Dr. C (PhD). Renan García Tamayo
Profesor Titular- Universidad de Ciencia Médica de Santiago de Cuba
Profesor catedrático en universidad de Lurio Nampula Mozambique
MSC. Mercedes De La Caridad Soler Lahittebignott
Profesora auxiliar, en universidad de Lurio Nampula Mozambique
PhD. Sergio Latorre Artega
Profesor auxiliar. Facultad de ciencias de la salud, Universidad de Lurio Nampula Mozambique
renangarciatamayo@gmail.com
Publicado sin revisión por pares
2.4.- La Concepción Científica Holística Configuracional como alternativa para la inteligibilidad de la formación del profesional de la salud en Mozambique.
La Concepción Científica Holística Configuracional constituye una postura epistemológica de interpretación de los procesos de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, en niveles cualitativamente superiores y en desarrollo, a través de revelar los rasgos, cualidades, relaciones, regularidades, principios y leyes que permiten expresar la naturaleza contradictoria, holística, irregular y diferenciada, a la vez compleja del objeto estudiado. En ese sentido permite la explicación, comprensión, observación e interpretación de la formación del profesional de la salud en Mozambique.
En la Concepción se revela la Ley del Carácter Sintético–Configuracional del Conocimiento Científico, que permite interpretar el proceso de formación del profesional de la salud en Mozambique como dialéctico de la realidad, que se desarrollan a través de una sucesión de síntesis determinadas por la unidad contradictoria entre lo holístico y lo complejo.
Se estipula el autodesarrollo como expresión dialéctica de configuraciones, en pares dialécticos mediados y contradictorios entre sí, lo cual permite determinar la existencia de un estilo de pensamiento científico que responde a las necesidades y derroteros de las ciencias, y en correspondencia se revela la significación de la construcción del conocimiento científico a partir de establecer la relación entre lo holístico y lo complejo, en la dialéctica de lo objetivo–subjetivo, que se expresa en el proceso de la realidad y su modelación teórica, así como las relaciones dialécticas del autodesarrollo, lo cual permite la interpretación de múltiples procesos en su autodesarrollo, y a su vez esta Concepción conlleva, en lo epistemológico y lo metodológico, sustentar el carácter consciente y transformador de la construcción del conocimiento científico de la formación del profesional de la salud.
Para citar este libro puede utilizar el siguiente formato:
Renan García Tamayo, Mercedes De La Caridad Soler Lahittebignott y Sergio Latorre Artega (2018): “Sustentos de la pedagogía y didáctica de la educación superior para la formación del profesional de la salud en Mozambique”, Biblioteca virtual de Derecho, Economía y Ciencias Sociales (febrero 2018). En línea:
//www.eumed.net/2/libros/1702/sustentos-pedagogia.html
Incluye la Teoría Holístico Configuracional y el Método Holístico Dialéctico, síntesis y sustento del sistema de categorías, relaciones, principio, regularidades y la Ley del Carácter Sintético–Configuracional del Conocimiento Teórico, lo que reconoce el carácter consciente y transformador del sujeto en la actividad humana, que se sustenta en asumir e interpretar que la relación dialéctica objeto–sujeto, que constituye una concreción del problema fundamental de la filosofía, y que en el desarrollo de la concepción se sintetiza en una práctica humana en un contexto histórico, social y cultural concreto, categorías que adquieren un carácter contradictorio en la construcción científica del conocimiento teórico y con ello dinamiza el desarrollo de este propio proceso.
Desde esta Concepción se reconoce al sujeto capaz de construir el conocimiento desde las relaciones dialécticas entre la observación, comprensión, explicación e interpretación, lo que requiere y propicia el desarrollo de cualidades esenciales en los sujetos como son: su compromiso social y profesional, su flexibilidad ante la diversidad del conocimiento humano, su trascendencia en los ámbitos de desarrollo y autodesarrollo y amor infinito a lo humano universal.
La Concepción Científica Holística Configuracional se conforma y representa en calidad de modelo, al tener en cuenta la Teoría Holística Configuracional; constituida por el sistema de categorías, configuraciones, dimensiones, eslabones y la estructura de relaciones; el Principio de lo Configuracional; las regularidades de la Teoría, que conducen a la Ley del Carácter Sintético–Configuracional del Conocimiento Teórico y el Método Holístico Dialéctico. La representación gráfica de la Concepción Científica Holística Configuracional se muestra en la figura 2.4.1. (Tomada de Homero Fuentes-2009)
En resumen la Concepción Científica Holística Configuracional permite caracterizar, desde el punto de vista epistemológico y lógico, la construcción científica del proceso de formación del profesional de la salud en Mozambique, a partir de la relación dialéctica entre lo holístico y lo complejo y el autodesarrollo, los cuales constituye el eje central dinamizador de la propia Concepción para las ciencias, y una teórica, epistemológico y metodológico para el pensamiento científico, distintiva en el ámbito de las concepciones del Siglo XXI, referido a la construcción del conocimiento científico, pues es capaz de determinar los niveles de interpretación, cualitativamente superiores y en desarrollo, a través de revelar los rasgos, cualidades, relaciones, regularidades, principios y leyes que permiten expresar la naturaleza contradictoria, holística, irregular y diferenciada, a la vez compleja del proceso de formación del profesional de la salud.
La consideración de la Ley del Carácter Sintético–Configuracional del Conocimiento Científico, en la interpretación de la formación del profesional de la salud en Mozambique, como proceso dialéctico de la realidad, que se desarrolla a través de una sucesión de síntesis determinadas por la unidad contradictoria entre lo holístico y lo complejo. En la consideración del autodesarrollo como expresión dialéctica de configuraciones, en pares dialécticos mediados y contradictorios entre sí, a lo que se incorpora la consideración de Método Holístico Dialéctico en el estudio de del proceso formativo de profesionales de la salud en este contexto.
