A la llegada de los españoles, en la península de Yucatán funcionaban diversos cacicazgos mayas que constituían unidades políticas y territoriales. El cacicazgo de Ah Canul dominaba el norte de Campeche. La base de sustento de los mayas era la milpa, que se complementaba con el huerto familiar (solares), la caza, la recolección y la pesca (Pérez, 1945; Hernández et al., 1995).
En 1542, al iniciarse la colonización de Yucatán, los mayas fueron despojados de sus tierras ancestrales. La tierra poseída antes por cada cacicazgo pasó a ser propiedad de la Corona de España a través de la Encomienda. Ésta, consistía en la asignación de uno o más poblados a aquellos conquistadores que recibían de la Corona la encomienda de pacificación y cristianización de los indios, y recibían de ellos un tributo en especie o dinero (EDUCE, 1999). A la población indígena se le dejó una gran proporción de tierra para la explotación de la leña, carbón, madera o piedras, que era de donde sacaban el tributo para los encomenderos (Rodríguez, 1979).
En la región del Camino Real, la encomienda prevaleció hasta el primer cuarto del siglo XVII, cuando se empezaron a formar las estancias ganaderas. La estancia es un rancho ganadero que constituyó una unidad más económica que social, debido a la poca cantidad de trabajadores radicados en ella y a la condición primitiva de su planta, edificio y construcciones (Pacht, 1979). Las estancias se fundaron en tierras obtenidas por una merced real o a través de la compra de tierras a las comunidades. Entre las estancias más conocidas en la región se encontraban Antuchén —en el municipio de Tenabo—; Tikín —en el municipio de Hecelchakán— y Pucnachen, en el municipio de Calkiní.
En el siglo XVIII, las estancias ganaderas comenzaron a transformarse en fincas ganaderas y agrícolas con construcciones permanentes y un número grande de trabajadores con sus familias (Pacht, 1979). Con la transformación de las estancias ganaderas en productoras agrícolas se comenzó a usar un nuevo término: la hacienda.
Las haciendas surgieron en la región entre 1739-1740 bajo el sistema conocido de peón acasillado. La estructura agraria estaba compuesta por grandes extensiones de tierra pertenecientes a los hacendados. Éstos, contaban con gran cantidad de trabajadores permanentes que habitaban en sus contornos o en poblaciones donde habitaban jornaleros que, en algunos casos, conservaban alguna proporción de tierras comunales. Entre las actividades desarrolladas estaba el cultivo de henequén, la ganadería extensiva, la explotación de maderas, los huertos frutícolas, la apicultura y la milpa.
Las haciendas fueron abandonadas en 1915 después de la expropiación revolucionaria, y repartidas a los núcleos de población de la región bajo la forma de propiedad ejidal. Los ejidos recién creados desaparecieron la explotación de maderas, los huertos de frutales y la producción de henequén. La ganadería y la apicultura se mantuvieron relativamente estables. Ante la falta de perspectivas económicas la población indígena, se regresó predominantemente a la práctica de la milpa.
VI.1.3 Diferenciación de los Modos de Vida en la Región (1950-2007)
A partir de la primera mitad del siglo XX, en la región del Camino Real prevalecía el Modo de Vida Campesino, basado en el sistema de policultivo (maíz, fríjol y calabaza) tradicional de RTQ, conocido como milpa. En este sistema, la producción de cultivos básicos se complementaba con la producción en pequeña escala de frutas y hortalizas, la ganadería de monte y el solar, el aprovechamiento de los recursos forestales, la cacería, la apicultura y la elaboración de productos artesanales (Pérez, 1945; Hernández et al., 1995; Terán y Rasmussen, 1994). Estas actividades en conjunto han aportado gran parte de los elementos de la dieta, la vivienda y el combustible de los GD. El cultivo de maíz es el componente más importante de la milpa y aporta el 66% de las calorías consumidas por la población maya (Warman, 1985).
El desarrollo de la milpa enfrentó dos restricciones: primero, la dotación de tierras ejidales, entre 1917 y 1930, y las subsecuentes ampliaciones no fueron suficientes para sustentar la práctica de la agricultura de RTQ, debido a que los municipios del Camino Real han sido históricamente los más densamente poblados del estado (cuadro 7); segundo, la sobreexplotación a que estaban sometidos los terrenos por la agricultura de RTQ y el anterior cultivo de henequén se reflejaba en la falta de tierras con suficientes años de descanso. Esta situación orilló a los campesinos a emigrar temporalmente hacia otras regiones del estado para seguir practicando la agricultura de RTQ (Ku, 1990).
