LA DIRECCIÓN DE RESULTADOS EN LAS EMPRESAS PRIVATIZADAS
Julián Castaño Guillén
A finales de la década de los sesenta existía un consenso en Europa Occidental a favor de la existencia de una economía mixta, en la que coexistieran empresas públicas y privadas. Los Gobiernos de estos países, motivados por diversas razones, intervinieron creando o comprando empresas en diferentes sectores económicos. Fue el Reino Unido, a partir de 1979, el primer país europeo en iniciar una sistemática privatización de empresas públicas. Durante los años ochenta esta tendencia se extendió, aunque con menor intensidad, a otros países de Europa.
En este entorno, además de las razones de aumento de eficiencia, necesidad de financiación del sector público, fomento del capitalismo popular, hay también otras razones1 que explican la aceleración del proceso de privatización. Así, la internacionalización y la integración económica ha restado validez a los argumentos del interés tecnológico o estratégico; como ocurrió por ejemplo con el desmantelamiento de algunos monopolios naturales en España para su adaptación a la normativa comunitaria.
Por otra parte cabe señalar que algunos países son reticentes a privatizar sus empresas públicas ya que muchas de ellas caerían en manos extranjeras. Así, Parker (1998), señala que los países de la Unión Europea temen que la privatización de sus empresas públicas lleve a una pérdida de control nacional sobre industrias importantes, lo que ha llevado a algunos países a limitar el porcentaje de la propiedad de las empresas privatizadas que puede ser adquirida por inversores extranjeros.
3.1.- PRIVATIZACIONES EN FRANCIA
El programa de privatizaciones francés comenzó en 1986, aunque fue temporalmente suspendido en 1987 debido al bajo índice de la bolsa; este programa ha sido uno de los más importantes a nivel mundial, tanto por el volumen vendido como por el número de empresas privatizadas. La participación en el PNB de las empresas públicas ha pasado del 8,5% al 5% en quince años.
La masiva privatización realizada en Francia en tan corto espacio de tiempo provocó ansiedad en los círculos financieros por la absorción del gran volumen de nuevas acciones en la Bolsa de París, que recibió masiva respuesta por la expectativa de rápidos beneficios debidos a la infravaloración en el precio de venta de las acciones públicas en comparación con la percepción del mercado.
Entre las disposiciones de la legislación francesa, respecto de las privatizaciones, destaca un sistema basado en un núcleo duro de accionistas que, a cambio de una prima, aceptan mantener sus acciones por un prolongado periodo de tiempo y esperan ejercer algún control gerencial sobre la sociedad, además de suponer un mecanismo de defensa ante ofertas de adquisición hostiles.
El estudio realizado por Alexander y Charreaux (2001), utilizando 23 empresas privatizadas mediante oferta pública de venta y un horizonte temporal de 7 años, pone de relieve la influencia notable de las privatizaciones en el rendimiento y la conducta financiera de las empresas privatizadas; así, tras la privatización, aumenta la rentabilidad económica y financiera, la productividad y los dividendos. Por otra parte, el número de empleados permanece estable.