LA DIRECCIÓN DE RESULTADOS EN LAS EMPRESAS PRIVATIZADAS
Julián Castaño Guillén
El objetivo generalmente perseguido con la privatización ha sido la reducción de gastos y la realización de ingresos para las Haciendas Públicas; no obstante, en el caso de los países europeos, las presiones derivadas de los requisitos de convergencia en la Unión Europea han sido un estímulo adicional para la búsqueda de nuevos ingresos.
La privatización persiguió también objetivos de carácter político, ya fuese para debilitar a sectores como los sindicatos, contrarios al proceso de privatización, o para buscar la creación de grupos sociales y económicos que se beneficien del proceso de privatización y aumenten el apoyo político a los gobiernos privatizadores.
Según Costas y Bell (1997), los objetivos perseguidos por la privatización fueron, en primer lugar, la reducción de los déficits presupuestarios, mediante la obtención de ingresos o la reducción del gasto público. En segundo lugar, la obtención de objetivos netamente políticos, como aumentar la adhesión al propio programa político y el debilitamiento de sectores adversos al mismo, como los sindicales. Y sólo ocasionalmente las medidas privatizadoras han sido acompañadas de la voluntad de introducir mayor eficiencia en la economía.
Algunas privatizaciones han perseguido mejorar la eficiencia del sector público y de la economía en general, transfiriendo al sector privado empresas que desenvolvían sus actividades productivas en entornos muy competitivos.
En cambio, García Echevarría (1999) destaca como primer objetivo impulsar una respuesta de eficiencia económica y social a través de los procesos empresariales privatizados dentro del ámbito de una economía global y crecientemente competitiva. Como segundo objetivo, las privatizaciones deben contribuir a crear y dinamizar los mercados, abriéndolos y obligando a una mayor eficiencia económica que sirva para cubrir las necesidades de las personas en mejores condiciones y a su satisfacción.
De acuerdo con García Echevarría, las claves del proceso de cambio en la empresa privatizada, consisten en dar una orientación de la actividad de la misma y una respuesta a los tres grupos constitutivos de la empresa: a los clientes, logrando niveles de satisfacción que permitan su fidelización; al personal, por su integración y por su capacidad de adaptación a las nuevas estructuras competitivas; y a los accionistas, dándole respuesta a las expectativas generadas de creación de valor.
El estudio del caso español realizado por Sanchís (1996) que valora la privatización, reestructuración y la introducción de competencia en las empresas del INI y del INH entre 1978 y 1990, indica que la introducción de la competencia ha tendido a aumentar significativamente la eficiencia (productividad del trabajo) con pocas excepciones. Por su parte, Argimón et al. (1999), concluyen que la eficiencia productiva de las empresas puede aumentarse con medidas encaminadas a estimular la competencia de los mercados en donde operan, especialmente a través de la apertura al exterior.
Es casi imposible distinguir con claridad las razones de las privatizaciones. No obstante, podemos establecer como objetivos:
- Despolitizar las decisiones.
- Conseguir mayor eficiencia.
- Mayor grado de competitividad.
- Que los bienes expresen los costes reales.
- Que se refleje el verdadero coste del capital utilizado.
- Aumentar los fondos públicos.
- Evitar el despilfarro.
- Ampliar los mercados de capitales.
Rapallo (1999) afirma que el primer área objeto de la privatización es aquella en la que los mercados funcionan correctamente o, al menos, funcionarían si se lo permitieran, esto es, donde la empresa pública es competitiva con la empresas privadas no intervenidas. Una segunda área a considerar es aquella donde los mercados no funcionan correctamente, es decir, existen fallos del mercado.
Finalmente, según el informe de la OCDE (2002), se ha traspasado ya la propiedad de las grandes empresas que eran vendibles con facilidad, y que se vieron como indicadores de la orientación gubernamental del momento. Un factor adicional es que parte de las empresas que generaban pérdidas y no eran vendibles con expectativas de continuidad en la actividad, se han ido cerrando. Otras se vendieron discretamente para facilitar su cierre ordenado sin generar tensiones políticas. Sin embargo, en la mayor parte de los países industrializados, quedan todavía activos empresariales que están siendo preparados para lanzarlos al mercado en cuanto sus características, de una parte, y el momento económico, de otra, lo aconsejen.