En la década de 70 en Noruega, Dan Olwes empieza a estudiar sobre la violencia escolar. Otros diversos países empezaron a estudiar sobre el tema, en los años 80 es constituido en Reino Unido los tribunales escolares (bully coufls) dirigidos a ofrecer apoyo a todos aquellos que necesitan consejos sobre situaciones de bullying.
“El fenónemo bullying puede definirse como la violencia mantenida mental o física, guiada por un individuo o por un grupo y dirigida contra otro individuo que no es capaz de defenderse a sí mismo. Esta conducta puede adoptar varias forma: directa, a través de manifestaciones físicas (atacar a los demás, robar o dañar sus pertenencias) y verbales (insultar, poner motes, contestar en tono desafiante y amenazador), o indirecta, mediante la propagación de rumores peyorativos, la exclusión social, etc” (Berkowith, 1996); Cerezo, 1998, 2001a; Olwes, 1998).
Históricamente ha habido dos posiciones enfrentadas respecto de los factores que convierten la agresividad en violencia: el biologismo y el ambientalismo. Los biologistas hablan de una determinación biológica (recientemente han sustituido <<determinación biológica>> por <<determinación genética>> de la violencia. Los ambientalistas defienden el origen social o cultural de la violencia. Los primeros dicen, por ejemplo, que el hombre maltrata a su compañera para garantizarse su fidelidad y asegura, de este modo, la existencia futura de sus genes (Buss, 1996). Los segundos sustentan, por ejemplo, que tras comportamientos como dar muerte a la propia madre, decapitarla y usar la cabeza como diana para dardos sólo hay factores ambientales como, por ejemplo, una baja autoestima inducida por unas prácticas educativas maternas rechazadoras o hipercontroladoras (Schallenberg, 2004: 22-23).
Entre ambos extremos hay una tercera posición (interaccionista) según la cual, ni todo es ambiente ni todo es genético cuando se habla del origen de la violencia. Según esta posición, la violencia es una alteración de la agresividad natural (la alteración, pues, de un instinto) que se puede producir por la acción de factores tanto biológicos como ambientales (Schallenberg, 2004: 23).
Hay que destacar, de inmediato, que la mayoría de estudios realizados hasta el momento en este ámbito cifran en no más del 20% el porcentaje de los casos de violencia causados por la influencia directa de factores biológicos. El 80% restante se debe a la acción de factores ambientales (Schallenberg, 2004: 23).
3.7.1. TIPOS DE VIOLENCIA
Las definiciones sobre violencia están sobretodo dirigida tanto a aspectos físicos como los psicológicos de la víctima. En Sanmartín (2004) además de esos aspectos incluye la definición de la violencia sexual y económica. Presentamos a continuación los cuatro tipos de violencia según la óptica de Sanmartín (2004: 81-83):
♦ Violencia física: La violencia física se dirige al cuerpo de la víctima, y normalmente va seguida de una escalada tanto en intensidad como en frecuencia.
♦ Violencia psicológica: El maltrato psicológico es un dardo directo a la autoestima de la víctima que busca generar en ella un sentimiento de inseguridad y de escasa valía personal (…).
♦ Violencia sexual: En relación con los menores, la violencia sexual consiste en la violación (cuando hay penetración vaginal, anal u oral), abuso sexual (tocamientos en el cuerpo del menor u obligarlo a presenciar una relación sexual entre adultos o una situación de abuso contra otros menores).
♦ Violencia económica: El maltrato económico implica la disposición y el manejo abusivo del dinero y los bienes materiales (…).
La violencia como tal, es una acción que genera daños a la víctima, dirigidos al físico dañándole, así como generar molestias o maltratos psicológico y/ o abuso sexual, incluso pudiendo afectar el económico.
3.7.2. PERFIL DE AGRESORES Y VÍCTIMAS
De acuerdo con Ortega (1999) existe variados tipos de víctimas. Estas son:
● Víctimas provocadoras: este tipo de víctima posee una personalidad paradójica de chico/ a interactivo/ a que comete torpezas sociales que mayoría de chicos/ as evitarían. Por ejemplo: se implican en conversaciones con otros sin haber sido invitado, es inoportuno, etc. Esta torpeza suele ser la excusa para sus agresores.
● Víctimas bien integradas académicamente: Con frecuencia, las víctimas de burlas suelen ser chavales bien integrados en el sistema educativo, y en las relaciones con adultos: atienden al profesor, su rendimiento académico es bueno, y provocan envidia y celos entre los compañeros. Sin embargo, algunos de estos buenos alumnos son muy hábiles socialmente y aprenden a ocultar sus intereses académicos, y a seguir la corriente al grupo de matones.
● Víctima sin experiencias previas de confrontación agresiva: Son chico/as sobreprotegidos, educados así en el ámbito familiar, que se sienten débiles e inseguros cuando tienen que mostrar asertividad ante el grupo de iguales. Frente a las agresiones, tienden a sobreprotegerse y a encerrarse en un ámbito más seguro: el familiar.
