José Luis Crespo Fajardo
Grupo de investigación HUM 552
Universidad de Sevilla
La obra que tiene ante sus ojos, Quilatador de la Plata, Oro y Piedras, es uno de los textos españoles más antiguos referentes a la economía. Fue el primer tratado que publicó el célebre orfebre leonés Juan de Arfe y Villafañe (1535-1603), y salió a la luz en las prensas vallisoletanas de Alonso y Diego Fernández de Córdova en el año de 1572. Se trata de un volumen en cuarto, de cariz técnico y dirigido a los ensayadores de metales preciosos, un cargo frecuentemente ocupado por plateros. Entre ambas actividades la conexión era, ciertamente, el material. Pocos oficiales poseían tantos conocimientos sobre el oro y la plata como el platero1. El Quilatador fue el primer tratado sobre esta disciplina impreso en Europa. Los artífices, estudiándolo, podían aprender la teoría sobre la aleación y marcaje de la plata y monedas, el tratamiento del oro y el montaje de las piedras preciosas.
En 1598, Juan de Arfe publicó una nueva impresión. Es preciso atender a lo que expone en el “Discurso a los lectores”, de esta reedición, para comprender por qué motivos se sintió impulsado a instruir acerca de esta materia2:
«Hallándome en Valladolid el año pasado de mil y quinientos setenta acabando la custodia de la catedral de Ávila, que fue entonces cuando se fundó la casa de la moneda de aquella Ciudad, se ofreció con esta ocasión, hablar muchas veces con los oficiales que vinieron a ella, y con algunos afinadores de plata y oro, sobre el orden de ligar estos metales, para reducirlos a las leyes que en estos Reinos se labran… Y con la mucha práctica y experiencia que tenía de esto, y por las razones que de ello daban, comucino (sic) estar bien fundados en las causas originarias de esta ciencia. Pues para que una cosa sea tan importante se supiese generalmente, ordené el quilatador de la plata, oro y piedras, para que esto y el orden de tasar las joyas fuese notorio a todos.»
Como vemos, el hecho determinante de la fundación de la casa de la moneda de Valladolid parece ser el germen del Quilatador. En ese entonces, Juan de Arfe era alcalde de la hermandad de los plateros de Valladolid. Conversar con ensayadores y peritos le permitió valorar la importancia indispensable de aquellos saberes, y le animó a tomar la decisión de divulgarlos. Es de suponer que desde 1570 – la fecha que menciona- se ocupó en componer el tratado y obtener las entalladuras, los grabados en madera para ilustrar el texto3. Procedió con métodos de investigación, teniendo en cuenta la delicadeza del asunto. Se documentó y consultó en entrevista con expertos. Así lo explica en el prólogo de la primera edición4:
«No quiero que nadie piense que este mi trabajo ha sido sólo mío, o que con confianza y atrevimiento he querido yo poner ley y tasa al valor de cosas tan preciosas por mi parecer y juicio, sino comunicando los hombres que más han tratado de esto en España, y aprovechándome de los trabajos y experiencias de cada uno (en cuanto pude) de manera que ya que no se pueda precisamente, decir el justísimo precio de cada piedra (según su talento) a lo menos hayamos llegado muy cerca del nivel, y del verdadero precio…de suerte que lo que de este libro es mío, es la curiosidad de haber visto muchas cosas, y haberlas puesto en orden que puedan dar algún fruto.»
El Quilatador de 1572 se divide en tres libros. El primero dedica diez capítulos a tratar cuestiones referentes al marco castellano y a las leyes y ligas de la plata. El segundo relata, en nueve capítulos, temas relacionados con los pesos del oro y de la plata. El tercer libro versa, a lo largo de sus diecinueve capítulos, sobre piedras preciosas5. Está dedicado a Diego de Espinosa, obispo de Sigüenza, inquisidor general de España, y Presidente del Supremo Consejo de su Majestad, que con el tiempo llegaría a ser cardenal.
