MIGRACIÓN Y FEMINIZACIÓN DE LA POBLACIÓN RURAL EN MÉXICO. 2000-2005

Ma. de Lourdes Salas Luévano

Introducción

Los movimientos migratorios como parte de la realidad de una gran cantidad de países, estados y regiones, han sido estudiados desde la aplicación de diferentes enfoques teóricos y metodológicos, dado el nivel de complejidad, diversidad y evolución que constantemente presenta; aportando cada uno de ellos elementos de gran importancia.
 
Autores como Arizpe (1978), Tuirán (2000), Massey (1991),  Corona (1997), Ariza (2000), Durand y Massey (2003), entre otros; han abordado el fenómeno migratorio desde diversas perspectivas para su comprensión y análisis; en tópicos, que van desde las causas que originan los procesos migratorios (estructurales, coyunturales, individuales); las características de los flujos migratorios (magnitud, evolución histórica, destinos nacionales e internacionales, circuitos migratorios, etc.); los efectos de la migración en los lugares de destino (organización y adaptación de los migrantes, impacto en el empleo, la economía urbana y la política, reconstrucción de identidades culturales, etc.); los efectos de la migración en los lugares de origen (destino de las remesas, transformación en los roles de los miembros de las familias y de los patrones culturales, etc.), el análisis sobre los espacios y la cultura trasnacional, así como la reconstrucción de identidades en dichos espacios.
 
Sin embargo, por las implicaciones –demográficas, sociales y económicas-, que involucran al movimiento migratorio en los lugares donde se origina y por su dinámica cambiante, se hace necesario explorar aspectos tales como: la tenencia de la sucesión de la tierra, la cuantificación de remesas por jubilación, la descomposición de las familias por la migración, la feminización de la población y los cambios que atañe en los roles reproductivo y productivo, por citar algunos. Abordar su conocimiento y análisis, permitirá enfrentar la realidad que existe en los entornos rurales y facilitar la emisión y diseño de estrategias de desarrollo con la implementación de políticas públicas en el ámbito estatal, regional y rural.

En los tiempos actuales, los movimientos migratorios se han incrementado como consecuencia de la globalización de las economías1 , que implica la intensificación del volumen y velocidad del intercambio comercial en todo el mundo, apoyado por las redes de la información y la comunicación; así como de la puesta en práctica de las doctrinas neoliberales fundamentadas en la mínima intervención del Estado y la máxima libertad de los agentes que intervienen en la actividad económica 2.
 
Tales acontecimientos han derivado en el empobrecimiento generalizado de las poblaciones; pues la dinámica económica que trajo consigo la globalización, ha dejado al margen a algunos países subdesarrollados que no han podido integrarse  (tal es el caso de países del África y de Latinoamérica). También, por que las políticas neoliberales, si bien tuvieron éxito en Estados Unidos y Gran Bretaña, para el resto de los países, se han traducido en pobreza y marginación; y, por que el neoliberalismo se hace acompañar de la aplicación de políticas de ajuste estructural, las cuales han impuesto una fuerte presión a los diferentes sectores de la población de la mayoría de las regiones.

Desde la década de los 80´s, la CEPAL (2000) reconocía que la pobreza que padece la población de las áreas urbanas en América Latina, estaba teniendo su origen en la migración que realizaban las poblaciones rurales. Así mientras en 1980 había menos pobres en las áreas urbanas que en las rurales, la situación se invirtió en 1990 debido a la migración y asentamiento de esta población en las áreas periféricas de las ciudades.

Según la misma fuente (CEPAL, 2000), hacia 1997 el número de pobres urbanos superaba en 60% al de los rurales, y el aumento de las personas pobres durante la década de 1990 se registró en las zonas urbanas. En años posteriores al 2000, el comportamiento en las zonas urbanas sigue con la misma tendencia; esto es, continúa registrándose un cambio en la composición territorial de la pobreza, debido a que la disminución de la población en las áreas rurales va acentuándose por factores que van desde la migración nacional e internacional, hasta los logros en las políticas sociales y en particular, las dirigidas a estabilizar el proceso de la fecundidad.
 
Para el caso de la población mexicana, autores como Bolvinick (2000), Cordera (2002), Damián (2003), Enríquez (2003); reconocen que gran parte de la pobreza urbana se origina de la migración que hace la población rural3 , motivada en parte, por la fuerte polarización de la riqueza en los diferentes sectores de la economía, específicamente en el sector agropecuario; que ante la apertura económica, la reducción de la participación del estado, la caída de los precios de los productos agrícolas, y los problemas de productividad y competitividad que muestra el agro, entre otros; se ha visto afectado negativamente, propiciando el desplazamiento de productores y productoras rurales hacia las grandes ciudades y los Estados Unidos 4.
 