2.5. La condición humana, vista desde la Concepción Científica Holística Configuracional y sustento para la formación socio-humanista-asistencial del profesional de la salud en Mozambique.
Antes de comenzar abordar la esencia y condición humana, es preciso que se aclare que aunque ahora se vea la condición humana desde la Concepción Holística Configuracional ella sirvió de sustento ontológico para la elaboración de la Teoría Holística Configuracional. Su abordaje por otro lado ha permitido además considerar que la salud no es solo el pleno bienestar bio-psico-social como se asume desde la OMS en los momentos actuales, cuyo concepto se abordada una vez que se concluya lo referente a la condición humana ya que la salud es en esencia la buena condición humana, en ese sentido son sus consideraciones teóricas que permite encaminar los sustentos epistemológicos del concepto de salud, que además de estar enriquecido por los presupuesto culturales de los autores de este texto es una visión más totalizadora a tener en cuenta para la formación socio-humanista-asistencia del profesional de la salud en post de garantizar una buena condición y calidad de vida en la comunidad donde laboren .
Desde la Concepción Científica Holística Configuracional se hace necesario investigar los múltiples procesos y fenómenos relacionados con la condición humana, que requieren un replanteamiento desde una nueva perspectiva de análisis, que propicie la consideración de la dialéctica entre lo holístico y lo complejo, al dar un tratamiento teórico a problemáticas de gran interés en la contemporaneidad y que constituyen aspectos esenciales en el desarrollo de la humanidad. Aunque tratados por diferentes investigadores desde distintos contextos teóricos, no han quedado totalmente agotados, toda vez que constituyen temas muy polémicos y por lo tanto requieren de una profunda valoración y reflexión.
Una de las cuestiones esenciales que entraña la búsqueda de respuestas en la actualidad, lo es la condición humana, máxime si esta categoría constituye un aspecto esencial en la interpretación del sujeto contemporáneo y el abordaje de las condiciones de salud, es decir, se requiere abordar la problemática en torno a la existencia del ser humano, lo cual implica determinar su esencia, tanto en lo singular como en lo general, o más exactamente, sobre la esencia y la naturaleza del ser humano.
Esta temática tiene una trayectoria histórica en el devenir del pensamiento teórico de la humanidad, de ahí que desde los albores del desarrollo humano se encuentren criterios e ideas que permiten significar el alcance histórico-lógico de la significación de la esencia de la condición humana. Es así que en Mesopotamia, que aparece, de origen sumerio y en escritura cuneiforme hacia la primera mitad del segundo milenio a.n.e., el Poema de Gilgamesh: una epopeya que contiene la más antigua reflexión sobre la condición humana. Haciéndose referencia a la amistad, al amor entre los hombre, a la búsqueda de la inmortalidad, a las contradicciones como fuente de armonía y desarrollo, al compromiso con el resto de los semejantes.
En ese sentido el mismo contiene una profunda y sabia, antigua y actual, reflexión sobre qué son y como tienen que vivir los humanos, donde se aprecia una reflexión que trata de desentrañar la esencia humana, sin embargo los conocimientos sobre estos aspecto de la condición humana en la época, son considerados incipientes, en correspondencia con los actuales, lo cual dedujo una consideración de la condición humana desde un pensamiento empírico-místico del desarrollo social.
Otro momento relevante lo fue las concepciones alcanzadas en la Antigüedad Clásica, en Grecia y Roma, con múltiples ejemplos que son muestra de su preocupación en torno al ser humano y los problemas que le son intrínsecos. Uno de los filósofos que prestó atención a este fenómeno lo fue Anaximandro (647-546, a.n.e.) quien después de Solón considera la justicia como dominadora de mundo humano y ley que castiga la violencia, el nacimiento y la muerte, abordo la relación indisoluble del hombre con la naturaleza.
Por otro lado y seguido a Anaximandro viene Heráclito quien en el 504 antes de J.C. escribió una obra titulada “En torno a la naturaleza” constituida por aforismos y sentencias breves. Aborda la importancia de la comunicación entre los hombres, y da los primero esbozo de que el hombre solo vive en la relación con los demás hombres y considera que las cosas que suceden entre los hombres tienen causas individuales o comunes con otros hombres.
Por otro lado Demócrito (460-370, a.n.e.), quien se interesó por indagar y considerar qué es el ser humano, a lo cual dio como respuesta “hombre es aquello que todos sabemos”, aunque imprecisa y generalizadora. En esta consideración se percibe un conocimiento muy incipiente, ante todo porque su preocupación de darle primacía a los estudios de lo material, con lo que no llega a comprender la existencia del ser humano en toda su claridad, sin embargo es válido reconocer su preocupación por la esencia humana, aunque desde una perspectiva idealista.
De igual forma Aristóteles (384-322, a.n.e.), a pesar de su esfuerzo por enriquecer la “racionalidad”, como esencia universal y necesaria del ser humano, considera como rasgos “accidentales”, la sociabilidad, el lenguaje y la corporalidad, por lo cual no consiguió escapar a las insuficiencias teóricas del substancialismo en la interpretación de lo humano y su naturaleza objetiva.
Los cínicos, como Diógenes (404-323, a.n.e.), y los estoicos, como Antípatros (-319, a.n.e.), realizaron su incursión en la existencia humana, a la vez que manifestaron contraposiciones en los puntos de partidas en su interpretación.
Un salto superior se encuentra en Platón (428-347,a.n.e.), pues desde el movimiento dialéctico de la idea, condiciona el avance del ser humano; y así para este filósofo, al asumir la dialéctica, considera el saber de esencias de lo humano, sólo que a partir de la idea, que es la que mueve y da fundamentos a la existencia humana. Aquí se revela la posición idealista objetiva ante la interpretación de la condición humana.