El principal destino de los campesinos fue el municipio de Hopelchen, conocido también como la región de los Chenes. Los campesinos del Camino Real recorrían entre 40 y 80 kilómetros para establecer pequeñas milpas en los Chenes, así como en el sureste, en dirección a Pich (municipio de Campeche). A pesar de que poseían extensos terrenos planos y profundos en las cercanías de sus poblaciones, no los aprovechaban debido a que los consideran no aptos para practicar el sistema de RTQ (De la Peña, 1952; Duch, 1995).
La emigración temporal de los campesinos se truncó en los años 70’s, cuando los terrenos nacionales, ejidales y privados que se cultivaban en los Chenes fueron dedicados a otras actividades o fueron ocupados por nuevos centros de población, fomentados por el Programa de Colonización del estado. Adicionalmente, en este mismo período empezaron a escasear los montes altos en los Chenes (Ku, 1990). En estas circunstancias se empezó a involucrar a la población campesina hacia la práctica de la agricultura mecanizada, impulsada por el Programa Integral de Desarrollo Rural (PIDER), durante el período presidencial de Luis Echeverría (1970-1976) (Schuren, 2002).
La ampliación de la frontera agrícola, mediante la apertura de tierras forestales mecanizables en el Camino Real se inició en 1977. De 1977 a 1986, se incorporaron 23 mil hectáreas mecanizadas en la región del Camino Real y en los municipios de Campeche y Hopelchen (Ku, 1990). Estas áreas fueron destinadas predominantemente a la producción de maíz de temporal mediante el uso de semillas mejoradas, insumos agrícolas (industrializados) y maquinaria. También se abrieron pequeñas áreas de riego para los cultivos de tomate, sandía y melón.
La apertura de tierras mecanizables condujo a un proceso de diferenciación campesina en la región. Las comunidades ubicadas al oriente son las que cuentan con tierras mecanizadas y las que se incorporaron a un nuevo Modo de Vida: la Agricultura Mecanizada con apoyos gubernamentales. Mientras que las localizadas al poniente, sin acceso o con acceso limitado a tierras de buena calidad, continuaron practicando la agricultura tradicional de RTQ con escasos apoyos (cuadro 8).
En 1990 se estimó que sólo 20% de los GD de la región tenía acceso a tierras mecanizadas y se dedicaba a la agricultura mecanizada (Ku, 1990). Mientras que el 80% restante, sin acceso a tierras mecanizadas, se vio forzado a adoptar un Modo de Vida Mixto, que combina la Agricultura Tradicional de RTQ con el Trabajo Asalariado en el sector de los servicios y las maquiladoras.
Adicionalmente, el decreto de creación de la Reserva de la Biosfera de los Petenes (RBLP), en 1999, impuso una importante restricción al aprovechamiento del suelo, la flora y la fauna que realizaban las comunidades orientales aledañas a la reserva. En este sentido, en la zona núcleo de la reserva se prohíbe el desarrollo de todo tipo de actividades forestales y agropecuarias. Mientras que en la zona de amortiguamiento se permite el desarrollo de actividades productivas, siempre y cuando sean compatibles con el aprovechamiento sustentable de los recursos (CONANP, 2006).
La expansión de las maquiladoras después de la firma del TLCAN ha creado un auge del empleo rural en regiones como la del Golfo de México (De Janvry y Sadoulet, 1999), particularmente en el estado de Campeche. A finales de los 90’s, el gobierno estatal impulsó el establecimiento de la industria maquiladora mediante el Programa de Atracción de Inversiones (PAI). En dicho programa, el gobierno del estado aportó el 46% de la inversión y el 54% restante, los empresarios privados. Bajo este esquema, durante el período 1997-2003 se establecieron en el estado 18 maquiladoras de textiles que generaron 7,200 empleos directos (Sexto Informe de Gobierno, 2003). En este mismo lapso, en la región del Camino Real se establecieron seis maquiladoras que dieron empleo directo a 1,385 personas (cuadro 9).
La maquila ha tenido un importante impacto económico debido a la generación de empleo, principalmente entre las mujeres y hombres jóvenes de las cabeceras municipales de Calkiní, Hecelchakán y Tenabo, y otras comunidades rurales aledañas. Pese a su contribución en el empleo y el mayor dinamismo impreso a los servicios locales, el salario percibido por jornada apenas supera el salario mínimo de la zona. La industria maquiladora ha originado un nuevo proceso de diferenciación socioeconómica en la región, ya que un creciente número de GD ha elegido el Modo de Vida Asalariado como el medio para escapar de la pobreza.
