La teoría del sistema mundial, es otra explicación al proceso migratorio elaborada por Wallerstein (1998a, 1998b). Esta teoría estudia la movilidad de la población a partir de las desigualdades estructurales que muestran las economías del centro, periferia y semiperiferia, cuyos antecesores son los críticos Celso Furtado (1965), Fernando E. Cardoso y Enzo Faleto (1969), los que afirman que la penetración de relaciones económicas capitalistas en sociedades no capitalistas da origen a una población móvil propensa a migrar. (Suárez y Zapata, 2004).
Esta teoría, hace referencia a la penetración del capitalismo global en las economías periféricas y semiperiféricas a través de introducir la modernización en los procesos productivos, ocasionando la sustitución y el desplazamiento de la fuerza de trabajo hacia las áreas centrales.
En estrecha relación con el párrafo anterior, la modernización productiva conlleva la reestructuración, la movilidad de los factores de producción y la relocalización de las actividades económicas, impactan en los mercados de trabajo y en la división o especialización del trabajo, fomentando desequilibrios en los mercados locales y creando una población excedente y movible en los territorios. Esta reestructuración y modernización sustituye la fuerza de trabajo obligándola a migrar al centro, en el que obtendrá bajas remuneraciones, reproduciendo el esquema general de desigualdad que caracteriza al orden capitalista (Novelo, 2004).
La penetración de capitalismo global entraña el reemplazo de prácticas tradicionales por prácticas capitalistas, y de procesos de producción tradicionales por procesos modernos, especialmente en la agricultura y en las manufacturas, mismas que experimentan una reducción en la demanda de trabajo, bajo el influjo del crecimiento en la productividad (Novelo, 2004).
Las características más sobresalientes de esta teoría, pueden ser resumidas en los siguientes puntos:
A finales del siglo XIX, la relación entre migración y progreso económico se consideraba positiva puesto que los países de destino obtenían recursos humanos necesarios para el ejercicio del desarrollo, mientras que para los países de origen, la migración aliviaba el excedente de población. De igual manera, se consideraba que con la migración rural-urbana se transfería la sobre oferta de mano de obra del sector agropecuario al industrial.
A principios de 1970, esta concepción cambió atribuyéndole a la migración interna e internacional consecuencias negativas. Así para las áreas donde se originaba la migración había pérdida de capital humano y en las de destino, surgían problemas de desempleo, subempleo, y crecimiento de las actividades en el sector informal (Barros, 2005).
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