San Agustín (354-430), algunos siglos más tarde, en su libro “Confesiones” aborda la cuestión de la esencia divina del ser humano y se pregunta por éste, desde la perspectiva que se abre, decididamente, hacia lo que posteriormente se entendió como condición humana y no como “naturaleza”; en este nivel de contradicción entre las categorías se establece una contingencia que posteriormente tuvo un rol decisivo en la historia del pensamiento teórico acerca del ser humano.
De esta misma forma Tomás de Aquino (1225-1274) en su obra la “Suma Teológica” (1265-1273) direcciona la existencia de lo humano a partir de lo divino, lo cual obedece a Dios como ser supremo universal que rige al ser humano en el plano terrenal.
Es indiscutible que en toda la etapa del desarrollo de la Pre-escolástica y la Escolástica la interpretación de la existencia humana y en sí su naturaleza, estuvo determinada a partir de patrones religiosos, que trascendieron su época y que aún subsisten desde la creencia de la formación humana verbigracia a la creación divina como se expresa en la Biblia, en el Génesis.
La Biblia no es un libro de texto o tratado del ser de Dios, tampoco es un tratado de antropología, sin embargo permite conocer acerca del ser humano, de donde se infiere la manera de como él actúa en respuesta a la actividad de Dios, por consiguiente, es difícil hablar de una doctrina bíblica de la naturaleza del ser humano, excepto cuando se concibe la doctrina en términos de teología.
En el Renacimiento, Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494), filósofo y humanista italiano que nació cerca de Ferrara y estudió en la Universidad de Bolonia. A los 23 años se estableció en Roma, donde envió una lista de 900 tesis o proposiciones sobre toda clase de materias, ofreciéndose a defenderlas en público. El Papa juzgó que algunas de sus tesis, que tenían relación con la magia cabalística, podían considerarse heréticas y le prohibió continuar con sus proyectadas discusiones. En 1489 Pico terminó el Heptaplus, un relato místico de la creación del universo. La biblioteca de Pico fue una de las más importantes y globales de su época.
Fernán Pérez de Oliva (1494-1533) en España también se ocupó del estudio humanista y la problemática de la condición humana y Miguel de Montaigne o Michel Eyquem de Montaigne (1533-1592), escritor francés que introdujo por primera vez el ensayo como forma literaria. Sus Ensayos, que abarcan un amplio abanico de temas, se caracterizan por un estilo discursivo, un tono coloquial y el uso de numerosas citas de autores clásicos.
Como pensador, Montaigne destaca por su análisis de las instituciones, opiniones y costumbres, así como por su oposición a cualquier forma de dogmatismo carente de una base racional. Observaba la vida con escepticismo filosófico y puso de relieve las contradicciones e incoherencias inherentes a la naturaleza y la conducta humana, lo que hoy se identifica con el sujeto-objeto o con lo material y lo ideal; lo cual es muestras de la existencia siempre del problema fundamental de la filosofía. Sin embargo, su moral tendía básicamente hacia el epicureísmo, revelando las actitudes propias de un humanista que rechazaba la esclavitud de las pasiones y los deseos. El más extenso de sus ensayos, Apología de Raimundo de Sabunde, es un estudio de la capacidad racional y las aspiraciones religiosas del ser humano.
En lo que respecta a la educación, Montaigne se interesó por la formación del aristócrata y sostuvo la necesidad de enseñar a los alumnos el arte de vivir. Este arte se adquiere a través de la capacidad de observación y conversación y a través de los viajes. La lectura debería servir para ayudar a emitir juicios correctos y no sólo para desarrollar la facultad de la memoria. Montaigne insistió en la importancia de practicar con rigor y asiduidad el ejercicio físico, como parte indisociable del desarrollo integral de la persona.
De gran importancia constituye el Humanismo renacentista, donde el ser humano ocupa el centro de atención de toda reflexión filosófica y antropológica, incluso hasta de la creación artística, tal como se expresan en las imágenes artística de Leonardo Da Vinci (1452-1519), Miguel Ángel (1475-1564), Sandro Boticelli (1445-1510), entre otros. En toda esta época la visión del ser humano alcanza una dimensión más integral, terrena, y menos ideal o extraterrena, desvinculada de todo quehacer divino, aunque no puede olvidarse que aún la condición humana no es dilucidada en todos los aspectos que marquen la impronta de su totalidad, sino que se configuran elementos importantes que tipifican el camino hacia una construcción teórica que requiere mayor nivel de interpretación.
Los cínicos y los estoicos, San Agustín (345-430) y los pensadores renacentistas, entre otros, representan momentos cruciales de la concepción esencialista de lo humano, la cual es contrapuesta por otra de signo existencial, donde la empiricidad y contingencia remiten el problema de la condición humana a la categoría identificada como de “natura naturans”. En esta dirección se encuentra el pensamiento de Giambattista Vico (1668-1744) quien sostiene que concebir lo humano como “natura naturata” es abordarlo como una realidad “substante” y acabada, pensada a partir de la metáfora de su producción por obra de un agente externo, que la trae a la existencia a partir de un modelo previo.
D. Hume (1711-1776) en su obra “Tratado de la naturaleza humana”, desde una posición idealista asume las ideas unitarias acerca del ser humano, que según su consideración nunca puede transformar hacia cierto orden o sucesión de acontecimientos y apuntó que la debilidad del ser humano se desprende de todas sus construcciones. Sus puntos de vista en la teoría del ser niegan la existencia de la categoría de sustancia, él reduce a la idea de un conjunto de cualidades aisladas, a su vez le dio importancia a la vida psíquica y en su filosofía de la religión consideró que el universo tiene cierta analogía con la naturaleza humana, de ahí su inconsistencia con la comprensión de la esencia humana al enfocarla desde una posición idealista.
