DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO Y POBREZA EN AMÉRICA LATINA

DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO Y POBREZA EN AMÉRICA LATINA

Juan Francisco González Bermúdez (CV)
Universidad Nacional Autónoma de México

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VI: 2. – Patrimonio material y social y florecimiento humano.

Una de las interrogantes a seguir, como elemento para acotar la pobreza y hacer que la distribución del ingreso sea más equitativa, y la calidad de vida y desarrollo humano se eleven, es la de plantear la posibilidad que ello nos lleve a obtener mayor libertad y el despliegue de nuestras potencialidades, de forma tal que nos permita llegar al florecimiento humano,1 que no sólo implique que se incrementen y trasformen toda una serie de valores2 y  comportamientos que nos impulsen a vivir una vida plena, que nos ubiquemos en un mundo de paz y cooperación para el disfrute de las mismas.

Es claro que sigue existiendo una disyuntiva básica que gira en torno a los bienes materiales  y no materiales para vivir mejor como lo hemos analizado en este trabajo. El cuestionamiento consiste en que si sólo los bienes materiales pueden ampliar nuestras libertades y proporcionarnos una mejor vida o si sólo el crecimiento económico, que es sinónimo de incremento de la riqueza sin desarrollo social, esto es sin que tengamos posibilidad de desplegar nuestras potencialidades, lo que conlleva a que vivamos mejor  y podamos incrementar nuestros valores.  Así mismo, es importante también cuestionarnos si en medio de la pobreza material y no material, se pueda alcanzar ¨el despliegue de nuestras capacidades ¨ o sea el ¨florecimiento humano¨ tal y como Dávila y Levitas lo definen.

Ahora bien, el objetivo que tenemos en este segundo apartado conclusivo, es el de hacer un análisis somero de los principales aportes que intentamos exponer en este trabajo y que nos puedan llevar a este florecimiento y por tanto a alejarnos de la pobreza material y no material, o sea social,  a través del desarrollo de nuestras potencialidades, lo que nos fortalecería como entes individuales y sociales, en vista no sólo de ser y hacer para estar y tener, sino para compartir y dar;3 de tal modo que ampliemos nuestra autoconciencia, nuestra socialidad, nuestra universalidad y nuestra libertad, lo que implica ser y devenir; más humanos; categorías axiologías que exigen un elevado nivel de desarrollo humano, que la educación en libertad, por un lado, nos pueden procurar y, por otro, una distribución del patrimonio social de acuerdo con nuestras necesidades y capacidades en un contexto de libertad y democracia como hemos venido sosteniendo a lo largo de este trabajo, y en donde hemos afirmado la necesidad de redistribuir los bienes materiales, presentes en la naturaleza, así como los que producimos y  los no materiales, tales como la educación, el buen gobierno, la trasparencia, etcétera, que nos permitan arribar a niveles elevados  de consciencia, de vida y libertad.
Así mismo y bajo estos conceptos axiológicos, tal parece que nos aproximamos a una nueva definición de pobreza en el contexto de necesidades dinámicas y de aspectos materiales y no materiales o sociales de existencia, que coadyuvan,  como lo hemos analizado en el trabajo, al incremento del patrimonio social y que pueden ayudar a un reparto equitativo del mismo, en vista de que liguemos nuestro desarrollo individual y social, plasmados en el lema y programa de lograr mayor libertad y gozar de una buena vida, desplegando nuestras potencialidades y capacidades para reformar y fortalecer los valores, que han sido reemplazados por desvalores,  que es lo que también se define como  ¨Florecimiento Humano¨
Lo cierto es que apoyándonos en todo esto y para profundizar nuestro trabajo, expresamos que, tanto en los países desarrollados, como los no desarrollados,  el afán o la codicia del dinero, que es una de las características del capitalismo y de su modalidad salvaje que es el neoliberalismo que caracteriza a la globalización, no ha logrado que una gran parte de la sociedad  disfrute de una buena vida.
Por lo que concluimos que tanto el PIB, como el índice del ingreso per cápita, que mide el primero el ingreso del país y el segundo el de los individuos no necesariamente coincida con el IDH que nos indica  grosso modo el despliegue de muestras capacidades o sea cierto despliegue de nuestras potencialidades de acuerdo a nuestras capacidades en una sociedad determinada; aunque ello no es automático porque  depende de las posibilidades de acceso a los bienes materiales y sociales que tengan los individuos, los grupos y las clases sociales como hemos tratado de explicar para el caso de América latina y los países que hemos analizado de modo específico.4

