CARACTERIZACIÓN DEL DISCURSO DE SIMÓN RODRÍGUEZ Y SU INCIDENCIA EN LA CONCEPTUALIZACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL

Guillermo Briceño Porras

6. José Comblin

Comblin, sacerdote católico, expone el tema de la Teología de la Liberación con el título de Teología de la Revolución (1973):
La revolución de que aquí vamos a hablar, es la revolución mundial que se perfila en el horizonte en este siglo XX y cuyo estallido en el siglo XXI no se prevé cómo se pudiera impedir. Es la revolución de las naciones proletarias. […] ¿Es oportuno hablar de una teología de la revolución? […] Y si alguno osara objetar que Dios no habla de la revolución, responderíamos que hemos emprendido esta obra precisamente para demostrar que Dios habla de ella.

El análisis de las políticas públicas culturales en Latinoamérica descubre la solidaridad de los Estados con las personas importantes de la sociedad. En Venezuela, se le da nombre a las calles y avenidas empleando el apellido de personajes que figuraron como grandes empresarios sin que se levantara una sola voz de protesta por la imposición de lo patrimonial a partir de connotaciones clasistas. Comblin al analizar los procesos revolucionarios concluye:
En realidad, el problema de las causas de la revolución está mal planteado. Buscar las causas es querer explicar la revolución por factores que son extrínsecos. La revolución nace de su misma entraña, por la fuerza de las energías que le son intrínsecas. Las circunstancias exteriores pueden favorecer su estallido, pero no lo explican. Abandonemos, pues, la búsqueda de las causas para atenernos a la de los antecedentes, es decir, a las circunstancias que parecen serle habitualmente favorables o que habitualmente le sirven de preludio.
Y expresa:
Pero sería una grave confusión reducir los problemas del mundo, antes llamado Tercer Mundo, a un problema de desarrollo. El mismo desarrollo hace surgir el problema de la libertad ya que consiste en situar a los países subdesarrollados bajo la dependencia de valores, estructura e intereses de los países desarrollados…

Por este motivo, la Teoría habla de «reinterpretar el concepto de patrimonio cultural, a partir de la filosofía de la pobreza latinoamericana». Comblin, idea el siguiente argumento para confirmar la coexistencia entre marxismo y cristianismo:
El problema no sería más difícil de resolver que el de la conciliación del aristotelismo y del cristianismo, que fue resulto en la Edad Media. Todo el mundo está de acuerdo en reconocer que la obra de Santo Tomás de Aquino fue más que un concordismo fácil, más que una fachada de solución oportunista, una verdadera integración del aristotelismo. ¿No podría pensarse algo parecido mutatis mutandi con el marxismo?

No obstante, es preciso señalar que esta vía supone aceptar el corte epistemológico propuesto por Althusser (1970) entre el Marx maduro (el del Capital) a quien sólo interesaba una teoría de la ciencia de la historia, y el Marx joven que alimentó discursos ideológicos. Así, para Jean Guichard, (1972): «El materialismo de Marx no nos aparece ya como un materialismo metafísico sino simplemente como un materialismo científico; y entonces el ateísmo de Marx no sería ya el eje, la base de su pensamiento, sino un elemento de un pensamiento cuyo eje esencial está en otra parte».
Marx explicó, en el prefacio de la Contribución a la crítica de la Economía (1957),lo que se entiende por condiciones objetivas de la realidad:
Una formación social no desaparece nunca antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen relaciones de producción nuevas y superiores antes de que hayan madurado, en el seno de la propia sociedad antigua, las condiciones materiales para su existencia. Por eso la humanidad se plantea siempre únicamente los problemas que puede resolver, pues un examen más detenido muestra siempre que el propio problema no surge sino cuando las condiciones materiales para resolverlo ya existen o, por lo menos, están en vías de formación.

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