Entre los siglos XV y XVI comienza el proceso de conquista de América Latina por parte de España y Portugal. Se suceden toda una serie de oleadas migratorias hacia el subcontinente en busca de nuevos territorios que satisficieran la demanda cada vez creciente de productos y tierras a los dos estados europeos.
La conquista del territorio latinoamericano se desarrolló de manera violenta, mediante la fuerza militar y el exterminio, sometimiento y desplazamiento de las poblaciones originarias en la medida que avanzaban los conquistadores.2
Los pueblos americanos fueron arrolladas por el empuje de las tropas hispanas y perdidos sus territorios originarios para ser desplazados hacia las regiones poco accesibles. Sus poblaciones fueron diezmadas por las enfermedades, el hambre y los abusos cometidos por los europeos, los símbolos básicos de su cultura fueron sustituidos y las formas tradicionales de la producción sufrieron del proceso transculturador impuesto por los elementos de la conquista.3
Las regiones históricas originarias desaparecieron bajo el influjo de los asentamientos foráneos y las oleadas de emigrantes del viejo continente, las relaciones interregionales y la distribución territorial tradicional se perdió en la medida que avanzó el proceso de apropiación de la tierra por parte de los representantes de las coronas española y lusitana, la población originaria de estas se vio sometida a los designios de las leyes foráneas o desplazada y condenada al régimen de servidumbre feudal como era tradicional en la Europa del siglo XVI.
Cabe señalar que los hombres que llegaron a América Latina en calidad de conquistadores y en representación de los estados hispano y portugués provenían de extracción hidalga en su mayoría, no poseían riquezas en sus lugares de origen y se aventuraron a la conquista en pos de los medios para escalar en la pirámide socioclasista, lo cual justifica la violencia con la que usurparon las tierras de las civilizaciones mesoamericanas.
La iglesia católica participó con el mismo fin en el proceso de conquista, y bajo la premisa de extender el ideal religioso del apostolado romano allende a Europa orientó su política a la sustitución de los símbolos de la tradición de las culturas originales por la simbología detentada por el catolicismo más reaccionario.4
La relación entre conquistadores y conquistados a escala social trajo como consecuencia:
El panorama regional latinoamericano cambió en la medida en que finalizaba el proceso de conquista e iniciaba la colonización hispano lusa. Con la desaparición de las regiones históricas amerindias comenzó el proceso de asentamiento de los colonizadores y la implementación de sus estructuras de poder. América Latina se dividió entre los siglos XVI y XVII en virreinatos y capitanías en función de de las necesidades metropolitanas para administrar el territorio subcontinental.
Los virreinatos y capitanías se establecieron en proporción de las macroregiones naturales y de los recursos contables del territorio en cuestión. El virreinato de Nueva España coincide con la meseta mexicana y a este se subordinaron capitanías de las regiones selváticas de centro América y las ínsulas del Caribe, el virreinato de Nueva Granada coincide con la región natural de la Orinoquia o los Llanos del Orinoco, el virreinato del Perú coincide con la región del altiplano y los afluentes iniciales del Amazonas, el virreinato de Río la Plata se extiende por las regiones naturales de este afluente y comprende además las grandes llanuras de la Pampa, la Capitanía General de Chile recorre la región natural de los Andes y el virreinato del Brasil comprendía en un inicio la región costera del este suramericano y se extiende hacia la selva del afluente amazónico.6
Las delimitaciones fronterizas de los virreinatos y capitanías se establecían a partir de los accidentes geográficos, y con el proceso de explotación colonial estos territorios se convirtieron en estratégicas regiones económicas subordinadas a un producto básico de la explotación colonial que sería agrícola, ganadero, maderero o minero.7 Las relaciones entre virreinatos y capitanías eran escasas, el rígido monopolio al que España y Portugal sometían a sus colonias obligaba a estas a mantener contacto comercial legal solamente con las metrópolis, y estas a su vez determinaban el comportamiento del flujo mercantil entre las estructuras coloniales lo cual limitaba la capacidad de desarrollo de las relaciones de producción y monetario mercantiles de las regiones económicas latinoamericanas.
Ese sistema, a escala macro regional coartó el modo de interdependencias coloniales y estableció límites socioeconómicos de interrelación entre los diferentes territorios, pero contradictoriamente no estrechó los grados de dependencia con las metrópolis debido a que las mismas solamente servían de trampolín en el flujo de mercancías del mercado europeo y no correspondían en términos de desarrollo económico al elevado nivel de productos recibidos de las colonias. 8
A escala local o micro regional, la organización establecida por los colonizadores parte de la fundación del sistema de villas al estilo ibérico. La organización de las villas estaba regida por el cabildo o ayuntamiento y este tenía la potestad real de otorgar mercedes y solares para el cultivo de la tierra, la crianza del ganado, la explotación minera o maderera y la construcción de edificaciones.
