En Simón Rodríguez es imposible distinguir entre sociedad y pueblo. Se acude a las siguientes citas para sistematizar el procedimiento hermenéutico del análisis del discurso. [Se subrayan conceptos]
Los hombres se juntan y se entreayudan; pero… entreayudarse para adquirir cosas, no es Fin Social. Entre ayudarse para proporcionar medios de adquirirlos, no es fin social tampoco. Proyectos de Riqueza, de Preponderancia, de Sabiduría, de Engrandecimiento, cualquiera los forma y los propone; pero no son proyectos sociales. (T. I. 228)
No es menester decir que los hombres viven juntos, porque en ninguna parte se les ve aislados. […] Todos saben esto, sin estudiarlo; pero están lejos de creer que su sociedad no es más que un conjunto de agregaciones.
Carecen de la idea fundamental de la asociación, que es “Pensar cada uno en todos, para que todos piensen en él” (T. I. 228)
….se creen contenidos en la sociedad como semillas en el saco. (T. II. 424)
En el discurso de Simón Rodríguez el concepto de sociedad adquiere siempre la connotación de un hecho social determinado por rasgos de pobreza, alienación y denuncia. Al caracterizar la sociedad, se adelantó en más de un siglo a la definición de la interacción de Jean Piaget (1965):
Pero, si la interacción entre el sujeto y el objeto modifica así a ambos, resulta a fortiori evidente que cada interacción entre sujetos individuales modificará a uno con respecto al otro. […] De la interacción entre dos individuos a la totalidad constituida por el conjunto global de las relaciones entre individuos de una misma sociedad, se da pues una continuidad, y, en definitiva, la totalidad así concebida se revela consistente no en una suma de individuos, sino en un sistema de interacciones que modifican a estos últimos en su misma estructura.
Para Simón Rodríguez el punto de partida de lo social no radica en la persona individual y, lo que se da en llamar sociedad, no es ¾concordando con Piaget¾ una suma de individuos. Lo que define el fin último de la sociedad es «la educación social» única garantía para que los americanos logren resultados de la revolución política a través de una revolución económica:
Si los americanos quieren que la revolución política que el peso de las cosas ha hecho y que las circunstancias han protegido, les traiga verdaderos bienes, hagan una revolución económica y empiécenla por los campos, de ellos pasarán a los talleres, y diariamente notarán mejoras que nunca conseguirán empezando por las ciudades. (T. I. 242)
Simón Rodríguez percibió la importancia de la sociedad campesina lo que a los sociólogos les costó años de estudio. Lo certifica Guy Rocher (1976) en Introducción a la sociología general:
El propio Redfield cuenta cómo la antropología, tras haber concentrado su atención exclusivamente en las sociedades arcaicas, ha descubierto progresivamente las sociedades campesinas gracias a los estudios efectuados en América latina, en África y en Oriente. Existe sin embargo una cierta tradición de sociología rural digna de ser reemprendida y ampliada».
Carlos Marx descubrió que el trabajo alienado da origen a dos clases hostiles, de esos dos hombres, que se yerguen uno frente a otro: «El obrero se empobrece a medida que produce riqueza, a medida que su producción gana en fuerza y en voluntad». Simón Rodríguez: «La sociedad es una guerra simulada» (T. II. 126)
Marx:
El trabajo, ciertamente, produce maravillas PARA los ricos, pero para el trabajador produce sobras. Produce belleza, pero para el obrero produce las enfermedades. Sustituye al obrero por máquina, pero rechaza a una parte de los obreros a un trabajo bárbaro y transforma a la otra mitad en máquinas, Produce el ingenio, pero para el obrero produce lo absurdo, el cretinismo».
Simón Rodríguez:
Que por mas que declamen contra el despotismo, los pocos hombres que sienten su peso, ¾tendrán que soportarlo, mientras hagan parte de un pueblo que lo soporta sin sentido. ¾Si no pueden dejar de pertenecer al Pueblo, trabajen para sacarlo de la abyección, y ascenderán con él a la dignidad que desean. Siempre habrá un Pueblo inferior, compuesto de los hombres que la naturaleza hizo estúpidos; pero no se acrecentará la masa con los que la sociedad embrutece. (T. I. 271)
Los empresarios, meramente capitalistas, son una ruina manifiesta de la industria, bajo la apariencia de PROTECCIÓN. Nadie tiene derecho para ganar, sino empleando su trabajo o arriesgando su capital. Hacer frente a una empresa contando con el trabajo ajeno, sin comprometer sus intereses, es la especulación mas sencilla, en cuanto a cálculo, y de ordinario la mas fácil, porque cuenta con la miseria del obrero. (T. I. 447)
La sincronía de pensamiento entre Simón Rodríguez y Carlos Marx es clave interpretativa de la Teoría, respecto a la conceptualización del patrimonio cuando éste, por la alienación, se conviete en fetichismo. Marx utiliza el término fetichismo para designar cómo «el producto del trabajo adquiere la forma de una relación social determinada entre los hombres y que reviste, entre ellos, la forma fantástica de una relación de cosas entre sí». «Misterio inexplicable, que hace del carácter social y económico del proceso de producción un carácter natural que se desprende de la naturaleza misma de las cosas».
Según Jean Guichard, (1937) para Marx:
El fetiche es una cosa artificial provisto de un encanto particular, de un poder misterioso, mágico; así el fetiche de las religiones primitivas es un objeto natural (un animal, un río, la luna, un árbol, etc…) al cual son atribuidos propiedades sobrenaturales. […] La sociedad capitalista es toda entera fetichista: las formas aparentes que ella ofrece a nuestras miradas son engañosas.
Según J.Y. Calvez, (1956) ¾filósofo católico¾ expresa:
El método dialéctico va de lo concreto a lo abstracto, en dirección de lo concreto, pero siempre en el interior de lo concreto. No salimos jamás de la experiencia, la experiencia ella misma es dialéctica. Así es como se constituye un saber adecuado a la experiencia. Lo cual viene a decir que este saber es un método cuyo ejercicio jamás nos sitúa más allá de lo concreto, de la experiencia.
Marx trató de la alienación del dinero en La cuestión judía, al preguntarse:
«¿Cuál es el secreto del Judío? su necesidades de tipo práctico, su utilidad personal», es decir, el «tráfico» el «dinero» Por tanto liberándose del dinero es como la sociedad llegaría a hacer «imposible al Judio», se emanciparía del judaísmo, es decir, de la alienación de la esencia humana en el dinero que origina el tipo de Judío. […] El dinero es el dios celoso de Israel, ante el cual ningún otro dios debe subsistir».
Simón Rodríguez maneja los problemas económicos como alienación al considerar las dificultades sociales que se esconden:
Los hombres no pelean por PAN sino por la MONEDA
con que se compra (T. I. 238)
Las necesidades piden satisfacciones.
Las satisfacciones piden cosas que satisfacer.
Y las cosas que han de satisfacer piden medios de adquirirlas.
La adquisición de estos medios es otra necesidad,
cuya satisfacción debe consultarse MUCHO!
porque en todas partes es la causa del desorden social. (T. I. 467)
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