LA DIRECCIÓN DE RESULTADOS EN LAS EMPRESAS PRIVATIZADAS
Julián Castaño Guillén
Tradicionalmente, el transporte aéreo ha sido considerado un sector estratégico por los Gobiernos y autoridades de los correspondientes países, lo que ha dado lugar a la existencia de regulaciones especificas y acuerdos de carácter proteccionista.
La estricta regulación del sector se apoyaba en las características de éste. El transporte aéreo se enfrenta a un problema de indivisibilidad de la producción. Si una compañía decide volar en una ruta, una vez asignada un avión a ésta, tiene que producir un número fijo de unidades, medidas en asientos / kilómetros desplazados, independientemente del número de pasajes vendidos. Una vez se incurre en los costes de desplazar el avión en el espacio a lo largo de la ruta y en presencia de asientos vacíos, al ser el coste adicional de transportar un pasajero más próximo a cero, resulta óptimo para la empresa intentar vender sus asientos en el último momento a cualquier precio positivo. Esto conduciría, según Marín (1999), a una situación de competencia destructiva en que ninguna empresa podría sobrevivir en el mercado en ausencia de regulación. Si bien esto pudo ser un problema en los primeros momentos de la historia de la aviación, el elevado número de rutas en que una misma empresa compite y las posibilidades de combinar distintos tipos de avión hacen que esta característica sea un problema fácilmente superado por las aerolíneas en entornos competitivos. Para ello se han puesto en práctica políticas como: organización centro-radio de la red de rutas, sistemas computerizados de reservas y programas de pasajeros frecuentes.
De acuerdo con AITAL, la industria aérea mundial se caracteriza por ser una industria altamente regulada donde los mercados domésticos pueden ser explotados solamente por empresas locales y no están abiertos a la competencia para las empresas extranjeras. Si bien existe la competencia interna en los mercados domésticos de todas las regiones, ésta está restringida para el resto de los competidores de las rutas internacionales, lo cual constituye una ventaja competitiva infranqueable a favor de aquellas empresas que pueden explotar mercados domésticos de mayor tamaño o más estables.
La aeronavegación comercial es, por tanto, un claro ejemplo de competencia imperfecta, al menos en lo que respecta a los mercados internacionales, donde la regulación claramente beneficia a aquellas empresas que disponen de los mercados cautivos más grandes y rentables. Esta situación cobra especial importancia si se considera que los mercados domésticos e internacionales no crecen con igual dinamismo. Si consideramos el período 1994-2000, las tasas de crecimiento de los mercados internacionales duplican a las domésticas, destacándose que en 1994 el 69% del total de pasajeros transportados en el mundo lo hicieron en rutas domésticas, mientras que en el año 2000, éstos bajan al 64%.
Las economías de escala que se logran al operar en grandes mercados son muy significativas en esta industria, por lo que las grandes aerolíneas que no tienen grandes mercados domésticos, obviamente están en una situación de desventaja competitiva al operar las rutas internacionales en igualdad de condiciones con las grandes aerolíneas del mundo. Adicionalmente, se trata de una industria que opera con márgenes de rentabilidad sobre ventas muy bajos. En 1997, año que fue el mejor para la aeronavegación comercial, el margen de utilidad neta sobre ventas alcanzó el 3% (en tiempos de bonanza oscila entre el 1 y 3%, y en tiempos de crisis cayó hasta el –4%), siendo éste un margen altamente volátil y expuesto a una serie de riesgos.
Por otra parte, existen reglas poco flexibles a las formas de asociación, comisiones antimonopolios muy activas ante la aparición de alianzas, acceso discriminatorio a los permisos de tráfico, todos aspectos que restringen los negocios que pueden hacer las aerolíneas. Adicionalmente, el poder de los sindicatos es muy fuerte comparado con otras industrias debido a la gran posición negociadora de los pilotos, ya que una huelga de ellos tiene la facultad de detener la producción de toda la empresa. Todo esto constituye grandes barreras de entrada y por ende, las reglas de la competencia perfecta se alejan.