Aunque las causas de los desplazamientos de las personas involucran aspectos sociales, culturales, políticos y ecológicos; de manera general sobresale la situación económica, pues es en los tiempos de crisis, cuando la migración de personas se intensifica al agudizarse el desempleo y subempleo e impactar en el nivel de bienestar (Ariza, 1998; Canales, 1995; Castles, 2001; Suárez y Zapata, 2004; García, 2007).

En México, se reconoce que la emigración hacia Estados Unidos se agudiza a partir de los años 70, cuando inicia una severa crisis económica que se reflejó en el estancamiento del PIB, el disparo de la tasa de inflación, la caída del salario real y la contracción del empleo asalariado. Situación que provocó el deterioro generalizado del nivel de vida, afectando a  grandes sectores de la población que tuvieron que buscar formas alternativas de superviviencia, entre las que se encuentran la participación en actividades marginales y el aumento de la emigración, sobre todo la internacional, dado que en Estados Unidos se mantuvo la demanda de mano de obra sobre todo en empleos poco calificados (Corona, 1994).

En las dos últimas décadas del siglo pasado, el incremento de la migración de mexicanos al vecino país del norte se debe en gran parte a factores tales como: la incapacidad del sistema económico para dar ocupación a la creciente población en edad de trabajar y la progresiva crisis del agro ocasionada por factores que van desde: falta de lluvia, poca tecnificación del campo, escasez de recursos para producir, violencia rural, y el fin del reparto agrario; factores que deterioran las economías rurales y aumentan las zonas marginales donde la pobreza lejos de disminuir se expande considerablemente; ante esto, como estrategia de sobrevivencia la población se ve obligada a emigrar (Suárez y Zapata, 2004).

Como efecto del proceso migratorio, el CONAPO (2006) reconoce que la pérdida de población ha sido sistemática desde los años sesenta, cuyos rangos dan cuenta de su magnitud con el transcurso del tiempo:

  • De 260 mil a 290 mil personas entre 1960 y 1970
  • De 1.20 a 1.55 millones entre 1970 y 1980;
  • De 2.10 a 2.60 millones entre 1980 y 1990;
  • Alrededor de 3.3 millones entre 1990 y 2000 y
  • Alrededor de 1.6 millones entre 2000 y 2004.

Estudiosos como Tuirán (1997), Corona (1997), Alba (2000), Durand (2005), entre otros; refieren que la migración de los mexicanos a los Estados Unidos inicialmente se caracterizaba por desplazamientos de la población de nueve entidades federativas del país –conocidos como región histórica o tradicional de la migración5-, por ser predominantemente circular, conformada principalmente por hombres adultos y jóvenes de origen rural, con bajos niveles de escolaridad, que se desplazaban a Estados Unidos para trabajar de manera temporal en la agricultura y posteriormente regresar a sus lugares de origen.

Señalan los mismos autores, que a partir de la década de los ochenta se empieza a percibir la transformación en cuanto a magnitud, intensidad, modalidad y características que muestra el patrón migratorio México–Estados, resumido en: una creciente diversificación regional del flujo, una presencia de migrantes procedentes de zonas urbanas, una mayor diversificación ocupacional y sectorial de los migrantes tanto en México como en los Estados Unidos, una escolaridad promedio mayor, una tendencia creciente de los mexicanos por prolongar su estancia en Estados Unidos o a establecer su residencia en ese país y una mayor participación de las mujeres en la presencia de los flujos migratorios.

Como se ha mencionado en párrafos anteriores, los desplazamientos que hace la población del campo a la ciudad y hacia otros países, forma parte de las estrategias de sobrevivencia o reproducción en el hogar, en los que “la adquisición de los recursos esenciales gira alrededor de variaciones en la utilización de la fuerza de trabajo necesario y del capital disponible. Según el tipo y la cantidad de trabajo necesario para sostener el hogar se usarán diferentes estrategias adaptativas.” (Daltabuit, 1992; Suárez y Zapata, 2004). 6

Por su parte, González (1997) señala que las estrategias no pueden ser individuales sino colectivas, y que los grupos domésticos son las unidades que las organizan. Así, mientras unos miembros cultivan la tierra, otros salen a trabajar como jornaleros, obreros o comerciantes, o bien emigran hacia las ciudades o hacia  Estados Unidos.

Al respecto, Muñoz (2000) menciona que los grupos domésticos desarrollan diversas estrategias para garantizar su reproducción; la migración hacia los Estados Unidos, generalmente de los esposos o hijos mayores, forma parte de dichas estrategias. La movilidad del resto de los integrantes suele darse en forma tardía, en etapas posteriores o no darse, por lo que los efectos del fenómeno migratorio es diferencial por género y generación, entre los que se van, y las y los que se quedan.

Un claro ejemplo de lo antes comentado, lo constituye el surgimiento de familias constituidas por mujeres (esposas de los migrantes), abuelos, hermanos o tíos, que se quedan a cargo del núcleo familiar; los que enfrentan asimismo, cambios que van desde la reorganización en el trabajo doméstico como en el productivo (Peña y Santa Ana, 2004; Barrera y Oehmichen, 2000).

