En sentido general, Mandel realiza un enfoque de las relaciones mercantiles y la planificación socialista más sistemático que el que realiza Alec Nove, aunque también resulta ser más teórico - general.
En su análisis Mandel contrapone como contrarios el plan y el mercado. Tal y como comentaba Nove, Mandel distingue la coordinación del plan de la que realiza el mercado mediante la distinción entre coordinación ex ante y coordinación ex post. En términos de Mandel es como sigue: “Planificación no es equivalente a asignación perfecta de recursos, ni a asignación científica, ni siquiera a asignación más humana. Significa simplemente asignación directa, ex ante. Como tal, es el opuesto de la asignación de mercado, que es ex post. Estos son los dos modos básicos de asignación de recursos, y son fundamentalmente distintos de su contrario, aún si en ocasiones pueden ser combinados en precarias e híbridas formas transicionales. Tienen, esencialmente una lógica interna diferente. Generan distintas leyes de movimiento. Difunden motivaciones divergentes entre productores y organizadores de la producción, y encuentran expresión en distintos valores sociales. (…) Cualquiera sea su forma, todo esto implica una asignación directa, a priori, de los recursos a través de la elección deliberada de cierto cuerpo social. En el polo opuesto se encuentra la asignación a través de las leyes objetivas del mercado que, a posteriori, contrarrestan o corrigen las decisiones tomadas previamente por cuerpos privados, separada o autónomamente del resto” 1. Mandel llega a reconocer que, “En sentido histórico, existe una contradicción básica entre el principio de planificación y la ley del valor 2”. De cualquier forma, dado que en el período de transición al socialismo la ley del valor y el plan deben convivir - aunque sea en forma crítica, contradictoria, transitoria -, Mandel establece la naturaleza de esta convivencia: “(…) En este sentido, pero solo en este sentido, puede decirse que el plan puede utilizar la ley del valor (más exactamente los mecanismos de mercado) para facilitar una adaptación más rápida y precisa de la oferta de bienes de consumo a la demanda, que tendrá en consideración la elasticidad de esta demanda tanto con relación a las rentas (y su estructura) como a los precios (que el plan puede tener la capacidad de modificar)”3 . Como puede apreciarse, la función de la producción mercantil y la ley del valor queda limitada especialmente a una función “facilitadora” en el mercado de bienes y servicios, nada se plantea de su utilización en los mercados de capitales o de trabajo, ni tampoco se le concibe en importantes funciones de regulación. Esta es, por supuesto, una concepción mucho más restringida que la planteada por los teóricos del socialismo de mercado.
Analizando los elementos que Mandel presenta desde el punto de vista más general, aparece lo que él identifica como causales que establecen la necesidad de la persistencia de las relaciones mercantiles en el período de transición al socialismo. Según Mandel, las causas son las siguientes:
De esto modo, se considera que, en el período de transición al socialismo, las categorías monetarias y de mercado deben existir. Pero Mandel no confunde la necesidad con la virtud. Advierte que su persistencia ocasiona una serie de consecuencias negativas de índole económica y social, y que de hecho se generan contradicciones que son incompatibles con una sociedad que está construyendo el socialismo. Desde el punto de vista social, estas contradicciones se expresan en los siguientes puntos:
Reconocer la necesidad por un lado de que estas relaciones se mantengan, y de la otra parte concebir el carácter contradictorio que las acompaña y los peligros que significa para la transición socialista, demanda por supuesto una perspectiva que permita al menos en teoría establecer cómo utilizar estas categorías mientras sean históricamente pertinentes y necesarias, cómo mantenerlas en un nivel donde no vayan más allá de lo estrictamente necesario, y cómo poder salirse de ellas en el momento oportuno. Esto por supuesto que es altamente complejo, desde el punto de vista teórico y desde el punto de vista práctico.
Sobre este particular el propio Mandel refiere que “La idea de que esta sustitución debe ser un proceso progresivo implica además que la ley del valor no puede ser eliminada de un solo golpe en la sociedad de transición del capitalismo al socialismo, como tampoco puede serlo la producción de mercancías. Sigue rigiendo en gran parte, pero no completa y automáticamente, la pequeña producción de mercancías en la agricultura y en los oficios. Continúa por tanto influyendo, pero no rigiendo en exclusiva, los intercambios entre los sectores público y privado. Influye, de la misma forma, la asignación del total de recursos destinados a la producción de bienes de consumo entre las diversas ramas que destinan su producción al consumidor final”6 .
Los clásicos desde su época y sus concepciones generales tenían algunos criterios que pueden ser aplicados en esta problemática de los límites del mercado, sus tendencias, etc, en busca de orientación. Para Marx, por ejemplo: “La forma concreta en que el tiempo de trabajo social se impone como factor determinante en el valor de las mercancías guarda, indudablemente, relación con la forma del trabajo en cuanto trabajo asalariado y con la forma correspondiente de los medios de producción como capital, en el sentido de que sólo sobre esa base se convierte la producción de mercancías en la forma general de la producción”7 .