Esta edición contiene ochenta y nueve ilustraciones de instrumentos de medición, pesas y tallados de piedras preciosas. Se han relacionado con las que ilustran libros italianos de metalurgia6. Biringucio, Agrícola y Pérez Vargas son autores con los que debió estar familiarizado7. Los tratados de orfebrería de Cellini, inventariados entre los bienes de Arfe, salvando el capítulo sobre acuñar monedas, no tratan las mismas cuestiones que le interesaban para su libro, pero cabe pensar que los adquiriera por entonces8. También poseía la Aritmética de Moya, cuyos libros séptimo y octavo tratan de la reducción de monedas. Pudo también haber utilizado un raro libro de Diego Covarrubias Veterum collatio numismatum, donde se habla de teoría de la moneda y su valor a lo largo de la historia. Desconocemos su fecha de edición, y en realidad no lo hemos encontrado en ningún catálogo. Sólo lo conocemos porque varios autores antiguos refieren su existencia. A Diego de Covarrubias lo menciona Arfe en el libro IV de la Varia, pero en relación a ser hijo del arquitecto Alonso Covarrubias, y a sus cargos de Presidente del Supremo Consejo de Su Majestad y obispo de Segovia. Por otro lado, hay que recordar que Arfe cita que su principal fuente es la consulta a expertos y el provecho de sus trabajos, los cuales podrían haber estado codificados en manuscritos.
El tratado se reveló como un instrumento útil para evitar engaños y falsificaciones. En este periodo final del siglo XVI, reinaba gran desconcierto sobre la corrección de los ensayes y tasaciones. En Sevilla, muchos almacenistas de plata se aprovecharon de esta falta de claridad para enriquecerse ilícitamente9. En el Quilatador, los interesados podían encontrar las valoraciones justas. En este sentido, es muy revelador el contenido del poema introductorio en latín de Andrés Gómez de Arze10.
ANDREAS GOMEZIUS DE ARZE, pontifici iurae Bacchalareus ad studiosum lectorem.
Tú, que deseoso de piedras preciosas, atraviesas las costas Indias,
con demasiada frecuencia serás engañado, una vez agotado tu dinero.
Pues, bajo la apariencia de cosa distinguida, un astuto vendedor
te las ha dado con arte a cambio de mil.
Pero ahora el floreciente Arfe da con talento una norma por la que
innumerables puedan rechazar los engaños.
En un principio la brillante materia de plata y de amarillo oro
se manifiesta digna de ser adquirida por otros.
Brilla la piedra preciosa de variadas clases y variados colores
que arrastra el mar ondulado y la feraz tierra.
Arfe, famoso en las Hespérides adoctrina a todos los orfebres.
* * * * *
Hemos dicho que Arfe ocupaba un importante puesto en la cofradía de plateros de Valladolid. La unión en gremios y hermandades como la de San Eligio o San Eloy era muy práctica, entre otras cosas, para auxiliar a los plateros en situaciones de necesidad. A pesar de que la platería era un arte bien valorado, muchos artífices no obtenían suficientes rentas para mantenerse. Un alto porcentaje eran analfabetos. Algunos sectores poseían una concepción de su propio hacer baja, rutinaria e inmovilista. En el prólogo de la primera edición del Quilatador, Arfe critica duramente esta falta de cultura y de curiosidad, y se revuelve contra la poca estimación del arte que existe entre los miembros de su profesión.11
«Creo que no hay ninguna (arte) que mayor perfección pueda recibir, que la de los plateros… hasta nuestros tiempos por ventura no se ha acertado el mejor camino de labrar la plata y el oro… en este camino hay muchas cosas, y muy excelentes que saber, si la negligencia de los artífices o la codicia del interés no hiciese menos curiosa el arte de lo que ella es…
Páginas con grabados de la primera edición del Quilatador.
Arfe, un platero en posesión de cierta erudición, comienza a plantear una actitud de dignidad del arte -que con los años se acentuaría- en la creencia de que los de su oficio, compartiendo este ideal, debían tratar de buscar el saber para obtener la excelencia. Ofrece los secretos de la técnica de ensayar, que era bastante complicada, dando a entender que la platería es una disciplina que ha de expandir el alcance de sus conocimientos y renovarse12.