Otro representante de éste siglo XVIII, donde se aprecia una visión acerca de lo humano universal es en J. J. Rousseau (1712-1778), filósofo, teórico político y social, músico y botánico francés, uno de los escritores más elocuentes de la Ilustración. Nació el 18 de junio de 1712 en Ginebra (Suiza). En 1750 ganó el premio de la Academia de Dijon por su Discurso sobre las ciencias y las artes (1750) y, en 1752, fue interpretada por primera vez su ópera El sabio del pueblo. Tanto en las obras anteriores, como en su Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres (1755), expuso la teoría que defendía que la ciencia, el arte y las instituciones sociales han corrompido a la humanidad, y según la cual el estado natural, o primitivo, es superior en el plano moral al estado civilizado. Su célebre aserto: “Todo es perfecto al salir de las manos del Creador y todo degenera en manos de los hombres”.
Rousseau en 1756 escribió la novela Julia o La nueva Eloísa (1761). En su famoso tratado político El contrato social o Principios de derecho político (1762), expuso sus argumentos sobre libertad civil y contribuyó a la posterior fundamentación y base ideológica de la Revolución Francesa, al defender la supremacía de la voluntad popular frente al derecho divino. Realizó una gran contribución al movimiento por la libertad individual y se mostró contrario al absolutismo. Su teoría de la educación condujo a métodos de enseñanza infantil más permisivos y de mayor orientación psicológica, e influyó en el educador alemán. La nueva Eloísa y Confesiones introdujeron un nuevo estilo de expresión emocional extrema, relacionado con la experiencia intensa personal y la exploración de los conflictos entre los valores morales y sensuales.
A través de estos escritos, Rousseau influyó de modo decisivo en el romanticismo literario y en la filosofía del siglo XIX. Su obra también está relacionada con la evolución de la literatura psicológica, la teoría psicoanalítica y el existencialismo del siglo XX, en particular por su insistencia en el tema del libre albedrío, su rechazo de la doctrina del pecado original y su defensa del aprendizaje a través de la experiencia más que por el análisis. Su espíritu e ideas estuvieron a medio camino entre la Ilustración del siglo XVIII, con su defensa apasionada de la razón y los derechos individuales, y el romanticismo de principios del XIX, que propugnaba la experiencia subjetiva intensa frente al pensamiento racional. Fue el teórico educativo más relevante del siglo XVIII. Su influencia fue considerable tanto en Europa como en otros continentes. En Emilio (1762) insistió en que los alumnos debían ser tratados como adolescentes más que como adultos en miniatura y que se debe atender la personalidad individual. Entre sus propuestas concretas estaba la de enseñar a leer a una edad posterior y el estudio de la naturaleza y de la sociedad por observación directa. Sus propuestas radicales sólo eran aplicables a los niños; las niñas debían recibir una educación convencional.
Las contribuciones educativas de Rousseau se dieron en gran parte en el campo de la teoría; quien escribió dos obras importantes; “discurso sobre el origen y desigualdad entre los hombres” (1755) y “Emilio o de la Educación” (1772), en las mismas se aprecia cierta tendencia por investigar la existencia humana, a la vez que el rol de la cultura y la educación como aspectos fundamentales en la interpretación del sujeto, quien en él debe reinar la amistad y la armonía, así mismo propugnaba las libertades cívicas y la igualdad de los hombres independientemente de el origen de los mismos, se aprecia un reconocimiento a la existencia humana sobre la base de considerar la igualdad, los derechos y la misma naturaleza de todos los seres humano. Aspectos que propician su desarrollo a través de plantearse la educación como tarea necesaria para formar sujetos activos.
En la Filosofía Clásica Alemana de finales del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX se puede aludir a las posiciones de G. W. F. Hegel (1770-1831) y L. Feuerbach (1804-1872), el primero atribuye a la existencia humana una esencia idealista, al analizar la categoría enajenación, la cual interpreta a partir de la actividad material de los sujetos estudiando a estos últimos y su historia como resultado de su propio trabajo, sin embargo, al partir de la identidad del ser y el pensamiento se pierde la comprensión real del sujeto como manifestación de la idea, concepto, espirito, ya que la Idea Absoluta al retornar a sí misma conoce el contenido de las diversas variedades de la conciencia y la actividad humana. En él encontramos el reconocimiento de la dialéctica como esencia del desarrollo, aunque no la aplicó a la comprensión de los seres humanos.
L. Feuerbach por su parte interpreta la esencia humana desde una posición antropológica donde promueve a primer plano el problema de la esencia del sujeto considerándola como objeto único, universal y superior. Su antropologismo está despojado de todo materialismo y es que al considerar al hombre lo enfoca como individuo abstracto y puramente biológico, pero además desde el estudio de la religión interpretó esa esencia humana a partir de que ella es la enajenación de las propiedades humanas, en tanto el sujeto, ahí se duplica y se personifica en Dios y desde donde contempla su propia esencia.
En tal sentido, para L. Feuerbach, cuando afirma que «la antropología es el secreto de la teología», significa que en último término Dios no es sino el producto de la proyección de los deseos del hombre, de su esencia ideal (ideal, es decir: no realizada), la religión constituye la autoconciencia inconsciente del ser humano a la vez que no pudo comprender el mundo real en que vive el sujeto social.
En general predominaron en el pensamiento premarxista acerca de la esencia humana dos posiciones identificadas; las teorías religiosas defensoras de que el ser humano, todo hombre, tiene un alma y que ésta es precisamente su naturaleza; y la otra, las teorías naturalistas como la de la biología, que indica la constitución genética y biológica se realizan en lo fundamental del mismo modo en todos los seres humanos de todos los lugares y de todas las épocas. Estas posiciones fueron criticadas y solucionadas con la aparición del Marxismo.