Sumado a lo anterior tenemos que el pensamiento neoclásico, en el que se fundamenta el neoliberalismo, expresado prácticamente en el proceso globalizador que se impulsó en el mundo y fue inducido en América latina,  se ha encargado de forjar  y decir que el mejor es aquel que más vende, que más produce, que más entiende de mercadotecnia, de economía, de administración, etc.,  y  da buenos dividendos a su empresa y forja grandes fortunas; sin pensar en hacer  un ser humano pleno que trasforme su comportamiento ante la vida: en la  relación interpersonal con su esposa y sus hijos, o bien, en la convivencia  con la naturaleza y su entorno en general, que en otras palabras se desarrolle y florezca. De ahí que esta ideología está forjando seres maniatados que van a ser parte del mercado de trabajo que se insertan y están preparados para producir y consumir. Eso es lo que hace que nuestros  técnicos y profesionistas tengan grandes tensiones y desgastes tales como: ataques de pánico, ansiedad, estados de depresión, suicidios, etc. Se da en el caso de una educación parcializada y deformada por el protagonismo de  hacer dinero,  sin mirar en los medios para lograrlo. Así, el que no tranza, el que no engaña, el que no respeta a los demás y los pisotea, los subordina y los explota;  no avanza; se devalúa e impide que la sociedad, como un todo, se desarrolle y florezca5
Y es que el crecimiento de la riqueza material y social, o sea el patrimonio de una comunidad y de un país tiene que ser repartido de modo equitativo, como lo hemos afirmado; esto es de acuerdo a las potencialidades y capacidades de las personas. Es un ardid  hacer creer que con el sólo crecimiento del mismo vamos a progresar y lograr desarrollo y el florecimiento humano.6 Vimos que  el aumento del PIB a toda costa, sin el reparto y lo distribuimos equitativamente es una trampa utilizada por nuestros gobernantes y por la teoría convencional para decirnos que nos desarrollamos y ya demostramos como  Brasil y México, potencias Latinoamericanas tienen problemas de pobreza y pobreza extrema más grandes que Argentina y Chile y ya externamos en el trabajo algunas razones.
El sistema económicamente capitalista, por desgracia, está diseñado  precisamente para hacer dinero, para vivir una vida en donde lo material, el tener y el poseer  se tornan  en un objetivo primordial y sólo se cumple para unos pocos. De esta manera, a los ojos de los pobres la mejor vida pasa sin modificaciones sustanciales basadas en sólidas y dogmáticas  creencias tales como que la pobreza puede resolverse por la gracia de Dios y no de los mortales. Entonces, para que luchar ahora por una mejor vida si ésta está más allá; en el cielo. La felicidad, entonces,  se torna en un deseo por conquistar; por encontrar  en la otra vida ese momento mágico. Esto es un pensamiento maniqueo y falso que le ha dado resultado a los sistemas económico sociales y da estabilidad sociopolítica, 31 porque se funda en el fatalismo y en la resignación llevados al fanatismo.
Resulta difícil a partir de indicadores tales como el PIB o el ingreso per cápita, medir si los individuos y los grupos sociales disfrutan de mayor libertad y mejor vida. Sin embargo, los esfuerzos de los economistas, los sociólogos y de los antropólogos que han ido diseñando algunos indicadores,  nos señalan que en países que tienen mayores niveles de bienes materiales y sociales, y en donde se cuida que el reparto sea equitativo, han creado una base objetiva para medir el disfrute individual y  una mejor vida. Esto lo hemos destacado al analizar  el IDH inspirado por Amartya Sen en 1998 y creado hace catorce años por el economista paquistaní Mahbub ul Haq, como una aproximación a la posibilidad de llegar a una vida plena. Pero ha sido criticado porque sólo parece como complemento del PIB.
Sin embargo, parece que muchos economistas e investigadores sociales están considerando la idea de hacer un indicador para medir la felicidad. Entendida como el disfrute que cada individuo siente en su vida dentro de una determinada sociedad; lo que resulta sumamente complejo porque esta percepción es sumamente subjetiva y depende de variaos aspectos como son: predisposiciones individuales y genéticas, de sexo, de  edad, de ingreso, de salud y enfermedad, etc. Por nombrar sólo algunos de los factores. (Ver anexo) tenemos algunos acercamientos a la medición de la misma y algunas reflexiones que sustentaron y aclaran algunos de nuestro planteamientos; los que hemos reforzado a lo largo de este trabajo que ya estamos concluyendo.