En palabras de Ariza (2000), dado que los procesos de emigración masculina impulsan la conformación de hogares con jefatura femenina, de grupos domésticos nucleares incompletos o de hogares extensos; comprende también, otro tipo  de transformaciones, que van desde la organización de los grupos domésticos, del trabajo, de toma de decisiones, las relaciones de género tradicionales o sus cambios en estas, del uso, control y beneficio de las remesas.

Si bien, el incremento de los hogares dirigidos por mujeres obedece principalmente a la ruptura de las uniones, ya sea por separación, divorcio o viudez; también se reconoce la enorme influencia que ejerce la migración de los hombres para que este tipo de hogares vaya en aumento. La información que a continuación se menciona, da cuenta del incremento de los hogares con jefatura femenina en México, en los últimos años (NOTIMEX, 2006; La Jornada, 2008; CIMAC, 2008; INEGI, 2007):

  • La proporción de hogares encabezados por una mujer aumentó en un 40 por ciento entre 1976 y 1997 al pasar de 13.5 a 19 por ciento. Para el año 2005 la cantidad de hogares con jefatura femenina se incrementó a 5.7 millones, representando al 23.1 por ciento del total de los hogares.
  • En México dos de cada 10 hogares tiene jefatura femenina, y aproximadamente en la mitad, las mujeres es el principal sostén económico, debido a la crisis que enfrentan las familias y la ausencia de un varón proveedor de ingresos.
  • Los hogares encabezados por una mujer parecen ser contextos propicios para la incorporación de otros parientes y no parientes (primos, tíos, hermanos, amigos, conocidos, etc.), dando origen al surgimiento de hogares de tipo extenso o ampliado.
  • En los últimos 25 años, México registró un notable crecimiento de hogares que cuentan con la presencia de otros parientes y no parientes, los que sumaron 3.2 millones en 1990 y en el año 2005 son 5.9 millones. En términos relativos, los hogares no nucleares representaron al 33.6% de los hogares dirigidos por mujeres.

En lo relativo a las remesas que envían los migrantes a las familias que se quedan en sus lugares de origen, estas cumplen un papel determinante en el sostenimiento familiar, ya que permiten solventar gran parte de la demanda familiar de bienes de consumo, vivienda, servicios sociales y personales, y otros gastos necesarios para la manutención del hogar de origen (Durand, et al, 1996; Canales, 2005).

Crummet (1994) señala, por ejemplo, que las pequeñas unidades campesinas se mantienen en gran parte del dinero que les envían las y los migrantes, las remesas se invierten en animales o en insumos para la producción agrícola, también para bienes de consumo duradero, en compra de tierra y ganado y en la construcción de vivienda.  

Suárez y Zapata (2004) por su parte, mencionan que el beneficio más importante que dejan las remesas, en términos generales y para la mayoría de los casos estudiados, es la inversión en capital humano, es decir, en la alimentación y consumo diario, en la educación y la salud de los hijos principalmente; en este sentido pueden observarse como una inversión a mediano y largo plazo, que facilita la reproducción del hogar.

El CONAPO (2000a), reconoce que aunque los montos de las remesas resultan difícil de cuantificar, por la proliferación de formas de envió, el número de hogares receptores de estas se duplicó entre 1992 y 2002, pasando de alrededor de 660 mil a 1.402 millones; es decir, ha implicado a poco más de uno de cada veinte hogares mexicanos, cuyos efectos son visibles en el ingreso familiar, ya que representan casi la mitad del ingreso corriente monetario en los hogares que las reciben.

Esta misma fuente señala que los hogares que se benefician con los ingresos provenientes del exterior, presentan los rasgos siguientes:

  • En las unidades familiares que perciben ingresos del exterior, la ausencia del jefe del hogar es mucho más frecuente, y se manifiesta en alrededor de uno de cada cuatro hogares en promedio, aproximadamente 23% de  hogares ubicados en localidades de 2 500 o más habitante, y algo menos de 30% de hogares rurales. Esta mayor proporción de hogares receptores con jefe ausente es, un indicador de que, para esas unidades domésticas, el remitente de los dólares desde Estados Unidos, es el jefe del hogar.
  • En los hogares perceptores de remesas la relación de masculinidad es notablemente inferior: aproximadamente tres hombres por cada cuatro mujeres, lo cual es consistente con la selectividad masculina para la migración.
  • Aproximadamente siete de cada diez perceptores son mujeres, fundamentalmente cónyuges del jefe de hogar, y en una proporción que oscila entre 19% para las áreas rurales y 26% para las localidades de 2500 o más habitantes, son ellas mismas las jefas del hogar.
  • En promedio, la mitad de los perceptores de remesas forman parte de la población económicamente inactiva. Esta proporción alcanza casi el 60% en las localidades con 2500 o más habitantes, y se reduce a 40.1% en las áreas rurales.
  • La mayoría de los individuos que reciben remesas del exterior no tienen otra fuente de ingreso corriente monetario (CONAPO, 2000a).