Es con C. Marx (1818-1883) y F. Engel (1820-1895) cuando se revolucionó la concepción interpretativa de la esencia humana ya que fueron capaces de comprender al sujeto como totalidad concreta, sólo a partir de desentrañar el rol de la práctica y el contexto histórico socio-cultural. La gran significación de marxismo consistió en comprender e interpretar qué es el ser humano, su formación y desarrollo en la sociedad, a partir de elaborar la teoría dialéctica materialista de la actividad, lo cual permitió penetrar en la interpretación de la esencia humana.
En tal sentido la interpretación del sujeto perdió la separación metafísica entre esencia y existencia, y sus derivaciones antropológicas y naturalistas, tanto desde la postura racionalista como empirista. Los clásicos al criticar la concepción abstracta y ahistórica de la esencia humana, postulada por L. Feuerbach, asumen una nueva concepción al considerar a la esencia humana no como algo abstracto inherente a cada sujeto, sino que dicha esencia no es más que el conjunto de relaciones sociales. Es por eso que la práctica constituyó un eslabón esencial en la comprensión del hacer humano, donde la esencia humana existe en la relación de lo social y lo individual. Con razón hacen alusión de que dicha naturaleza constituye la base de su propia existencia humana.
Posterior al desarrollo del marxismo surgieron diversas posturas antropológicas que trataron de explicar la esencia y naturaleza humana y con ello su condición, las mismas fueros desarrolladas en la antropología burguesa a partir de y una concepción idealista y metafísica y en las cuales se encuentra oposición entre lo biológico y lo social y concluyen que la esencia humana es algo dado de una vez y para siempre por la naturaleza humana, como es por ellos interpretada.
En la antropología filosófica existen diversas tendencias consideradas como doctrinas básicas acerca de las ciencias del hombre como la psicobilógicas, culturales, cristianas, a la vez que corresponden con las concepciones de Max Scheler (1874-1928), H. E. Hengstenberg. A su vez los seguidores de la antropología de la acción, como H. Plessner, A. Huelen, E. Rothacker y W. Graeber, entre otros que fueron incapaces de explicar la dialéctica de la naturaleza humana, pues apelaron al subjetivismo.
Una corriente que dedicó atención a los problemas de la esencia humana lo fue el existencialismo, que ontologías la existencia subjetiva humana. Ejemplos característicos lo constituyen M. Heidegger (1889-1976) y J. P. Sastre (1905-1980), en el caso del primero sigue la tendencia irracionalista de Kierkegaard, la Filosofía de la vida de Nietzsche y la Fenomenología de Husserl. En la “fábula de Cura”, rescatada por Heidegger del Liber Fabularum de Higinio, incorporada a su obra El Ser y Tiempo, asumió el relato de que el hombre resulta creado por obra de un “proceso analítico”, donde se incorporan dos elementos parciales que, por su unión, configuran una totalidad, donde dio primacía al primero al considerar que el cuerpo se modela sobre el barro húmedo de las márgenes de un río. Su concepción fue apriorística por lo que para este filósofo el sujeto como hombre debe abjurar de todas las orientaciones prácticas concretas y tomar conciencia de su mortalidad, por lo que el sujeto como hombre debe despojarse de los fines y los ideales. Esta posición constituye una visión idealista de la condición humana que rechaza toda posibilidad de potenciar la formación humana a planos superiores.
Por otra parte, en el caso de J. P. Sartre considera que no existe la naturaleza humana y rechaza la existencia de una naturaleza espiritual o física que pueda determinar nuestro ser, nuestro destino, nuestra conducta. Para él el ser humano en su origen es algo indeterminado, y sólo nuestras elecciones y acciones forman el perfil de nuestra personalidad.
J. P. Sastre en su obra “El existencialismo es un humanismo” introduce el concepto de “condición humana” (que para algunos intérpretes viene a ser un remedio de la noción de esencia o naturaleza), la condición humana para este filósofo existencialista es el conjunto de los límites a priori que bosquejan su situación fundamental en el universo. Estos límites son comunes a todos los seres humanos; es el marco general en el que invariablemente se desenvuelve la vida humana. Este marco básico de la vida humana se aborda desde la consideración de su existencia en que debe: estar arrojado en el mundo; tener que trabajar; vivir en medio de los demás; ser mortal. Con estos cuatro puntos J. P. Sartre se refiere a la inevitable sociabilidad humana, a la inevitable libertad en la que vive el hombre y a la inevitable indigencia material de nuestra existencia, indigencia que obliga al trabajo y a las distintas formas de organización social que sobre el mismo trabajo se levantan.
La concepción esencialista del hombre, expresada en la tradición europea moderna tiene su connotación en la Antropología Teológica, donde existen diversas posiciones teológicas que postulan el carácter divino de la condición humana. Un caso muy especial lo constituye el de ZetaTalk quien en su ensayo “La Condición Humana” realiza un exhaustivo análisis de este fenómeno; para este investigador el amor sentidos por todas las formas de vida, incluso hasta cierto grado por las plantas, es el factor de la vida, como divinidad. Es intrínseco a la vida que conduce a lo humano a situaciones que entran en conflicto con su deseo de seguridad, de ser el centro de atención de todas las cosas.
En América Latina se denota un recorrido histórico en la atención a la condición humana para significar la esencia del hombre, como aspecto fundamental en el contexto de este continente; es así, que desde el “Popol Vuh”, libro del consejo, algunos autores lo ubican en la década comprendida entre 1550 y 1560. Fue elaborado en lengua kuiche. En el padre Bartolomé de las Casas y otros se encuentran aspectos fundamentales en torno a este problema.
