Al paso del tiempo la pobreza ha sido preocupación de muchas culturas y se ha enfocado desde diferentes planos para encontrar su solución, sin embargo, en pocas ocasiones la analizamos de manera real. Lo cierto es que la pobreza económica ha sido uno de los principales aspectos a estudiar por los economistas y estudiosos de ciencias sociales. De hecho, nos parece que es el objetivo de la economía en la medida en que, como en la medicina, debemos pensar en el ser humano y en la solución de sus problemas básicos. No es posible que en la actualidad desviemos nuestra atención sobre otros elementos que nos parecen relevantes; pero que no son la esencia del estudio económico, tal es el caso del crecimiento de las economías, que a decir verdad, no necesariamente impacta sobre el bienestar de la gente.
Por ende, trataremos el estudio de la pobreza y la distribución de la riqueza desde una óptica holística que nos indique las diferentes aristas que comprende este fenómeno y lo explique. Para ello, utilizaremos distintas corrientes del pensamiento económico basadas en el funcionalismo, marxismo, estructuralismo, etc. Estas herramientas nos van a permitir descubrir con mayor profundidad los problemas que enfrenta la humanidad y en específico, nos ocuparemos del flagelo de la pobreza en América Latina, que tiene su origen en la codicia o como dice Smith: en el egoísmo de la gente. Y en los múltiples factores que vamos a ir detallando paso a paso.
Por otro lado, y como consecuencia de nuestra perspectiva teórica, consideramos que para llegar a formas más elevadas de desarrollo, debemos aplicar la transdisciplinariedad que nos aproxime a la riqueza humana; al florecimiento humano, apoyándonos en la psicología, la antropología social y la filosofía. Soportes que nos permitan analizar las diferentes corrientes del debate internacional, y que nos proporcionen las alternativas al problema de la pobreza y pobreza humana.
Así mismo, debemos pensar en la economía política y en la economía moral como elemento de análisis, y no en aquella que prejuiciosamente intenta ser ¨científica¨ estableciendo que los estudios no formarles distorsionan el conocimiento. Y es que interpretar las ciencias sociales y en particular la economía, bajo la idea de escindir al sujeto del objeto, nos lleva peligrosamente a conclusiones distorsionadas. Ya que a lo largo de nuestra investigación hemos tratado de pensar en una ciencia moral. En una ciencia relacionada con el ser humano desmitificada y que pueda servir para solucionar los problemas de la gente. No en una ciencia separada de sus creadores que a lo largo de los años en mucho ha servido para una clase dominante: cuando menos consideramos que para eso ha sido construida la economía neoclásica y neoliberal que se les impone a las economías más pobres del planeta. Eso ha sido también para muchos economistas que defienden el status y que crean una falsa ciencia alejada de las necesidades de la humanidad. Por eso, nos cuestionamos: ¿para qué sirve la economía vista desde este plano? Obviamente para separar a la humanidad en clases sociales: en ricos y pobres. De ahí que debemos hacer un reclamo a las tesis neoclásicas sobre la pureza de la economía en la medida en que se vuelve cada vez más matemática y con ello se resalte un falso valor científico que impide introducir todo valor moral y sobre todo, la solución a los problemas más vergonzosos de la raza humana que son la falta de medios necesarios mínimos para vivir.
Ahora bien y tratando de dar atención a cada una de estos esquemas de pensamiento, nos avocamos a enfrentar nuestro estudio en un marco referencial sobre la pobreza y la mala distribución de la riqueza en América Latina y en específico, Argentina, Brasil, Chile y México, desde un enfoque que nos lleve a ver las verdaderas causas de la pobreza y las posibles soluciones sobre un problema que tiene que ver con las formas materiales y no materiales de existencia. Agregado a dicho marco, hacemos un análisis somero de la situación mundial que nos permita tener un perfil comparativo con otras latitudes del planeta y que nos ubique en el plano mundial.
Muchos son los cuestionamientos que nos hacemos al respecto de este tema. Por un lado, nos preguntamos el papel que juegan las necesidades humanas y sí, a partir de éstas, podemos construir una definición más precisa de pobreza que aquella que nos han estado dando los organismos económicos y sociales del mundo, y si esta definición, que hemos conformado, basada en aspectos materiales y no materiales, nos puede conducir verdaderamente a atacar la pobreza y la mala distribución de la riqueza en el orbe y en América Latina. Pensando para ello que debemos, no sólo aumentar el nivel de crecimiento de las economías, sino tratar de distribuir de manera más equitativa los frutos del progreso técnico; lo que nos llevaría a su vez a una mejor vida para todos.