Las reformas estructurales en la tenencia de la tierra de 1992 y la apertura comercial de 1994 están transformando gradualmente la estructura económica y social de la región. La reforma al artículo 27 constitucional establece un nuevo marco legal de propiedad que autoriza a los GD el derecho ejidal de vender, rentar o hipotecar sus parcelas. Para hacer efectiva esta reforma se creó el Programa de Certificación de Derechos Ejidales y titulación de Solares Urbanos (PROCEDE). Este cambio legislativo provocó el surgimiento del arrendamiento de las tierras mecanizadas y el consecuente abandono de las actividades agrícolas. La apertura comercial a través del TLCAN está empobreciendo a los GD minifundistas que no pueden competir con las importaciones de maíz y el aumento del costo de los insumos. Ambas políticas están deteriorando las condiciones de subsistencia de los GD de la región, quienes están optando por la vía asalariada como modo de vida.
Para hacer frente al aumento de la pobreza, el gobierno instrumentó, en 1997, el Programa Progresa de Educación, Salud y Alimentación (PROGRESA). Éste es un programa focalizado a hogares con pobreza extrema en las regiones marginadas de México. Entrega bimensualmente transferencias en efectivo a los hogares rurales pobres, con la condición de que los niños asistan a la escuela y sus miembros acudan a las consultas de salud pública y participen en los talleres de salud y nutrición (Wondon et al., 2003). Al iniciar el período presidencial de Vicente Fox, en el año 2001, el PROGRESA cambió de nombre denominándose ahora Programa de Desarrollo Humano Oportunidades (OPORTUNIDADES); sin embargo, mantiene su objetivo original.
VI.2 Factores de vulnerabilidad regional
Entre los principales factores de vulnerabilidad en la región están los relacionados con el mercado, los salarios, y los desastres naturales. Estos factores afectan directamente a los recursos y a las capacidades de los GD para acceder a mejores condiciones de vida; sin embargo, no pueden ser controlados.
VI.2.1 El precio internacional del maíz y el costo de los insumos
El maíz es el cultivo más importante en la región. De las 25 mil hectáreas sembradas anualmente con cultivos cíclicos, 98% corresponden al maíz. Del total de la superficie maicera, 81% se siembra bajo el sistema mecanizado y el 19% restante bajo el sistema tradicional de RTQ.
La liberación comercial ha afectado negativamente las posibilidades de sobrevivencia de los GD maiceros, quienes no pueden competir con las importaciones, cuyo precio internacional no refleja el elevado subsidio que otorga el gobierno de Estados Unidos a sus productores. En efecto, a partir de la firma del TLCAN, en 1994, el precio del maíz producido en México ha tenido que ajustarse al precio internacional. Dicha alineación redujo a la mitad el precio del grano en el período 1994-2000 (Nadal, 2000). Además, el costo de los insumos se ha incrementado considerablemente, sobre todo el de los fertilizantes (Appendini, 2001).
La reducción del precio del maíz y el aumento del costo de los insumos está afectando negativamente la rentabilidad del cultivo, principalmente para los GD del sistema mecanizado que destinan al mercado aproximadamente el 90% de la producción. Con base en información de campo se estimó que la relación beneficio-costo de la producción de maíz en el sistema mecanizado es de 1.17 ($970/ha); es decir, por cada peso invertido en este sistema se obtiene una ganancia de 17 centavos. Mientras tanto, los GD en el sistema de RTQ que venden aproximadamente el 10% de su producción, el efecto sobre la rentabilidad es poco significativo. Sin embargo, si la producción de RTQ se valora en términos monetarios, la relación beneficio-costo es de 0.92 (-$350/ha), lo que significa que por cada peso invertido se pierden 8 centavos. La producción obtenida bajo el sistema de RTQ sólo cubre las necesidades de consumo de seis meses de los GD, el resto del año recurre a la compra de maíz o de tortillas a precios que, muchas veces, duplican o triplican los precios a los que venden.
La baja productividad del sistema de RTQ y la baja rentabilidad del cultivo de maíz en el sistema mecanizado está provocando que los GD dejen de sembrar maíz, renten sus terrenos y se dediquen a diversas actividades como la albañilería, el servicio de tricitaxis y la manufactura. En este nuevo escenario, los GD empobrecidos dejan de producir maíz, grano que constituye el alimento más importante de su dieta. Esta situación los conduce a la compra de tortilla de maíz a precios cada vez más elevados. Ello se debe a la estructura oligopólica de la industria de harina nixtamalizada que abastece de la materia prima a la industria de la tortilla nacional. Se estima que en el período 1994-2000 el precio de la tortilla de maíz se quintuplicó, y entre 2001 y 2006 se elevó un 70% (Nadal, 2000; El País, 2007).
El empobrecimiento de los GD a causa de la baja y/o negativa rentabilidad del cultivo de maíz se refleja en testimonios como el siguiente: “Cada día estamos más pobres, el precio de venta del maíz no sube pero el precio de fertilizantes y de la gasolina suben todo el tiempo. Por eso cada vez nos vemos obligados a buscar trabajo en la ciudad y nuestros hijos ya no quieren ser campesinos”.
