 113.
[30] F. Estapé: Prólogo a E. Lluch y LL. Argemi:
Agronomía y fisiocracia en España
(1750-1820), Valencia 1985, p. XXXII. El propio Fabián Estapé ocuparía a su
vez,-también por poco tiempo, lamentablemente-, dicha cátedra de la Facultad de
Derecho de la Universidad de Zaragoza, que por entonces, 1956, había contado
hacía pocos años con el magisterio de Jaume Vicens Vives en la Facultad de
Filosofía y Letras, también demasiado breve.
Eloy
Fernández Clemente (Andorra, Teruel, 1942) es Catedrático de Historia Económica
en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de
Zaragoza. Desde su tesis doctoral La
Ilustración Aragonesa (Universidad de Madrid, 1969, edit. Cazar, 1973) y su
libro Aragón contemporáneo (Madrid, Siglo XXI, 1975) ha publicado numerosos
libros y artículos, la mayoría sobre la historia contemporánea de Aragón y desde
una perspectiva económica. En 2001 fue nombrado
asesor extranjero del Centro de Estudios de Historia Contemporánea de Portugal,
y el 15 de enero de 2002 ingresó como académico correspondiente en la Real
Academia de Ciencias Morales y Políticas, para la que había sido elegido dos
años antes. Ha publicado artículos en
revistas como Información Comercial Española, Revista de Historia Económica,
Hacienda Pública Española, Agricultura y Sociedad, Papeles de Economía Española,
Economía Aplicada, las portuguesas Análise Social, Ler História, População e
Sociedade, etc., y ha realizado numerosas ediciones de libros, prólogos e
introducciones, traducciones, etc.
Cuadernos Aragoneses de Economía, nº 12, 1988,
Facultad de CC. EE. y Empresariales, Zaragoza, pp. 5-17.