Así mismo, establecimos que todo esto nos lanza a los brazos de las formas de medición de la pobreza que se han dado últimamente, no sólo basadas en el crecimiento del producto interno bruto, sino en la manera en que se distribuye dicho producto y de otras formas cuantitativas que nos conduzcan a intuir los niveles de pobreza no material que tienen que ver con la educación o la gobernabilidad.
Para tal dilema también nos cuestionamos de manera precisa de dónde surge la riqueza y las formas de distribución social. Desde aquel planteamiento de los fisiócratas basado en la naturaleza, pasando por el de la fuerza de trabajo, o aquel que tiene que ver con la maquinaria que encara el liberalismo económico conjuntamente con la productividad. Nos preguntamos, así mismo, si la pobreza en los años de aplicación del modelo neoliberal ha estado disminuyendo; tal y como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional lo han estado predicando y si la distribución de la riqueza ha estado mejorando en contra de aquellos que opinan lo contario.
Claro está, y como ya lo mencionamos anteriormente, nuestros rumbos se encaminan bajo la idea que la pobreza tiene que ver con la carencia de bienes materiales y no materiales de existencia, y la riqueza es aquella que tiene que ver con la posesión de dichos bienes para ascender a una escala de desarrollo más elevada de la humanidad. Riqueza y pobreza material y no material que aseveramos está aumentando considerablemente bajo las formas darwinistas o neoliberales que se han dado últimamente a escala mundial y regional como es el caso de América Latina. Riqueza y pobreza que sólo da cuenta hasta el momento de aspectos materiales y no de aquellos que tienen que ver con el desarrollo pleno de las facultades humanas. Esto no sólo en el campo capitalista, sino en el socialista; sistemas sociales que no han podido solucionar el problema de la pobreza y mucho menos el de la realización del ser humano a través de la libertad, la igualdad y la cohesión social.
Aún más, debemos arribar hacia formas más humanas de pensamiento. Conceptos teleológicos que la humanidad ha creado y forjado a través del tiempo y que tienen que ver con la conducta del ser humano; con el disfrute de dichos bienes; con el anhelo de distribuir las riquezas de manera correcta y justa. Torrentes de pensamiento que se ubican en el tener, hacer, estar y ser, que se remiten a la pobreza material y no material, y que se trasforman en aspiraciones utópicas en conjunción con el concepto de libertad, al que se llega a través de la voluntad que, ligado al desarrollo de nuestras capacidades y a la igualdad de oportunidades, nos sirvan como instrumento para encontrarnos con la realización humana.
A partir de las anteriores reflexiones hemos construido un concepto que denominamos carga de pobreza. Cuyo contenido tiene que ver con la carencia de bienes materiales y no materiales de existencia en sus formas más generales y desde ese plano, pasando a la especificidad, lo vamos utilizando a lo largo de nuestra investigación. Señalamos que esta carga debe modificarse en la medida en que la humanidad se enriquece, cambia, y aprende a compartir y a dar aquellas riquezas que ha generado. Carga de pobreza que se va liberando en la medida en que los seres humanos tienen consciencia de sí mismos y para sí mismos. Concepto que tiene que ver con la buena utilización de nuestro tiempo libre; para educarnos y concientizarnos en nuestro entorno a través de la praxis humana. Misma que debe trascender nuestra cotidianidad para realizarse con un aporte genérico social, esto es, un trabajo no alineado al que Marx llama work en oposición al trabajo que reproduce al particular; al individuo que, él mismo, lo llamó labor.1
Sin embargo, y de manera práctico-funcional, pensamos que es importante medir la pobreza en términos materiales a efecto de asir y captar los aspectos sociales partiendo de una base concreta. No sólo debemos definirla en el plano filosófico, sino que es importante tener los instrumentos que nos permitan saber el número de pobres y la mala distribución de la riqueza. Para ello tomamos los datos del Banco Mundial y la CEPAL y no de investigadores privados. En primer lugar, por la cobertura a escala mundial y regional, y en segundo lugar por la constancia de los mismos en el plano histórico; lo que nos permitió medir cuantitativamente la pobreza y hacer un análisis del número de pobres existentes en el marco histórico que nos hemos fijado y que hemos sometido a la crítica constante. Analizamos también el índice de Gini como una medida que nos permitió observar la mala distribución de la riqueza y luego acudimos al IDH y de gobernabilidad para captar la pobreza en un plano no material.
