BIBLIOTECA VIRTUAL DE DERECHO, ECONOMÍA Y CIENCIAS SOCIALES


SEMINARIO PERMANENTE INTERINSTITUCIONAL DE FILOSOFIA DE LA CIENCIA Y LA SUSTENTABILIDAD

POSIBILIDADES DEL CONCEPTO ALMA COMO CATEGORIA DE PSICOLOGÍA

José Sánchez Barrera

FES Zaragoza, UNAM, México

jsb111201@yahoo.com.mx



Para citar este libro puede utilizar el siguiente formato:

Ramón Rivera Espinosa, Coordinador. Libro 1700: “Filosofía de la ciencia y sustentabilidad”, Biblioteca virtual de Derecho, Economía y Ciencias Sociales (enero 2018). En línea:
//www.eumed.net/2/libros/1700/ciencia-sustentabilidad.html
ISBN-13: 978-84-17211-54-7

Introducción

Este trabajo tiene como objetivo revisar el concepto de ‘alma’ como elemento categorial de la psicología moderna y señalar algunas dificultades teóricas que han sido notadas recientemente para su permanencia como término técnico en cualquier definición de psicología, si se pretende que ésta sea una disciplina universal.
Las ciencias frente a la explicación y la comprensión
Existen diferentes maneras de clasificar las ciencias. Mario Bunge (1978, p. 41) divide a éstas en ciencias formales y ciencias fácticas de las cuales, las primeras, son la lógica y la matemática y, entre las segundas, se puede anotar a la biología, la física, la sociología, la psicología, entre otras. Y también, según este autor, las ciencias fácticas se pueden dividir en ciencias naturales y ciencias sociales de las cuales, a las últimas, Wilhelm Dilthey prefiere llamar Geisteswissenschaften, o sea, ciencias del espíritu.
En el rubro de ciencias naturales, quedan la biología, la física, la astronomía, y otras. En el de ciencias sociales están la psicología, la antropología, la sociología, etcétera. Y dice von Wright (1979, p. 23), siguiendo a Droysen y Dilthey, respectivamente, que el objetivo de las ciencias naturales es el de explicar y el de las Geisteswissenschaften, comprender; apoyándonos en lo cual nosotros podemos agregar que, metodológicamente hablando, las primeras tienen qué ver con el método galileano; y las segundas, con el aristotélico. O sea que las ciencias naturales, cuyo método es cuantitativo, observacional, tienen como fin último la explicación y las ciencias sociales o del espíritu tienen como fin último la comprensión. Es decir, las ciencias naturales explican, estableciendo relaciones de causa-efecto con base en algún esquema teórico y las ciencias sociales interpretan con base en algún modelo hermenéutico.

Hagamos más claridad alrededor de estos dos tópicos. “Explicar significa vincular un fenómeno a sus antecedentes causales” dice Juan Roura-Parella en un texto publicado por la Universidad Nacional de México en 1944 (p. 217), por eso la explicación comprende dos elementos: el primero de los cuales es la causa y el otro es el efecto; y algunos pensadores consideran que entre estos dos últimos debe haber una relación de necesidad, tal es el caso de Abbagnano:

“…. la explicación causal es en todo caso la demostración de la necesidad de su objeto. Desde este punto de vista afirmar ‘x ha sido explicado’ significa afirmar ‘x ha sido demostrado en su necesidad’ y, por tanto, ‘x era infaliblemente predecible’” (2004, p. 457).

Pero esa es una postura muy riesgosa. Hanson, Norwood R. (1977, p. 37) lo mejora, diciendo que:

“explicar x se hace equivalente a mostrar que x es predecible”.

Con estas citas de Abbagnano y de Hanson quedan claras dos cosas, a saber: 1) que la relación de necesidad significa que la causa y el efecto están inevitablemente unidos; 2) que cada vez que ocurre uno ocurre el otro en una secuencia temporal t-Dt, respectivamente; y más adelante expresa el requisito indispensable: “…. esta relación entre los conceptos de predicción y explicación debe ser «gobernada» dentro de un marco deductivo, una teoría” (1977, p. 37); porque “…. sin teorías, la ciencia natural, la física la química, la biología, se hallarían todavía en estado embrionario” (Roura-Parella, 1944, p. 219). Yo me afilio a la idea expresada en el punto 2, agregando la consideración de que la predicción puede ser probabilística.