Para contrarrestar los efectos negativos del TLCAN, el gobierno instrumentó el Programa de Apoyos Directos al Campo (PROCAMPO) y el Programa Alianza para el Campo. El PROCAMPO comenzó a operar en 1994 y durará un periodo de 15 años. Tiene por objetivo compensar a los productores por la apertura comercial, particularmente por las distorsiones que ocasionan los subsidios de Estados Unidos (Aceves, 1998). Los pagos de PROCAMPO son apoyos directos al ingreso y se asigna por hectárea, sin importar el tonelaje producido. Por su parte, el Programa Alianza que inició en 1995, consiste en un conjunto de programas específicos orientados a mejorar las habilidades de los agricultores y a promover el desarrollo tecnológico con el objetivo de incrementar la productividad y la competitividad en un contexto de economía abierta (Bonnis y Patrón, 1997). Estos apoyos han favorecido a los GD que practican la agricultura mecanizada, ya que son los que mayor superficie registraron en el Procampo, y quienes se han capitalizado en equipo y maquinaria agrícola subsidiado por el Programa de Alianza para el Campo.
La mayor parte de los GD que practican el sistema de RTQ no cuenta con apoyos del Procampo, debido a que sólo una minoría de éstos se registró en dicho programa, a causa de la falta de información por parte de las agencias de gobierno. Además, la tecnología subsidiada por el Programa Alianza para el Campo no brinda apoyos a la producción agrícola de RTQ, por lo que los GD que la practican no reciben apoyo de este programa.
Los GD sin acceso o con acceso limitado a tierras ejidales en la región se ven obligados a realizar toda clase de trabajos con tal de sobrevivir. Sin embargo, dado que el nivel de escolaridad es inferior o igual al de primaria, la mayoría de los GD realiza empleos temporales y perciben salarios bajos. Los empleos más frecuentes son como obreros de la maquiladora, albañiles, ayudantes de albañil y tricitaxistas.
El empleo en las maquiladoras es una de las principales fuentes de ingreso no-agrícola para las comunidades más cercanas a las cabeceras municipales. En 2007, el ingreso promedio mensual en esta actividad fue apenas de $2,400.00 pesos. Considerando que un GD típico está formado por cinco personas, el ingreso per cápita mensual fue de $480.00 pesos. Al comparar el ingreso promedio per cápita con el ingreso mínimo necesario para cubrir necesidades mínimas de consumo de alimentos, se encuentra que el salario sólo alcanza a cubrir el 80.2% del costo de la canasta alimentaria (CONEVAL, 2007a). Lo anterior revela que la creación de empleo en las maquiladoras impulsadas por el Estado en la región, no han contribuido a reducir la pobreza. A lo sumo, los empleos generados por las maquilas han servido como un mecanismo de contención de la emigración de mujeres y hombres jóvenes. En México, se reconoce que en el sector maquilador coexisten diferentes niveles de escalonamiento industrial (Carrillo, 2007); sin embargo, la mayor parte de las maquiladoras realiza operaciones de ensamblaje con productos importados y empleo de mano de obra no calificada (Bandesky et al., 2004; Gerber, 2001). Desafortunadamente, éste es precisamente el tipo de maquiladora instalada en la región.
El trabajo de albañil y ayudante de albañil son otros empleos no-agrícolas importantes para los GD sin tierra. En 2007, el salario promedio mensual fue de $4,000.00 pesos para los albañiles y $2,000.00 para los ayudantes. No obstante, debido a que este tipo de trabajo se realiza generalmente fuera de la comunidad (Campeche y Mérida), el albañil y el ayudante de albañil realizan gastos de transporte y alimentación equivalente más o menos al 20% y 40% del salario percibido, respectivamente. De tal forma que el ingreso mensual por familia se reduce a $3,200.00 y $1,200.00 pesos mensuales, y el per cápita mensual a $640.00 y $240.00, respectivamente. Considerando el mismo tamaño de familia y el mismo costo de la canasta alimentaria, el albañil cubre el 100% de la canasta básica con su salario y le sobra un excedente de $42.00 para otros gastos. No obstante, el ayudante de albañil destina todo su salario a la compra de alimentos, por lo que sólo logra cubrir el 40.2% del costo de la canasta mínima necesaria.
Otra fuente de ingreso difundido entre las familias sin tierras es el autoempleo; entre ellos destacan los tricitaxistas. El ingreso que percibe este segmento de la población es muy variable e irregular; no obstante, se estimó en $2,800.00 mensuales ($70.00 diarios) y $560.00 per cápita. Los tricitaxistas con su ingreso cubren el 93.6% del costo de la canasta alimentaria.