Ahora bien, al escoger en general a Latinoamérica como nuestro objeto de estudio y en específico a países como Argentina, Brasil, Chile y México, lo hemos hecho por el nivel de riqueza que han alcanzado en el marco regional y por otro lado, por la cantidad de población existente en América Latina, que según las más recientes cifras es de 570 millones de personas, de las cuales el 75 por ciento vive en las zonas urbanas. Y en donde el 10 por ciento más rico percibe el 48 por ciento, mientras que el 10 por ciento más pobre obtiene el 1.6 por ciento, con una pobreza de 189 millones de habitantes y 76 millones en la extrema pobreza (CEPAL). La OCDE habla de un aumento tan sólo en los últimos cinco años de 36 millones de pobres y la CEPAL nos dice que tan sólo de 2008 a 2009 se generaron 9 millones de pobres en medio de una crisis de orden mundial. Así mismo, el Banco Mundial nos indica que la pobreza creció en 14 millones de 2007 a 2009.
Los países en estudio como Argentina tienen una población estimada en 2010 de 41.0 millones habitantes. Brasil de 200 millones de habitantes, Chile de 17 millones de habitantes y México con 113.8 millones de habitantes, mismos que sumados nos dan un total de 371.8 millones de habitantes, que representan casi el 54 por ciento de la población de América Latina. Muestra importante que nos permite desprender planteamientos generalizados para el resto de la región.
Los datos estadísticos a su vez agudizaron nuestro interés y juzgamos pertinente, una vez analizada esta contradicción, desprender planteamientos que podrían ser aplicados para sugerir políticas concretas que nos sirvan para corregir estos problemas visibles.
De lo anterior dedujimos que podíamos realizar una línea histórica que partiera de la introducción del modelo neoliberal en la región latinoamericana y que intentara revisar, en parte, lo que anteriormente pasaba en América Latina en términos de pobreza. Esta línea histórica converge con la globalización, misma que se tomó como base para solucionar todos los males que aquejan a la humanidad. Sin embargo, el problema es que la globalización mantenía, y sostiene como eje central, la hegemonía de los Estados Unidos, y en ningún momento intenta mejorar la pobreza mundial y la mala distribución del ingreso. Lógicamente y con la introducción del neoliberalismo, basado en el libre mercado y en la mano invisible, venía a ser la solución de los niveles de desigualdad y pobreza: era y es en la actualidad la panacea para homogenizar la riqueza a escala mundial, sin embargo, esta lógica que nos tenía que conducir a una aldea global, ha empeorado las desigualdades a nivel mundial y regional. Esta nueva ideología intentó esconder la realidad depredadora del capitalismo, o sea, la apropiación del excedente económico por parte de las economías más desarrolladas que siguen concentrando la riqueza, la que es expoliada de muchas formas, y en donde la deuda externa vino a ser el eje medular del empobrecimiento de las naciones latinoamericanas, gracias a las recomendaciones de carácter monetario y neoliberal del FMI.
El drenaje y las venas abiertas en Latinoamérica han permitido que de las regiones más pobres se lleven las mayores riquezas materiales y con ello, la pobreza material ha aumentado desmedidamente. Sin embargo, e increíblemente, los países más pobres ahora disfrutan de muchos de los bienes materiales de existencia que han dado comodidad a su hogar, pero contradictoriamente siguen siendo pobres. Se puede tener un automóvil, un refrigerador, una estufa, un aparato estereofónico y seguir viviendo en la pobreza material y no material. Y es que de la pobreza relativa poco se habla. Esa pobreza que tiene que ver con los niveles de riqueza alcanzados hasta el momento y que tienen que ver con una humanidad que día a día crea nuevos bienes que los pobres no disfrutan. De ahí que se tiene que estudiar la pobreza material en un marco relativo en el espacio y en el tiempo.
