En el capítulo se abordan los presupuestos teóricos de la estimulación temprana, y se proponen indicadores para su estudio que posibilitan definir sus etapas evolutivas, se analiza el desarrollo del niño de cero a dos años, período en el cual se expresan con claridad los aspectos del desarrollo filogenético presentes en la ontogénesis. Asimismo se valoran los resultados del diagnóstico de la situación actual del proceso de atención a los niños de cero a dos años con factores de riesgo de retraso mental
En el campo de la pedagogía preescolar existen disímiles posiciones teóricas y metodológicas, que originan diversos puntos de vista acerca de la relación entre enseñanza y desarrollo en el proceso educativo que involucra a los niños en las edades comprendidas entre cero y seis años.
En correspondencia con lo anterior existen diferentes denominaciones para referirse a las actividades encaminadas a la estimulación del desarrollo de los pequeños que presentan desviaciones del desarrollo o el riesgo de padecerlas. Estas denominaciones se han modificado en el transcurso de la historia desde su surgimiento en la segunda mitad del pasado siglo XX.
El concepto estimulación temprana aparece por vez primera en el documento de la Declaración de los Derechos del Niño, en 1959 y se define como “... una forma especializada de atención a los niños que nacen en condiciones de alto riesgo biológico y social, y en el que se privilegia a aquellos que tienen familias marginales, carenciadas o necesitadas...”.
El término surge para diferenciar el tratamiento a un determinado grupo de niños, que necesitan de una atención distinta a la del resto de sus coetáneos. Es imprescindible desde el punto de vista terminológico realizar esa distinción, que marca la diferencia en relación con el concepto Educación Preescolar el cual se refiere al proceso pedagógico que se ejecuta con todos niños en las edades previas a su ingreso en las instituciones escolares.
Lidia F. Coriat (Argentina) se refiere a estimulación temprana como "una técnica que tiene por objetivo apoyar al niño en el desarrollo de sus aspectos instrumentales, destinada a brindar impulso a funciones ya existentes en el sujeto y susceptibles de avivarse por medio del estímulo”.
Se hace evidente que para esta autora la estimulación debe adaptarse al nivel alcanzado por el niño para incentivar las manifestaciones de aquellos procesos que ya se han formado, obviándose su incidencia sobre las funciones en formación (la zona de desarrollo próximo).
Autores cubanos (2003) definen la estimulación temprana como “... proceso educativo global, intencional y sistemático, llevado a cabo cuando el Sistema Nervioso Central se encuentra en el período de mayor plasticidad para optimizar el desarrollo de las potencialidades del niño afectado por una deficiencia psico sensorial, motriz o amenazado por factores de riesgo…”. En esta definición se apunta hacia los elementos de corte pedagógico que están presentes en la estimulación temprana como intervención, sin embargo sus fundamentos principales son de orden clínico.
Diversos investigadores del desarrollo infantil han planteado la importancia de la afectividad para el adecuado desenvolvimiento y crecimiento integral del niño, no obstante en el caso de las definiciones de estimulación temprana este importante elemento se ha minimizado, y ha traído como consecuencia que las definiciones reduzcan la estimulación temprana a los aspectos meramente cognoscitivos. La estimulación temprana no solo debe incidir en el área de la ejecución sino también en la inducción, de forma que se garantice una real integración de todos los componentes de la regulación psíquica.
El Dr. Franklin Martínez al analizar los diferentes enfoques terminológicos de la estimulación al niño, y su relación con las categorías pedagógicas “educación”e “instrucción” plantea la pertenencia del concepto estimulación temprana a la instrucción, correspondiéndose el término educación temprana con la categoría educación. Esta diferenciación es necesaria para esclarecer el campo que abarca cada uno de ellos, pero el autor de esta tesis es del criterio que si se concibe a la estimulación temprana como un proceso pedagógico integral, entonces se acerca más a las categorías formación y educación puesto que no se puede dirigir el trabajo sólo a la adquisición de conocimientos, también se tienen en cuenta los elementos relacionados con los componentes afectivos y motivacionales, los que desempeñan un papel de primer orden en el desarrollo psíquico (especialmente en las primeras edades).
En el contexto mundial existen otros términos que en mayor o menor medida se relacionan con esta forma de atención al niño. Dentro de los más extendidos se encuentran: estimulación precoz, intervención temprana y atención temprana.
Desde 1978 varios autores españoles Concepción Sánchez Palacios, Carmen Cabrera, Moya, J., Rafael González Más, Júdez Fageda, Jodi Salvador, Gómez Rodríguez utilizan el término estimulación precoz. Coincidentemente plantean que es un conjunto de técnicas o acciones a desarrollar “…factible de aplicar en niños que tengan afectación en forma de retardos del desarrollo en cualquiera de sus esferas”.
La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (2003) define: “La estimulación precoz es un conjunto de acciones de prevención terciaria, dirigidas a mejorar las capacidades de un recién nacido, lactante o niño al que se le ha detectado un problema de desarrollo (físico, psíquico o sensorial)”.