Las mujeres esposas de migrantes que se quedan a la espera de los dólares que mandan, enfrentan la incertidumbre e inseguridad cuando los envíos no llegan, se tardan, o son insuficientes e inconstantes para cubrir las necesidades propias del núcleo familiar; situación que las obliga a muchas de ellas a asumir el papel de proveedoras de su prole y buscan fuentes de ingresos alternas, incluso fuera de sus hogares y de sus lugares de origen (Marroni, 2000; Suárez y Zapata, 2004).

Para Daltabuit (1992), las características que guardan las zonas urbanas, van creando las condiciones para que la población femenina tenga más posibilidades de insertarse en alguna rama de los servicios y/o en la industria. En las áreas rurales por el contrario, las mujeres encuentran muy limitadas las opciones laborales, por lo que su desempeño se concentra básicamente en actividades propias del sector agropecuario; asumiendo en muchos de los casos, los nuevos roles que se derivan de la masculinización de la migración, al ser ellas las que se encargan de realizar tareas de siembra, deshierbe y cosecha, así como aquellas actividades de apoyo agrícola, como; recolectar y transportar  recursos básicos, contratación de peones, alimentar a los trabajadores, cuidar animales pequeños y producir y reproducir la fuerza de trabajo .

Otras formas de participar en la actividad laboral, es en la producción desde su propio hogar, creando productos diversos que van desde tortillas, quesos, comida, verduras, artesanías, enseres domésticos, costuras, etcétera; los cuales van a comerciar en sus propias comunidades, en los mercados y lugares relativamente cercanos.

Relacionado a lo anterior, autores como González (1997), Lara (1996), Parella (2003), Marroni (2006); mencionan que un creciente número de mujeres se han incorporado al trabajo remunerado; la forma clásica de obtención de ingresos es en el servicio doméstico que incluye la transferencia transnacional del trabajo reproductivo; además, con la expansión de la demanda de fuerza de trabajo femenina en algunos sectores de la economía, como es el caso de la agroindustria (floricultura o fruticultura), en los parques industriales establecidos en entornos rurales, y en los talleres de maquila de ropa, calzado y otros productos; su inserción ha tornado ser más dinámica.

Zacatecas, es una de las entidades de histórica tradición migratoria hacia los Estados Unidos, conjunta factores de índole económico, social y natural que permiten la reproducción de los flujos migratorios de su población, entre ellos; una escasa transformación de su aparato productivo que se refleja en problemas de generación de empleo, subempleo, salarios bajos, la conformación de redes que influyen como apoyo en el flujo migratorio (Delgado y Ramírez, 2001; Moctezuma, 2003), el clima seco y la tierra árida en gran parte de su territorio; etcétera, son tan solo algunos de los factores que estimulan a las personas a desplazarse a otros territorios, donde los actores involucrados corresponden en su gran mayoría a la población del sexo masculino, muchos de ellos con vínculo matrimonial o responsiva familiar, y que se encuentran en la etapa de mayor capacidad productiva (Moctezuma, 2003; Torres, 2003; Colmenares, 1988).

García (2002), refiere que en el caso particular del estado de Zacatecas, la migración internacional hacia los Estados Unidos ha representado históricamente uno de los flujos más importantes a nivel nacional. Se estima que entre 1990 y 1995 cerca de 24 500 zacatecanos abandonaron anualmente la entidad hacia otros estados del país y los Estados Unidos en busca de sustento familiar. Éxodo que se incrementa a 30 000 zacatecanos de 1995 al 2000.

Para complementar lo anterior, los datos de INEGI (1990, 2000, 2005), aluden que la gran mayoría de los municipios en el Estado registran una constante pérdida de población, lo que evidencia una continua afectación en su estructura poblacional, reflejada sobre todo en la edad y el sexo, y su consecuente impacto en otros rubros al interior de los poblados. Pérdida, que obedece a la migración que continuamente hace su población hacia Estados Unidos, pues los indicadores demográficos registran tasas de fecundidad de 2.3 con respecto a 2.2 nacional; una tasa de mortalidad de 5.3 y la nacional de 4.9, y un crecimiento total contrastante de -0.1 para la entidad y 0.9 el nacional (CONAPO, 2006; Padilla, 2001).

Al respecto, el COEPO en Zacatecas (2005) menciona que el 70.68% de los municipios presentan tasas de crecimiento negativas como efecto de la migración de su población, el 41.37% registran un índice de intensidad migratoria muy alta y 31.03% presentan una alta intensidad migratoria. También, refiere que los datos que expone la entidad sobre las características demográficas de los migrantes externos no son diferentes a los encontrados en otras partes del país a saber que existe: un predominio de los migrantes del sexo masculino sobre el femenino en los migrantes permanentes, y en los migrantes temporales; el 90% era del sexo masculino y el restante femenino.