«Es tan grande la perfección de todas las artes, que jamás pudo alguno poner término y fin a ninguna de ellas, al cual no excediesen otros nuevos ingenios y más excelentes. Porque como el entendimiento del hombre (que es el principio del arte) sea una figura y traslado de aquel divino el cual es un principio inmenso e infinito de la naturaleza, tiene una cierta infinidad tan sin medida, que en sólo Dios se halla el término de su perfección, (como en el principio y fin de toda bondad) Y de aquí nace la novedad y enmienda que cada día vemos en las artes…»
Las palabras con que finaliza el prólogo nos permite entrever que planeaba seguir escribiendo y sacar a la luz nuevos tratados. Arfe nos revela su determinación para bautizarse como literato, y es posible que ya abrigase la idea de componer la Varia Commensuracion 13:
«y si fuese tan bien recibido de todos, (como yo le ofrezco a la común utilidad de los que quisieren acertar) será darme confianza para publicar otros trabajos de mayor importancia y provecho.»
Adentrándonos en la obra, a ojos de un lector actual algunas enseñanzas expuestas en el Quilatador manifiestan un marcado aire hermético14. Como escribió Stirling, en el Quilatador, de acuerdo con la fascinación de la época, las ocultas virtudes de las piedras preciosas son anotadas cuidadosamente15. Mencionemos a Pedro Mexía, que al hablar de anillos, trata también de piedras preciosas y sus propiedades remitiendo a los mejores textos de la época16:
«Libros hay excelentes que de ello tratan en particular, como es Aristóteles en el que hizo de las piedras, aunque algunos dudan ser suyo, y Alberto Magno en el de las cosas minerales, Marbadeo Poeta en el de las piedras preciosas, Serapión en el de los simples, San Isidoro en el XVI de sus Etimologías, Bartolomé Ánglico de las propiedades de las cosas, y sobre todos Leonardo Camillo en el espejo de las piedras, y Plinio en diversas partes…»
Los libros de litología y los “lapidarios”, que informaban sobre este asunto, eran muy tenidos en cuenta en medicina. El tema de las virtudes de las piedras aparece en autores tan respetados como Galeno o Dioscórides, y era creencia extendida en los ambientes científicos del siglo XVI. Las propiedades médicas de piedras y minerales del popular tratado Dioscórides de Andrés Laguna no coinciden con las virtudes que expone Arfe17. Desconocemos la fuente exacta del orfebre. Incluso es posible que utilizara información obtenida de su paso por Salamanca.
Arfe se hace eco de tradiciones de farmacopea, como la que asegura que la espuma de plata molida cura las llagas, o el oro para muchas enfermedades es medicina. Y entre otras virtudes tiene la de confortar la flaqueza del corazón, engendrar alegría y magnanimidad, quitar la melancolía, y limpiar las nubes de los ojos18. Los zafiros tienen virtud de limpiar la vista, y quitan la cargazón de los ojos. Y si hay viruelas, tocando los ojos con el zaphir los libra que no entren dentro. Y tienen también virtud de mitigar las carnalidades, inclinan a castidad (y así es más usado entre cardenales y perlados que entre otras gentes19. El topacio tiene virtud contra la pasión lunática, y… restaña la sangre de las heridas; y la purgación de los riñones.20
Hasta que se publicó el Quilatador, la tradición de la transmisión oral se encargaba de seleccionar a los depositarios de los conocimientos sobre ensayo de metales. Por lo tanto, sin una normativa general entre los ensayadores de las diferentes Cecas, o casas de la moneda, no había acuerdo de criterios en el peso y la estimación de los metales preciosos. Juan de Arfe dio el primer paso para constituir una regulación por medio de un libro que sirviera de consulta general a todos.
