En sentido general, Nove considera que en una sociedad basada en una compleja economía industrial, sólo existen dos vías o formas para la coordinación de las partes económicas integrantes y el funcionamiento del todo en su conjunto. Estas formas o vías serían por una parte los contratos libremente negociados y escogidos (lo que significa autonomía y una especie de producción de mercancías) o, la otra variante, siguiendo un sistema de instrucciones vinculantes procedentes de las instancias planificadoras. Razonando con Nove “no hay una tercera vía. Lo que puede haber, por supuesto, es algún tipo de combinación de estos dos principios básicos: algunos tipos de decisión podrían ser libremente negociados y otros estarían sujetos a las instrucciones vinculantes de la Administración1 ”.
Desde el punto de vista conceptual, Nove crítica las concepciones de Ernest Mandel y su preceder metodológico para determinar las relaciones de mercado como mecanismo de coordinación y diferenciarlas del plan. Según él “Donde Mandel se equivoca es en trazar la línea entre el plan y el mercado entre ex ante y ex post. Por supuesto que muchos bienes son hechos por pedido previo. Seguro que la línea entre el plan y el mercado no corre entre la confección por encargo y la prete a porter. (…) Sin duda existe el mercado, la producción mercantil, cuando los bienes son fabricados para la venta, para el cambio y no para el uso, y esto es así cualquiera sea el grado de integración vertical en el proceso de producción de tal o cual bien2 ”. Como puede observarse, Nove identifica la producción mercantil y el mercado con la producción para el cambio, más que para el uso.
De hecho, en su libro La economía del Socialismo Factible, Nove explica recurrentemente y empleando disímiles ejemplos cómo en la economía de mercado, caracterizada genéricamente por la coordinación ex post, existen elementos ex antes (hay contratos preestablecidos, encargos, estudios de mercados, estudios de tendencia, etc), mientras que en la economía planificada, caracterizada genéricamente por la coordinación ex ante, existen elementos de coordinación ex post, sobre todo en los negocios de más baja escala que tienen que asumir riesgos y producir sin saber siempre cómo actuará exactamente la demanda. Esta noción por una parte pudiera argumentar en favor de la tesis de la no pureza de ningún sistema económico; pero en un perfil más bajo, lo que también parece indicar es que la coordinación ex post es un atributo o característica típica del mercado, como la coordinación ex ante es un atributo o característica típica de la planificación; pero no llegan a ser los elementos diferenciables en un plano de análisis más esencial para distinguir entre plan y mercado.
Tanto el mecanismo de coordinación que establece el mercado como el que establece la planificación, deben llevar incorporados un mecanismo de corrección económica, es decir, algún dispositivo que permita identificar fallos en la coordinación realizada y resolver tal situación en caso de que aparezca, hablando en términos más técnicos, un dispositivo o mecanismo que permita corregir el error económico. Nove es muy crítico en cuanto a las posibilidades reales con que cuenta el mecanismo de la planificación socialista, especialmente la centralizada y burocratizada, para corregir los probables errores económicos realizados en la concepción y aplicación de dicho proceso de planificación.
Para él es imposible saber si los planes son correctos a priori, o ex ante, sin la existencia de ciertos medios de verificación a posteriori. El caso es que Nove se cuestiona “¿cómo pueden determinar los órganos de planificación, ex ante y en nombre de la «sociedad», el valor (valor de uso, naturalmente) de lo que se ha producido, a menos y hasta que el consumidor potencial intervenga directamente en el proceso y pueda de hecho decir «no»?”3 .
Mandel en este sentido, expone su concepción de la democracia económica, de la participación activa e ilustrada de los trabajadores a todos los niveles de la economía, lo que por supuesto daría fuerza a la idea de que la sociedad en su conjunto estaría planificando acertadamente su rumbo económico. Pero Nove es escéptico también en este sentido, según él “… es en verdad una fantasía suponer, como lo hace Mandel, que la democracia efectiva asegurará que la mayoría votará por la acción correctiva necesaria. Esto supone que estará clara cuál es la acción necesaria. En una economía centralizada es extraordinariamente difícil saber exactamente quién o qué es el responsable por este o aquel funcionamiento defectuoso, y la acción correctiva (en ausencia de abundancia) usualmente implica una transferencia de recursos entre usos alternativos”4 .