Estos otorgamientos comprendían las tierras aledañas a la villa en cuestión y se extendían en la medida en que el cabildo tuviese jurisdicción administrativa sobre el territorio que otorgaba, por lo general colindantes con los límites de las jurisdicciones de las villas vecinas. Al igual que las villas en su estructura urbanística desordenada, que rodeaba el espacio de la plaza mayor y a partir de esta se desplazaban los solares hacia el exterior, las mercedes se extendían en forma circular a la villa y sus límites eran imprecisos debido a el escaso conocimientos del terreno y de las técnicas de agrimensura de los siglos XVI y XVII.
La villa se convirtió en centro nodal de vastos territorios sobre los cuales ejerció influencia político administrativa,-“la vida política tenía dos formas fundamentales: el gobierno en representación de la Corona, y los municipios autónomos”9 -y alrededor de la misma se tejió el complejo esquema de relaciones entre los servicios que proporcionaba el nodo urbano a cambio de los artículos producidos por efecto de la explotación de las mercedes. La trama de relaciones mercantiles se estableció en relación proporcionada entre el centro y la periferia a su vez que el aumento de la población por nacimientos o migración aumentaron la cantidad de habitantes de los núcleos urbanos y posibilitaron la creación de nuevos nodos subordinados al poder administrativo de las villas originales, aunque con el tiempo muchos de ellos alcanzaron y sobrepasaron en importancia a los originales en la medida en que sus economías por concepto de ingresos y dependencias con la periferia hicieron posible que sustituyeran a los primarios pasando a ser los primeros subordinados.
Es así como a partir del surgimiento de las capitales y ciudades más importantes, en América Latina se fueron configurando las regiones históricas, determinadas por el crecimiento importante de sus producciones, sobre todo en el espacio rural, y por el aumento de sus demografías.
Las regiones económicas latinoamericanas se pueden clasificar por el nivel de relaciones entre los centros nodales y la periferia esencialmente en dos grupos:
1 Acerca de este epígrafe en cuanto al estudio del proceso de conquista y sobre todo de colonización hispana en América es indispensable el estudio de: Guerra y Sánchez, Ramiro. Introducción a la Historia de la Colonización Española en América. Cultural S.A. La Habana. 1930.
2 Kirkpatrick abunda en la descripción de los hechos durante el proceso de conquista y sobre todo en la posición adoptada por el conquistador, a pesar de tomar como fuente esencial las crónicas de la época. Ver en: Kirkpatrick, F.A. Los conquistadores españoles. Ediciones RIALP, S.A. Madrid. 2000
3 Imprescindible en este caso es la consulta de las crónicas de la conquista en: Clásicos Jackson. Historiadores de Indias. Volumen XXVII. W. M. Jackson. Inc. Editores. Buenos Aires. 1949.
4 Resulta interesante la justificación de la violencia en el proceso de conquista de América que asume el historiador Edmundo O´Gorman en el capítulo II de su texto cunado puntualiza que las sociedades originarias en el subcontinente evolucionaron de formas naturales a formas históricas de vida. Ver para futuras críticas: O´Gorman, Edmundo. Fundamentos de la Historia de América. Imprenta Universitaria. México. 1942. pág. 107-134
5 Sobre el particular consultar: Henríquez Ureña, Pedro. Historia de la cultura en la América Hispánica. Fondo de Cultura Económica. México. 1963. Pp. 31, 32.
6 Sobre el particular, en cuanto a la distribución de los territorios en América por parte de los conquistadores consultar: Henríquez Ureña, Pedro. Historia de la cultura en la América Hispánica. Fondo de Cultura Económica. México. 1963. Pp. 27, 28, 29.
7 El historiador Carlos Pereyra establece el balance de la producción que por regiones devengaban las colonias a las metrópolis y las formas en que se realizaba en proceso de transportaciones de las mercancías, ver en: Pereyra, Carlos. Historia de la América Española. Tomo II. Editorial Saturnino Callejas S.A. Madrid. 1924. Pp. 224-226
8 Ver el desarrollo de dicha tesis en: Galeano, Eduardo. Las venas Abiertas de América Latina. Editorial Catálogo. Buenos Aires. 2003. pág. 40-46
9 Henríquez Ureña, Pedro. Historia de la cultura en la América Hispánica. Fondo de Cultura Económica. México. 1963. Pág. 34
10 Dichas concepciones son de la autoría del investigador con el fin de clasificar las regiones latinoamericanas atendiendo de la distribución espacial de sus componentes.