LA DIRECCIÓN DE RESULTADOS EN LAS EMPRESAS PRIVATIZADAS
Julián Castaño Guillén
Según D’Souza y Megginson (1999), más de 100 gobiernos han privatizado sus empresas públicas desde 1980, alcanzando unos ingresos de 750 mil millones de dólares sólo a través del método OPVs durante esos 20 años. El valor de mercado de las ofertas superan hoy los 3,4 billones de dólares e invariablemente casi todos han privatizado la primera o segunda empresa pública más valiosa.
De acuerdo con la literatura económica, podemos enumerar tres motivos de mejoras en el rendimiento tras la privatización:
- La privatización doblega a los directivos a la presión del mercado y a la supervisión por los inversores orientados a los beneficios. El mercado de capitales proporciona la oportunidad de adquisición de acciones por desconocidos e introduce disciplina en la labor directiva, pudiéndose unir ésta a compensaciones según rendimiento. Las empresas públicas, por el contrario, son inmunes al control del mercado de capitales, por lo que es probable, que la actuación gerencial se supervise inadecuadamente. No obstante, en los mercados de capitales poco desarrollados, la propiedad pública puede ser una ventaja por el mayor acceso a la información y por el mayor poder sancionador sobre el directivo del que gozan los poderes públicos.
Adicionalmente, un mercado financiero activo y desarrollado permite el acceso de las grandes firmas privatizadas al capital necesario para la reestructuración y modernización; disponiendo, además, de una información más actual y eficaz. Por otra parte, cuanto más se protegen los derechos del accionista más fácil es la privatización y adicionalmente, mayor es la supervisión al directivo, debiendo protegerse adecuadamente los derechos de los minoritarios.
- El cambio de propiedad redefine los objetivos de la empresa y los incentivos de los directivos. Mientras son públicas las empresas siguen objetivos múltiples y a veces contradictorios. La influencia de los Gobiernos puede ser muy significativa según la influencia de sus políticas. Las empresas privadas buscan, básicamente, la maximización del beneficio, por tanto sus objetivos giran en torno a aquel; en cambio, las empresas públicas chocan frecuentemente con dicha maximización.
La presencia de inversores extranjeros también puede aumentar la eficacia post-privatización. Distintos estudios empíricos1 demuestran una relación directa entre la propiedad extranjera y el aumento de intercambios con el exterior. También el porcentaje de propiedad por empleado puede influir en el rendimiento post-privatización.
- Al liberar la empresa del control del Gobierno crecen las oportunidades, mientras que las empresas públicas están sujetas a las restricciones financieras impuestas por las necesidades del sector público; además al directivo público le puede faltar la capacidad para dirigir la firma privatizada en el mercado competitivo.
En cualquier caso, la evidencia empírica de que la propiedad afecta al rendimiento de las empresas ha ido en aumento, como documentan Megginson et al. (1994), que demuestran rentabilidades altas post-privatización y capitalización del mercado de valores.
Además, el rendimiento no solo se ve afectado por el tipo de propiedad sino que, también se ve afectado por el tipo de dueños privados. Así Morck et al. (1989) evidencian que la propiedad de directivos de niveles inferiores afecta al rendimiento, pero en menor medida que la propiedad de directivos de niveles superiores.
Otras explicaciones de rendimientos post-privatización apuntan hacia la mayor o menor inclinación al riesgo y la innovación de los distintos tipos de propietarios. En un trabajo realizado por Frydman et al. (1998), con una muestra de 215 empresas privatizadas en la República Checa, Hungría y Polonia se prueba que la reestructuración de los productos unido al espíritu empresarial, esto es, la mayor aceptación de riesgos, permite a sus empresas conquistar mercados y aumentar los ingresos.
Boubakri et al. (2001), utilizando una muestra de 189 firmas privatizadas en 72 países en desarrollo en el período 1980 – 1997, documentan aumentos de rentabilidad, eficiencia, inversión y rendimiento consistente con la separación entre la propiedad y el control en la empresas públicas. El resultado también revela el fracaso de los programas de privatización en los que los Gobiernos no han tomado previamente medidas liberalizadoras de los países desarrollados.
También se demuestran mejoras en eficacia y rendimiento de las empresas donde se cede el gobierno corporativo y para países con mercados más desarrollados y con los derechos de propiedad más protegidos.