De esta manera, simplificando y parodiando los esfuerzos loables de esos investigadores, diremos que los países pobres pueden responder que son felices, pero se preguntan si pueden alcanzar los frutos del progreso técnico de otras naciones más desarrolladas o bien, sus niveles de educación y sus más sofisticadas formas de comportamiento, que denotan un mayor desarrollo social manifiesto. Ya sea  en el orden en sus  calles y la limpieza de las mismas, en la belleza de sus casas y en el disfrute de una naturaleza sana, el respeto a la vida de los animales que nos rodean, en el desarrollo de las buenas relaciones en la sociedad, en un Estado que cumple y no en un ¨Estado fallido¨; lo que ciertamente denota un mayor despliegue  de sus potencialidades, o sea, un cierto nivel de florecimiento social.7

Y es que hemos denotado, a lo largo de nuestra investigación,  que los países de América Latina destinan  muy pocos recursos a la educación, a la investigación y al desarrollo. A programas de ayuda para mitigar la  pobreza, los que, por desgracia, son paliativos y no buscan mejorar las condiciones de sus habitantes. Chile y Brasil, de acuerdo a los datos que hemos mostrado,  son los pocos que asoman la cara en cuanto a cierta mejoría de pobreza y de  forma de vida. Pero no vamos a lograr grandes avances  si no atacamos verdaderamente las fuentes de la pobreza y la pobreza extrema, si no solucionamos el problema educativo  que existe  para seguir maniatando y manipulando a grandes poblaciones y seguimos manteniéndolos en la ignorancia. De ahí que es menester construir el andamiaje que nos lleve a nuevas esferas de desarrollo y nos coloque en la fraternidad y la igualdad, voces que retumban desde la Revolución Francesa y en las revoluciones o revueltas que se han dado en nuestra región  por los mismos anhelos.

Hay que dejar bien claro que el liberalismo económico y el neoliberalismo, en esencia, tienen como base la libertad mercantil, que se impulsa como una forma para edificar toda una teoría individualista manipuladora y errónea que estimula la desigualdad y el Darwinismo económico  y social.

En suma, lo anterior nos encamina a seguir planteándonos la manera eficaz y eficiente de cómo podemos alcanzar el disfrute de una mejor vida en la región y en general  del mundo. Así mismo, nos llevó a cuestionarnos sobre cuáles son los caminos y rutas a seguir para  encontrar una mayor  libertad y mejor vida. Se trata en sí mismo de remover los obstáculos y buscar las herramientas que tenemos en un mundo capitalista preocupado por mantener el statu quo. Para ello, podemos seguir viendo básicamente algunos aportes de Francisco Dávila en torno al ser, hacer, tener y devenir y a Boltvinik sobre el tiempo libre.8

1 ¨El problema  conceptual del Florecimiento Humano es, entonces, en sí mismo, el problema de la utopía. Como Marx y los marxistas siempre entendieron, es imposible imaginarlo, porque no podemos prever ni cerrar anticipadamente (forecose) las necesidades, deseos y capacidades de los seres humanos del futuro; no sabemos lo que ellos y nosotros podamos ser entonces. Aun así, estamos obligados a intentarlo, pues solamente imaginarnos el mundo y a nosotros mismos de otra manera lo que nos proporciona un punto de apoyo para el cambio por la vía de la crítica de las condiciones actuales.¨ (Insistimos aquí la metáfora del salmón que              citamos anteriormente de Francisco Cabrera en donde en todo momento debe insistir en ir hacia adelante, sin importar con lo que topemos). Florecimiento Humano: ¿una agenda utópica? Ruth Levitas. En revista Desacatos. De la pobreza al Florecimiento Humano: ¿teoría crítica o utopía?  Enero – Abril 2007 Op.cit. p. 88. 

2 ¨Es valor objetivo, esto es, independientemente de cualquier estimación  humana, el complejo de todas las relaciones humanas y sus productos, o sea, las acciones, las ideas sociales y todo el patrimonio que la humanidad ha venido creando, acumulando y conservando; siempre y cuando éstos  y éste promuevan el desarrollo del trabajo y de acción política que nos permita realizarnos. Esto es incrementar así nuestra socialidad, es decir, la capacidad de ser solidarios dejando de lado nuestros motivos e intereses particularistas, en aras del avance de la universalidad, que significa el mayor desarrollo de la humanidad; en el estadio de desarrollo histórico o del que se trate; lo que amplia nuestra autoconciencia y nuestra libertad. En sentido contrario, todo lo que impida o que obstaculice este proceso de humanización es un desvalor, ¨ aunque, insistimos, la sociedad lo valore positivamente.  Ver a este respecto Héller, Agnes, Historia y Vida Cotidiana. Aportación a la Sociología Socialista. Ed. Grijalbo, Barcelona- México, DF 1972, p.28 y 113. La glosa explicativa citada es de Francisco Dávila, basándose en escritos de Agnes Héller.