Pasado un tiempo, Felipe II trató de reglamentar la actividad de los ensayadores convocando una junta de expertos, que parece sólo atañó a los ensayadores de las casas de la moneda de Castilla. En ella participó Juan de Arfe. Sobre su fecha de celebración, la más segura es 1586 o 1587, teniendo en cuenta lo que el propio Arfe manifiesta en la segunda edición del Quilatador 21
«Luego en adelante los años de ochenta y cinco y ochenta y seis, estando en Sevilla haciendo la custodia de la iglesia Metropolitana de aquella ciudad, se ofrecieron en estos Reinos algunos pleitos y diferencias, sobre la moneda de plata y oro que se hallaba falta de ley y peso; y por ser negocio tan importante mandó su Majestad viniesen a la corte los ensayadores de las casas de moneda, y haciéndoles hacer las experiencias que ellos quisieron delante de ministros que su Majestad nombró para ello, se halló tanta disconformidad entre los ensayadores y tan poca ciencia y firmeza en alguno de ellos, que fue necesario después de haberse ventilado entre personas y experiencia y peritos en el arte, que su Majestad mandase ordenar nueva ley, dando orden en ella, para lo que adelante se ha de guardar, en la forma de los ensayes y peso de la moneda y feble (sic) de ella, y en el hundir de la cizallas. Pues conociendo que esta variedad nacía de no entender los mercaderes de plata y ensayadores, cómo respondía el dineral de la plata con el marco, y el dineral del oro con la pesa del castellano, me obligo a procurar fundar esta ciencia y reducirla a arte que tuviese demostración…»
Como resultado del encuentro, el monarca creó una ley, firmada el 2 de Junio de 158822. A partir de entonces, Arfe empezaría a pensar en sacar una edición actualizada del Quilatador. Aduce Nicolás Antonio que se lo había encomendado el propio Felipe II 23. Pero la determinación parece haberle nacido al ser nombrado, en 1589, ensayador de la Casa de la Moneda de Segovia24:
«Estando algún discurso de tiempo, haciendo las Custodias de Valladolid, y Burgos, fue su Majestad servido de hacerme merced del oficio de Ensayador de la Real y antigua casa de Segovia, cuya ocasión me obligó a publicar este nuevo Quilatador de la moneda, para que los ensayadores y marcadores de plata sepan a lo que están obligados, pues con esto les será fácil traer la Plata y Oro siempre juntos a la ley, sin que en ello haya variedad, como sucedía muchas veces por no saber estas cosas con la precisión que se requería.»
En 1595 tomó posesión del cargo titular de ensayador del Real Ingenio de la Moneda de Segovia, un puesto del que, hasta entonces, disfrutaba de forma interina. Desde finales de este mismo año está en disposición de publicar el Quilatador, habida cuenta de las fechas de la licencia y de la aprobación de las leyes, joyas y ensayos que figuran en las primeras páginas del libro25. Pero por alguna causa esperó a hacerlo en las postrimerías de 159826. Esta segunda edición, publicada en Madrid, es un tomo en octavo de bastante grosor. Aparece dividido en cinco libros. Contiene un resumen de la normativa del asunto a desarrollar al principio de cada capítulo. En el libro III se declara la nueva legislación hecha sobre los ensayos de oro y plata dictada por Felipe II. El quinto libro trata exclusivamente sobre piedras preciosas.
Se trata de un completo manual para especialistas del ensayo de metales, a mucha distancia del carácter sencillo y didáctico de la primera edición, que a su lado parece destinada a principiantes27. Se ha observado tanta discordancia entre las dos impresiones que las han considerado, prácticamente, dos obras distintas28. Sobre todo destaca la ausencia de grabados en el interior, salvo el retrato oval de Arfe, el mismo de la Varia. En cambio figuran numerosas tablas y baremos de medidas. Es también relevante que en el título de la obra, no sólo ostente su vencido cargo de Ensayador mayor de la moneda en la Real y Antigua casa de Segovia, sino que también se declare Escultor de oro y plata. Es revelador de sus pretensiones de mejorar su consideración social. Aparece refrendado en la licencia, pues el Consejo del Rey se dirige a él de este modo: “Por cuanto por parte de vos Ioan de Arphe Villafañe Esculptor de oro y plata…” si bien ya se le había titulado del mismo modo en la licencia expedida a la Descripción de la Traza.