Diversos estudios en México y América Latina han demostrado que la educación es una forma de incrementar las capacidades de las familias (Attanasio y Székely, 2001). En México, se estima que tener una educación primaria incompleta implica un ingreso de 14% mayor que no tener escolaridad. La primaria completa produce un rendimiento de 24% y la secundaria completa de 34%. Los mayores rendimientos se observan para la educación preparatoria y superior, alcanzando 50% y 78% en promedio, respectivamente (Rojas et al., 2000).
La realidad observada en la región de estudio no corresponde con lo señalado anteriormente, ya que las mujeres y los hombres jóvenes con carrera técnica o profesional terminada se encuentran desempleados o, en el mejor de los casos, trabajan en las maquiladoras con igual salario que los de menor escolaridad. Ello revela que una mayor escolaridad es una condición necesaria pero no suficiente para mejorar las condiciones de vida de los GD.
La escasez de trabajo se percibe como una situación que afecta a mujeres y hombres de bajo y alto grado de escolaridad: “Tengo una hija estudiando en Calkiní que este año termina su carrera de educadora, estoy preocupado pues aunque tenga una carrera no hay trabajo. En el pueblo hay muchos jóvenes que estudiaron para maestros pero al no encontrar empleo de su carrera se dedican a la albañilería o trabajan en la maquiladora”.
Para mejorar de manera efectiva las condiciones de vida de los GD se requiere aumentar significativamente la tasa de empleo y, simultáneamente, aumentar el salario real. Sin embargo, en México, de 1997 a 2006 se crearon sólo 2.7 millones de empleos permanentes de los 10 millones requeridos para cubrir la demanda de trabajo (Banxico, 2007). Además, el poder adquisitivo del salario no se ha podido recuperar desde 1970. En 2006 se estimó que el poder de compra del salario fue 69% menor que el registrado en 1970 (Aguirre, 2007).
VI.2.3 Los desastres naturales
Otro factor de riesgo manifestado por los participantes en los talleres es la irregularidad de las lluvias durante el ciclo de cultivo de maíz. La presencia de la canícula (sequía intraestival) cuando las plantas tienen uno o dos meses de haber emergido es común en la región. Con base en la experiencia de los productores, en la región hay generalmente un año bueno, dos regulares y uno malo. En años con mal temporal, las tierras mecanizadas rinden aproximadamente 2 toneladas de maíz por hectárea; con temporal regular, rinden 3 ton/ha; y con temporal muy bueno, entre 4 y 5 ton/ha. Los huracanes representan otra amenaza constante puesto que la región se encuentra en la ruta de estos meteoros. Durante un período de 36 años (1970-2006) 18 huracanes han pasado por la región (CNA, 2008). Sin embargo, los últimos huracanes que afectaron severamente el cultivo de maíz han sido “Gilberto” (1988), “Opal” y “Roxana” (1997) e “Isidoro” (2002). Adicionalmente, los ataques irregulares de la plaga de la langosta (Schistorcerca piceifrons), causan entre el 20% y 50% de pérdidas en la producción de maíz. Uno de los ataques más devastadores recordado por los productores ocurrió en 1938, cuando aproximadamente 80% de las milpas de la región fueron arrasadas por la langosta.
Los desastres naturales son eventos que quedan vivos en la memoria de los pobladores, debido a la destrucción de sus medios de vida y a las dificultades que sufren para satisfacer sus necesidades de alimentación: “Cuando pasó el huracán Janet en 1960 arrasó con las milpas, los animales del solar se ahogaron, los techos de las casas se las llevó el viento y tumbó mucho monte. En ese año nos vimos en la necesidad de cazar animales y recolectar frutos en el monte para poder sobrevivir”.
En esta sección se analizan los modos de vida dominantes de las comunidades estudiadas: Xkakoch, Chunhuas, Santa Cruz y Nohalal. El examen inicia con el acervo y el acceso a los capitales, que son los recursos disponibles de los GD en las comunidades, para mejorar sus condiciones de vida.
El principal recurso natural con que cuentan las comunidades es la tierra; sin embargo, existen diferencias notables en cuanto a su extensión y calidad. Santa Cruz, Chunhuas y Xkakoch, son las que menor superficie de terrenos mecanizados poseen. La superficie mecanizada por GD en estas comunidades oscila entre 1 y 4 hectáreas, en tanto que en Nohalal la superficie mecanizada promedio es de 18 hectáreas. La disponibilidad de tierras de buena calidad en Nohalal favoreció la mecanización y la introducción de pequeñas obras de regadío (cuadro 10).