Es otra la manera de conocer de las Geisteswissenschaften. Prestemos atención a la siguiente cita:

El procedimiento mediante el cual conocemos el mundo de lo propiamente humano, de la vida y de la cultura, lo llama Spranger, al igual que su maestro Dilthey, comprender. [….] comprender es aprehender un sentido. Comprendemos un fenómeno cuando podemos ponerlo en relación con una conexión total conocida. Comprender es aprehender el sentido de conexiones espirituales en forma de conocimiento objetivo. (Roura-Parella, J., 1944, p. 219).

El sentido hace alusión a la totalidad. Por sentido debemos entender las relaciones de las partes con el todo en función de reglas; no es pues una conexión total caprichosa, sino sujeta a reglas. El ejemplo más fácil de manejar es la relación de las palabras en la frase, lo cual ocurre en función de las reglas de formación de frases del idioma de que forme parte la frase que queremos formular. Así, el grupo de palabras: “a Pedro Juan da pera una” no hace sentido porque esas son palabras de la lengua castellana y no están acomodadas de acuerdo con las reglas de formación de frases de esta lengua. Captar el sentido es comprender. Sentido y comprensión son correlativos, dice Roura-Parella (1944, p. 222).

Las ciencias naturales, pues, tienen la intención de explicar y las ciencias sociales de comprender. Pero ¿qué no la explicación es un tipo de comprensión? No. Al menos en el sentido técnico arriba expuesto, no. Pero uno se queda con la sensación de que quizá sí existan casos en que la explicación sea un peldaño de la escalera hacia la comprensión; y ello origina un problema de niveles de información que hay que intentar resolver. Estos niveles son el epistemológico y el psicológico. Por el primero hay que entender todo lo atinente a los métodos y teorías, y por el segundo, las cogniciones y creencias del observador, o sea del sujeto que intenta conocer. Desde la perspectiva de la teoría del conocimiento cada método tiene su propio objetivo y no se pueden mezclar. Pero desde la perspectiva psicológica, es decir, la del observador, sí es posible el hecho de que la mejor explicación lleve a la mejor comprensión porque él con su acción cognoscitiva está tratando de encontrar el sentido de cuanto ve o experimenta sensorialmente. En este plano sí puede haber combinación de métodos, pero no hay que olvidar que la discusión inicial es de tipo metodológico, donde cada método tiene su propio plano de aplicación.

Desde luego, éstas son apreciaciones generales que no profundizan en la problemática de cada uno de estos tópicos porque ello no corresponde al interés central de este trabajo, pero la caracterización de estos dos tipos de ciencias sí es necesario, porque la psicología no es sólo natural ni sólo social: es ambas.

La psicología como ciencia natural y como ciencia social

La psicología es, en algunos de sus campos de aplicación, una ciencia biológica y, en otros, una ciencia social. Esta condición podría hacer que algunos pensadores consideraran que la psicología es el eslabón que une a los dos tipos de ciencias aquí pergeñados, pero en sentido estricto, no es ningún eslabón: sencillamente resulta que algunas de sus tareas, como las de la psicofísica, las relacionadas con las leyes del condicionamiento y otras, corresponden a las ciencias naturales o biológicas. Y aquellas tareas relacionadas con la percepción, con algunas modalidades de la interacción humana, etc. son atinentes a las ciencias sociales y están relacionadas con los códigos y sistemas de símbolos, es decir, con la hermenéutica, la cual, en pocas palabras es tradicionalmente el arte de interpretar los textos. Por esa razón, se entiende como una práctica acerca del significado de los símbolos. Es decir, el hermeneuta es un estudioso de lo que simbolizan los símbolos, y se interesa en general por las relaciones de significación de los signos.

Una parte de la hermenéutica, con el nombre particular de exégesis, se refiere a la interpretación de textos bíblicos, tarea común de los frailes del medioevo europeo (Abbagnano, 2004, p. 617). Entonces, incluyendo la exégesis y generalizando a cualquier tipo de escrito, la hermenéutica viene a ser una estrategia metodológica o intuitiva de interpretación de textos, cuando se trata de algún libro sagrado o profano; y de símbolos culturales, cuando se trata de conductas regidas por códigos.