Picatoste nos informa de que Arfe “estudió toda la parte legal relativa a la moneda, y después trató de descubrir la práctica de estos preceptos, analizando las monedas y alhajas de diversas épocas y hallando de este modo la ley de su metal 29.” Así parece haber procedido, a tenor de ciertos párrafos del tratado, donde se observa que profundizó hasta averiguar, mediante métodos de ensaye, lo más correctamente posible la valencia de los metales. Muy interesante es lo que dice en el epígrafe titulado “Cómo se ha de ligar la plata fina de un marco abajo, para reducirla a la ley de once dineros y cuatro granos.” Allí, señalando las labores de su padre y de su abuelo, expone que la ley de once dineros y cuatro granos siempre se ha usado en Castilla, y esto se ve incluso en las piezas de plata de las iglesias30:
«y lo he experimentado en muchas que he deshecho, y fundido, para hacer las custodias que he hecho, para las iglesias de Ávila, Sevilla, Valladolid, y Burgos, y Antonio de Arphe mi padre la halló en un Santiago antiquísimo, que deshizo en Santiago de Galicia, para hacer la Custodia de aquella iglesia, el año de 1540. Y Enrique de Arphe mi abuelo, para las custodias que hizo en León, Toledo, y Córdoba, también deshizo infinitas cosas antiquísimas y todas de esta ley.»
Entre la documentación manejada por Arfe para esta edición, estaba De Re Metallica, de Bernardo Pérez Vargas, Madrid, 156931. También se valió del Tratado de las aguas destiladas, pesos y medidas de que los boticarios deuen vsar por nueua ordenança y mandato de su Magestad y su Real Consejo, de Francisco de Vallés, Madrid, Luis Sánchez, 159232. Arfe debió consultar los más antiguos reglamentos, porque en el discurso a los lectores , a propósito de la exactitud de los pesos, cita al platero toledano Pedro Vegil, quien fue, durante el reinado de los Reyes Católicos, el primer marcador mayor de Castilla.
Aparece en esta segunda edición el siguiente poema de Juan Beltrán de Benavides33:
Del licenciado Ioan Beltran de Venavides
Marcador mayor de Castilla, a Ioan de Arphe.
Los quilates y valores
de las joyas, plata, y oro,
que es la suma del tesoro
de Monarcas y Señores.
Tan claro nos los mostráis
que al que menos sepa dello
solamente con le ello
satisfazeis y en terays.
Y las pesas y medidas
en tal método las veo
que en Agrícola y Budeo 34
no están mejor entendidas.
Juan Beltrán de Benavides, era hijo de Felipe Benavides, superintendente de los materiales para los entierros de Felipe II en el Escorial. Juan de Arfe fue llamado en 1596 para intervenir en ciertas figuras de bronce de los entierros, que eran obra de Pompeyo Leoni. Allí asistió a los hijos de Felipe Benavides. Cuando, en 1598, murió el superintendente, que era también marcador mayor de Castilla, se barajó el nombre de Arfe entre los candidatos a ese cargo, pero al fin se le concedió a un hijo del fallecido: Juan Beltrán de Benavides35. Llaguno explica este episodio con mucha claridad36:
«Por muerte de Felipe Benavides, tapicero mayor del rey, a cuyo cargo estaba la superintendencia de los materiales para las referidas estatuas de los sepulcros, y el cuidado de que se trabajase en ellas con aplicación, vacó el oficio de marcador mayor de Castilla. Juan de Ibarra, del consejo y cámara de Indias, y secretario de obras y bosques, propuso al Rey a 11 de febrero del mismo año a Juan de Arfe para este empleo, diciéndole: “que como S. M. sabía, era hombre honrado, inteligente, de buena condición y trato, y muy a propósito para recomendarle lo de pesos y medidas (el oficio de marcador mayor), y la superintendencia de las figuras.” Pero el rey, que había estimado mucho a Felipe de Benavides, por atender a su familia, confirió estos cargos al licenciado Juan Beltrán de Benavides, su hijo.»
