![]()
|
EL LIBRO DEL DESARROLLO
El progreso económico de las naciones, según Adam Smith, no se basa en su localización geográfica, ni en los procesos evolutivos, ni tampoco en las características tropicales -como vimos que afirman las diversas teorías que hasta hoy han liderado el pensamiento económico de América Latina- sino en el esfuerzo que realicen todos y cada uno de sus habitantes. La Riqueza de las Naciones empieza con la siguiente frase:[1]
El trabajo anual de cada nación es el fondo que la surte originalmente de todas aquellas cosas necesarias y útiles para la vida que se consumen anualmente en ella, y que consisten siempre o en el producto inmediato de aquel trabajo, o en lo que con aquel producto se adquiere de las demás naciones. Según, pues, aquella proporción que este producto, o lo que con él se adquiere, guarde con el número de los que han de consumirlo, así la nación estará más o menos abastecida de las cosas necesarias y útiles que más conduzcan para su uso o su necesidad.Esa frase resume el mensaje que cristaliza en su obra y que, en definitiva, afirma que la riqueza de una nación depende de tres factores: del eficiente uso de sus recursos naturales y humanos, de un amplio intercambio de sus productos y de una equitativa distribución del ingreso.
A pesar de la soberbia sencillez de ese mensaje sencillez que Smith utiliza en toda su obra- su significado tiene una profunda relevancia para la búsqueda del sendero que conduce al desarrollo de América Latina.
Lo que no dijo:
En razón de que el número de quienes citan a Adam Smith es inmensamente superior al número de quienes lo han leído, antes de analizar su obra es necesario señalar que existen tres grandes mitos que suelen ser falsamente atribuidos a Smith: primero, la política del dejar hacer, dejar pasar; segundo, la existencia de la mano invisible; y tercero, la defensa del capitalismo.
[1] Smith, Tomo I, Libro I, pag. 45.
Laissez faire, laissez passer
|