Otra es la visión que aparece en los textos de Arturo Roig, quien reflexiona sobre la condición humana en la que hace necesario agregar que ese amor por lo propio no encuentra su impulso generador en alguna motivación narcisista ni en algún irracionalismo telúrico y más fiel a una posición dialéctico materialista lo es Ernesto Guevara (1928-1967), quien en “El Hombre y el socialismo en Cuba”, hace referencia a que este desarrollo pleno del hombre se obtiene de la apropiación de la propia naturaleza humana mediante el trabajo libre de la enajenación y la expresión de la condición humana a través de la cultura y el arte.
La construcción del conocimiento, como proceso cultural sustentado en la existencia del hombre y su condición humana, desde una antropología filosófica que no se reduce a la simple relación sujeto-objeto, que sólo propicia una comprensión abstracta sin permitir interpretar la propia totalidad del fenómeno desde la perspectiva holística y compleja, en una relación dialéctica reveladora de los intersticios de esta realidad, donde se debe asumir la relación del todo y las partes.
Se requiere, entonces, el plantearse qué es el ser humano, en la búsqueda de lo común y diferente de los restantes seres vivos, lo que se identifica como esencia o naturaleza. La consideración acerca de qué es la "naturaleza humana" ha de estar vinculada a un concepto más abarcador como es el de “condición humana”, que, antes de estudiar en qué consiste, se hace preciso esclarecer el concepto de naturaleza humana para despejar los equívocos y reconstruir desde una concepción holística y compleja la condición de existencia humana.
En el desarrollo de la cultura el concepto naturaleza humana ha trascendido a las primeras creencias en la inmutabilidad y universalidad de la naturaleza humana. Si se cuestiona esas creencias o se niega la existencia de una naturaleza humana universal e inmutable, se cuestiona con ello, las visiones del hombre, mundo y divinidad y las del lugar del hombre en el cosmos, transformando la cosmovisión de lo humano.
La naturaleza consciente del ser humano y la consideración de la unidad dialéctica entre la conciencia social e individual, es inherente a la existencia humana. No se refiere a los rasgos específicos del sujeto, sino de que el mismo es un ser vivo que interactúa con el medio, lo trasforma y se transforma, condicionando su propio desarrollo, lo que implica no sólo la transformación de su naturaleza biológica, sino también la transformación de lo social y lo espiritual que se desarrolla en la unidad con lo biológico y lo ecológico.
El desarrollo de la cultura desde proceso de construcción del conocimiento científico de la existencia del sujeto y su condición humana, parte de sustentarse en la antropología filosófica, sociocultural y ecológica que no se reduce a la simple relación sujeto-objeto, que sólo propicia una comprensión abstracta, sin permitir interpretar la propia totalidad del fenómeno desde una perspectiva que aprecie su totalidad como proceso y a la vez reconozca la diversidad de factores e influencias, en una relación dialéctica reveladora de los intersticios de esa realidad, donde se debe asumir la relación del todo y las partes.
Desde la consideración holística y compleja se precisa el problema de lo ontológico del ser humano, pues al hacer referencia a la naturaleza humana se reconoce lo que forma parte de todos los seres humanos y no a determinado grupo en particular, así como también la palabra "naturaleza" lleva a pensar en la esencia misma de lo humano, y no simplemente en una particularidad de este, es decir lo que es en sí el ser humano.
La naturaleza humana no puede ser algo independiente del desarrollo, autodesarrollo y transformación del ser humano, que lleva a éste a un fin determinado, porque éste es dinámico en su esencia, de modo que la misma naturaleza humana, es la que lleva a su fin o plenitud durante el curso de la vida. Es decir, con lo que se nace y se sigue todo el tiempo y durante toda la vida, dinamizando el desarrollo de la misma.
Se reconoce, en consecuencia, el carácter de contrarios dialécticos de lo biológico y lo ecológico, aspecto este que se manifiesta en cualquier ser vivo. Lo biológico como categoría que expresa la vida, es una síntesis de totalidad de factores e influencias presente en todo ser vivo, que no se reduce solo a aspectos orgánicos, sin embargo estos factores están en interacción con el ámbito donde este ser vivo se desarrolla, lo que identificamos como lo ecológico, en los seres humanos esta contradicción se sintetiza en lo espiritual y lo social, constituyendo la relación entre lo espiritual y lo social también un par dialéctico que se da en unidad con la contradicción entre lo biológico y lo ecológico, tal consideración revela el desarrollo de la naturaleza humana.
Esta condición va permitiendo pensar entonces que la condición de salud humana al ser inherente a esta especie, ha de estar en relación a su naturaleza que no es solo bio-psico-social sino también ecológica y espiritual.
Es así que se significa el carácter social de los seres humanos, y ello lleva implícito lo espiritual, que en muchos casos se obvia su relevancia o se asume como una consecuencia o subproducto de lo primero, y en la que se manifiesta una relación contradictoria de significados y sentidos. La connotación de la naturaleza espiritual de los seres humanos, y ella en la unidad dialéctica con su naturaleza social, sustenta el desarrollo de la conciencia social e individual como soporte de la formación intencional que se desarrolla en los procesos conscientes, por lo que el sujeto es consciente gracias a esa unidad dialéctica entre lo espiritual y lo social, lo que permite que se propongan propósitos, concepciones y estrategias que pueden trascender en su ámbito.
El sujeto se auto-desarrolla y desarrolla, a partir de su carácter espiritual y social, en un medio cultural y natural, ello conlleva a reconocer lo espiritual en todas sus dimensiones, religiosa, ideológica, voluntad de luchar, vivir y hasta de utopías por una causa. Al decir del Reverendo Raúl Suárez la espiritualidad constituye una dimensión humana que debe ser despojada de su connotación dualista, como aspecto de la vida desvinculada de lo material, por lo tanto no debe verse como opuesto a lo material y lo espiritual debe ser despojado de su connotación dualista y en referencia a N Alessio, señala que lo espiritual es una manera de vivir, de sentir, de amar, de crecer, de existir, de comer, de luchar, de pensar, de reír, de llorar y también de morir, que abarca todas las dimensiones de la vida y la existencia humana. (R. Suárez 1997).