● Víctima con deficiencia psíquica o física: En ocasiones no es necesaria una verdadera deficiencia para convertirse en víctima, sino una característica especial y que lo haga distinto a los demás. Ser obeso, llevar gafas, tener las orejas grandes, etc.
● Víctima- agresor: Como ya se ha comentado anteriormente, son aquellas víctimas que han tenido una experiencia larga de victimización, y que con el paso del tiempo, se convierten a su vez en agresores.
Entre los escolares que son víctimas de la violencia de sus compañeros suelen diferenciarse dos situaciones (Olweus, 1993; Pellegrini, Bartini y Brooks, 1999; Salmivalli y otros, 1996; Schwartz, Dodge, Petit y Bates, 1997).
Por otra parte, revisamos la situación de la víctima desde la óptica de San Martin (2004: 126-127):
SITUACIÓN DE LA VÍCTIMA |
♦La víctima típica (o víctima pasiva)
♦La víctima activa: - En la mayoría de los estudios realizados sobre este tema se menciona la necesidad de diferenciar distintos tipos de víctimas, e incluyen como segunda situación de victimización (menos frecuente y clara que la anterior) la de los escolares que se caracterizan por:
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Fuente: San Martin (2004: 126-127)
Si la víctima pasiva ocupa una situación social de aislamiento y una conducta muy pasiva, la víctima activa se caracteriza por su aislamiento y fuerte impopularidad, que hace que incluso se encuentren entre los alumnos más rechazados por sus compañeros (incluso más que los agresores y las víctimas pasivas). Las víctimas activas muchas veces intercambian dicho papel con el de agresores, aunque sus agresiones suelen presentarse como una conducta reactiva.
El agresor por su parte, ocupa una situación que se caracteriza por rechazo por parte del grupo y una actitud desafiante:
SITUACIÓN DEL AGRESOR |
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Fuente: SanMartin (2004: 127)
Aunque el grupo de agresores es menos heterogéneo que el de víctimas, la mayoría de las investigaciones diferencian entre los agresores activos (que inician la agresión y la dirigen), y a los agresores pasivos (que les siguen, les refuerzan y les animan), quienes parecen caracterizarse por problemas similares a los anteriores mencionados pero en menor grado (SanMartin, 2004: 128).
Sintetizamos que de acuerdo a la posición que presenta el niño víctima o agresor, comúnmente se suele presentar los siguientes rasgos:
RASGOS VICTIMA/AGRESOR |
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Niños/as víctimas |
Niños/as agresores |
- Desde el modelo anglosajón la víctima puede presentarse desde una perspectiva sumisa, lo que se caracteriza por la timidez, debilidad física, baja auto-estima y pocas amistades. O bien pueden presentar rasgos provocadores, lo que caracterizaría como una víctima provocadora, la cual presenta rasgos de: hiperactividad, y alto nivel de ansiedad, lo que genera al niño en clase problemas de concentración y relaciones sociales (Fernández y Andrés, 2002: 127). |
- El niño o joven agresor suele ser extrovertido, con un temperamento impulsivo y agresivo, y utiliza sistemáticamente la violencia para aterrorizar, intimidar o humillar a un igual. Sistemáticamente considera la agresión como un modo aceptable y realista de expresar la posición social. En el ámbito escolar suele ser un alumno académicamente poco brillante, puede incluso llegar a ser popular o líder entre sus compañeros (Villanueva, 2004: 63). |
Referente al enunciado de Villanueva (2004), el niño que sufre experiencias de victimización, es afectado en su comprensión del mundo social, presentando dificultades en el procesamiento de la información social. Por otra parte Crick y Dodge (1994); Rubin, Bukowski y Parker (1998), preconiza que el niño agresor presenta un escaso razonamiento moral, así como un bajo nivel de competencias emocionales: empatía, competencia social y etc.
3.7.3. COMPRENSIÓN SOCIAL DE LA VÍCTIMA Y DEL AGRESOR
La comprensión social por parte del menor víctima suele presentar pocas habilidades sociales. Villanueva (2004) comenta que suelen presentar una baja asertividad, no expresan lo que piensan y sienten, no saben gestionar las reacciones o situaciones de tensión o agresión, y una conducta de excesiva ansiedad que predomina en sus relaciones sociales.
En relación a Rubien, Bukowski y Parker (1998) y Ortega (1999) la comprensión del otro por parte del menor agresor suele presentar un escaso razonamiento moral, una baja empatía, relaciones interpersonales caracterizadas por la inestabilidad, una baja habilidad social baja competencia social y menor reciprocidad en la interacción.
Rubien, Bukowski y Parker (1998) y Ortega (1999) comenta que el menor agresor se caracteriza por tres aspectos:
La violencia es un problema complejo que crece y se desarrolla en contextos sociales. La familia junto con la escuela constituyen, en los primeros años, los grandes focos de socialización de la persona, por ello son responsables a la vez que víctimas de la incorporación de la violencia entre sus estructuras. Por esta misma razón, la interacción y comunicación entre familia y escuela constituyen el gran pilar para llevar a cabo la prevención o la erradicación, en su caso, de comportamientos violentos y/o agresivos (O`Donnell, 1995; y Ortega y Fernández Alcalde, 2000).
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