Cuando Simón Rodríguez redactó las Reflexiones sobre el estado actual de la Escuela en el año 1794, aceptó la identidad cultural de la sociedad colonial. El Cabildo le encomendó la preparación de un informe sobre la situación escolar que se envió a la consideración de los cabildantes con fecha 19 de mayor de 1794:
…pasó de mano en mano de los señores Capitulares y quedó tan rota y desencuadernada que don Simón Rodríguez vuelve a copiarla y la remite de nuevo el 1º de junio de 1795. Por ser asunto que requiere la mayor atención acuerdan los capitulares tratarla en cabildo extraordinario. Lo hizo en el ordinario de 20 de julio».
Con fecha 19 de octubre de 1795 renunció y el Ayuntamiento la aceptó de manera satisfactoria: «por amor, celo y eficacia con que se ha portado en la escuela y con conocida utilidad pública, y sin que el Ayuntamiento haya tenido la menor queja de su conducta y operaciones.
Algunos historiadores han vinculado a Simón Rodríguez con la Conspiración de Pedro Gual y José María España, develada el 11 de julio de 1797, porque Simón Rodríguez viajó a Filadelfia el 15 de noviembre. El historiador Gustavo Adolfo Ruiz (1988) demostró la falsedad de su relación con la Conspiración por la coincidencia de haber viajado meses después del fracaso. De haber sido cierta en algún momento lo hubiera comentado en sus escritos. Su discurso se centró en la problemática de los países andinos reflejando un mundo cultural totalmente distinto al de Venezuela.
Para los efectos de la investigación, Venezuela se trató como un caso atípico por ser uno de los países donde menos preocupación tiene el reconocimiento de la identidad cultural situada, casi exclusivamente, en problemas arquitectónicos. El arquitecto Azier Calvo Albizu (2007), Venezuela y el problema de su identidad arquitectónica, respalda el criterio de Mario Briceño Iragorry: Mensaje sin destino. Nuestra crisis de pueblo (1952); La hora undécima. Hacia una teoría de lo venezolano (1956); Dimensión y urgencia de la idea nacionalista. Pequeño discurso sobre venezolanidad y americanizad (1953); El sentido de la tradición (1951). En estas obras, Briceño Iragorry denunció la despreocupación del venezolano por su identidad:
…basada fundamentalmente en la fragilidad cultural y ausencia de memoria histórica del venezolano, plenamente traspasados a la arquitectura podrían desembocar en la crisis permanente de una disciplina que, afín al pueblo al que pertenece, ha despreciado con bastante asiduidad su corta pero tangible historia como referencia, asumiendo lo nuevo como tradición».
La siguiente observación del arquitecto Calvo Albizu es aplicable al tema de la investigación:
Determinar el papel que juega el tema de la identidad dentro del quehacer arquitectónico, es decir, dilucidar si su presencia en la actividad proyectual es consciente o inconsciente y si una vez perfiladas sus características y comportamiento puede convertirse en un “a priori” o un “a posteriori” nos ha llevado a hacer de ella más que un instrumento normativo una especie de recurso crítico desde el cual abordar la arquitectura construida.
El problema que afecta la identidad lo percibió Javier Echeverría (1987), Análisis de la identidad, al afirmar: «La identidad está compuesta por el lenguaje en el que se inserta en pluralidad de formas»Entonces, ¿En que formas se expresa la identidad en el discurso de Simón Rodríguez? En forma negativa al reconocer la carencia de identidades. Lo expone de manera explícita en: Consejo de Amigo Dados al Colegio de Latacunga, posiblemente hacia 1845 y, casi con el mismo texto, en Tratado sobre luces y sobre virtudes sociales:
El Interés General está clamando por una Reforma
i… la AMÉRICA
la América!......................Quien lo creerá?!...
está llamada por las CIRCUNSTANCIAS, a emprenderla.
Atrevida paradoja parecerá…no importa
Los acontecimientos irán probando.
a los que observan POCO la Sociedad
que es una VERDAD muy OBVIA.
La América no ha de imitar SERVILMENTE
Sino ser………………….. ORIGINAL !
Si no se parece a la España… ¿a qué País se parecerá?
la Lengua, los Tribunales, los Templos, i las Guitarras,
engañan al Viajero.
Se habla, se pleitea, se REZA, i se tañe a la Española;
Pero NO como en España.