La precisión en los métodos nos permite identificar estas dos grandes áreas de la psicología, correspondientes a los dos tipos generales de ciencias fácticas que existen, según la manera de abordar sus objetos de estudio. Por eso es muy útil tener siempre en mente aquí los dos métodos que resultan de las dos tradiciones ya arriba señaladas: el método galileano, que fue durante todo el siglo pasado el más popular en psicología, y que tuvo entre sus más fervientes cultivadores a los pensadores que se reunían en El círculo de Viena. Y el método aristotélico, que se ha venido introduciendo en psicología desde la segunda mitad del siglo pasado, sobre todo después de la desintegración de la URSS. Ejemplos claros de la aplicación de cada uno de estos métodos en psicología son el condicionamiento operante (galileano) y el psicoanálisis (hermenéutico).
Como quiera que se las llame, las ciencias sociales o ciencias del espíritu se encargan de los temas atinentes al intelecto, es decir, a todo aquello que tiene qué ver con la cultura y la interacción entre los hombres. Son, de los temas del saber humano, los más complejos, para los cuales aún no se ha podido desarrollar un análisis matemático competente. Como las ciencias naturales, sobre todo la física, cuentan con un conjunto amplio de herramientas cuantificacionales para su tarea diaria, los teóricos del área de ciencias sociales frecuentemente plantean que el análisis matemático no es atinente a este tipo de ciencias. El punto en cuestión es muy complicado y requiere de un análisis más profundo de lo que yo puedo hacer aquí, sin desviarme de mi tema; pero sí quiero, al menos, dejar planteado que, quizá por el nivel de desarrollo de las teorías y técnicas de observación en ciencias naturales, a la fecha se logra aislar fracciones de la naturaleza en las que se puede determinar un número reducido de variables. Pero en lo atinente a las ciencias sociales o ciencias del espíritu, en muchos casos, ni siquiera se puede saber cuáles son las variables preeminentes, de modo que se pueda focalizar la atención en ellas. Esta situación provoca un estado de estupor en los científicos sociales de tal manera impresionante que, en vez de aceptar que aún no han hecho la tarea de matemáticas, declaran que los fenómenos de que ellos tratan no son matematizables. Desde luego, contraejemplos de este estado de estupor son el modelo de Hull, el de Estes y los de la corriente llamada psicología matemática. Pero, no pretendo igualar matematización con madurez de las ciencias sociales, no es esa mi meta; lo que sí pretendo es presentar una estrategia que permita identificar con alguna pulcritud metodológica, las variables últimas del fenómeno psicológico. Como quiera que sea, este es un tópico que hay que desarrollar más en otro lado; mejor centremos nuestra atención en puntos nodales de la disciplina que aquí nos ocupa.

La palabra psicología
Existían en griego clásico dos palabras con significado parecido. NouV, que significa inteligencia, espíritu, mente, pensamiento, memoria, sagacidad, prudencia, intención, razón, alma 1, intelecto, significado (Pabón de Urbina, José M., 2000, p. 412); y yuχh́, que significa soplo, hálito, aliento vital, fuerza vital, alma2 , vida, ser viviente, persona, ser querido, espíritu, corazón, inteligencia, mente, ingenio, voluntad, etc. (Pabón de Urbina, J. M., 2000, p. 652). Estas dos palabras están en el meollo del sentido de la palabra que aquí comento y se ve que ambas podrían haber formado la expresión moderna psicología; pero al parecer fue gracias al interés de Aristóteles que quedó seleccionado para la posteridad el término que ahora usamos -a partir de yuχh́-, y no el de noología, que se pudo haber formado a partir de noũV. Es más, cuando el estagirita hace su clasificación de las almas aplica la palabra yuχh́, apuntalando con ello un uso que sobrevive hasta nuestros días.
La palabra psicología ha tenido diferentes significados desde su aparición en la Grecia antigua, donde el significado que podemos identificar de inmediato es el que resulta de la etimología de la palabra misma. Como ya vimos arriba yuχή tiene, entre otras, la acepción de alma, y lόgoV significa estudio, tratado; de donde resulta que yuχologίa (psicología) significa el estudio del alma3 , dejando en suspenso el problema de lo que en cada época se ha entendido -y en cada cultura se entiende- por alma.

