LA DIRECCIÓN DE RESULTADOS EN LAS EMPRESAS PRIVATIZADAS
Julián Castaño Guillén
La actividad aeronáutica contempla tres elementos importantes que están estrechamente relacionados entre sí y ninguno de ellos podría sobrevivir sin el apoyo del otro, nos referimos al avión, a la infraestructura y al recurso humano. Estos elementos, particularmente los relacionados con la infraestructura aeronáutica y especialmente con los aeropuertos, han llamado la atención de los inversores en la última década por el importante rédito que generan. Todo esto, dentro del irreversible proceso de globalización económica mundial, ha tenido repercusiones notables en el funcionamiento del comercio internacional, al turismo, al transporte aéreo y de los aeropuertos, entre las que pueden enumerarse:
- Liberalización parcial del transporte aéreo.
- Desregulación de las tarifas.
- Incremento de empresas transportistas.
- Continuación de las privatizaciones.
- Reducción del número de escalas.
- Competencia con otros sistemas de transportes.
- Aumento de la oferta de capacidad de transporte.
- Aumento de la demanda de aeronaves.
Tradicionalmente, tanto los aeropuertos como las líneas aéreas, han sido considerados partes importantes e integrados del sistema nacional de transportes. Ambos recibían la calificación de utilidad pública. En términos de bienestar, las ganancias que se derivaban por la prestación de estos servicios compensaban siempre las pérdidas financieras que pudiesen producirse, y en su caso, la subvención correspondiente.
En este modelo tradicional, los servicios operacionales y de handling resultan centrales para la actividad aeroportuaria, en contraposición a las actividades de tipo comercial que desempeñaban un papel secundario.
El concepto de línea aérea “de bandera” pierde gran parte de su vigencia, en la medida que han comenzado los procesos de privatización de las compañías aéreas. A fines de los años noventa, el término “cielos abiertos” ha ingresado en el vocabulario, aunque no haya sido puesto en práctica ese principio en muchos casos.
Coloma et. al (1992), afirman que en las empresas dedicadas al negocio aéreo, la discusión suele plantearse en términos de fomento de la eficiencia por lo cual, la propiedad privada es generalmente visualizada como una estructura que tiene mayores incentivos a la minimización de costes, en tanto que propiedad pública aparece como un sistema que tiene la ventaja de poder corregir mejor las ineficiencias propias de la explotación de los mercados naturalmente imperfectos.