En consecuencia con la referencia citada, en la consideración de la naturaleza humana lo espiritual es síntesis en la dialéctica de lo biológico y lo ecológico y lo dinamiza, por lo que se configura en la dimensión que expresa y propicia la vida, el desarrollo de la existencia misma en aspectos como los sentimientos, la voluntad, el amor, entre otros, todo lo cual sustenta la espiritualidad como cualidad que emerge en la dialéctica de lo material y lo espiritual de la existencia humana. La espiritualidad tiene un profundo contenido en el ser humano. Cualquiera que sea esa sustentación, somos seres espirituales y, como tales, se ejerce la formación socio-espiritual del ser humano asa como que se puede influir consciente e inconscientemente en el estado de salud del ser humano. Figura 2.5.1. También tomada de Homero y colaboradores-2009-
La naturaleza humana se transforma en unidad dialéctica con la capacidad transformadora humana, la que constituye otra consideración imprescindible para comprender el desarrollo de la propia naturaleza humana, es la reflexión que permite esa diferencia de la naturaleza humana respecto a la de otros seres vivos, que radica en el desarrollo de la capacidad transformadora humana, dada en las relaciones contradictorias entre el saber, el hacer, el ser y el convivir, como potencialidades humanas que se expresan en sus comportamientos en el entorno social, cultural y natural.
Tal consideración permite asumir las relaciones para interpretar el autodesarrollo humano en su entorno, en tanto se reconoce esta capacidad de transformación a partir de sus potencialidades, que en su desarrollo llegue a ser un aspecto significativo en el comportamiento de los seres humanos en un contexto social.
El comportamiento humano no puede ser interpretado desde posiciones unilaterales, y mucho menos por una absolutización de los postulados de una ciencia, como ha ocurrido en el caso de la Psicología. Se trata de establecer una dinámica interpretativa de la visión totalizadora de la capacidad transformadora humana como un comportamiento que no sea unilateral, visto desde la Psicología u otras ciencias, como pretende M. Martínez (1998).
El comportamiento humano se propicia a partir de la capacidad transformadora humana, en su saber, hacer, ser y convivir, los cuales sustentan los conocimientos, habilidades, valores y valoraciones, configuraciones subjetiva-objetivas en el sujeto no son factibles de ser medidas porque están en la misma esencia humana, a partir de lo cual se desarrolla el sujeto hacia estadios superiores en la historia de la humanidad, pues constituye en su capacidad desde donde se proyecta y se realizan las verdaderas aspiraciones de los sujetos para actuar en los disímiles contextos socio culturales.
De tal forma el saber y hacer constituyen un par dialéctico, mediado por el ser y el convivir, los cuales constituyen a su vez un par dialéctico contradictorio con el saber y hacer. Figura 2.5.2.
Se considera que la relación entre la naturaleza humana y la capacidad transformadora es de carácter dialéctico, lo que significa que precisamente la capacidad transformadora humana es resultado del desarrollo de la naturaleza humana, pero a su vez es la capacidad transformadora humana la que propicia el desarrollo y transformación de la naturaleza humana, que en su desarrollo llega a que el sujeto configure una espiritualidad y sea capaz desde lo biológico, ecológico, espiritual y social desarrollar su ser y su convivir en un saber y hacer. Así, en la condición del ser está el desarrollo de lo espiritual y social que distingue al ser humano de los animales, como sujeto social e individual.
La naturaleza humana y su capacidad transformadora, constituyen contrarios dialécticos mediados, que existen en procesos de la realidad de carácter esencial en ella, que en su síntesis en terceros condicionan su propio desarrollo dialéctico, como es en la actividad humana y las cualidades más esenciales de los seres humanos.
La actividad humana es comprendida como la actividad transformadora, cognitiva, valorativa y comunicativa desarrollada por los sujetos, mediada la naturaleza humana y su capacidad transformadora en síntesis dinamizadora y condiciona la transformación y desarrollo de los propios seres humanos en un contexto histórico social y cultural determinado, lo cual sustenta el progreso humano, pero a su vez ha de desarrollarse en unidad dialéctica con el desarrollo de los valores y valoraciones, cualidades esenciales del sujeto, como son el compromiso, la flexibilidad, la trascendencia y el amor, que en la formación del profesional, son su compromiso social y profesional, su flexibilidad en la construcción del conocimiento y su trascendencia en el contexto social y cultural, así como su amor.
De lo anterior se significa que existen valores como el patriotismo y la solidaridad, entre otros, no son más que las manifestaciones del compromiso social; la ética, la entrega a la sociedad, la consagración a su trabajo, de ahí que expresan su compromiso.
En esta concepción sobre las cualidades esenciales del ser humano, la flexibilidad expresa sus potencialidades para reconocer al otro, la aceptación de la diversidad y el respeto al ser humano y su entorno y cultural con lo cual es capaz de incorporar la cultura universal en su entorno y a su actividad.
El compromiso y la flexibilidad se comportan como contrarios dialécticos, pues sólo el compromiso conduce al dogmatismo, a la rigidez, mientras sólo la flexibilidad lleva a la pérdida de la identidad, pero el compromiso se reafirma en la flexibilidad y esta última se configura en el compromiso. La unidad dialéctica entre compromiso y flexibilidad permite la trascendencia en su ámbito cultural y social, preservando su identidad como expresión de compromiso social.
En igual consideración en la dialéctica entre el compromiso y la flexibilidad media el amor como cualidad humana suprema, pero el amor en unidad dialéctica con la trascendencia se expresa en el compromiso y la flexibilidad de los sujetos, conlleva al reconocimiento del autodesarrollo de las cualidades más esenciales humanas, dinamizados de la relación entre el compromiso, la flexibilidad, la trascendencia y el amor del que emergen valores esenciales del ser humano como la dignidad, el honor, el decoro.