La tenencia de la tierra en todas las comunidades es ejidal, y los GD tienen acceso a la tierra por dotaciones y ampliaciones sucesivas otorgadas de 1922 a 1995 por el gobierno federal. El acceso a la tierra está restringido a los ejidatarios hombres. Las mujeres viudas o abandonadas no tienen acceso a la tierra y el GD puede perder sus derechos ejidales si no tienen un sucesor hombre mayor de edad. Los hijos de los ejidatarios pueden trabajar las tierras de sus padres; sin embargo, los avecindados, constituidos por inmigrantes, no tienen acceso a la tierra.
A finales de los 90´s se convocó a las comunidades a fijar los límites de las parcelas individuales para atribuir los derechos de propiedad a través del PROCEDE. Como resultado del programa, todas las comunidades obtuvieron la titulación de sus solares. Santa Cruz tituló sus terrenos mecanizados; sin embargo, las otras comunidades no decidieron titular sus tierras mecanizadas, por lo que continúan bajo el régimen de propiedad ejidal.
Otro elemento del capital natural es el bosque. La cobertura vegetal se ha modificado sustancialmente de 1980 a 2006 (figura 3). En Nohalal y Chunhuas se observa una tendencia de rápido deterioro de los recursos naturales debido a las políticas de gobierno y, en menor medida, al crecimiento de la población. En Nohalal la política de mecanización agrícola de finales de los 70´s provocó el desmonte del 43% de los terrenos ejidales, de tal forma que ahora ya no existen más tierras que sean susceptibles de mecanizarse. Sin embargo, a principios del 2000, la expansión de la ganadería extensiva apoyada por el Programa de Estímulos a la Productividad Ganadera (PROGAN) provocó el desmonte adicional de más del 25% de la superficie ejidal. Actualmente queda alrededor del 18% de la superficie ejidal con cubierta vegetal, y aparentemente ésta se encuentra a salvo, ya que no tienen potencial agrícola ni ganadero.
En Chunhuas, la cubierta vegetal se ha reducido sistemáticamente desde 1980 y corre el riesgo de perderse definitivamente. Ello se debe a la alta presión a que está sometido el recurso para elaborar carbón, practicar la milpa y extraer leña. La pérdida de cubierta forestal se ha agravado a partir de 1999, cuando por decreto se creó la RBLP, que prohibió el aprovechamiento del 65% de los terrenos ejidales debido a que se localizan dentro de la zona de amortiguamiento de la reserva. En estas condiciones, la superficie ejidal con agricultura tradicional y mecanizada no es suficiente para cubrir las necesidades mínimas de los GD de Chunhuas, por lo que cada vez recurren durante más tiempo al trabajo asalariado.
En Xkakoch, de 1980 a 1990 hubo signos de una rápida pérdida del bosque por el aumento de la producción de carbón y la milpa. Sin embargo, la introducción de la agricultura mecanizada a mediados en los 90´s redujo la tasa de deforestación, debido a que muchos GD abandonaron el sistema agrícola de RTQ y adoptaron el sistema mecanizado. Se prefirió el sistema mecanizado por su mayor productividad y por los apoyos gubernamentales de Procampo y Alianza para el Campo que se les otorga. A partir del año 2000, el recurso forestal empezó a recuperarse debido al cambio agrícola ocurrido y porque los jóvenes de la comunidad prefieren emplearse en las maquiladoras que realizar actividades agrícolas.
En Santa Cruz, la insuficiente dotación de tierras respecto del tamaño de su población, obligó a que sus habitantes se dedicaran preponderantemente al trabajo asalariado desde los años 80´s. Esto permitió que el recurso forestal se recuperara, pasando de una cobertura de 60% al 80% en el período 1980-2006. Sin embargo, dada su cercanía con la cabecera municipal de Hecelchakán, dicho recurso se encuentra amenazado por la expansión del área urbana.
El capital humano se valoró por el nivel de escolaridad, y las condiciones de salud y nutrición comunitarias. En general, se observa un bajo nivel de escolaridad en todas las comunidades. El promedio de escolaridad en Xkakoch (3.5 años), Santa Cruz (5.3 años) y Chunhuas (5.6 años) es inferior al de educación primaria concluida. Sólo los habitantes de Nohalal (6.1 años) cuentan, en promedio, con nivel escolar de primaria. El bajo nivel de escolaridad de los GD ha permitido que éstas accedan sólo a empleos de baja remuneración, como albañiles, peones agrícolas, tricitaxistas y servicio doméstico.
