Arturo Guevara (1954), biógrafo de Simón Rodríguez, le endilga el calificativo de escéptico propio de la «psicología del tipógrafo» por desempeñar una actividad repetitiva y fastidiosa que, según Guevara, crea una personalidad escéptica. Fantasea sobre la influencia que le causó a Simón Rodríguez desempeñar el oficio de tipógrafo. Distorsiona la personalidad de Simón Rodríguez quien no fue el típico escéptico que impugna la experiencia como conocimiento, sino aquel que intenta captar la verdadera estructura de la sociedad y opta por la duda y la crítica al percibir las contradicciones. Simón Rodríguez no fue escéptico ante la pobreza, la reconoció como dato gnoseológico sobreañadido a la realidad, percibido en su aspecto dialéctico positivo, es decir, aquello que debería impulsar la conciencia popular en busca de reivindicaciones hasta el punto de llegar a la revolución.
El discurso de Simón Rodríguez se calificó de realismo vital, precisamente para evitar que se le catalogue dentro del escepticismo. Para explicarlo, nada mejor que recurrir a la teoría de Edmund Husserl (1999), al considerar el mundo de la vida. Husserl comprueba la concordancia entre el realismo vital, atribuido como calificación al discurso de Simón Rodríguez, y la noción de conciencia como vivencia intencional. La nueva significación que Husserl ofrece del término «epoje» ¾utilizado por los filósofos escépticos para expresar una actitud incrédula frente al problema del conocimiento¾ posibilita la reducción fenomenológica: el hecho de suspender el juicio frente a los contenidos doctrinales de una filosofía en un determinado momento histórico. Se trata de realizar las comprobaciones dentro del marco de esa suspensión (epojé) que permite apropiarse de la realidad a partir de la propia realidad.
Husserl:
El mundo de la vida aparece como algo construido a través de las experiencias vividas, pero también como algo en permanente construcción a través de las experiencias por vivir, es la apertura del mundo la que simultáneamente crea sentido por lo ya vivido y por lo todavía no vivido. La imaginación trascendental es la conformación de conceptos sensibles, es decir, conocimiento.
En carta a Roberto Ascázubi, desde Latacunga, de fecha 28 de julio de 1845, escribe: [Se subrayan conceptos]
Alquíleseme una habitación independiente, en una casa cualquiera, con tal de que no sea de gente grande: con la baja yo me entiendo. Déseme un peso diario, para mi subsistencia, entretanto que recojo con qué devolver lo que se me haya prestado y al instante parto para Quito. (T. II. 531)
David Ortega Cavero (1985) Thesaurus, Gran Sopena de Sinónimos y asociación de ideas, le asigna los siguientes significados al término escéptico:
…indiferente, desconfiado, incrédulo, volteriano, dudoso, incierto, receloso, tibio, desilusionado, seco, apático, despechado, frustrado, suspicaz, displicente, desdeñoso, ateo.
Ninguno se aplica a la personalidad de Simón Rodríguez, pero sus biógrafos comparten el diagnóstico de Arturo Guevara (1954), de sus: «locuras», «hipertrofia de la personalidad», «psicopatía constitucional», «psicosis de inestabilidad», «casuística clínica», «desgaritado hasta el fin», «megalomanía y autofilia», «mitomanía», «psiquismo», «dislogias», «perfeccionismo». Simón Rodríguez hace suyas las palabras que dijo de Bolívar:
”Pocos hombres habrá habido,
”que hallan merecido menos el DESPRECIO que yo,
”ni que hallan sentido más la INGRATITUD… (T. I. 312)
Arturo Guevara lo reprocha:
…escritura psicópata, psiquismo de Simón Rodríguez, cuya ortografía, y sintaxis, corren parejas con la disposición gráfica de los renglones, originalísima y caprichosa, que es como se sello característico del personaje en la mayoría de sus páginas Pintiparado en lo gramatical y en lo tipográfico el Maestro! …lógico es, por fuerza de la técnica, contemplar las normas psiquiátricas concernientes a las dislogias gráficas.
…en la constitución paranoica de Simón Rodríguez tienen origen sus dislogias gráficas, tan manifiestas que al primer golpe de vista sorprende al lector la disposición atípica de las líneas, la desigual longitud de los renglones cortados al azar, y el uso y el abuso de los diferentes tipos de letras, que en un mismo párrafo solía utilizar, indistintamente, desde las mayúsculas hasta los diminutos caracteres llamados perla, alterando con bastardilla, entredós cícero, media línea, negritas, blanco, redondo, y cuantas variedades tipográficas hubo al alcance de su mano. No es menos caprichosa su peculiaridad de utilizar, simultáneamente, admiración e interrogación. (¡¿ ?!).
G. D. Neri, (1966) en, Praxis y conocimiento. Marxismo y fenomenología, postula una interesante interpretación del escéptico:
El escepticismo acompaña toda nuestra tradición intelectual desde sus orígenes y constituye en toda revolución filosófica un lugar de enfrentamiento decisivo. En el caso de la fenomenología, sin embargo, debe verse algo más que una relación de exclusión mutua con el escepticismo. Es característico de muchas construcciones filosóficas que el enfrentamiento con el escepticismo se realice una vez por todas antes de que el sistema haya podido ser fundamentado; al abrigo, pues, de sus ataques, tales construcciones se desarrollan en un clima del momento escéptico en la fenomenología.
Juan David García Bacca (1981), escribió el único Ensayo sobre los alcances filosóficos de Simón Rodríguez e infiere de la frase: “DESEME MUCHACHOS POBRES” (T. I. 313):
[…] Claro está que Rousseau, Voltaire… debieron influir en él. Pero esa frase “Déseme, dénseme, dénseme…”ni pudo salir de Rousseau, de Voltaire. Dénseme…” no es una frase; es un insulto, un desafío, inclusive frente a Rousseau, Voltaire. [Comillas invertidas en el texto]
A García Bacca le llamó la atención las sentencias, refranes y metáforas empleadas por Simón Rodríguez, por «lo extraordinario de su carácter» al convertir, sentencias y metáforas, en verdaderos argumentos. Santo Tomás ofrece una de las mejores definiciones de lo que es argumentar: «dicitur, quod arguit mentem ad assentiendum alicui». [Se dice del consentimiento mental de alguien al argüir] Para argumentar, lo importante es la persona, el aliquis, ante quien se desarrolla el argumento. En el estilo de Simón Rodríguez, la argumentación adquiere la característica del razonamiento lógico–práctico por lo que, con frecuencia, acude a la metáfora para probar una afirmación por analogía. El propio Simón Rodríguez razona sobre su estilo y argumentación.
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