3 ¨El trabajo debe convertirse en una necesidad vital, en una actividad que desarrolle todas nuestras facultades. Sin embargo,  ¿no es igualmente una necesidad vital nuestra la de poder satisfacer las necesidades vitales del otro? Sé bien  que en la actualidad palabras como sacrificio o autodisciplina suscitan –justamente- un eco negativo.  Estos conceptos pertenecen en la actualidad a la ideología de la represión. Sin embargo, en los –tan a menudo alabados- tiempos antiguos ¿acaso dar no era una necesidad humana?¨…¨ ¿No  es posible pensar en un hombre para el cual la satisfacción de necesidades del otro en sí pueda convertirse en una componente esencial e inherente de la satisfacción de sus necesidades?¨ esta idea de Héller nos recuerda ese dicho de que el que no vive para servir, no sirve para vivir. Héller, A. La revolución de la vida cotidiana,  edit. Península. Primera edición. Barcelona. 1982. P. 89.

4 Para esto logramos hacer un ejercicio en donde comparamos el PIB corrientes, PIB por habitante e IDH en el capítulo V página 29. Ahí se puede observar claramente que no coinciden los países con mayor crecimiento con aquellos que tienen un IDH más elevado. Ello es posible en la medida en que haya una mayor distribución de los bienes materiales y no materiales de existencia. ¨ Esto se puede comparar con lo que ocurre en el socialismo. una característica central de este sistema  es que en él la producción es para el consumo (presente y futuro) y no para la producción de mercancías que encierra una ganancia.  Es también una consecuencia natural del socialismo que lo que produce encuentra siempre un destinatario.¨  López, Julio. Teorías del Crecimiento y Economías Semindustrializadas¨ UNAM primera edición. 1991. P. 25.

5 Para el  espíritu neoclásico la felicidad está en función de la mayor cantidad de bienes. En un sentido estricto, se debe a la utilidad marginal de cada bien. De ahí que los bienes implican utilidad y la utilidad repercute en la felicidad. Sin embargo, existe una restricción fundamental que consiste en la restricción presupuestaria. En términos sociales existe lo que se llamó el óptimo de Pareto el cual  establece el principio de optimización; esto es que  los individuos tratan de elegir libremente las mejores pautas de consumo de bienes, en donde la cantidad ofrecida de bienes corresponde a la cantidad demandada de bienes. Sin la intervención estatal, pero si basada en la máxima que se le adjudicó  al fisiócrata Gournay: “Laissez faire, laissez passser, le monde va de lui meme.”; pero esto es un engaño; una falacia, ya que Pareto agregó que  el óptimo se tiene que alcanzar sin perjudicar al otro.

6 Para esto, según  la CEPAL hay que hacer cambios estructurales ya que: ¨La inequitativa distribución del ingreso que existe en  la región, que se habría agudizado durante la actual crisis, constituye la principal causa de la pobreza. alterar  esta situación es una precondición del ajuste interno. Para avanzar en esta situación existen dos formas básicas y complementarias: modificar los factores estructurales que determinan la distribución y efectuar trasferencias redistributivas del ingreso entre los grupos sociales.¨ Desarrollo y Trasformación: Estrategias para Superar la Pobreza. CEPAL. Santiago de Chile 1988.

7 No existe hasta el momento una definición de Estado fallido, sin embargo se concuerda en términos generales en que es aquel que no puede hacer cumplir sus leyes uniformemente debido a las altas tasas de criminalidad, alta corrupción, un elevado desempleo y un extenso mercado informal, una burocracia ineficiente y con altos salarios, ineficacia judicial, interferencia militar en la política, desigualdad extrema y pobreza, niveles educativos bajos y corrupción extrema de autoridades y empresas. La descripción anterior parece indicarnos la gran falla de los estados de algunos países de América Latina y, en especial, México.

8 ¨La verdadera riqueza de la sociedad se realiza a través de la libre manifestación de los individuos sociales. A través de su actividad  y de su sistema de necesidades cualitativamente múltiples. La verdadera riqueza del hombre y de la sociedad no se constituye en el tiempo de trabajo sino en el tiempo libre.¨ Héller, A. La teoría de las Necesidades en Marx. Edit. Península 3 edición. Barcelona 1998. P. 126.