La categoría de alma
Éste es, antes que nada, un concepto cristiano; y como la Cultura Occidental es cristiana en esencia, se puede confiablemente utilizar de manera equivalente los términos ‘cristiano’ y ‘occidental’. Dice Abbagnano (2004, p. 46ss) que ‘alma’ (del griego ‘yuχή’, latín ‘anima’, inglés ‘soul’, alemán ‘Seele’) es, en general, el principio de la vida, de la sensibilidad y de las actividades espirituales, en cuanto constituye una entidad por sí o sustancia; de donde se infiere que, considerada como sustancia o esencia, el alma tiene el carácter que la tradición de referencia indica. Así, para Anaxímenes, la esencia es aire; para los pitagóricos, es armonía; para Heráclito, es fuego; para Demócrito, está formada de átomos esféricos. Y estas formas variadas de considerar la esencia son para el historiador cristiano antecedentes del concepto de alma o son el alma misma que se manifiesta en el mundo. De cualquier manera habremos de esperar al advenimiento de Plotino, quien sienta las bases intelectuales para que el alma adquiera su carácter cristiano de entidad coexistente con el cuerpo, concepción que los neoplatónicos y los padres de la iglesia habrán de continuar, incluso haciendo malabarismos intelectuales para que cuadren hasta las ideas de Aristóteles, quien realmente considera que el alma es una cualidad del ente y no un ente de carácter inmaterial dentro de otro ente de carácter material. Dice Aristóteles que el alma es “la entelequia primera de un cuerpo natural que tiene la vida en potencia” (Mueller, 1980:65), de donde se puede inferir que “El alma es al cuerpo lo que el filo es al hacha, lo que la vista es al ojo” (ídem).
La discusión sobre el alma puede ser tan profunda como se desee y siempre quedarán recovecos por allanar, porque utilizar tal concepto para definir la psicología es una mala estrategia, pues el alma es una categoría occidental, y esta disciplina, como todas las ciencias, aspira a ser universal. Manteniendo la categoría de alma no se puede acceder a ninguna universalidad, por el carácter provinciano, regional, sesgado de tal concepto. Una prueba de ello es que se puede traducir sin dificultades la palabra de marras a cualquier idioma de la cristiandad, pero en chino existen unas trece o catorce o más posibilidades de traducción 4; que, si fueran cuatro o tres, serían suficientes para percatarse de que no hay correspondencia biunívoca intercultural. A las lenguas mexicanas no hay ninguna posibilidad de traducción. Aunque los frailes primeros que llegaron a México con los invasores europeos forzaran la palabra ‘tonalli’ del nahuatl, no lograron traducir la palabra ‘alma’, por la sencilla razón de que el modelo de persona cristiano es diferente al modelo tolteca de persona. ¿Qué fue lo que sí hicieron? Una adaptación. Adoptaron el uso de la palabra ‘tonalli’ para significar alma, independientemente de las implicaciones semánticas y culturales de los términos. Esa adaptación tiene un efecto engañoso en los profanos del tema, porque habiéndose adoptado por convención la equivalencia de un término, llegan a creer que el acuerdo es suficiente para soslayar el trasfondo cultural de los conceptos. Los siguientes diagramas de los modelos de persona occidental y tzotzil –uno de entre muchos ejemplos de la toltequidad- permitirán entender este punto de mejor manera:

Modelo occidental de persona


ALMA
ESPÍRITU
MENTE
RES COGITANS

CUERPO
MATERIA
CEREBRO
RES EXTENSA

 

Aquí también pueden incluirse las díadas espíritu-materia, mente-cerebro, res cogitans-res extensa. Corresponden a diferentes momentos de la historia de occidente y todas tienen el mismo valor simbólico correspondiente en el modelo de persona. Aunque cada díada requiere una explicación mayor para su cabal entendimiento, el objetivo que me mueve a presentarlas aquí queda cumplido con su exhibición. Además, es un modelo cristiano presentado a cristianos, sin importar tendencia o secta, así que este texto no suena, o se ve, extraño, de ninguna manera. Cosa diferente es el siguiente modelo.