Esta masculinización de la migración, se refleja en altos índices de femineidad en la entidad, al pasar de 99.96 mujeres por cada 100 hombres en 1970 a 107.44 en el 2005 (INEGI; 1970, 2005).

De igual forma, para el año 2000 en Zacatecas, los hogares encabezados por una mujer jefa de hogar estaban representados en un 19.20% y para el 2005 ascendió a 20.04% (INEGI; 2000, 2005), incremento que se reconoce, obedece al papel determinante que juega la migración masculina en el estado; y finalmente, sean ellas las que asuman los compromisos económicos, sociales y morales con sus dependientes (COEPO en Zacatecas, 2005).

En Zacatecas, numerosas comunidades se ven beneficiadas por el envío de las remesas que hace su población migrante, la importancia es tal, que en el año de 1995 ocupó el onceavo lugar en captación de remesas a nivel nacional y el doceavo consecutivamente desde el 2003-2005 (Banco de México, 2003-2005).

Según Delgado y Rodríguez (2001), para 1995 Zacatecas concentró el mayor porcentaje de hogares que reciben remesas (12.2%), de los cuales en el 50% de los casos constituyeron la única fuente de ingresos y en el 69% representaron el principal sostén familiar.

Para el año 2000, de acuerdo a estimaciones del CONAPO el porcentaje de hogares que recibieron remesas provenientes de la migración de los zacatecanos en los Estados Unidos, fue de 13.03%, y para el año 2003 considerando la recepción de remesas per cápita Zacatecas se ubicó en el segundo nivel más alto con 260 millones de dólares, tan solo por debajo de Michoacán que recibió 415 millones de dólares (García, 2007).

Dentro del Estado de Zacatecas rumbo al suroeste, se localiza el municipio de Villanueva (Anexo 1), área de estudio del presente trabajo, el cual muestra un significativo grado de movilidad poblacional hacia Estados Unidos, lo que permite identificarlo dentro de la zona de alta intensidad migratoria en el Estado, al registrar una importante disminución de su población que se refleja en el índice de feminidad el cual pasa del 107.87 a 112.27 mujeres por cada 100 hombres en el lustro 2000-2005 (INEGI).

La venta de fuerza de trabajo implícita en la migración y los consecuentes envíos de remesas a los que permanecen en las localidades del municipio, son parte importante de la economía regional. Al respecto, los datos del INEGI (2005), reportan que un 20.70% de hogares villanovenses, tienen como jefe de familia a una mujer, cifra similar al estatal, y que para el año 2000, los hogares receptores de remesas provenientes de los Estados Unidos representaban el 15.75%.

A grandes rasgos el municipio de Villanueva presenta las siguientes características:

  • La cabecera municipal se localiza aproximadamente a cincuenta kilómetros de la ciudad de Zacatecas, por la carretera 54, Saltillo – Zacatecas – Villanueva – Guadalajara.
  • Sus colindancias son: Al norte con los municipios de Zacatecas, Tepetongo, Jerez y Genaro Codina. Al este, con Genaro Codina y el Estado de Aguascalientes; al sur, con Joaquín Amaro y Tabasco y el Estado de Aguascalientes; al este con Tepetongo y el Estado de Jalisco.
  • El clima que presenta es templado sub-húmedo, con una temperatura promedio anual de 16.9°, y una precipitación pluvial anual de 120 milímetros.
  • La vegetación está compuesta principalmente por pastizales (zacate-navajilla (y otras especies), zacatón, etc.),  bosque (encino, roble) y matorral (mezquite, huizache, palma, izote, nopal).
  •  Tiene una superficie de 2,158 km2, que representa el 2.87% del total estatal. La superficie agrícola es de 31,428 hectáreas, de las cuales 3,649 son de riego y 27,779 son de temporal.
  • Se cultiva el maíz y el fríjol, y en menor medida la alfalfa y especies frutales (durazno y guayaba) básicamente para autoconsumo y la venta de productos en menor medida.  
  • La superficie ganadera es de 189,017 hectáreas, en las que se crían: bovinos, ovinos, caprinos, porcinos, aves y colmenas.
  • La población que trabaja se dedica a las actividades agropecuarias, y en menor proporción a la industria y al comercio.
  • Las tierras se encuentran en posesión de las personas que fueron beneficiadas por el reparto agrario, por lo que muchos de sus propietarios son ejidatarios de edad avanzada7 .

Dentro del municipio de Villanueva se eligieron las comunidades de Atitanac y La Encarnación (Anexo 2), en las cuales es muy común que se registre el fenómeno migratorio hacia los Estados Unidos. Se trata de dos comunidades que contrastan en aspectos de carácter social y económico, tales como; la dotación de agua para riego, las condiciones de la tierra cultivable, la actividad productiva, entre otras.
 