Situación que hasta el momento no se aborda y a pesar de que los organismos económicos internacionales dicen que la pobreza patrimonial se ha reducido, hipotéticamente planteamos que ha estado aumentado constantemente por las medidas económicas impulsadas por el neoliberalismo impregnado del pensamiento del consenso de Washington, que han hecho que los sectores más ricos estén aumentado su riqueza económica. Forbes al respecto nos dice que a pesar de la crisis actual el número de ricos ha aumentado; sobre todo en los países subdesarrollados y en América Latina, en donde contamos con el hombre más rico del mundo, y en donde los nuevos ricos paradójicamente están surgiendo gracias a los más pobres. Tal es el caso de Brasil y las favelas en donde la pobreza es enorme y el disfrute de la riqueza material se puede ver en las playas de Rio de Janeiro.2
Así mismo. Consideramos que han disminuido los niveles educativos, de salud, de esperanza de vida y sobre todo la calidad de vida de los ciudadanos del mundo y de América latina. Los indicadores de desarrollo humano, de gobernabilidad, de felicidad, etcétera, han sido impactados negativamente para dar paso a una pobreza no material que tiende a aumentar.
Pensamos, por todo ello, que debemos ampliar la mirada, y aspirar a mayores niveles de libertad y de igualdad de oportunidades, para incrementar nuestra riqueza material, base y fundamento para disponer de nuestro tiempo libre para desplegar todas nuestras capacidades y posibilidades, y así aniquilar nuestra actual forma de ser, hacer, tener y estar. Así mismo, debemos dar a aquellos que no tienen las oportunidades a través de instituciones que son las encargadas de enriquecernos socialmente. Es decir, debemos construir un Estado emanado de la sociedad y para la sociedad, que permita potenciarnos y lograr un mejor nivel de vida mediante una mayor distribución de la riqueza.
Se trata de construir un Estado congruente con la superación de la pobreza a través de la cohesión social, de la mundialización; entendida como la expansión del patrimonio social humano y como eje o patrón que nos lleve a mejores formas de existencia y una mayor calidad de vida. Todo esto es posible, por ende, es menester que la humanidad copie de aquellos que han logrado mayores niveles de bienestar sus formas de conducta social e individual. En todo esto el Estado, como expresión de la sociedad organizada, tiene un papel fundamental, no sólo como equilibrador de los desajustes y conflictos sociales, sino como justo distribuidor y proveedor de oportunidades de desarrollo. Así mismo, una sociedad convencida de la igualdad de oportunidades y mejoras en la vida cotidiana, que no sólo espere, sino que sea capaz de crear más riqueza para trasformar su entorno y su comportamiento.
Con todo ello nuestra investigación no se propone la americanización del planeta que se ha dado como alternativa para mejorar nuestra región y nuestros países. Sostenemos que debemos aprovechar las filosofías que se están dando en la sociedad como diferentes alternativas a la visión de mundo establecida que vela por unos pocos y no de un proceso que lleve a la construcción de un mundo más humano. En otras palabras, pensamos en una sociedad en donde todos disfrutemos de nuestro patrimonio social y nuestras relaciones mutuas. Una visión de mundo que debe cambiar por otra más humana y no la actual que tiene que ver con la prehistoria de la humanidad.
Por ende, es necesario que entremos a un proceso de mundialización y cohesión social bajo el entendido del incremento en el patrimonio material y social que nos lleve a fórmulas que países como Canadá o la Unión Europea han estado desarrollado y no en aquellos que entienden el mundo en diferencias y en formas inequitativas de vida. Así, las reflexiones surgidas a lo largo de la investigación sobre la pobreza en América Latina y en los países que analizamos, nos han permitido comprender que el incremento del patrimonio social humano; que todos hemos contribuido a crear, debe ser repartido optando por formas que lleven a una mayor cohesión social. Estos es, que las sociedades de nuestros países puedan tener mejores posibilidades de desplegar sus potencialidades. Fórmulas sociales que están desarrollando en Canadá o la Unión Europea, y que tienen que ser entendidas y analizadas, para replicarlas de acuerdo con nuestras propias circunstancias, de tal modo que las desigualdades y los desajustes sociales, vayan dando lugar al cumplimiento de las promesas que la modernidad hizo aflorar, pero que siguen sin cumplirse para todos. Nos toca entonces pensar en tales fórmulas más elaboradas de ataque a la desigualdad social que se explicitan, tanto en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que emanó en la Revolución Francesa, así como de la Declaración de los Derechos Humanos aprobadas en 1948 por las Naciones Unidas, las que de diversos modos han sido retomadas por los distintos países latinoamericanos como fundamentos filosóficos; pero no nos han permitido impulsar un desarrollo sustentable adecuado para la realización humana.
