PRESENCIA INSTITUCIONAL DE LAS FUERZAS ARMADAS EN PAÍSES DE AMÉRICA LATINA Y SU IMPACTO EN LA CALIDAD DE VIDA DE LA POBLACIÓN

José Leopoldo Montesino Jerez

2.4 Más mantequilla: Fuerzas Armadas y temas negativos de calidad de vida


La disyuntiva clásica que se nos presenta en los libros de economía respecto al hecho de que los recursos son escasos y se caracterizan por tener un uso alternativo en la sociedad, ejemplificada a través de la clásica elección entre mantequilla y cañones, puede plantearse también a las propuestas de asignación de dichos recursos al interior de las propias Fuerzas Armadas de cualquier país y, en particular, de países latinoamericanos.
En otras palabras, quienes tienen la responsabilidad de comandar y dirigir a las Fuerzas Armadas según el respectivo mandato constitucional, se ven enfrentados a políticas de desarrollo y con ello al logro de múltiples objetivos que dependen del nivel de recursos con que cuentan y la eficiencia con que puedan ser utilizados.

2.4.1 Orden Público Interno


Un primer aspecto sobre el cual la asignación de recursos no debe descuidarse se relaciona con el mantenimiento del orden público de parte de las fuerzas de interior de cualquier país. En América Latina, en general, se han verificado a lo largo de la historia innumerables sucesos de carácter conflictivo en que determinados grupos, como huelguistas, manifestantes políticos y hasta hinchas de un evento deportivo, transgreden las normas de sana convivencia y muchas veces transforman un acto cívico en una lamentable manifestación de desorden público.
Este tipo de comportamiento de las muchedumbres, sin considerar lo legítimo o ilegítimo de las aspiraciones de quienes participan en un mitin por ejemplo, suele tener consecuencias funestas en negocios, bienes de uso público y hasta personas inocentes que transitan por el lugar.  La calidad de vida de algunos sectores urbanos de diversas ciudades latinoamericanas se ve seriamente afectada, por tratarse  muchas veces de lugares emblemáticos a los que la costumbre o tradición consagró como lugares preferidos para realizar todo tipo de eventos populares.
La asignación de recursos en la esfera policíaca cuyo fin es mantener del orden público en contextos multitudinarios cabe, ciertamente, dentro del ámbito de lo que la literatura económica ha teorizado como “mantequilla”.  Esto, a pesar de que de hecho resulta casi inevitable que, ante eventuales explosiones de violencia popular,  las fuerzas de orden deban aplicar una determinada represión legítima, por discutible que se conciba este último concepto, con el objeto de que se produzcan desgracias o tragedias peores ante la alternativa de  no hacer nada o de laissez faire.
En el caso de los eventos deportivos, una fuente de la literatura especializada en movimientos sociales nos advierte que el tema del comportamiento colectivo se halla sesgado por el impacto de acontecimientos dramáticos como los observados en el estadio Heysel de Bruselas (año 1985), por la actuación violenta de los “hooligans”. El sesgo se daría en el sentido  de que las multitudes  son irracionales y agresivas en este tipo de eventos, lo que no parece tan evidente a la luz de datos estadísticos sobre incidentes violentos en el deporte, que en verdad serían relativamente poco frecuentes. 1
Sin embargo, la muerte o accidentalidad de personas en eventos deportivos, sumados a desórdenes que provocan temor y perjuicios materiales por montos importantes, vistos en una perspectiva de más largo plazo en nuestra América Latina, obliga a replantear preguntas como ¿Se asignan suficientes recursos a la prevención de desórdenes?, ¿Se controlan eficientemente las manifestaciones violentas multitudinarias de eventos deportivos?. Javaloy, Rodríguez y Esteve han planteado lo siguiente:

“Las emergencias surgen cuando una amenaza o peligro aparece en el área limitada del estadio y la posibilidad de escapar está muy restringida debido al escaso número o estrechez de las salidas. La amenaza puede  ser el fuego, una explosión, un derrumbamiento o un peligro semejante. La conducta de la multitud atemorizada es a la vez centrífuga, puesto que los participantes tratan de evitar el lugar donde se ha generado el peligro y centrípeta., puesto que convergen  hacia un punto (puerta o escalera) que puede salvarles de la amenaza”.2
Los desórdenes provocados por estudiantes que reclaman por la falta de atención a sus demandas académicas o financieras, corresponden a otro ejemplo en que la labor policíaca se ve enfrentada no sólo a la necesidad de material adecuado para mitigar los daños por las refriegas que suelen producirse, sino que además al buen uso de los recursos empleados. Las armas, las bombas lacrimógenas, los escudos y el uso de material disuasivo contra los estudiantes en general reviste cierto peligro, no sólo para los alumnos en protesta, sino también para civiles y vecinos que lamentablemente ven alterada su cotidianeidad.
En este tipo de acontecimientos, en los que se ven involucradas cada cierto tiempo las fuerzas de orden de los países latinoamericanos,  resulta vital no sólo una asignación oportuna y suficiente en cantidad de este tipo de recursos de carácter agresivo, sino también el modo de uso.  En pocas palabras, las autoridades que dirigen y tienen la responsabilidad de mantener el orden y resguardar los bienes materiales públicos y privados, así como la tranquilidad de los vecinos, también deben velar porque los procedimientos no se transformen posteriormente en desgracias que sean difíciles de sobrellevar.
En Argentina, más recientemente, puede ser citada una protesta en contra de la reelección del rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA), el señor Rubén Hallú. En el mes de diciembre del año 2009, se informaba de violentos incidentes  producidos entre la policía, estudiantes de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) e integrantes de partidos políticos de izquierda. El reclamo de los universitarios era contra la votación de la asamblea universitaria que se realizó en un edificio anexo al Parlamento y que, previamente, había sido cercado con vallas en medio de un riguroso operativo de seguridad. Los manifestantes, con el objeto de derribar las vallas, desataron fuertes choques y arrojaron piedras y palos a los efectivos de la guardia de infantería, que reprimió a los provocadores con gases lacrimógenos, balas de goma y chorros de agua lanzados desde vehículos lanza agua. Según informó el Sr. Aníbal Fernández, jefe del Gabinete, varios policías sufrieron heridas y dos alumnos debieron ser hospitalizados. 3
En Perú, por otra parte, en un día del mes de julio del año 2009, los habitantes de Lima se encontraron súbitamente con su capital  militarizada. Esto ocurrió en respuesta a una nueva ola de huelgas y movilizaciones convocadas por cúpulas sindicales, en particular del sector de transportes, que protestaban en contra de la gestión del gobierno de Alan García. Con el objeto de resguardar la seguridad pública, se autorizó que las Fuerzas Armadas apoyasen la labor policíaca, en especial respecto a la protección de vías y negocios a la vista del público. Fue así como en Lima unos 1.200 soldados salieron a las calles, mientras que en el país la cifra alcanzó unos 3.500 efectivos, que se  sumaron a unos 35.000 policías desplegados.4
En Colombia, durante la tradicional marcha Día del Trabajo celebrado el 1º de Mayo del año 2009 en Medellín, también se produjeron graves incidentes al término del mitin. Al evento asistieron unas 15.000 personas aproximadamente, que reclamaban por más empleo y dado que la ciudad mantenía uno de los índices de desocupación más altos del país, con un 18% para el mes de marzo. Si bien en el encuentro el sindicato de trabajadores de la industria tabacalera mostró una obra de teatro callejera, y que llamó mucho la atención de la civilidad presente, pues fueron representadas simbólicamente instituciones como las cooperativas de trabajo, los estudiantes, las multinacionales, los obreros y hasta figuras políticas como Hugo Chávez y Evo Morales, al término de la concentración en Avenida Oriental, se registraron varios choques entre un sector de los participantes y la policía antimotines. Una señora de 60 años, Amelia Gómez, resultó herida en una pierna, al igual que otras cuatro personas entre las que se encontraba un agente del Escuadrón Antimotines. Además, fueron capturadas otras 21 personas, ocho adultos y trece menores, a lo que debió sumarse el costo de otras pérdidas materiales como vidrieras.5

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1 Javaloy, Federico, Rodíguez, Alvaro y Esteve, Espelt, op. cit.,  p. 164.

2 Javaloy, Federico, Rodíguez, Alvaro y Esteve, Espelt, op. cit.,  pp. 167-168.

3 D.P.A., Chocan activistas estudiantiles y policías frente al Parlamento argentino, en latercera.com, s.p., lunes 14 de diciembre, 2009.

4 Cordero, Jaime, Una nueva ola de protestas en Perú hace tambalearse al gobierno de García, en elpais.com, s.p., Lima, Perú, jueves 9 de julio, 2007.

5 Gallo Machado, Gustavo, Clamor por el empleo en la multitudinaria marcha del Día del Trabajo ayer en Medellín la gente exigió el cumplimiento de sus derechos laborales, en diario El Colombiano, p. 13A, sitio de Internet elcolombiano.com, versión PDF, Medellín, Colombia,  sábado 2 de Mayo, 2009.

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