Estos autores conciben la edad de inicio de la estimulación precoz desde el nacimiento, con el fin de utilizar al máximo las potencialidades que en el orden neurológico brindan la plasticidad de la corteza cerebral y la inexistencia de reflejos condicionados patológicos que aparecen en edades más avanzadas, ambos elementos son positivos a los efectos del trabajo preventivo.
El concepto “precoz” ha generado críticas, porque puede conducir al convencimiento de que la estimulación está dirigida a potenciar la aparición antes de tiempo de determinadas funciones psíquicas. Un análisis más profundo de las definiciones que aportan los autores mencionados evidencia la tendencia a adaptar las influencias educativas al desarrollo del niño, partiendo de la existencia de un trastorno establecido y no considerar las posibilidades que ofrece la estimulación de las potencialidades latentes.
Con esta concepción se presupone un desarrollo ya limitado por las afecciones sufridas y si la estimulación se aplica cuando aparecen retardos en el desarrollo, entonces el trabajo preventivo pasa a un tercer nivel. Por estos aspectos no se está de acuerdo con que la estimulación se efectúe sólo cuando aparezcan las consecuencias de los trastornos sufridos; ya que se desaprovechan las posibilidades que ofrece la estimulación de la zona de desarrollo próximo del niño.
Fernando Rodríguez Dieppa (Cuba, 2003) plantea: “... Se denominan indistintamente estimulación temprana y estimulación precoz a una acción global que se aplica a los niños desde el nacimiento hasta los primeros cinco o seis años de vida, afectos de un retraso en su neurodesarrollo o con riesgo de tenerlo por alguna circunstancia psico-socio-ambiental...”. Estas acciones se conciben para lograr el máximo desarrollo de las capacidades de los niños y garantizar una buena integración en su entorno familiar, escolar y social.
En esta definición se produce una integración de ambos términos, los cuales, si bien tienen significados e intenciones similares, no significan lo mismo y su uso indistinto acarrea confusiones con profundas implicaciones teóricas y metodológicas.
A. Abad (1982), B. Espallagués, J. Rueda (1991), y M. Ferrer (2003) utilizan el término atención temprana e incluyen en su concepción el trabajo con la familia y el entorno social del niño, por lo cual el término abarca entonces a todas las acciones generales que se desarrollan con el pequeño.
Aquí se va más allá del simple tratamiento al niño y se incorporan en la definición las acciones y agentes del entorno que las ejecutan, con lo que cobra una nueva dimensión, en la que los adultos son incluidos dentro del espectro que abarca la atención temprana.
Los defensores de este término defienden el carácter clínico de esta intervención, así M. Ferrer (2003) refiere que es “el tratamiento que reciben los niños con necesidades especiales entre el nacimiento y los seis años, con la intención de prevenir, disminuir o eliminar problemas o deficiencias por medio de técnicas psicoterapéuticas”.
Aún cuando existe consenso de la importancia de la incorporación familiar y del entorno, del inicio temprano de la atención y de considerar a los niños con factores de riesgo dentro de la población beneficiada, la atención queda en los marcos de un enfoque clínico cuando se requiere de un enfoque pedagógico que permita unificar el trabajo encaminado al desarrollo de la personalidad, con vistas a su incorporación a la sociedad, tarea esencial de las ciencias pedagógicas.
Además, el término atención temprana indica algo más que la estimulación al niño y es empleado en otras acepciones para referirse a intervenciones clínicas tempranas en casos de determinadas enfermedades o adicciones, lo que puede encontrarse frecuentemente en la literatura médica cuando se analizan los abordajes terapéuticos en casos de enfermedades.
En la reunión CEPAL-UNICEF de Santiago de Chile en 1981 se definió a la intervención temprana como “acciones deliberadas e intencionales dirigidas hacia grupos específicos de población identificados por sus condiciones de riesgo, con el fin de prevenir un problema específico...”
La intervención temprana se fundamenta en los aspectos biológicos del desarrollo infantil por lo que tiene un enfoque clínico y no pedagógico. Al igual que el concepto atención temprana, la intervención temprana indica mucho más que la atención al desarrollo psíquico del niño con alguna desviación o retardo, se extiende también a los individuos que en determinado momento presentan un trastorno y cuando las intervenciones para mejorar el estado del paciente se realizan tempranamente.
Las definiciones analizadas hasta aquí permiten comprender la diversidad de criterios que existen acerca de la estimulación temprana lo cual repercute en la variedad de programas elaborados en diferentes partes del mundo.
A través de estas definiciones y términos se destacan aspectos comunes:
Las respuestas acerca de qué es estimulación son variadas, así se habla de actividad, procesos, técnicas y práctica clínica. Se asume en esta tesis que estimulación es un proceso; pues atraviesa por diferentes fases que originan cambios en el desarrollo del niño y en la propia estimulación, la que se hace más compleja en el transcurso de su ejecución y se modifican los elementos que la componen, por lo cual las relaciones entre sus áreas sufren constantes transformaciones en dependencia del movimiento de su objeto.
La consideración de la estimulación temprana como proceso tiene una importante connotación gnoseológica pues permite comprender el curso de las acciones que ella implica, cuyo objetivo es garantizar el desarrollo de los niños con factores de riesgo de retraso mental, un proceso que:
El término estimulación temprana es utilizado en la actualidad desde dos acepciones:
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