  1. Atitanac, se ubica aproximadamente a unos 22 kilómetros de la ciudad de Zacatecas, por la carretera 54. Se trata de una localidad que en un lapso de 15 años ha tenido una importante pérdida poblacional, al pasar de 925 personas en 1990 a 446 habitantes en el 2005, representando un 48.21% de despoblamiento (INEGI; 1990, 2005).

Registra un índice de feminidad de 99.35 mujeres por cada 100 hombres en 1990, y para el 2005 asciende hasta 168.67 mujeres por cada 100 hombres.  De igual forma, presenta un incremento de hogares comandados por mujeres en una proporción de ocho por cada cien hogares del 2000 al 2005. Un dato importante que es imprescindible resaltar, lo constituye la disminución de hogares con jefatura masculina en estos mismos años en un 72.54% (de 102 a 74 hogares), lo que hace suponer una migración masiva, conformada por familias completas (INEGI; 1990, 2000, 2005).

  1. La Encarnación, se encuentra a 12 Km., al sur de Villanueva, por la carretera a Joaquín Amaro. Se trata de un poblado asentado en una antigua hacienda y tiene una importante y sistemática pérdida poblacional del 59.39% en el período que abarca 1990-2005.

Los datos que esta localidad presenta en cuanto a población, son los siguientes: El índice de feminidad que registró en 1990 se situó en 129.29 mujeres por cada 100 hombres, posteriormente, para el 2005 se ubica en 114.85 mujeres por cada 100 hombres. Dato que aunque va descendiendo, sigue siendo alto. Respecto al número de hogares comandados por mujeres en esta localidad, tiene un comportamiento relativamente estable, al situarse en 22.22% en el 2000 y descender a 21.60 en el 2005.

Planteamiento del problema

El cuestionamiento problemático que se plantea en este trabajo es: ¿Cuál es la relación que existe entre la migración de la población masculina hacia los Estados Unidos y el proceso de feminización que se esta registrando en el Estado de Zacatecas?, de este cuestionamiento, surge otra interrogante ¿la masculinización de la migración ha transformado el rol de la mujer en el ámbito productivo? Tales preguntas, son referidas específicamente a la población de las localidades objeto de estudio, dado los altos niveles de migración masculina.

Sistema de hipótesis

 Las hipótesis que sustentaron y guiaron esta investigación, son las siguientes:

  • Se está presenciando un proceso de feminización de la población en el Estado de Zacatecas, como producto de la masculinización de la migración a los Estados Unidos.
  • La migración de los varones de las comunidades de origen, se traduce en una multiplicación de tareas para las mujeres que asumen la responsiva del jefe de familia ausente, permitiendo dar continuidad al proceso reproductivo y productivo en sus hogares,  como de sus comunidades.
  • Es el retorno de los varones el que garantiza la continuidad del proceso productivo en el área agrícola de la localidad objeto de estudio

Objetivos de investigación

Objetivo general

Investigar la relación que existe entre el fenómeno migratorio y el proceso de feminización en las comunidades de Atitanac y La Encarnación, Villanueva, Zacatecas.

Objetivos específicos

  • Conocer sí la globalización de las economías ha incrementado el proceso migratorio.
  • Analizar si la participación femenina en el desarrollo de actividades productivas se ha incrementado a partir de la migración de los varones en las localidades de Atitanac y La Encarnación del municipio de Villanueva, Zacatecas.
  • Conocer las actividades productivas donde se desempeña la población femenina en Atitanac y la Encarnación del municipio de Villanueva, Zacatecas.
  • Determinar la existencia del relevo generacional rural productivo.

Metodología

Muchos fenómenos sociales se caracterizan por ser complejos, dado el nivel de factores que interactúan en ellos, por lo que, resulta difícil plantear un análisis exclusivo basado solo en mediciones cuantitativas, ya que estas no registran muchos de los elementos que intervienen en el fenómeno y que pueden rescatarse desde la perspectiva cualitativa. De ahí, que en el presente trabajo se combinen las técnicas de corte cuantitativas-cualitativas, con el fin de obtener una visión más completa del fenómeno, pues de acuerdo a la perspectiva cualitativa se pueden integrar elementos como:

  • La búsqueda del entendimiento del fenómeno también desde al perspectiva del actor, puesto que la realidad que importa es lo que las personas involucradas perciben como importante.
  • El predominio en el análisis de la comprensión de los fenómenos más que su generalización.
  • El involucramiento del investigador con los actores del fenómeno como un medio de entender más su realidad (Scwartz y Jacobs,  1984).

