CARACTERIZACIÓN DEL DISCURSO DE SIMÓN RODRÍGUEZ Y SU INCIDENCIA EN LA CONCEPTUALIZACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL

Guillermo Briceño Porras

2. Cultura del patrimonio

Cultura del patrimonio es un problema que debe plantearse desde el interés práctico de las ciencias histórico hermenéuticas y el interés emancipatorio de la teoría crítica. McCarthy (2002), La teoría crítica de Jürgen Habermas,al interpretar a Habermas, sitúa lo patrimonial dentro del campo del interés práctico de las ciencias histórico–hermenéuticas. La argumentación de Habermas se centra en que el interés técnico surge de una forma de vida vinculada al trabajo, mientras que el interés práctico está anclado en un imperativo de la vida sociocultural. Ésta tiene raíces antropológicas tan profundas como las que se dan en el interés técnico. McCarthy afirma que el contexto cultural de la vida pertenece, no al ámbito de las ciencias de la naturaleza, sino al ámbito de las ciencias de la cultura. La tarea crítica que señala Habermas, es el fundamento más sólido de la Teoría porque permite considerar el fenómeno de la pobreza en el marco interpretativo de la realidad y cimentar la crítica del concepto tradicional de patrimonio de la UNESCO. A juicio de Habermas, la obra de Marx contiene posprincipios elementales que se precisan para una adecuada concepción de la razón y del interés de la liberación–emancipación. Según Habermas, esta manea de pensar, nunca se convirtió en realidad y lo atribuyó a la unidimensionalidad del pensamiento marxista en términos de un proceso operado exclusivamente por medio de la actividad económica.
Simón Rodríguez afirmó categóricamente: «El bien común es ECONÓMICO y no hay más que un bien común» (T. II. 396). La expresión corresponde a un artículo publicado en El Mercurio de Valparaíso el 11 de febrero de 1840. La afirmación se modera al publicar en el Neogranadino de Bogotá en 1849: «La religión es para hacer a los hombres sociales. Sin la práctica, sus preceptos se quedan en teoría. No tomo aquí ni en ninguna caso TEORÍA POR MENTIRA. En cada cantón o distrito debe haber un Cura doctrinal que visite las escuelas y enseñe en ellas» (T. I. 252). En el Corolario se analiza cómo estos «activos espirituales», en palabras de Freaud, constituyen una visión religiosa del mundo, de ideales y sistemas de valores.
A partir de la obra clásica de Oscar Lewis, (1959), Antropología de la pobreza, los estudios se han centrado en la cultura de los pobres:
…es una ironía que muchos americanos, gracias a los antropólogos, conozcan más sobre la cultura de alguna tribu aislada de Nueva Guinea con una población de 500 almas, que acerca de las formas de vida de millones de pobladores de la India o de México y de otras naciones subdesarrolladas.

Lo mismo, y aún con mayor certidumbre, se pudiera decir de quienes estudian el patrimonio cultural a partir de los hechos culturales de países industrializados sin percibir cuál puede ser el concepto que sobre lo patrimonial pudieran tener los millones de latinoamericanos que viven en pobreza crítica.
Oscar Lewis: [Se subrayan conceptos]
Allí donde dominan el hambre y la incomodidad, queda poca energía sobrante para las emociones cálidas, delicadas, menos utilitaristas y escasa oportunidad para una felicidad activa. […] La pobreza viene a ser el factor dinámico que afecta la participación en le esfera de la cultura nacional creando una subcultura por si misma. Uno puede hablar de la cultura de la pobreza, ya que tiene sus propias modalidades y consecuencias distintivas sociales y psicológicas para sus miembros. Me parece que la cultura de la pobreza rebasa los límites de lo regional, de lo rural, y urbano. Y aun de lo nacional.