Muñoz Amador, quien era en 1755 ensayador de la casa de la moneda de la Corte, escribió acerca el empleo de ensayador y marcador mayor de los reinos: “…en España, cuando se creó este oficio, hay autor que dice, dijo su Majestad no tenía empleo de capa y espada más honorífico que dar…37”
Realmente, era un puesto oficial muy codiciado, pero la inclusión de este poema de elogio es prueba de que Arfe y Beltrán de Benavides eran amigos, a pesar de haber competido por él. El que Beltrán se titule ya marcador mayor hace posible datar el poema en el año 1598. De cualquier modo, la vida da muchas vueltas, y años después, el oficio recayó finalmente en alguien que conocía la doctrina de Juan de Arfe perfectamente. El 24 de julio de 1622, Lesmes Fernández del Moral fue elegido ensayador mayor del Reino para sustituir a Beltrán de Benavides.
En el informe se decía que Lesmes, según los oficiales de la ceca de Segovia, era un hombre “eminente y acreditado con las obras de sus manos, yerno de Juan de Arfe el gran maestro cuya doctrina y exemplares tiene; y que, de observante y christiano en su oficio, es algo detenido en el despacho; y es hijodalgo, hombre de edad mayor, muy concertado, cuerdo y virtuoso y tiene buena hazienda.”
Del Quilatador volvió a hacerse una nueva impresión en 1678 donde se aglutinan, en un solo volumen, las dos primeras ediciones39. La fortuna del Quilatador debe mucho a sus editores: Bernardo Sierra y María del Ribero, quienes hicieron las únicas ediciones del siglo XVII de los tratados de Arfe. Bernardo Sierra era un librero madrileño que pretendía hacer un buen negocio sacando a la luz estos libros, a priori considerados de venta segura por tratarse de antiguos éxitos editoriales. De un modo u otro logró hacerse con las originales planchas de madera de la Varia y de las dos impresiones del Quilatador. Es sabido que en el siglo XVII, los libreros de menores recursos utilizaban grabados xilográficos viejos de los siglos XV y XVI, obtenidos de segunda mano, en los casos en que se trataba de publicar un libro previsiblemente exitoso. Los estampaban hasta su completo desgaste y cuando era necesario los hacían restaurar40. El caso de las reimpresiones de la Varia y del Quilatador muy posiblemente responde a estos intereses comerciales. No tenemos claro cómo consiguió Sierra las planchas de madera. Lo más probable es que las poseyera otro librero. Es de suponer que un mercader de libros como Sierra no sólo comerciaba con libros, sino que también compraba y vendía las planchas. Sabemos que Pedro de Villafranca vendió las planchas de su cartilla de dibujo al librero Domingo de Palacio, que las estampó como adición a su edición de 1651 de las Reglas de Vignola traducidas por Patricio Caxes. Domingo de Palacio, posteriormente, vendió a Bernardo Sierra los derechos y las planchas de este libro, que se reedito a su costa en 1553. Otro es el caso del libro de Matías de Lera Gil de Muro: Práctica de fuentes y sus utilidades y modo de hacerlas y conservarlas con muchas advertencias muy importantes a la materia. Se publicó en Madrid, en 1657 por Pablo de Val. Este impresor debió venderle los derechos de impresión y las planchas a Sierra, porque la siguiente edición, de 1671, va publicada a su costa. Quizá fuera Domingo de Palacio, Pablo de Val, o algún otro impresor o librero el que vendiera las planchas de las obras de Arfe a Bernardo Sierra. Debido al fallecimiento de Sierra, los tratados se publicaron a costa de María de Ribero, su viuda. Era muy importante para ella conseguir un mecenas que sufragase parte de los gastos de la impresión de la obra. Parece evidente que su prioridad fue acudir a personas que, por su profesión, tuvieran un interés marcado en ver reeditadas estas obras. En el caso del Quilatador, va dedicado a “Don Pedro de Pomar, del Consejo de su Majestad en el Real de Hacienda, tallador Mayor perpetuo por juro de Heredad de las Reales Casas de Moneda de Toledo, Señor del lugar de Miana, en el Reino de Aragón.”