Por otra parte, a juicio de los participantes en los talleres, las enfermedades respiratorias (gripe, tos, calentura y asma) y gastrointestinales (diarrea, cólico, amibiasis y gastritis) son las más importantes en todas las comunidades. Ambos grupos de enfermedades se presentan con mayor frecuencia en niños menores de cinco años de edad, lo cual sugiere un limitado aprovechamiento biológico de los alimentos (Tomé et al., 1996). Un análisis exploratorio (Pat, 2006) de la información del Programa IMSS-Oportunidades revela que la prevalencia de desnutrición infantil en Xkakoch es del 100%, en Chunhuas del 57.4%, en Santa Cruz del 31.9% y en Nohalal del 18.1%.
En Xkakoch y Chunhuas no existen organizaciones productivas. La ausencia de organizaciones productivas la suplen las autoridades ejidales, quienes se encargan de la gestión de apoyos y del manejo de la infraestructura (instalaciones, maquinaria y equipo agrícola). Desde el punto de vista de los participantes en el taller, el éxito de este tipo de organización depende del liderazgo, la movilización comunitaria y las coyunturas políticas.
La comunidad de Nohalal es la que mayor número de organizaciones tiene y mayor subsidio recibe. Para captar los apoyos, los productores están afiliados tanto a organizaciones oficiales como no oficiales. Las organizaciones formales están representadas en la figura jurídica de la Sociedad de Productores Rurales (SPR). En la comunidad existen tres SPR: dos agrícolas y una apícola. La SPR agrícola se formó por la necesidad de comercializar la producción de maíz ante la desaparición de la Comisión Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO) en 1990. En la actualidad, por medio de este organismo se gestionan los apoyos y servicios para la comercialización agropecuaria y también se captan subsidios para la compra de semillas y combustibles.
Asimismo, existen cuatro grupos de productores agrícolas y dos grupos ganaderos unidos por lazos de parentesco y de trabajo conjunto. Estas organizaciones se han capitalizado con equipo, maquinaria y recursos para el mejoramiento genético del ganado y el establecimiento de praderas a través del Programa Alianza para el Campo.
La proliferación de las organizaciones responde a las condiciones de crédito y subsidios que las instituciones de gobierno determinan para acceder a ellos. En conjunto, las organizaciones de Nohalal han servido para producir más, vender mejor y conseguir recursos que no obtendrían de manera individual. Es evidente que el gobierno haya decidido una política agrícola de apoyo a la agricultura comercial dirigida a los productores excedentarios de maíz y otra política asistencialista de apoyo la agricultura tradicional (Appendini, 2001).
En las comunidades se advierte una correlación positiva entre el nivel de organización y el monto de subsidio (figura 4).
En Santa Cruz, la ausencia de organizaciones productivas se refleja en el bajo monto de subsidio que perciben los GD. Los subsidios se reducen prácticamente al programa Oportunidades. La predominancia del empleo asalariado basado en contratos informales (albañilería, maquiladora, trabajo doméstico), el autoempleo (tricitaxistas) y su condición temporal, obstaculizan la formación de organizaciones.
El capital financiero se evalúa por la proporción del ingreso total que las comunidades invierten anualmente en sus actividades como insumos y mejoras de infraestructura productiva (figura 5).
Existe la tendencia de que a mayor superficie mecanizada total y per cápita por comunidad, corresponde una mayor reinversión de capital financiero (figura 4). La comunidad de Nohalal, que posee la mayor superficie mecanizada total y per cápita, es la que mayor reinversión registra; esto, sin considerar los recursos financiados que reciben de la banca comercial y los subsidios gubernamentales. Las comunidades de Xkakoch, Chunhuas y Santa Cruz, con menor dotación de tierras mecanizadas reinvierten un monto significativamente menor. La reinversión en estas últimas provienen de recursos propios que generan en actividades no agrícolas, la venta de animales del solar y los préstamos obtenidos con usureros locales.
El capital físico se evaluó por la cantidad de maquinaria y equipo agrícola, por los servicios básicos de los hogares (agua, electricidad, sanitario) y por la infraestructura comunitaria (educación, salud y comunicación).
La cantidad de maquinaria existente en cada comunidad depende de la superficie agrícola que poseen, de la liquidez de los GD y de los apoyos gubernamentales. Por esta razón no sorprende que Nohalal sea la comunidad mejor posicionada (cuadro 11). Cuando se comenzaron a cultivar las tierras mecanizadas en la década de los 80´s, el gobierno proporcionó la maquinaria y el equipo agrícola a préstamo o como donación. De los 90´s hasta la fecha actual, el gobierno subsidia la compra de maquinaria; el subsidio varía entre el 30% y el 50% del precio de equipo.
