Módulos de procesamiento numérico del modelo del triple código
El desarrollo de las habilidades matemáticas, según la teoría de Dehaene, empieza por el módulo más básico o primitivo con que contamos los seres humanos y que compartimos con los animales, que es el módulo analógico; éste básicamente corresponde a esa parte encargada de las aproximaciones de números y distancias en la línea numérica.
El desarrollo de las habilidades matemáticas y el procesamiento numérico plantean los siguientes ejemplos:
Dehaene apoya la tesis de que ciertas facultades numéricas se encuentran genéticamente impresas en nuestro cerebro, éstas son el resultado de un proceso evolutivo de adaptación por selección natural. Este sentido numérico tiene como punto de partida la construcción de un órgano cerebral dedicado a la representación aproximada y geométrica de los conceptos numéricos, el cual sirve de base intuitiva para la adquisición y manipulación de las nociones aritméticas elementales (Martínez, 2008).
El sentido numérico es la capacidad pre-verbal de percibir y discriminar grandes numerosidades y encuentra su relación directa con el surco intraparietal (Dehaene, Piazza, y Pinel, 2003). El sentido numérico es una abreviatura para nuestra capacidad de entender rápidamente, de manera aproximada y para manipular cantidades numéricas. La hipótesis de Dehaene es que el sentido numérico se basa en los circuitos cerebrales que se han desarrollado específicamente para el propósito de representar el conocimiento de la aritmética básica.
“Existen cuatro líneas de evidencia sugieren que el sentido numérico constituye un dominio específico:
La hipótesis de Dehaene es que el sentido numérico califica como una categoría determinada biológicamente del conocimiento. Los fundamentos de la aritmética se encuentran en nuestra capacidad para representar y manipular mentalmente numerosidades en una línea numérica mental, y una representación analógica del número. Esta representación tiene una larga historia evolutiva y un sustrato cerebral específico. Así, el número aparece como una de las dimensiones fundamentales con el cual nuestro sistema nervioso analiza el mundo exterior.
Los fundamentos de las matemáticas se basan en representaciones interiorizadas a nivel cerebral que son producto de la evolución, así, el número es un elemento presente en todas las culturas. Encontramos como punto común las nociones sobre numerosidad y la línea numérica presentes en cálculos aproximados, las palabras para designar números, la capacidad de contar con los dedos y comparar colecciones de objetos.
De esta manera, la mayoría de nosotros tenemos fuertes intuiciones aritméticas que nos permiten decidir rápidamente que 9 es mayor que 5, que 3 se encuentra en medio de 2 y 4 ( Dehaene, 2003).
Así como no podemos dejar de ver el color de los objetos (un atributo enteramente compuesto por circuitos en nuestra corteza occipital) y los lugares definidos que ocupan en el espacio dichos objetos (una representación reconstruida por vías occipito-parietal y proyecciones neuronales), la forma numérica misma de las cantidades se nos impone sin ningún esfuerzo a través de los circuitos especializados de nuestro lóbulo parietal inferior. La estructura de nuestro cerebro define las categorías de acuerdo a la cual se puede aprehender el mundo a través de las matemáticas (Dehaene, 2003)