Pero quizás el avisoramiento más contundente lo realiza Engels en El Anti Duhring cuando analizando las implicancias del rol del dinero y las relaciones mercantiles en general para el caso de una supuesta sociedad socialista plantea “Cuando la sociedad productora de mercancías desarrolla la forma de valor inherente a esas mercancías como tales hasta llegar a la forma dinero, empiezan a apuntar ya varios de los gérmenes ocultos hasta entonces en el valor. El efecto inmediato y más esencial es la generalización de la forma mercancía. El dinero imprime forma de mercancía y arrastra al intercambio inclusive a los objetos que venían produciéndose hasta entonces directamente para el consumo propio. La forma de mercancía y el dinero penetran con esto en la economía interior de la comunidad directamente socializada para la producción, van rompiendo, unos tras otros, los lazos de la misma y disuelven la comunidad en un montón de productores privados. (…) Cualesquiera que sean las causas basadas en el desarrollo de la producción que aquí intervienen, el dinero constituye siempre el medio más potente de su influencia sobre las comunidades. Y con la misma necesidad natural, disolvería el dinero la comuna económica duhringiana, pese a todas las “leyes y normas administrativas”, si alguna vez llegara a formarse”8 .
Mandel explica el dispositivo mediante el cual debe concebirse la aniquilación histórica de las relaciones mercantiles. Según el autor, “la dialéctica marxista requiere, por tanto, de una política económica que no ceda mucho a un pragmatismo miope, debe combinar continuamente una tendencia a conservar las categorías de mercado mientras sean necesarias con otra a estimular su desaparición tanto como sea posible. (…) Solo combinando así la utilización de las categorías de mercado con la promoción de su desaparición se aplica efectivamente la dialéctica de fines y medios. De esta forma, el hábito práctico de relaciones socialistas (sin las cuales la creación de una nueva sociedad aparece como utopía) se produce gradualmente 9”.
En cuanto a los límites de la regulación del mercado, Mandel establece algunas ideas importantes. En este ámbito hay un enfrentamiento directo a las tesis de Nove que sitúan el mercado y su sistema de regulación como utilizable en las condiciones de la economía socialista.
Mandel considera que “La producción regida por las leyes de mercado junto con la descentralización en la inversión reproduce progresivamente las características fluctuaciones económicas de la economía capitalista, con fases de subinversión, desempleo periódico, sobreproducción, etc., etc10 .De modo que, se estarían replicando en los marcos del socialismo, los problemas más notorios de la economía capitalistas, muchos de ellos motivado por la existencia misma del mercado.
Considera así mismo que “El hecho de que ninguna economía de mercado ha sido capaz de evitar las desgracias de las catástrofes económicas periódicas no es por supuesto, accidental. Está relacionado con la verdadera naturaleza del sistema económico. La producción para el mercado es producción para personas desconocidas en cantidades desconocidas, y con resultados finales desconocidos. (…) De la incertidumbre se derivan inevitablemente las fluctuaciones de los ciclos económicos. No se puede reducir el output o introducir técnicas revolucionarias de producción, ahorradoras de trabajo, sin causar desempleo. No se puede provocar caídas agudas en los precios sin provocar un número de quiebras. Todos estos males inevitables de la incertidumbre del mercado están fuertemente intensificados por la propiedad privada y la competencia”11 . Debe recordarse en este punto que Nove propone espacios de propiedad privada, cierto que no a gran escala, pero que pudieran comenzar a generar este tipo de problemas a la escala en que actúan, además de que existe el riesgo permanente de que estas formas tiendan a expandirse.
Mandel también crítica la concepción de Nove referida a los graves problemas que se generan en el funcionamiento económico referidos a la innovación y su aplicación en los marcos de una economía planificada centralizadamente y en ausencia de mercado como regulador. A este respecto, Mandel expone los siguientes puntos, los que en verdad no consideramos muy convincentes:
Finalmente, queremos resaltar que en la concepción de Mandel, el predominio de la planificación no es sólo un elemento técnico, sino más bien el prerrequisito y a la vez la vía para avanzar en el camino de la auto emancipación de la clase obrera y del verdadero socialismo, basado como vimos al principio en la autogestión conjunta de los trabajadores.
1 Mandel, E. 1987. En defensa de la planificación socialista. En: La crisis de la economía soviética y el debate mercado/planificación. pp. 21 – 22.
2 Mandel, Ernest. 1969. La economía en el período de transición. Editorial Anagrama. Versión digital. p.6.
3 Ídem.
4 Íbidem, p.3. En sentido general, la existencia de las relaciones mercantiles en la economía socialista se ha presentado como necesidad, debida “a la persistencia de la división social del trabajo, del insuficiente nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y –por tanto-- de la imposibilidad de lograr una expresión directa del carácter social del trabajo, lo que ocasionaba la presencia de un aislamiento económico relativo entre los productores, que aún sin que existiera la propiedad privada sobre los medios de producción, debían confrontar a través del mercado la utilidad social del producto de su trabajo, que aparecía como un trabajo indirectamente social”. Rodríguez, J.L.Algunas reflexiones sobre plan y mercado en el socialismo. Versión digital.
5 Mandel, Ernest. 1969. La economía en el período de transición. Editorial Anagrama. Versión digital. p. 4.
6 Mandel, Ernest. 1969. La economía en el período de transición. Editorial Anagrama. Versión digital. p.6.
7 Marx, C. 1975. El Capital. Tomo III. p. 885.
8 Engels, F. AntiDuhring. pp. 376 – 377.
9 Mandel, Ernest. 1969. La economía en el período de transición. Editorial Anagrama. Versión digital. p. 4.
10 Íbidem, p. 5.
11 Mandel, E. 1988. El mito del socialismo de mercado. En: La crisis de la economía soviética y el debate mercado/planificación. p. 90.