Respecto a los servicios, 90% de los GD de todas las comunidades cuentan con agua entubada, electricidad y letrina. Las comunidades tienen acceso a jardín de niños y a la educación primaria. Para realizar estudios de secundaria, los jóvenes de Xkakoch y Chunhuas tienen que desplazarse a la comunidad de Chunkanan, ubicada a 8 y 10 km, respectivamente. Los jóvenes de Santa Cruz acuden a la escuela secundaria de Hecelchakán, ubicada a 2 km de distancia. Por su parte, Nohalal cuenta con escuela secundaria.
Los servicios de salud están a cargo del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que da consultas médicas semanales de prevención, planificación familiar y nutrición, entre otras. Todas las comunidades cuentan con caminos pavimentados y transporte colectivo que los comunican con las cabeceras municipales y la capital del estado.
VI.3.6 Síntesis y comparación de los capitales
En la figura 5 se sintetiza el acervo de capitales de las comunidades estudiadas. La figura fue elaborada con información generada en los talleres por los grupos focales mediante indicadores cualitativos, usando una escala de calificación de 1 a 5 para cada tipo de capital (anexo 4). La calificación 1 representa el acceso mínimo al capital y 5 representa el acceso máximo al mismo.
Las diferencias en los capitales pueden aumentar o reducir la capacidad de las comunidades para mejorar sus condiciones de vida. En este estudio de caso se identifica al capital natural, representado por la cantidad y la calidad de la tierra, como el factor más importante para escapar de la pobreza.
En Nohalal la posesión de 18 hectáreas o más tierras mecanizadas por cada GD les ha permitido incrementar los acervos de capital social, financiero y físico. El capital social se ha incrementado y fortalecido en forma de organizaciones formales e informales debido a la necesidad de comercializar el maíz producido, comprar insumos agrícolas y obtener subsidios del gobierno. A su vez, la mayor escala de la producción les ha permitido obtener ingresos para ahorrar y reinvertir en infraestructura y maquinaria agrícola, acrecentando así los capitales financiero y físico. Para reforzar el círculo virtuoso entre los capitales, hace falta acrecentar el capital humano a través del aumento promedio de los años de escolaridad secundaria y preparatoria.
En Xkakoch y Chunhuas, con acceso limitado a tierras mecanizadas (1-4 ha), los GD combinan las actividades agropecuarias con el trabajo asalariado para poder subsistir. En estas localidades, el capital social se restringe a la capacidad de gestión de sus representantes comunitarios debido a las formas de control político basadas en el clientelismo y corporativismo, y al poco incentivo que tienen para insertarse al mercado agrícola, ya que la mayor parte de su producción se destina al autoabasto. Además, la baja escolaridad sólo les permite el acceso a empleos con baja remuneración. En estas condiciones, los escasos recursos obtenidos de las actividades agropecuarias y del trabajo no agrícola se destinan a satisfacer las necesidades básicas más que a aumentar los acervos de capital físico y financiero. Por si fuera poco, el crecimiento de la población y las restricciones de uso del suelo en la RBLP está acabando con el recurso forestal al intensificarse su extracción fuera de la reserva.
En Santa Cruz, donde menos del 20% de los GD tienen acceso a terrenos mecanizados, el capital humano es el activo más importante de los GD. Sin embargo, la baja escolaridad de los integrantes de los GD sólo les ha permitido obtener empleos de baja remuneración en el sector de los servicios y de las maquiladoras. Santa Cruz tiene el menor capital social de las cuatro comunidades estudiadas, debido a la condición temporal del empleo, a las cláusulas desfavorables de contrato y al autoempleo, que obstaculizan la formación de organizaciones. No obstante, el capital financiero está aumentado, sobre todo por la incorporación de varios miembros de los GD al trabajo asalariado, incluyendo a las mujeres. El capital físico, medido por los servicios públicos, se ha acrecentado debido a la cercanía con la cabecera municipal. El capital natural se encuentra conservado porque la mayor parte de la población lo utiliza poco al dedicarse al trabajo asalariado; sin embargo, está amenazado por el crecimiento urbano de Hecelchakán.
La canasta alimentaria se define como “el conjunto de bienes para que una persona o familia cubra sus necesidades básicas a partir de su ingreso”. El CONEVAL utiliza la canasta alimentaria sugerida por el INEGI-CEPAL que establece un estándar nutricional de consumo mínimo de 2,180 kcal y 37 g de proteínas por persona por día, en zonas rurales; en zonas urbanas se fijó el de 2,220 kcal y 40 g per cápita al día (Cortés et al., 2004).
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1647 - Investigaciones socioambientales, educativas y humanísticas para el medio rural Por: Miguel Ángel Sámano Rentería y Ramón Rivera Espinosa. (Coordinadores) Este libro es producto del trabajo desarrollado por un grupo interdisciplinario de investigadores integrantes del Instituto de Investigaciones Socioambientales, Educativas y Humanísticas para el Medio Rural (IISEHMER). Libro gratis |
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