Tal parece, y como lo hemos detectado en esta investigación que presentamos, que la explicación de la pobreza tiene ver no sólo con las formas de expropiación de la riqueza y con un modelo económico depauperador, sino también con la carencia de valores o sea, con la falta de honestidad y la moral de las personas. Con una conducta basada en la solidaridad y la ayuda mutua, elementos que se han abandonado a cambio de desvalores tales como el egoísmo, el afán de lucro y la avidez, que son los que impulsan de modo compulsivo el tener más mediante el despojo de los que producen las riquezas. Son estas conductas y estos comportamientos que nos han llevado a ser la región con la peor distribución de la riqueza en el mundo. Este título lo hemos logrado gracias a una conducta delictiva que nos está llevando a la crisis social. La deshonestidad, desafortunadamente, se ha dado en México, en Brasil, en Chile, en Argentina y en general en los 41 países que componen América Latina y el Caribe. Y en mayor o menor medida en el resto de las naciones del mundo.
Queda entonces como un esfuerzo primordial para la solución de la pobreza retomar dichos valores que hemos desechado para enriquecer nuestro patrimonio material y social, con lo que podamos trabajar para nuestro florecimiento; esto es para potenciarnos, o sea, desplegar todas las potencialidades inherentes a nuestra calidad humana.
Debemos entender que los bienes materiales, sin el soporte de los no materiales, es decir, de los valores sociales, nos seguirán conduciendo al incremento de la pobreza, a una mayor acumulación de riqueza en pocas manos. De allí que no basta solamente impulsar el crecimiento económico, sino el desarrollo social mediante políticas públicas que refuercen los valores de la libertad; de la socialidad para compartir nuestras riquezas materiales y no materiales.
Estas reflexiones que aquí acabamos de resumir las fuimos construyendo y ordenando para exponerlas a través de los seis capítulos que siguen a continuación. Para ello mencionamos, tal y como ya lo hemos establecido, un método de exposición que va de lo general a lo particular. Así, en el primer capítulo tratamos de enriquecer el concepto de pobreza explicitando y apoyados en los parámetros filosóficos. Por el lado no material hemos tomado los planteamientos teóricos de las necesidades en Marx, que Héller y Maxlow también han analizado magistralmente. Asimismo, estudiamos los planteamientos sobre la distribución de la riqueza desde la perspectiva de los clásicos y neoclásicos. En el campo de la economía discutimos el pensamiento neoclásico sobre la imputación de acuerdo a la productividad de cada factor productivo de acuerdo a su rendimiento; ya sea al factor trabajo, capital y tierra. Para el caso del marxismo, tratamos de destacar cómo los frutos de la riqueza se deben distribuir de acuerdo a las necesidades y capacidades, mismos que se determinan en el nivel de las dimensiones políticas tomando como fundamento los criterios morales; es decir, las fórmulas equitativas que dan a cada quien según sus necesidades y capacidades.
En el segundo capítulo tenemos como eje central uno de los aspectos que tienen que ver con la medición de la pobreza. Ya valorada y enriquecida la parte teórica, procedimos a manejar los indicadores que nos permitieron cuantificar o medir la pobreza. En un principio, estudiamos algunos conceptos básicos y después, revisamos las medidas de desigualdad social. En esta parte recorrimos las formulaciones matemáticas para cuantificar la pobreza. Por ende, tuvimos que analizar los andamios o las formulaciones matemáticas para afinar la medición de los conceptos económicos básicos, tales como: la desigualdad y distribución de la riqueza, la desigualdad y los grandes agregados, la relación entre crecimiento y desarrollo, que nos llevó a aproximarnos a la medición de la pobreza en América Latina, mediante el método de medición basado en la línea de pobreza y necesidades básicas insatisfechas. Después, estudiamos el método integrado y la aportación del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, y por último, expusimos de modo analítico los aportes del premio Nobel de economía Amartya Sen.