Tomando en consideración estos planteamientos metodológicos, las etapas que comprendió el presente trabajo consistieron en:

1) Investigación documental. La que inició con una revisión bibliohemerográfica de diferentes referencias relacionadas con el tema por estudiar, para la construcción del marco teórico, marco de referencia, área de trabajo y de la problemática planteada. Esto se realizó con base a la consulta de estudios de caso, censos, información estadística, etcétera. Es importante mencionar que en el desarrollo del presente trabajo, se han utilizado conceptos como:

  • Migración: Movilidad de la población entre regiones, entidades federativas o entre países; por lo que el término migración, desplazamiento y movilidad, se usan de manera indistinta en este trabajo.
  • Feminización: Categoría que nace durante los años setenta formando parte de las investigaciones y estudios sobre las asimetrías que se establecen entre los hombres y mujeres, fruto de las relaciones sociales que construyen las identidades de género a partir de las diferencias biológicas (sexo) y que condicionan tanto las condiciones materiales de existencia de las mujeres como las representaciones sociales que se edifican sobre ellas (Parella, 2003).
  • Población rural:Por lo general, se parte del tamaño de la población para definir el tipo de población, considerando como rural a aquella que reside en localidades de menos de 2500 habitantes (López, 1989).
  • Unidad doméstica: Que se define como una institución social que organiza los recursos (tierra, fuerza de trabajo, herramientas, capital, etc.), recluta y asigna trabajo en una combinación de tareas productivas y reproductivas.
  • Estrategia de sobrevivencia: Que comprende el conjunto de mecanismos a los que recurre una persona o un grupo doméstico, encaminados a permitir su reproducción biológica y material.
  • Relaciones sociales de género: Son aquellas que definen las diferencias entre hombres y mujeres, las cuales construyen normas y prácticas distintas, promovidas socialmente, pero que no las determinan, pues hay una gama de comportamientos distintos según las condiciones económicas, sociales, culturales y hasta políticas de las sociedades. En algunas, las normas y las prácticas que configuran las relaciones de género pueden ser más flexibles que en otras, donde dichas prácticas son rígidas y con identidades de género culturalmente muy arraigadas (Comas, 1995).

2) Trabajo de campo. Como se mencionó anteriormente, con la combinación de técnicas cualitativas (entrevistas y observación participante) y cuantitativas (encuesta con preguntas abiertas y cerradas), se trató  de registrar los aspectos más importantes de la población de Atitanac y La Encarnación, dentro de la cual se consideró a la que se queda en las comunidades (población residente); la ausente (población migrante) y a las mujeres jefas de familia (esposas o madres de migrantes) y sus familias.

El trabajo de campo comprendió las siguientes etapas:

 a) Visitas exploratorias, observación y entrevistas. Estas actividades sirvieron para conocer el entorno y contexto en que se encontraban las comunidades y su población, permitieron establecer una relación de comunicación y confianza con los integrantes de los hogares lo que facilitó la captación de información respecto a la forma en que los informantes perciben el fenómeno migratorio y las implicaciones que conlleva.

 b) Diseño del cuestionario. Para el diseño del cuestionario se consultó el formato que el INEGI aplica en el censo. Las preguntas fueron en su gran mayoría cerradas para facilitar su procesamiento; incluyeron información de tipo social, económico y demográfico, tales como; edad, sexo, estado civil, integrantes en la vivienda, escolaridad, ocupación, ingresos, etc., hasta aquellos que se centran en el problema por estudiar, como; migración, remesas, destino de las remesas, trabajo doméstico, trabajo productivo, tierras que poseen, cultivos que siembran, toma de decisiones, apoyo gubernamental, entre otras. El cuestionario utilizado en esta investigación se incluye en el Anexo No. 3

c) Determinación de la población de estudio. Como se mencionó en la parte introductoria de este documento, se eligió como área de estudio el municipio de Villanueva, Zacatecas; concretamente las localidades de Atitanac y La Encarnación, por tener una alta participación de migración masculina a los Estados Unidos, además; por registrar un importante despoblamiento y un significativo porcentaje de hogares comandados por mujeres. Se seleccionó como unidad de estudio, las familias o unidades domésticas con jefatura femenina y con parientes migrantes (principalmente el esposo y/o hijos).
 
d) Aplicación del cuestionario. El cuestionario se aplicó a personas residentes habituales en los hogares mayores de 15 años8 (preferentemente madre de familia).

En consideración a las limitaciones físicas, económicas y temporales, se determinó la aplicación de 46 encuestas en hogares que tienen como jefe de familia a una mujer, 28 en Atitanac y 18 en La Encarnación9.

  • Atitanac: 134 hogares, de los cuales el 55.22% tienen como jefe de familia a un hombre y el 44.77%  a una mujer.
  • La Encarnación: 162 hogares, de los cuales el 78.39% tienen jefatura masculina y el 21.60% jefatura femenina (INEGI, 2005).

