La base conceptual de este modelo subyace parcialmente en parte en los postulados de la escuela norteamericana y en los estándares de certificación profesional desarrollados en el década de los 80 por el gobierno británico, en respuesta a las demandas de los sectores empresariales de ese país. Está relacionado con el diseño de programas de educación y entrenamiento profesional para tener un personal mejor cualificado y más competente (Woodruffe, 1991; Horton, 2000 a ; citado por Guerrero, C. 2005).
Para esta perspectiva, representada por Rausch et al (2002), el modelo pedagógico define los tipos de decisiones, así como la organización de conocimiento y las habilidades para una buena toma de decisiones. Su modelo permitirá procesar el aprendizaje de muchos conceptos, enfocado especialmente para que el acervo de conocimientos y práctica profesional contribuyan a conseguir la pericia de los directivos. De acuerdo con este modelo, la guía para definir a las competencias está basada en determinados contextos, donde los directivos tienen que tomar decisiones Esta guía consiste en proporcionar una lista multiconceptual que involucra principalmente las respectivas áreas técnicas que necesariamente deberán ser abarcadas con cierta profundidad y las consideraciones hasta cierto punto no técnicas que también estén involucradas.
Esta lista proporciona una herramienta para que propongan la evolución de las competencias a través de un modelo, el cual dividen en cuatro niveles, según se muestra a continuación. Los cuatro niveles mencionados en la figura1.1.9 involucran una apropiada participación en la toma de decisiones y planeación estratégica por parte de los directivos. El primer nivel de competencia más alto significa que los directivos o los directores en proceso de formación pueden tomar decisiones totalmente compuestas, para influir. Dentro del modelo de certificación profesional se puede apreciar que existe un amplio conjunto de estándares ocupacionales, los cuales definen a las competencias y las cualificaciones de los individuos en cualquier área laboral para ser documentadas en términos de elementos de competencias, sujetos a una amplia gama de criterios de evidencias. Así, los individuos que buscan una cualificación son usualmente requeridos para producir una lista de evidencias que cubra cada elemento, satisfaciendo cada actuación en el criterio de desempeño, a través de un rango especificado, ellos deben trasladar su experiencia, y su propia interpretación de tal experiencia, en un lenguaje de estándares ocupacionales. De no ser de esta manera, dentro del sistema británico de calificación profesional estandarizado no habría suficiente evidencia para evaluar la competencia de los individuos.
Figura 1.1.9 Competencias en cuatro niveles
Fuente: Rausch, 2002
Rowe (1995) destaca que la introducción de los sistemas estandarizados de actuación profesional en el Reino Unido y en Escocia ha conducido a que el concepto de competencia sea confuso; por tanto, considera que es necesario determinar qué criterios deben ser usados para evaluar la particularidad de las competencias. Debido a ello, el mencionado autor opina que los modelos de evaluación de competencias en el contexto de estándares profesionales deben adoptar una visión más cualitativa en sus procesos, que también promuevan el desarrollo de carreras artísticas y otras similares en que se requiera la creatividad. Consecuentemente, la iniciativa de gestión para llevar a cabo este proceso consistirá en valorar cuatro aspectos básicos:
Así, por ejemplo, los gerentes podrían generar pequeños casos de estudio o relatos, en los que indicarán su habilidad para lograr que sus estándares sean reconocidos, permitiendo con ello emitir juicios más razonables en dicho reconocimiento. Adicionalmente, Naquin y Wilson (2002; citado por Guerrero, C. 2005), amplían todavía más el panorama de la certificación profesional al especificar seis niveles en que tiene lugar la evaluación y la certificación de la competencia laboral. Muestran la necesidad de que la mano de obra cualificada sea reconocida a través de una evaluación que certifique los resultados que produzca.
Condensando más, los estándares que ellos relacionan en este contexto son:
Brunet (2003), destaca a fin de cuentas, que “el modelo estandarizado, tan difundido en los países desarrollados, se considera como un sistema conductual y reduccionista, enmarcado en una ideología neoliberal. No obstante, los programas en los que se ha recurrido a este enfoque han dado buenos resultados, como los conseguidos por Broyatis en el MBA, en Weatherhead School of Managemet en la universidad de Western”. En los contenidos de competencia para este programa de maestría sobresale una serie de logros que los alumnos han conseguido en sus puestos de trabajo. Los modelos estandarizados son y seguirán siendo objeto de revisión por la relación que existe entre las evaluaciones académicas (las que otorga el sistema educativo institucionalizado) y las instituciones que en cierta forma proporcionan evaluaciones alternativas y, en muchas ocasiones, contrarias a las cualificaciones preestablecidas sobre la capacidad y la idoneidad profesional adquirida.
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