De hecho, en la concepción de Alec Nove, la única manera de concebir una planificación total y centralizada, al estilo soviético, y esperar que eso sea viable, es asumiendo el supuesto de una abundancia generalizada dominante o de un equilibrio estático permanente. Ninguna de las dos características constituye la regla en ninguna economía moderna.
Otro aspecto metodológico que Nove aborda sistemáticamente es el de la relación centralización – descentralización en los marcos de la planificación y su estrecho vínculo con lo que él denomina el extremo grado de complejidad existente en cualquier economía industrial moderna. De hecho, siguiendo a Nove “Nunca se insistirá demasiado en que la complejidad no es simplemente un asunto cuantitativo, pues, como los marxistas deberían saber, la cantidad se transforma en calidad. Cuestiones tan importantes como la centralización y la descentralización, la planificación y el mercado, los intereses parciales y los intereses globales, la identificación del bien común, la alienación de los individuos, la necesidad y los peligros de la jerarquización y la burocracia y, de pasada, la mayor parte de los grandes problemas que en la actualidad acosan a la economía soviética, proceden, directa o indirectamente, de la amplia escala y de las innumerables interdependencias de la economía industrial moderna, que no es ni puede ser «sencilla»” 5.
El corolario directo que se extrae de esta complejidad es que “es precisa una maquinaria administrativa compleja para asegurar la coordinación y las responsabilidades necesarias”6 .
Como vemos, el énfasis de la argumentación de Nove va dirigido a resaltar que en una sociedad de economía industrial compleja que deseche el empleo del mecanismo de mercado para coordinar la actividad económica, existirá una fuerte tendencia a la centralización de la planificación económica. De hecho, para él, esto es una tendencia objetiva, prácticamente imposible de evitar. Este pensamiento se puede verificar en la siguiente tesis: “Hay que subrayar que en la doctrina marxista existen fuertes tendencias hacia un plan global centralizado. Y esto se debe a razones tanto doctrinales como prácticas. El rechazo de la «producción de mercancías», la afirmación de que la «sociedad» decide deliberadamente sobre las necesidades y su satisfacción, hace difícil concebir la existencia de la descentralización, salvo que se trate de detalles de ejecución. (…) Todo lo que tenemos que hacer es establecer la lógica centralizadora de la «producción para el uso», de la eliminación del mercado”7 .
Este tipo de argumento hay que entenderlo además en el marco del razonamiento más general de Nove acerca de la muy compleja posibilidad de avanzar en ladescentralización, en la autogestión a niveles más bajos o micros del sistema económico, lo que en su opinión, son elementos muy relacionados con la posibilidad material para la verdadera democracia económica y la desalienación de los trabajadores8 .
Otro de los elementos críticos desplegados en la economía socialista basada en una economía industrial compleja y por ende altamente centralizada está en la incapacidad con la que tropieza el centro para «interiorizar» todas las exterioridades, para identificar e imponer el interés general. Esto hace que aun en el marco de una economía y sociedad basada universalmente en el dominio de la propiedad social subsistan importantes conflictos de intereses entre el todo y las partes en definitiva.
También existen serias implicaciones de esta centralización y burocratización a ultranza para un proceso tan fundamental en el crecimiento y desarrollo de una economía moderna como lo es el proceso de innovación y su aplicación a la producción social. Nove capta esta problemática, y la asocia con la planificación de corte burocrática y centralizada. Así plantea: “El cambio técnico, o cualquier tipo de cambio, origina dificultades, y esto por varias razones. En primer lugar, los propios planificadores basan sus instrucciones en los resultados del pasado, y las tablas input-output (así como los saldos de materiales) son inherentemente conservadoras, pues reflejan coeficientes técnicos del pasado. En segundo lugar, el progreso técnico, ya sea en forma de un nuevo tipo de producto o de un nuevo método de fabricación requerirá normalmente algunos cambios en los factores de producción, o en el plan de producción, que estarán más allá del poder de los directores y requerirán la autorización de uno o varios organismos de planificación. Finalmente, toda innovación implica un riesgo, y el riesgo no se premia. De hecho, lo que se premia (involuntariamente) es la aversión al riesgo”9 .
