Las anteriores ideas se pueden reforzar con estudios de carácter formal que nos permitirán pasar del crecimiento económico; entendido como incremento de la riqueza material de la sociedad al crecimiento del ingreso, que sería el total de riquezas de la misma o del país; medidos éstos en unidades monetarias, con lo que teniendo un quantum de dinero se pueden buscar fórmulas adecuadas para poder distribuirlo en la sociedad. Un ejemplo de ello es el ejercicio que realizan Fernando y Rosa Ruvalcaba a través de escenarios diferentes. (Consulte el anexo I)
Los autores antes señalados analizan las formas probables en que la riqueza se distribuye en la sociedad. Realizan posibles escenarios en donde se observan niveles de distribución desiguales y analizan cómo se comportan en la medida en que el producto aumenta. Existen varias posibilidades. Al aumentar el ingreso puede distribuirse equitativamente la riqueza y cada sector de la población recibir los frutos del crecimiento. En este caso la pobreza no varía. Se sigue siendo pobre de manera relativa; aunque aumente el ingreso de los más pobres. Otra es que el crecimiento impacte sobre los grupos más ricos, lo cual quiere decir que la desigualdad aumenta. Y por último, hacen un análisis que repercute sobre los grupos medios, lo que trae como consecuencia que las clases medias se fortalezcan y puedan servir como colchón en procesos de crisis. Estos escenarios tan simples dejan ver situaciones interesantes que en niveles complejos, a veces, no es posible de determinar. Normalmente los gobernantes utilizan como criterio el aumento de la riqueza como condición sine qua non para un aumento en los niveles de bienestar. Sin embargo, esto no siempre es cierto. El crecimiento no necesariamente nos lleva al desarrollo; entendido éste como un aumento en los niveles de bienestar.1
Otra manera de ver la distribución del ingreso es a través del coeficiente de Gini, que es construido a través de elementos de orden estadísticos, en donde una población es segmentada en deciles, cuartiles o quintiles, según se desee. Por ejemplo, si tenemos una población de 2 millones de habitantes, la dividimos entre 10 y obtenemos que es igual a 200 000 mil habitantes.
Una vez dividida la población se le asignan porcentajes de la riqueza generada. Si los porcentajes son iguales para cada segmento de población, se dice que la distribución es perfecta; es decir, igualitaria. Sin embargo, los porcentajes no son iguales de ahí que tengamos una distribución inequitativa de la riqueza. Por ello mismo, Los valores que toma el Índice de Gini van de 0 a 1, en donde cero es perfecta igualdad y 1 es perfecta desigualdad. 2
Habría que mencionar que recientemente se han dado aportaciones en donde se establecen otras formas contables que intentan agregar otros aspectos al análisis a fin de mejorar los instrumentos de medición del fenómeno de pobreza, estableciendo aspectos de orden cualitativo. Estos son: los indicadores de bienestar económico neto y los de participación política, así como el de reciente creación que intenta medir el desarrollo humano (IDH).3
Ahora bien, un análisis más certero, especialmente de los grandes agregados económicos, es aquel que nos sirve para observar de dónde proviene la riqueza material; medida en productos o en unidades monetarias, hasta llegar al ingreso personal disponible. En las economías capitalistas se han desarrollado tres métodos para medir el PIB que nos llevan a tres cuentas: la cuenta de erogaciones, la de costos –ingresos y la del producto.
En cuanto a la primera y segunda tenemos que está basada en el valor de los bienes finales y la tercera se ubica en relación al valor agregado. En cuanto a la primera tenemos que hay que sumar las erogaciones totales en bienes y servicios finales. En la segunda añadimos los costos de producción de bienes y servicios finales, incluido como costos de las ganancias y/o pérdidas.
Las dos primeras son equivalentes. En cambio, la tercera, es un método en donde se suman los valores agregados al producto en todo el proceso o etapas de la producción. Este último método está basado en censos o encuestas sobre la composición por actividad económica de la mano de obra, en donde se divide el valor agregado por cada sector de la actividad económica de la mano de obra utilizada. Se analizan de esta forma las productividades de mano de obra y se observa que sectores son más o menos productivos.
De esta manera, para los dos primeros métodos, quedaría es su forma algebraica de la siguiente forma:
PIB = C+I (X-M)
C = Consumo público y privado.
I = Inversión bruta pública.
X = Exportaciones totales.
M = Importaciones totales.
El segundo método es aquel que se refiere a la cuenta de costos-ingresos, en donde se imputan las retribuciones al capital, a la mano de obra, a la tierra y a la organización. Este es muy importante ya que nos permite ver la distribución de la riqueza en la mano de obra y el capital.
PNB = W + R + P + K
W = Sueldos y salarios o retribución a la mano de obra.
R = Rentas o retribución a los terratenientes.