Para TODO hay Escuelas, en Europa,
En ninguna parte se oye hablar de…
ESCUELA SOCIAL. (T. II. 16)
Orlando Fals Borda (1981), Ciencia propia y colonialismo cultural, presenta una coherente argumentación sobre el colonialismo cultural como producto del disminuido sentimiento de identidad de los pueblos latinoamericanos. Mientras se tenga una cultura alienada, el individuo no alcanzará una conciencia de sí, que supere la condición del subdesarrollo. Para Fals Borda, el tema de las identidades nacionales se convierte en un problema difícil de precisar por la complejidad que representa sostener el ideal de una revolución universal, versus la tendencia al nacionalismo, como producto de una ideología que delimita los contornos del grupo nacional. La identidad define los derechos, las aspiraciones, el destino de una colectividad nacional; se identifica frente a otros y lee su futuro en su pasado, en su patrimonio. De esta manera surgió el nacionalismo enlo que se ha dado en llamar la identidad nacional. Esta expresión implica, a nivel sociológico, la existencia de una entidad colectiva y, en el ámbito cultural, el nosotros, para compartir valores, tradiciones y patrimonio. De aceptarse esta situación, se desemboca en un supuesto vínculo común que presupone la unidad básica de la población en torno a los llamados objetivos nacionales. Pero, puede suceder, que la ideología transforme profundamente este ideal de unidad nacional. Enrique Alí González Ordosgoitti, (1997) en la ponencia presentada al Seminario: La construcción de conocimientos sobre la identidad cultural Venezolana, expresa: «…la identidad constituye la plataforma por excelencia del intercambio simbólico en el proceso de representación de la realidad» y Jürgen Habermas (2007) categoriza el problema de las identidades nacionales y postnacionales al poner en discusión las contradicciones inherentes al tema de la conciencia histórica:
Para poder dar forma y servir de soporte a una identidad colectiva, el plexo de la vida lingüístico-cultural ha de ser hecho presente en unos términos capaces de fundar sentido. Y solo la construcción narrativa de un acontecimiento histórico dotado de un sentido cortado al talle del propio colectivo puede suministrar perspectivas del futuro orientadoras de la acción y cubrir la necesidad de afirmación y autoconfirmación.
La cita de Habermas clarifica lo que la investigación asume como problema de identidad patrimonial. Simón Rodríguez, da cuenta de las contradicciones, el vacío y el contrasentido con el que se reinició la historia después de la Independencia: «Al rey no volvemos ni a las repúblicas llegamos…»(T. II. 529)
Frente a la tendencia de encontrar la identidad imitando, Juan Nuño (1962), advierte: [Se destacan conceptos]
El problema de la identidad nacional, que tanto parece obsesionar a algunos, puede observarse desde la perspectiva dual del ser y el tener. Cuando no se está seguro de quien se es, se acude al curso de la adquisición de un rostro, de la compra de una máscara provisional con la que tapar por un tiempo el vacío existencial. La carencia de identidad propia se sustituye por sucesivas imitaciones.
Simón Rodríguez:
…¡Que hacemos? pensar en vez de ¡imitar!». «Los Gobiernos de América no pueden simpatizar con los de Europa porque los Pueblos Americanos, en NADA se parecen a los Europeos» (T. I. 371).
Si queremos hacer REPÚBLICAS, debemos emplear medios TAN NUEVOS como es NUEVA la idea de ver por el bien de TODOS». (T. I. 229)
Europa, los Estados Unidos y el resto de la América difieren tanto entre sí, cuanto se parecen los Héroes que han producido ― la historia no los distinguirá sino por sus nombres». (T. II. 205)
América Latina ofrece esta imagen empeñada en encontrar «esa identidad que tanto parece obsesionar a algunos». Germán Carrera Damas (1993), De la dificultad de ser criollo, sostiene que en Latinoamérica no existió mayor ruptura entre las condiciones de control del poder del período colonial y el republicano: «Así, en nombre de la nación emancipada y republicana ha sido posible asegurar la continuidad del proceso de implantación iniciado y desarrollado en el ámbito del nexo colonial monárquico» Sin embargo, ese proceso de implantación de las nuevas naciones, aunque producto del nexo colonial en lo cultural, rompió con toda una tradición que cohesionabael inmenso dominio español. Roto el vínculo, se entró en un período corto que va desde la creencia eufemística de tener una nueva identidad de 1810 a 1826, a una situación de desencanto del proyecto bolivariano que condujo a la confrontación entre la Gran Colombia y el Perú, y el colapso definitivo de las utopías por la América unida de Francisco de Miranda, Simón Bolívar y Simón Rodríguez. La identidad, como proyecto, nunca ha desaparecido pero si mantenido como algo inconcluso, insatisfecho y frustrado.
Enrique Alí González Ordosgoittei (1991) Educción, cultura e identidad nacional, sintetiza el dramático proceso de la identidad venezolana:
…nunca existimos previamente como nación-étnica, ya que nuestras comunidades indígenas no estaban unidas entre si por fuertes lazos de solidaridad salvo los ocasionales acuerdos defensivos u ofensivos, en sasos de guerra. Desde el principio nos configuramos como nación-estado, como producto de decisiones políticas de la corona de España… e igualmente existían entre nosotros profundas e irreconciliables diferencias, de ahí que no pueda afirmarse que nacimos con importantes grados de identidad cultural.
Esta carga histórica fundamenta la necesidad de formular una Teoría patrimonial liberadora.
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