Esta reedición del Quilatador de plata, oro y piedras, vino a trastocar su título en Quilatador de oro, plata y piedras. Las ilustraciones son las mismas, pero en el texto se observan cambios como las letras iniciales adornadas, y unas “lógicas adiciones de un autor ignorado41”. En realidad, estamos ante las dos ediciones anteriores reunidas en un solo tomo. Hasta la página 103 se sigue la impresión de 1572, y a partir de aquí comienza el Quilatador de 1598, que se presenta como el libro cuarto. Bonet comenta que si la primera publicación es “un libro didáctico, con lo esencial del oficio y el catálogo de materias; y la segunda un manual o ayuda memoria para uso de oficiales y maestros dedicados al ensayo de metales”, esta tercera edición une las dos primeras porque aquellos eran libros diferentes entre sí, dando a entender que la viuda de Sierra, al ver que ambos textos se complementaban, optó por fundirlos42. Sin embargo, habría que considerar la dedicatoria que escribe María de Ribero a Pedro Pomar, quien sufraga la obra. Allí leemos: “a quién con más propiedad podré dedicar yo la renovación de un libro, que segunda vez sale a la luz, y cuyo asunto es declarar los quilates de oro, plata, y piedras, sino a un ilustre mecenas como V.S.43” Y por estas palabras notamos que interpreta erróneamente que ésta será la segunda vez que se publica el Quilatador. Si pensamos que Bernardo Sierra debía haber sido el encargado del negocio y las operaciones de las planchas, es probable que María desconociera muchas cosas, y cara a la reimpresión confundiera las planchas de 1572 con las de 1598, teniéndolas, indistintamente, por pertenecientes a un mismo libro, y así las entregara al impresor, Francisco de Zafra.
Esta fue la última edición completa del Quilatador, pero al parecer se volvió a imprimir parcialmente. María Jesús Sanz escribe que “las páginas más interesantes se reimprimieron y distribuyeron como hojas sueltas para uso de los miembros del Gremio de la Platería, encontrándose muestras de una impresión del siglo XVIII en el archivo de los Plateros de Sevilla44”. No se sabe si estos pliegos reimpresos parten de las planchas originales, o acaso se trata de nuevas planchas talladas ex profeso a partir de la copia de las páginas e ilustraciones de un ejemplar del Quilatador.
A rebufo de la obra de Arfe, surgieron muchos tratados especializados acerca de estos temas. Sabemos de algunos, como son: Declaración breve y sumaria del valor del oro, Alonso Gallo, Madrid, 1613. Tratado de Ensayadores, Juan Fernández del Castillo, Madrid, 1623. Bonet Correa cita Flor de Aritmética necesaria ao uso dos cambios e quilatador de oro e prata. Libro o mais curioso que tem sabido, Alfonso Villafañe y Giral, Lisboa, 1624; y no desecha que fuera pariente del propio Juan de Arfe45. El ayuntamiento y proporción de las monedas de oro, plata y cobre y la reducción de estos metales a su debida estimación, Alonso Carranza, Madrid, 1629. Arte de los metales en que se enseña el verdadero beneficio de los de oro, y plata por azogue, Alvaro Alonso Barba, Madrid, 1640. No sabemos si Arfe vería el manuscrito de este libro, sólo publicado en el siglo XVII, pero escrito en 1590. Declaración del valor de la plata, ley, y peso de las monedas antiguas de plata, Sebastián González Castro, Madrid, 1658. Promptuario, y guía de artífices plateros, Joseph Tramullas y Ferrara, Madrid, 1732. Verdadero resumen del valor del oro y plata, Roque Francisco, Lisboa, 1739.