Simón Rodríguez hubiera compartido las afirmaciones de Lewis porque la subcultura de la pobreza contiene, potencialmente, la fuerza revolucionaria que se manifestará cuando estén dadas las condiciones objetivas de la realidad, es decir, cuando el pueblo toma conciencia de su condición de clase. Se recalca el hecho de la totalidad del fenómeno de la pobreza según la afirmación de Oscar Lewis:
Los habitantes de los poblados no pueden estudiarse asilados y aparte de la cultura nacional; los moradores de las ciudades no pueden ser estudiados como miembros de pequeñas comunidades. Se hacen necesario nuevos acercamientos, nuevas técnicas, nuevas unidades de estudio, y formas nuevas para referir los datos de modo que puedan ser compartidos por el no especializado».

En las biografías de Simón Rodríguez, hay tres temas recurrentes: lo pedagógico, la defensa que asume del Libertador y las características socialistas de su discurso. Sin embargo, poco se dice de su doctrina política encaminada a una mayor justicia social. La cultura del patrimonio es un tema que se justifica porque se trata de un mundo de símbolos a los cuales se les ha asignado un valor histórico para explicar lo acontecido.
En el estudio de la Universidad Católica “Andrés Bello”: Detrás de la pobreza. La cultura y las causas de la pobreza en Venezuela (2004):
Cuando se pretende estudiar la pobreza (es decir, la situación de carencia material en la cual se encuentran personas, familias o comunidades, en comparación con un patrón normativo cualquiera) desde la conducta de los individuos, nos topamos con el problema de indagar el asunto desde las variables que explican dicho comportamiento. […] Nadie estudia la pobreza sin que medie algún interés o motivación.

La variable pobreza “da la vuelta completa” para pasar de ser consecuencia del decrecimiento económico, a ser al menos una de sus causas. Cuando se establece la relación entre cultura y pobreza se puede llegar a una conclusión similar. […] podríamos decir que las creencias que operan como obstáculos para la superación de la pobreza (causas) han sido la consecuencia de la propia situación de carencias materiales en la que se encuentran los individuos que reflejan tales creencias.

Para efectos de la investigación, el patrimonio se definió:
Conjunto de valores, creencias y bienes culturales que, resignificados en el contexto de la pobreza latinoamericana, permiten construir una realidad patrimonial propia.

Para materializar la definición, es necesario contar con instituciones, a efecto de la gestión patrimonial: ordenar, de manera estable y duradera, las formas fundamentales de interacción social en el ámbito patrimonial. En el orden del deber ser, estas instituciones deberían promover los valores patrimoniales. Pero no se saldría de lo tradicional si lo institucional se reduce a exaltar el reconocimiento y amor por los símbolos patrios y mantener el culto al Libertador como exponente máximo del patrimonio. Germán Carrera Damas (1969), El culto a Bolívar. Esbozo para un estudio de la historia de las ideas en Venezuela:
Por culto a Bolívar entendemos la compleja formación histórico-ideológica que permitido proyectar los valores derivados de la figura del Héroe sobre todos los aspectos de la vida de un pueblo. No es nuestro propósito indagar acerca de la consistencia de los méritos que recomiendan al Héroe para ser objeto de culto. Circunscribimos nuestra atención a las condiciones en que se gestó el culto, a sus manifestaciones y al sentido que se la dado, históricamente.

Carrera Damas (1990) en: Pensamiento, acción y vigencia de Simón Bolívar sostiene:
El patrón tradicional de la vigencia de la obra se Simón Bolívar se expresa en dos formas básicas: la leyenda y el mito. En ambos caos puede percibirse una espontaneidad primaria y una vinculación entre el símbolo y el personaje histórico real. La diferencia radicaría en el hecho de que en el Bolívar de la leyenda sigue prevaleciendo la espontaneidad de la creencia popular, aun cuando ésta pueda ser estimulada por los mecanismos culturales institucionalizados y la educación.