Cabe decir que el Banco Mundial mantiene una definición muy interesante de pobreza que tiene alcances en las formas materiales y no materiales de existencia, sin embargo, para medir la pobreza toma aspectos que tiene que ver con el ingreso de un dólar diario para los extremo pobres y de dos dólares para los pobres. Situación que para los extremo pobres no les alcanza para comer y para los pobres apenas les alcanza para comer. Actualmente está cambiando la medida para dichos extremo pobres y los ubica con 1.25 dólares diarios de ingreso.3
En el tercer capítulo desarrollamos la parte más importante que consistió en la demostración de nuestro supuesto central en el sentido de que hay aumento de la pobreza en los años de aplicación del modelo neoliberal. Centramos primeramente nuestra atención en la población mundial y luego en América Latina; focalizando mediante el uso del índice de Gini las desigualdades existentes en la región y en los países analizados. Nos desplazamos luego hacia la deuda externa como el elemento exógeno que explica la expoliación de los países de América Latina y estudiamos algunos indicadores de salud y alimentación mundial.
El método de demostración consistió en analizar los datos de manera histórica de la pobreza y compararlos con el número de pobres actuales, lo que nos lleva a observar un aumento proporcional. Normalmente se hacen estudios porcentuales de pobreza comparándola con la población, lo que en muchos casos arroja números positivos; pero que no nos dan una idea certera del fenómeno.
En el cuarto capítulo el objetivo consistió en analizar la manera en que se comporta el gobierno para impulsar el crecimiento y realizar el reparto del patrimonio creado por toda la sociedad y para promover el desarrollo social con políticas educativas y culturales que rescaten los valores de la libertad, de la solidaridad y de la ayuda mutua, de tal modo que se gobierne de forma democrática, alejada de los desvalores, de la avidez y del lucro que se expresan en la deshonestidad y corrupción de los funcionarios y de los burócratas. Nos valimos para esto del índice de desarrollo humano que no sólo toma en cuenta el monto de los bienes materiales, sino de los no materiales o sociales, el que lo complementamos con el índice de democracia que nos indica en qué medida el gobierno es la expresión de las decisiones tomadas, una vez que la sociedad participa en expresar sus necesidades para llegar a soluciones que beneficien a cada grupo, clase social y a cada uno de los individuos. .
En el quinto capítulo hacemos un estudio más enfocado en nuestro marco histórico en donde definimos al neoliberalismo y su instrumentación en los países de estudio como son: Argentina, Brasil, Chile y México, y realizamos un análisis del principal problema que se destaca como elemento explicativo de las crisis y de la mala distribución del ingreso que es la inflación. Observamos la forma monetaria para disminuir los precios, así como otras variables macroeconómicas como el desempleo y la participación de los salarios en el crecimiento. Elementos que tienen relación directa con los niveles de incremento o disminución de la pobreza y que marcan las desigualdades existentes en los países latinoamericanos analizados.
1 Para mayores detalles cf. Héller, A. ¨El trabajo¨ en: Sociología de la Vida Cotidiana, ed. Península, España, 1977, p. 119-132. Ver supra capítulo VI cita de la página 32.
2 Al respecto consulte el capítulo VI de este trabajo en la página 20.
3 Para los alcances del presente trabajo tomamos sólo datos de un dólar diario para los extremo pobres. La definición del Banco Mundial de pobreza, hemos de decir que toma aspectos materiales y no materiales de existencia y entendemos que a la hora de medir, existen aspectos muy subjetivos que no se pueden cuantificar y que se deben intuir a partir de otras variables. Para el caso de México existen otras definiciones más amplias que se basan en tres aspectos:
1. Pobreza alimentaria: es la población que cuenta con un ingreso per cápita insuficiente como para adquirir una alimentación mínimamente aceptable.
2. Pobreza de capacidades: es la población que si bien puede cubrir sus necesidades mínimas de alimentación, cuenta con un ingreso per cápita insuficiente como para realizar las inversiones mínimamente aceptables en la educación y la salud de cada uno de los miembros del hogar.
3. Pobreza patrimonial: es la población que si bien puede cubrir sus necesidades mínimas de alimentación, educación y salud, cuenta con un ingreso per cápita que no le es suficiente para adquirir mínimos indispensables de vivienda, vestido, calzado y transporte para cada uno de los miembros del hogar.