Modelo tzotzil de persona


CH'ULEL

CHANUL

K'UXBOL

He aquí, algunas explicaciones mínimas: ‘k'uxbol’ hace alusión, simplemente, al cuerpo de la persona; el conjunto, digamos, que forman la carne y los huesos.
El término ‘chanul’, se deriva de la palabra ‘chon’, que significa víbora o animal en general. En términos del modelo, el concepto chanul se refiere a una parte de la persona que nace en el monte en forma de animal, en el mismo momento que nace en la casa la primera parte que es k’uxbol. Es decir, que no se trata de un animal compañero, sino que se trata aquí de una parte de la misma persona, con la misma calidad que, digamos, tienen las manos o los dedos para el concepto occidental de cuerpo.
La palabra ‘ch'ulel’ está asociada con el adjetivo ‘ch'ul’, que se puede traducir muy bien por ‘santo’, ‘sagrado’ o ‘divino’. Significa, representa o se asocia con los aspectos más importantes del mundo que conllevan significado de vida como el viento, el agua, las montañas, las cuevas. En términos del modelo, se relaciona con chanul (animal del monte) y con k'uxbol (el hombre en calidad de ofrenda) para integrar un todo fundamental, que es el origen y sentido de la vida. El pronombre ‘yo’ en tzotzil es ‘vo'on’; y ya se puede ver, a la luz de los modelos de persona occidental y tzotzil, que, aunque gramaticalmente podamos traducir bien un pronombre por otro, ‘yo’ y ‘vo'on’ existen en horizontes hermenéuticos diferentes, lo que trae como consecuencia diferentes actitudes frente al mundo. Con lo ya dicho basta.
Conclusión
La categoría de alma no conviene para un modelo de psicología. Al menos, no conviene para el modelo que yo deseo preconizar, porque la categoría de alma bien se puede utilizar para construir un modelo cristiano de psicología, pero el mundo no es cristiano en principio; y México tampoco lo es. Si se pretende que la psicología sea una ciencia universal es necesario librarla del corsé cultural. Y, ¿cómo librarse de tal corsé? Si se pudiera abandonar una cultura, se caería necesariamente en otra, entonces no se puede desculturalizar el concepto; pero sí se puede liberar a la psicología de este problema si en los currícula de la disciplina se incluye contenidos instruccionales sobre el horizonte cultural del curriculum particular, de modo que los estudiantes tengan conciencia del marco hermenéutico de -al menos- las áreas de psicología que forman parte de las Geisteswiessenschaften. La conciencia del horizonte cultural permite controlarlo y ponerlo en su lugar.
Referencias
Abbagnano, Nicola (2004). Diccionario de filosofía. México: F. C. E.
Bunge, M. (1978). La investigación científica. Barcelona: Ariel
Hanson, Norwood R. (1977). Patrones de descubrimiento, observación y explicación. Madrid: Alianza Universidad.
Mueller, F. L. (1980). Historia de la psicología. México: F. C. E.
Pabón de Urbina, J. M. (2000). Diccionario manual de griego (griego clásico- español). Barcelona: Vox.
Roura-Parella, J. (1944). Spranger y las ciencias del espíritu. México: Minerva, S. de R. L.
Wright, Georg Henrik von (1979). Explicación y comprensión. Madrid: Alianza Universidad.

1  La frase e̓k pantòV nóou  con toda el alma, es bastante ilustrativa de este significado.
2   La frase o̒́lh̩ th̩̃ yuch̩̃ con toda su alma, ilustra el uso de este término.
3 La de Aristóteles se llamaba Psicología racional o filosófica y “tenía por objeto la naturaleza, la sustancia y las determinaciones accidentales del alma”, entendiéndose por ésta “el principio de los seres vivientes”. N. Abbagnano (2004), Diccionario de filosofía.
4  He aquí algunas equivalencias de sentido, en el entendido de que esta lista no es exhaustiva: 1) 灵魂 (línghún) alma, espíritu; 2) 生命 (shēngmìng) vida; 3) 心 (xīn) corazón; 4) 心灵 (xīnlíng) inteligente, corazón, alma, espíritu; 5) 心肠 (xīncháng) corazón, intención; 6) 人 (rén) persona, gente, ser humano, personalidad, carácter; 7) 生气 (shēngqì) enojarse, vida, vitalidad; 8) 精神 (jīngshén) espíritu, mente, conciencia, esencia; 9) 精髓 (jīngsuǐ) médula, tuétano, meollo, energía, quintaesencia; 10) 主导 (zhǔdǎo) guía, dominante, dirección; 11) 动力 (dònglì) motivo, poder, fuerza, ímpetu, impulso; 12) 中心人物 (zhōngxīn rénwù) el centro, el corazón de la persona; 13) 实质 (shízhì) sustancia, esencia; 14) 要害 (yàohài) parte vital, punto crucial; 15) 关键 (guānjiàn) bisagra, gozne, clave, llave; 16) 空心 (kōngxīn) vacío, hueco; 17) 膛 (táng) tórax, pecho, un espacio encerrado dentro de algo; 18) 筒 (tǒng) una sección de bambú, manga; 19) 内核 (nèihé) núcleo interior; 20) 芯儿 (xìnr) centro, meollo, corazón; 21) 主体 (zhǔtǐ) sección principal, parte principal, objeto; 22) 杉篙 (shāgāo) polín de abeto. Y muchas más acepciones; se echa de ver que este tópico da para un trabajo en particular sobre el tema.

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Recibido: Enero 2018 Aceptado: Enero 2018 Publicado: Enero 2018



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