En términos generales y sobre la base de una estructura de relaciones jerárquicas, se reconoce como jefe de hogar a la persona que ostenta la mayor autoridad en la toma de decisiones y/o aquella que es el principal soporte económico (UNIFEM, INMUJERES, 2003).
De Oliveira (1988), señala que entre los factores que llevan a la formación de unidades no nucleares están la mortalidad diferencial por sexo que aumenta la viudez femenina, las pautas de separación y divorcio, la intensa migración campo-ciudad, y factores socioeconómicos, como la escasez de vivienda y los bajos salarios existentes. Las pautas imperantes de disolución de las uniones también contribuyen a la formación de hogares con jefe mujeres.
En Zacatecas, el incremento de mujeres jefas de familia es una situación latente que guarda una estrecha relación con la migración masculina de las comunidades; las mujeres dentro de esta categoría pasan a asumir un papel primordial en la dinámica familiar y comunitaria que incluye la toma de decisiones al interior de los mismos. Paralelo a ello, las mujeres se encargan de la organización social, económica y política de la comunidad, lo que contribuye en gran medida a transformar las relaciones de género.
En el cuadro anterior (11), se puede observar que la transformación de género en el Estado, se hace visible en los datos del Conteo del 2005, el que muestra a veintinueve municipios con una proporción por encima de los 20 puntos porcentuales de hogares comandados por una mujer jefa de familia; cinco de ellos, incluso llegan a superar el 25%, tal es el caso de Apozol (25.39), Huanusco (27.02), Juchipila (28.29), Momax (25.23) y Nochistlan (25.04).
Aunque existe escasez de información retrospectiva por municipio sobre esta cuestión, no se descarta que la migración de los varones tenga gran influencia en el incremento de hogares encabezados por mujeres. Tal consideración, se desprende de identificar a 18 de 20 municipios con el mayor porcentaje de hogares con jefatura femenina localizados dentro de la zona de alta migración internacional (COEPO, 2006).
Son las mujeres jefas de familia, las principales perceptoras de las remesas que periódicamente les envían los migrantes (esposo, padre, hijo o hermano), y son ellas, las que de alguna manera determinan su administración. Por lo dicho, la trascendencia que reviste el envío de las remesas a las familias y a las comunidades constituye uno de los mecanismos más importantes por el cual los migrantes continúan su vinculación con sus comunidades de origen.
Aunque no existen datos unívocos sobre el monto de remesas enviadas por los migrantes por su difícil medición, debido a que el dinero llega en cantidades irregulares, en intervalos esporádicos y variadas formas (giros, órdenes de pago, dinero en efectivo enviado con amigos y ahorros que trae el propio migrante cuando regresa), la magnitud e importancia de las divisas que los migrantes envían al país contribuyen en gran medida a que muchas comunidades rurales y algunas semiurbanas, mitiguen y disminuyan los serios rezagos económicos.
En Zacatecas, prácticamente todos sus municipios; en mayor o menor proporción reciben remesas que les envían sus familiares migrantes. En el cuadro 12, destacan cinco municipios con hogares que tienen una gran dependencia de las remesas; es el caso de Francisco R. Murguía (47.72%), Susticacán (40.66%), Joaquín Amaro (34.99%), Huanusco (31.68%) y Nochistlán (30.07%). Sobresalen además los municipios de la región del Noreste por recibir los menores montos de remesas, por la escasa migración internacional que hacen sus habitantes; Concepción del Oro (1.86%), Mazapil (3.68%), Melchor Ocampo (4.99%), y El Salvador (0.84%).
Se trata de hogares que mantienen un alto grado de dependencia de los dólares del exterior, al tiempo que la gran mayoría de los hogares receptores se encuentra en las etapas iniciales o finales del ciclo de desarrollo del hogar (ausencia del jefe del hogar; mayor presencia femenina y de adultos mayores y una razón de dependencia más elevada).
Dichas características limitan la inversión de las remesas en algún proceso productivo por el peso que tienen para asegurar su sobrevivencia cotidiana. De hecho, la gran mayoría de las transferencias monetarias se destina a la satisfacción de necesidades básicas (alimento, ropa, calzado, salud, educación, etc.); a la adquisición de bienes de consumo duradero (aparatos electrodomésticos, automóviles, etc.), así como a la compra y mejora de vivienda (ampliación, construcción, etc.), sólo una pequeña proporción es ahorrada por quienes integran los hogares.
También, se reconoce un período de vulnerabilidad económica en las familias al inicio de la emigración de los varones, la cual queda a la espera de las transferencias monetarias que le pueda enviar su pariente migrante, para poder hacer frente a las necesidades familiares, dicho período puede alargarse cuando éstos no alcanzan a acceder a algún trabajo, cuando los ingresos que perciben son muy escasos, o cuando el migrante no envía las remesas que espera la familia (Martine, 2000).
Tal vulnerabilidad se manifiesta al interior de las familias del migrante, en aspectos que van desde las penurias para la compra de alimentos, la enfermedad de algún miembro, o situaciones imprevistas que implican algún gasto extra. La solución es la recurrencia a préstamos de familiares que se encuentran en la comunidad, o bien con la solicitud de créditos pagando un interés por el mismo.
Complementando lo antes mencionado, los datos recabados por la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos (ENIGH, 2006) muestran que casi 40 por ciento de los hogares receptores de transferencias monetarias del exterior son altamente vulnerables ante la posible interrupción del envío, ya que es su única fuente de ingresos y dependen totalmente de esos recursos. Sin los mismos, la pobreza se acentuaría en ese sector de la población.
Una vez que llegan los ingresos que los migrantes envían, las mujeres administran y distribuyen el recurso tratando de que alcance hasta el próximo envío, por lo que el ahorro o la inversión productiva resultan casi imposible.
Al respecto de la inversión productiva, la iniciativa de política pública por intentar alentar el uso productivo de las remesas en las zonas de origen de los migrantes como estrategia complementaria de desarrollo regional, ha obtenido pocos resultados, tan solo se ha logrado el envió de ingresos a las comunidades cuyo impacto es similar al de las políticas sociales, tal es el caso del Programa 3X1, que contribuye con aportaciones para invertirse en infraestructura social (construcción o equipamiento de escuelas, hospitales comunitarios, unidades deportivas, construcción de caminos, iglesias, etcétera) 1.
En efecto, con el programa del 3X1 en el estado de Zacatecas, las comunidades se han visto altamente beneficiadas, ya que con la infraestructura construida contribuye de cierta forma, en el bienestar de la población además de cambiar la fisonomía general en los poblados. Sin embargo, en cuanto a inversión productiva se refiere, los resultados no son tan alentadores ya que poco se ha logrado en la generación de empleos, que permitan arraigar y retener a los zacatecanos en sus lugares de origen.
1 El programa 3X1 apoya las iniciativas ciudadanas para concretar proyectos que contribuyen a mejorar la calidad de vida de los habitantes mediante la combinación de recursos de la Federación, estados y municipios y de los ciudadanos organizados, principalmente de aquellos radicados en el extranjero. El financiamiento del programa 3X1 se basa en el principio de que por cada dólar aportado por los migrantes (clubes), los tres distintos niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) contribuyen con otro dólar, con lo cual se crea un fondo para inversiones comunitarias y de infraestructura en las localidades de origen de los clubes. Las decisiones de inversión se toman conjuntamente con los representantes de las asociaciones de migrantes y la ejecución del proyecto es coordinada o al menos supervisada por ellos.
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