P = Ganancias o retribución a los empresarios.
K = Intereses o retribución a los propietarios.
Vale aquí establecer algunas conclusiones sobre la forma en que se mide el nivel de producción de un País. En primer lugar habría que acotar que aquellas formas de pensamiento derivadas de la fisiocracia, los clásicos y neoclásicos, se encuentran presentes dada su preocupación por la distribución de la riqueza. De hecho, todo su pensamiento gira en torno a ello. En segundo lugar, habría que decir que el constante debate que se ha dado en torno a los valores y los precios no se puede evitar cuando vamos a contabilizar la economía de un país, pues no son coincidentes.
Para ello, bástenos decir que el segundo método nos refleja claramente la contradicción entre el trabajo y el capital, en donde se observa, estadísticamente,4 cómo las retribuciones al capital han aumentado en los últimos años y al trabajo han estado disminuyendo significativamente.
Algo interesante que habría que rescatar de las formas de medición del PIB, en su aspecto funcional, es que nos refleja, como ya lo hemos mencionado, claramente la parte correspondiente a una clase u otra; es decir, la parte que se imputa al factor trabajo y al capital. Lo cual, también, nos lleva a recordar los estudios de los clásicos y su preocupación por dar a cada factor de acuerdo a su productividad (Neoclásicos) o bien, en función de su necesidad y capacidad (Marx). Este debate, como se ve, no está agotado en la actualidad y sirve para analizar la distribución de la riqueza generada en determinado momento histórico, independientemente de su objetivo, que es la medición del PIB. Por ello es necesario pasar a describir cómo la riqueza material puede llevar al desarrollo humano, es decir, generar riqueza social
1 Al respecto consúltese a CORTES, Fernando y Rosa Ruvalcava. Técnicas Estadísticas Para el Estudio de la Desigualdad Social. El Colegio de México. 2ª edición. México.
2 “El Coeficiente de Gini es una medida de la desigualdad ideada por el estadístico italiano Corrado Gini. Normalmente se utiliza para medir la desigualdad en los ingresos, pero puede utilizarse para medir cualquier forma de distribución desigual. El coeficiente de Gini es un número entre 0 y 1, en donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y 1 se corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y todos los demás ninguno). El índice de Gini es el coeficiente de Gini expresado en porcentaje y es igual al coeficiente de Gini multiplicado por 100.
De forma resumida, la Curva de Lorenz es una gráfica de concentración acumulada de la distribución de la riqueza superpuesta a la curva de la distribución de frecuencias de los individuos que la poseen, y su expresión en porcentajes es el Índice de Gini.” Consulte Wikipedia.org. también consulte anexo 2 del presente capítulo.
3 En el ámbito latino, Daniel Cohen, profesor de d Pantheon-Sorbona, en Infortunios de la prosperidad (Julliard, 1994) y Riqueza del mundo, pobreza de las naciones (Flammarion, 1997); y en el anglosajón, el Nóbel de Economía de 1998, Amartya Sen, en On economic inequality (Clarendon Press, 1996) y, sobre todo, en Development as freedom (Alfred Kurpf, 1999), subraya la escandalosa paradoja de cuanto más riqueza producimos, más pobres generamos. Escandalosa porque lo que calificamos de riqueza es el resultado de una serie de indicadores que no sólo se limitan a reproducir los parámetros principales del modelo económico liberal conservador, sino que omiten, ocultan los costes ecológicos y sociales que su funcionamiento arropado en el manto del concepto de desarrollo. Los medios de comunicación, con su martilleo de PIB, PND, Ibex, cotizaciones del dólar, euro, yen, etcétera, han conferido condición pública inapelable al modelo. Ahora bien, el peso de los disconformes con esa omnipotencia y de manera especial la visibilidad de los deterioros que causa han suscitado la reacción de la opinión pública mundial, personalizada en una propuesta institucional de las Naciones Unidas.
4 De una manera más simple diremos que el PIB se calcula a través del ingreso y el gasto. Por el lado del gasto tenemos que es igual al consumo de las familias, del Estado y de las empresas. Se dice que las familias y el Estado consumen y las empresas invierten, por ello, el PIB queda como PIB = C + I; al agregar el factor exterior nos queda PIB = C+I (X-M). Por el lado de la producción el PIB es igual a PIB = D + S; en donde el PIB es igual a depreciación más los salarios. Esta forma de medir el PIB nos denota claramente la manera en que se mide el PIB actualmente y en donde podemos observar claramente que su origen está basado en el trabajo. La depreciación es trabajo pasado (Marx) y los salarios son trabajo presente. Lo que nos lleva a concluir que el PIB es sinónimo de trabajo pasado y presente. (Más adelante hay que hacer un estudio sobre la participación de los salarios en el PIB).