La encuesta tiene carácter exploratorio, por lo que los resultados se sumaron a la información recopilada en las otras técnicas (entrevistas y observación participante).
Procesamiento, sistematización y análisis de datos. La información que se obtuvo de los cuestionarios y de las entrevistas se procesó de manera paralela para su análisis. Las actividades que esta etapa implicó son las siguientes:

  • Registro y sistematización de las entrevistas con informantes clave, para incorporarlas al contenido de la investigación.
  • Grabación de las entrevistas para su posterior trascripción, respetando lo comentado, las vivencias y los puntos de vista de los entrevistados.
  • Procesamiento, descripción, análisis e interpretación de los datos de la encuesta y la entrevista tratando de darle significado en el contexto general del fenómeno.

Finalmente, se exponen los resultados y hallazgos más relevantes en un cuerpo de conclusiones.


1 No existe consenso acerca del concepto de globalización, aunque se reconoce que es un proceso económico por el cual el comercio se internacionaliza, son suprimidos los aranceles, tasas e impuestos nacionales que protegen la producción nacional. Ante ello, los Estados o naciones tienden a perder poder ante la irrupción del capital privado, que adquiere cada vez mayores y mejores condiciones para moverse geográficamente. La globalización se ha transformado en una nueva ideología sustentada en las concepciones del neoliberalismo, en la que se trata de vendernos el mejor de los mundos posibles, gracias a la creación de ese mercado libre planetario de vendedores y consumidores (Rojas, 2000).

2 El Neoliberalismo se encuentra sustentado teóricamente, en el paradigma antiintervencionista de Hayek y el monetarismo de Friedman. “Neo”, significa por tanto un nuevo tipo de liberalismo. Fue en 1776, cuando Adam Smith en su libro “La riqueza de las naciones”, promovía la abolición de la intervención gubernamental en asuntos económicos: no a las restricciones a la manufactura, no a las barreras al comercio, no a los aranceles. El libre comercio era, según Smith, la mejor forma de desarrollo de la economía de una nación. Tales ideas eran liberales en el sentido de que promovía la ausencia de controles. El renacimiento del pensamiento neoclásico, como paradigma dominante en la conducción del capitalismo, es sobre todo una operación política e ideológica del capital monopólico internacionalizado dirigido a restarle fuerza, en el interior, a la clase obrera y a aquellas fracciones del capital menos desarrolladas y concentradas, y en el exterior, a ampliar y facilitar sus posibilidades de expansión y control de nuevos mercados y de nuevas y viejas fuentes de materias primas (Cordera, 2002a).

3 Para hablar de población rural es inevitable pasar por la definición de áreas geográficas rurales, donde ésta se asienta; los criterios utilizados para ello son variados y, la mayoría de las veces, su adopción se liga a los usos que se pretende dar a la información. Predominancia de las actividades rurales específicas, tamaño de la población, divisiones administrativas y categoría política de la localidad son pautas comunes para la determinación de lo rural. No obstante la diversidad de criterios utilizados hoy día, existe cierto consenso en que el tamaño de la población de las localidades se vincula al nivel de ruralismo o urbanismo de la sociedad. Esto y las limitaciones de la información existente son razones para que algunos de los criterios aludidos hayan perdido importancia en los estudios que abordan el tema, frente a la caracterización demográfica que define a la población rural como aquélla que reside en localidades de menos de 2500 habitantes; criterio empleado en la mayoría de las investigaciones sobre el México rural (López, 1989).

4 Se entiende por productor rural a los pequeños agricultores que producen directamente cuando menos parte de su propia subsistencia de la agricultura y/o de la cría de animales.

5 La región histórica o tradicional de la migración, comprende los Estados de Aguascalientes, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nayarit, San Luís Potosí y Zacatecas.

6 Se entiende como estrategia de sobrevivencia, el conjunto de mecanismos a los que recurre una persona o un grupo doméstico, encaminados a permitir su reproducción biológica y material.

7 Los datos Municipio de Villanueva, fueron tomados de la Enciclopedia de los Municipios de México, editada en los años de 1987 y 1988 por el Centro Nacional de Estudios Municipales de la Secretaría de Gobernación, en coordinación con los estados y municipios del país. 

8 El  censo de población y vivienda considera al residente habitual, como aquella persona que habita normalmente en la vivienda, esto es, que en ella duerme, prepara sus alimentos, come y se protege del ambiente, y por ello la reconoce como su lugar de residencia (INEGI, 2000).

9 Existen criterios diversos para la determinación de la muestra en el enfoque cualitativo, ya que por tratarse de una muestra no probabilística, su determinación depende de causas relacionadas con las características de la investigación o de quién hace la muestra. Así por ejemplo, se puede encuestar al menos a 10% del total del universo de estudio por considerar dicho porcentaje como adecuado para estudios sociales cualitativos, donde la representatividad estadística no necesita ser tan estricta como en los estudios de tipo experimental (Schwartz y Jacobs, 1984; Taylor y Bogdan, 1996, Méndez et al., 1984; Hernández, et.al., 2003)

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