8ª Conclusión: Hacia una Teoría filosófica del patrimonio cultural latinoamericano.
Una filosofía del patrimonio se fundamentaría en elementos de Antropología cultural. Ciencia experimental que, en total oposición al pensamiento individualista y racionalista, subraya el carácter social de la cultura, y se ocupa de las convicciones valorativas de las tradiciones de las que el ser humano nunca se emancipa. Si el concepto de cultura se entiende en el amplio sentido en que la concibe la antropología cultural, —humanidad desarrollada y en desarrollo— difícilmente existiría duda sobre la importancia de la filosofía del patrimonio. No en el sentido altruista, atribuido al patrimonio en la 1ª Jornada de Defensa del Patrimonio, realizada en Barcelona el año 2001:
La defensa y conservación del Patrimonio Cultural parte de un compromiso moral y ético de carácter altruista en pro del bien común y basado en el conocimiento de los bienes culturales que se pretende defender».
El compromiso es exigencia de la dignidad de la persona humana no de un sentimiento altruista. Visión histórica que le hace decir a Simón Rodríguez:
…el único medio de establecer la buena inteligencia, es hacer que TODOS PIENSEN en el bien común y que este bien común es la REPÚBLICA. (T. II. 181)
ESCRIBAMOS PARA NUESTROS HIJOS
Dejémosles LUCES en vez de CAUDALES,
la Ignorancia es más de temer que la POBREZA . (T. II. 169)
La filosofía del patrimonio responde a una doble actitud: la actitud crítica (actualidad) y la actitud reflexiva (prospectiva). La primera cuestiona el orden cultural existente, tal como lo sostuviera Simón Rodríguez. La segunda, supera la actitud crítica para alcanzar el sentido profundo, histórico, filosófico del patrimonio. Con esta doble finalidad, la filosofía del patrimonio afrontaría la vivencia de la vida cotidiana, en todas sus dimensiones. Ortega y Gasset introdujo el término vivencia en el lenguaje filosófico para expresar las realidades de orden práctico como la experiencia vivida, sentida, sufrida…
Agnes Heller (1977), Sociología de la vida cotidiana:
La vida cotidiana es en su conjunto un acto de objetivación: un proceso en el cual el particular como sujeto deviene «exterior» y en el que sus capacidades humanas «exteriorizadas» comienzan a vivir una vida propia e independiente de él […] La vida cotidiana es —como toda otra objetivación— un objetivarse en doble sentido. Por una parte, es el proceso de continua exteriorización del sujeto; por otra es también el perenne proceso de reproducción del particular.
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