Luís Castro Leiva (1991), De la patria boba a la teología bolivariana, ofrece un pensamiento similar al de Carrera Damas. Sin embargo, ninguno de los dos hace referencia explícita al problema que identifica el Culto a Bolívar, con lo patrimonial a pesar de analizar temas tan directamente relacionados como: el culto bolivariano como factor de unidad nacional; de estabilidad de los gobiernos; como superación nacional. Mario Briceño Iragorry (1980), El caballo de Ledesma, acusa a los negociantes del culto a Bolívar, a los que no interpretan al Libertador como verdadero patrimonio, como los «cultivadores de cementerios históricos». Bolívar es la única referencia patrimonial que recibe la población pero de manera impositiva a partir de Antonio Guzmán Blanco, quien utilizó el nombre de Bolívar para institucionalizar un forzado sentido patriótico. Fuera de esta referencia, la población no cuenta con qué vincular lo patrimonial.
Para abordar el problema se presentan dos opciones: la primera, aceptar que todos, dentro de una sociedad comparten una misma matriz cultural, un vínculo común que los hace pensar, sentir y actuar a partir de los elementos básicos de la nacionalidad: los llamados Objetivos Nacionales. En este caso, la cultura del patrimonio conformaría una subcultura porque su existencia depende de la cultura dominante. La segunda opción es mantener que la cultura del patrimonio es otra cosa, por estar relacionada a los modos específicos de pensar, sentir y actuar del pueblo, en razón a sus condiciones de clase. Esta segunda opción supondría que la sociedad estaría dividida «hasta en sus raíces».
Es difícil definir el concepto de realidad al tratarse del patrimonio cultural desde la óptica de los pobres. José M. González Ruiz (1966), Pobreza evangélica y promoción humana, al comentar cómo se narra en el Evangelio el pasaje de las Bienaventuranzas, señala que Mateo, lo hace de una manera mucho más precisa que el evangelista Lucas. Éste dice: «Bienaventurados ustedes, los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios» mientras que en Mateo se lee: «Bienaventurados los pobres, conscientes de su pobreza, porque de ellos es el reino de los cielos» La extraordinaria expresión: «conscientes de su pobreza»apoya la comprobación de la Teoría. Se trata de captar la realidad social, el momento cuando se toma conciencia con los sentidos, las emociones, los impulsos, la memoria y la inteligencia. Una verdadera experiencia social donde la cultura forma parte de la imagen que el pobre se forma de un acontecer real, sentido, introvertido. Ser concientes de la pobreza es advertir que otros no son pobres y de que existe una relación de clases. Este ser: conscientes de su pobreza, da origen a la acción social tal como la interpretó Paulo Freire y tal como se propone en la Teoría.
Guy Rocher (1976), Introducción a la sociología general, define la realidad social: «La realidad social no es exclusivamente interna a los sujetos ni exclusivamente externa a ellos. Es vivida en perspectiva, en situación, por las personas afectadas, a las que simultáneamente se imponen desde el exterior unos unas coacciones y unas limitaciones» Es una definición consecuente con lo planteado en la investigación: «las coacciones y limitaciones impuestas desde el exterior» hacen que el pobre no tome conciencia de su realidad. La orientación de la acción, tal como la interpreta Habermas, está sujeta a condicionamientos por lo que la realidad se percibe de un modo parcial e incluso deformado. Para Habermas, la orientación de la acción, inexorablemente, trata problemas de valores. Pero… ¿Tiene la pobreza un valor? El tema amerita una reflexión. Se ha insistido en la pobreza como valor evangélico, al punto de constituir una alienación que Carlos Marx rechaza cuando afirmó: «ella [la religión] es el opio del pueblo» Pero son pocos quienes interpretan esta afirmación en su verdadero contexto. Marx, en la Introducción a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, continúa con la frase: «o la liberación de los oprimidos» Una de las primeras frases del texto da la clave para interpretar el pensamiento de Marx: «[la religión] es el gemido de la criatura angustiada, el corazón de un mundo sin corazón, como también la razón de situaciones que carecen de razón. Ella es el opio del pueblo. Marx, al hablar de la alienación religiosa, establece el nexo con las otras formas de alienación: filosófica, política y social. Todavía Marx no hablaba de la alienación del trabajo que presentará en sus Manuscritos a finales del año 1843. En Latinoamérica, la pobreza es un condicionante del patrimonio cultural, por lo que exige soluciones liberadoras. La definición de patrimonio de la UNESCO, intenta trasmitir esquemas de razonamiento que, como homonimia, contiene una filosofía inadecuada de la vida social latinoamericana porque, siendo igual en el término, tienen distintas consecuencias en la realidad.

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