Desde las consideraciones realizadas, la condición humana emerge como la cualidad y esencia del sujeto, de la síntesis entre la naturaleza humana, la capacidad trasformadora humana, y las cualidades humanas, lo que propicia que el ser humano transcienda en su época y contexto. Figura 2.5.3.
Otra consideración ontológica es que la realidad presenta como propiedad la sistematicidad, lo que se manifiesta en la estructura natural, social y espiritual de los sujetos, así como en la naturaleza coherente de su autodesarrollo dialéctico, lo que sustenta las potencialidades de los seres humanos en su autodesarrollo, lo cual considera en los objeto o fenómeno de la realidad se transita por una sucesión continua y a saltos de eventos, condiciona el movimiento dialéctico en diversas etapas cualitativamente superiores en el tiempo y el espacio.
Todo lo anterior ha permitido a los autores de este texto considerar un concepto de salud más esencial que el emitido por la OMS y que consiste en: considerar que la salud no es solo el pleno bienestar bio-psico-social del individuo con ausencia de enfermedad, sino también un bienestar ecológico y espiritual, en estrecha relación con las potencialidades humanas de ser saludable como lo aptitudinal, saber sobre los problemas que la dificultan o la potencian como lo conceptual, hacer por conservarla o reconquistarla como lo actitudinal y procedimental, más el convivir como la capacidad del ser humano a adaptarse al medio social, económico, político, ideológico, espiritual, ecológico y cultural en que se desarrolla, para estar en equilibrio; sin separase de su actividad cognoscitiva sobre los problemas que entorpezcan o faciliten bienestar del ser humano, unido a la comunicación sobre las condiciones de la que dependa el buen vivir (digno y decoroso), para condicionar las valoraciones correspondientes que permitan las transformaciones de la realidad en aras de un adecuado nivel de vida. En lo que hay que tener un compromiso con las situaciones concretas en las que interviene, donde se encierra: la responsabilidad, el interés, la sensibilidad, el complimiento de la palabra empeñada, el secreto y la identidad entre otras cualidades, pero con flexibilidad que signe la empatía, el respeto a las opiniones y conductas ajenas, la inteligencia emocional, la asertividad, la resiliencia y el consentimiento informado, entre otras, para que pueda entonces trascender las condiciones de bienestar, y hacerlo todo con un infinito amor que encierre la autoestima y el altruismo.
En la Concepción Científica Holística Configuracional se reconoce al proceso a partir del carácter consciente de los sujetos implicados en un contexto histórico social, como un espacio de construcción de significados y sentidos, lo que se expresa como un proceso de naturaleza compleja, holística y dialéctica.
Desde esta perspectiva se le concede un papel esencial al sujeto en la configuración del proceso en el cual está implicado y el que se puede contribuir a reducir las insuficiencias teóricas y metodológicas que se manifiestan en la interpretación y desarrollo de los procesos de formación y desarrollo humano del profesional de la salud en Mozambique, en la construcción del conocimiento científico.
La Concepción Teórica Holístico Configuracional de los procesos de construcción del conocimiento científico, incluye la dialéctica entre la Teoría Holística Configuracional y el Método Holístico Dialéctico que desde lo epistemológico y lo metodológico sustenta el carácter consciente y transformador de la construcción del conocimiento científico y con ello el desarrollo de la cultura, que tenga en consideración su carácter holístico y complejo como contradicción dialéctica que se expresa en la relación objetivo-subjetivo entre el proceso en la realidad y su modelación teórica.
Ofrece una alternativa epistemológica y metodológica que permite interpretar el diseño, la dinámica, la evaluación y la gestión de los procesos de formación del profesional de la salud en Mozambique a partir de las relaciones dialéctica entre configuraciones, dimensiones y eslabones del proceso, que constituyen la estructura de relaciones (regularidades), que se manifiestan en los eslabones de ésta, por lo que sirven de soporte teórico al diseño de los instrumentos que con carácter metodológico conducen al perfeccionamiento del proceso en las referidas direcciones.
A pesar de su carácter teórico, toma la praxis como foco de reflexión, constituyendo un intento por integrar la praxis con la teoría. A través de sus propuestas se trata de sugerir posibles vías de solución con la pretensión no sólo de modelar el quehacer de los procesos considerados, sino de orientar los espacios de construcción de significados y sentidos de las decisiones que pueden adoptarse.
La Concepción Holístico Configuracional ha servido de sustento teórico y punto de partida a múltiples investigaciones realizadas, tanto en ámbitos nacionales de los autores como en otros países, cuyos resultados en estos momentos contribuye al perfeccionamiento de la práctica universitaria y de diferentes procesos universitarios, acortando de esta forma la distancia, a veces insalvable, entre la teoría y la práctica, así como enriqueciendo la ciencia y la praxis universitaria contemporánea.
Su método permite la modelación del pensamiento científico, encaminado a reconocer la esencia de los procesos y fenómenos investigados desde una lógica constructiva que afianza y asegura el camino hacia la verdad científica, de ahí la importancia y significación de la Concepción Científica Holística Configuracional y su expresión en la Teoría Holístico Configuracional y el Método Holístico Dialéctico, al revelarse como una alternativa que en el orden epistemológico potencia la construcción del conocimiento científico.
Por último, las consideraciones que se exponen, no obstantes ser enriquecidas con la inclusión de otras concepciones científicas contemporáneas, son el resultado de investigaciones que realizadas en el contexto universitario, sustento de la formación y la Pedagogía y la Didáctica de la Educación Médica Superior pero que son susceptibles de ser contextualizadas a otros procesos naturales, sociales y del pensamiento.
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Recibido: Noviembre 2017 Aceptado: Enero 2018 Publicado: Febrero 2018