Todos los elementos vistos anteriormente, llevan a Nove a plantear que la mejor solución en cuanto a la correlación centralización – descentralización es una fórmula intermedia, que permita por una parte mantener una visión global del desarrollo económico de la nación y al mismo tiempo mantenga ciertos niveles de descentralización, que aporte más claridad, libertad y funcionalidad al nivel microeconómico. Esto además teniendo en cuenta la relación orgánica que el autor establece entre descentralización y libertad humana.
Otro de los tópicos analizados por Nove es el papel que deben desempeñar los precios y el dinero en la coordinación de la economía socialista. Nove está convencido de que sin dinero, precios e incluso sin la actuación de la ley del valor, no es posible llevar a cabo la coordinación del funcionamiento de una economía socialista, ni tan siquiera pudiera realizarse una correcta planificación. Así refiere que “¿Si la «ley del valor deja de aplicarse en cualquiera de sus formas, la tarea parece carecer de base teórica o estadística, y también de base institucional10 ”.
A partir del análisis que realiza Nove de la realidad soviética, y de sus propias consideraciones teóricas generales, el economista define una serie de ideas sobre el papel fundamental de los precios en la economía socialista. A continuación realizamos una síntesis de las mismas:
Nove establece un criterio sintetizador de lo que concibe en relación a los precios en el socialismo: “… un sistema global de control de los precios no puede ser en ningún caso flexible o racional a causa de la escala. También parece evidente que no se puede concebir de modo realista una sociedad socialista (factible) sin precios. Su existencia es el complemento necesario de la escasez relativa, del coste de oportunidad, de la elección, de la necesidad de calcular los costes y de relacionar el esfuerzo con el resultado, de contar con un vínculo económico entre la oferta y la demanda, así como con criterios para la toma de decisiones descentralizada. La necesidad objetiva de un mecanismo de precios no es la consecuencia de los rasgos específicos del «socialismo» de tipo soviético12 ”.
Sobre esta base, Nove propone una serie de elementos asociados con los precios en su modelo de socialismo factible, como ya sabemos, ampliamente basado en los mecanismos del mercado. Sintéticamente serían los siguientes:
¿Qué teoría del valor corresponderá a esto?Se pregunta el propio Nove que como hemos visto anteriormente crítica ampliamente la teoría marxista del valor – trabajo en su aplicabilidad para la economía socialista. Su respuesta parte de considerar que “no tiene sentido la idea de que en el socialismo no existirá el «valor»”, y considera que “debería corregirse el excesivo hincapié de Marx en el esfuerzo humano, así como su subestimación del valor de uso”. En opinión de Nove, “el valor es la interacción entre el coste, cuyo principal elemento es el esfuerzo humano, y su evaluación por el usuario, el consumidor, es decir, el valor de uso de lo que se produce. La diferencia entre el coste y el precio final de venta es la ganancia. Hacer excesivo hincapié en la utilidad marginal es tan erróneo como ignorarla. (…)13 .
Nove no avanza más allá de estas premisas metodológicas en la formulación de dicha teoría del valor para el socialismo.1 Nove, A. 1987. La economía del socialismo factible. p. 69.
2 Nove. A. 1987. Mercados y Socialismo. En: La crisis de la economía soviética y el debate mercado/planificación. p.76.
3 Nove, A. 1987. La economía del socialismo factible. p. 152.
4 Nove. A. 1987. Mercados y Socialismo. En: La crisis de la economía soviética y el debate mercado/planificación. p. 83.
5 Nove, A. 1987. La economía del socialismo factible. p. 51 -52.
6 Íbidem, p. 54.
7 Íbidem, p. 46 – 47.
8 “… abogo por la descentralización del grueso de la economía, para que los hombres puedan ser tan libres como sea posible, como consumidores y como productores”. Nove. A. 1987. Mercados y Socialismo. En: La crisis de la economía soviética y el debate mercado/planificación. p.78.
9 Nove, A. 1987. La economía del socialismo factible. p. 115.
10 Íbidem, p. 44 - 45.
11 Íbidem, p. 154.
12 Nove, A. 1987. La economía del socialismo factible. p. 157.
13 Íbidem, p. 324.