En el ámbito de la generalidad en que por fuerza se mueve la teoría, la investigación trató el problema de la identidad de Americana con un distanciamiento de lo tradicional y un enjuiciamiento crítico de las costumbres. Simón Rodríguez cuestionó la tradición como aquello que otros han comenzado pero que se desactualiza. ¿De qué modo se podía articular una identidad colectiva Americana con antagonismos tan profundos?
Habermas (2007), Identidades nacionales y postnacionales, clarifica los conceptos:
[Pregunta] La forma de identidad nacional remite a la conciencia histórica, en cuyo medio se forma la autoconciencia de la nación… ¿Podría explicar más esta opción universalista?
[Respuesta] No, la identidad de una persona, de una nación o de una región es siempre algo concreto, algo particular. De nuestra identidad hablamos siempre que decimos quiénes somos y quiénes queremos ser. Y en esta razón que damos de nosotros se entretejen elementos descriptivos y elementos evaluativos. La forma que hemos cobrado merced a nuestra biografía, a la historia de nuestro medio, de nuestro pueblo, no puede separarse en la descripción de nuestra propia identidad de la imagen que de nosotros nos ofrecemos a nosotros mismos y ofrecemos a los demás y conforme a lo que queremos ser enjuiciamos, considerados y reconocidos por los demás.
Pregunta y la respuesta centra el problema existencial del enigma de la identidad sudamericana. Simón Bolívar se inspiró en Francisco de Miranda al exponer la idea de una América hispana emancipada y unida a través de una confederación de naciones. En la carta de Jamaica: «yo deseo más que otro alguno ver formada en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria»
Ángel Bernardo Viso (1983), Venezuela: identidad y ruptura, precisó las características de la identidad nacional, esclareciendo el sentido de los códigos de identidad y costumbre:
Finalmente, la Independencia se nos pone como la fundación misma de la patria, siendo los libertadores justamente nuestros padres. Y junto con la patria, tiene su fundamentación nuestro propio ser, puesto que a partir de ese momento la identidad venezolana cambia radicalmente.
Se diría que, al día siguiente de la ruptura con el pasado y de la pérdida, voluntaria o involuntaria, de la memoria, con el recuerdo de los antepasados se perdió también el de su proyecto, en proceso de ejecución, de dominar la tierra que habitaban.
Bolívar constituye uno de esos modelos estudiados por Marx Scheler, que la tradición y la “iglesia” republicana nos propone, exigiendo de nosotros un modo de ser, un estado de alma de tal naturaleza que nuestra vida y nuestros actos se regulan sobre la historia personal del héroe… Bolívar se ha convertido en el “centro del alma de nuestra historia.
Y si no nos equivocamos, es casi unánime el juicio que se hace de esa generación ¾la de nuestros libertadores¾ como la más brillante en nuestra historia y la que sirve de base y de sustento a las generaciones posteriores.
La visión de Ángel Bernardo Viso está en la línea de pensamiento del historiador Germán Carrera Damas:
…conocemos mal a Venezuela porque durante casi un siglo, el XIX, la conciencia del venezolano repudió el pasado colonial y, al mismo tiempo, refugió su inconformidad con su propia realidad en un cantar loas al deber ser, es decir, a un porvenir siempre pospuesto al que, sin embargo, se le suponía grande y promisorio porque la gloria derrochada por los venezolanos en su lucha de independencia les daba derecho a él. […] ¿Cuándo adquirieron los venezolanos conciencia de su existencia como nación?
Para Carrera Damas existen tres momentos en la configuración de la identidad. Primero: de conciencia americanista que significó la diferenciación frente al europeo peninsular. Segundo: de conciencia colombiana que no llegó a cuajar por los regionalismos. Tercero: en 1830, cuando se reniega del Libertador, y se asume que los venezolanos son dueños de sus propios destinos.
Simón Rodríguez no actuó como un revolucionario activo sino como un intelectual que describe los acontecimientos. Su vocación no se orientó al activismo político porque siempre actuó como político de oposición. Su único partido fue Bolívar.
Con sentencias, describió los rasgos de una empresa revolucionaria:
La Sociedad es una Guerra Simulada (T. II 126)
Descríbase una peste y se describirá una Revolución (T. II. 126)
Guillermo de la Peña, (2006) en Articulación y desarticulación de las culturas:
La visión dialéctica de la historia y el cambio cultural parte de la tradición marxista y recoge aportaciones del pensamiento neorevolucionista (sic)… y rechaza la separación tajante entre «lo simbólico» y lo «material»; o, más bien percibe, lo tal oposición como mediada por un proceso global de transformación del orden social.105
Simón Rodríguez: Observaciones sobre el terremoto de Viconcaya (1830)
Una revolución POLÍTICA pide una revolución ECONÓMICA.
Si los americanos quieren que la revolución POLÍTICA que el peso de las cosas ha hecho, y que las circunstancias han protegido, les traiga verdaderos bienes, hagan una revolución ECONÓMICA y empiécenla por los campos¾de ellos pasarán a los talleres de las pocas artes que tienen¾y diariamente notarán mejoras, que nunca habrían conseguido empezando por las ciudades. (T. I. 469-470)
Para apreciar la relación entre praxis y patrimonio en el discurso de Simón Rodríguez, se reafirma el concepto de praxis en Carlos Marx:
Como toda filosofía es la quintaesencia espiritual de su tiempo, habrá de llegar un tiempo en que la filosofía entre en contacto y en reciprocidad de acción con el mundo real de su época, no sólo interiormente, por medio de su contenido, sino también exteriormente, por medio de su manifestación. La filosofía dejará entonces de ser un sistema definido que se oponga a otros sistemas definidos; pasará a ser la filosofía opuesta al mundo, la filosofía del mundo actual.
A partir de la mitad del siglo XIX, el espíritu nacional —destino histórico y conciencia de la individualidad de una nación— se comenzó a interpretar como parte del patrimonio. El principio de nacionalidad reafirmó la posesión de una historia nacional y una comunidad de costumbres y de vivencias. En las obras de Simón Rodríguez las nociones de revolución, patria, nación, se asimilan a la idea de emancipación y cuando alude al espíritu nacional lo hace de una manera crítica: «es el refinamiento de los medios y modos de destruirse»
Karel Kosik (1976), Dialéctica de los concreto:
La conciencia no es reducida a las condiciones dadas; el centro de atención lo ocupa un proceso, en el cual el sujeto concreto produce y reproduce la realidad social, al mismo tiempo que es producido y reproducido históricamente en ella.107
La concreción del discurso–proyecto de Simón Rodríguez se materializó en la posibilidad de decir algo a alguien a propósito de algo a través de una acción portadora de sentido. Un Proyecto de futuro.
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