Los catálogos electrónicos son muy útiles para detectar la presencia de ediciones del Quilatador en bibliotecas de todo el mundo y hacernos una idea de su repercusión fuera de España. Hemos hecho una pequeña prospección que nos informa que de la primera edición hay ejemplares en Alemania, Dinamarca, Inglaterra (British Museum), Francia (Nationale), Italia y Biblioteca Apostólica Vaticana. La Yale Medical Library es responsable de un recurso electrónico titulado The Making of the Modern World, que reproduce el original del Quilatador, y que poseen numerosas bibliotecas. De la edición de 1598 hay ejemplares en París (Nationale), en la Biblioteca Nacional Brasil y en el British Museum. En Alemania: Sttutgart, Frankfurt y otras bibliotecas estatales. Hay ejemplares de la edición de 1678 consignados en la Biblioteca Nacional de Argentina: Quilatario de oro, plata, y en la Biblioteca Nacional de Chile. En la Biblioteca Nacional de Colombia, hay un ejemplar con Ex libris manuscrito de la librería del colegio de San Bartolomé. También está en Dinamarca, en la Royal Library of Copenhague, en París (Nationale), en Londres (British Museum), y se registra su presencia en bibliotecas alemanas: Frankfurt, por ejemplo.
Por los catálogos de subastas de libros para bibliófilos sabemos que en Europa, en especial en Francia e Inglaterra, circularon varios ejemplares. El Catalogue des livres du cavinet de Feu M. Louis Jean Gaignat, publicado en la segunda mitad del setecientos, es el inventario de una subasta pública que se haría de los libros de la biblioteca de Gaignat el 10 de abril de 1769 46. Viene aclarado con reseñas de cada obra, no tanto por interés divulgativo como por atraer a posibles compradores. Gaignat era secretario y consejero del rey a título honorario, y por la aprobación sabemos que poseía una afamada biblioteca. Aparecen consignados, en la sección de ciencias y artes, el Quilatador de 1572 y el de 1598. En Cathalogue des livres de Feu M. Le Duc de la Valliere, publicado en París, en 1783, se consigna la presencia de los Quilatadores de 1572 y 1598 47. Cabe incluso pensar que sean los mismos que los de Gaignac, adquiridos por Louis Cesar de la Baume Leblanc, duque de la Valliere, en la subasta de 1769.
A catalogue of an extensive and curious collection of books… es otro repertorio de la misma índole. Se trata del catálogo de una subasta que los libreros Benjamín White e hijos, harían en Londres el lunes trece de febrero de 1792 48. Entre los libros de historia natural, agricultura y jardinería, aparece registrado el Quilatador de 1572 y el de 1678.
En Bruselas se publicó, en 1804, Catalogue des livres de la bibliotheque de M. C. De la Serna Santander, y allí viene el Quilatador de 1678 49. En 1811 se publicó en París Catalogue des livres de la bibliothèque de Feu M.J.B.G. Haillet de Couronne. Este señor, Jean Baptiste Guillaume Haillet, era secretario perpetuo honorario de la Academia de Ciencias, Bellas Letras y Artes de la Villa de Rouen. Su biblioteca tenía 48.000 volúmenes, y ente ellos estaba el Quilatador de 1572. En la reseña añade que es “rare”50
Para los bibliófilos, catálogos así debían ser un espectáculo porque les permitían curiosear y saber cuáles eran los libros estantes en las famosas bibliotecas, y los que poseían conocidos coleccionistas. Los más interesados por la bibliofilia podían acudir a repertorios concretos de libros raros. En estos compendios, Arfe tiene siempre su lugar asegurado por causa del Quilatador. En 1774 Jacob Bauer publicó Bibliothecae librorum rariorm. Allí se consigna el Quilatador de 1572, con el comentario Editio originalis rara 51. También es destacable el Dictionnaire bibliographique, historique et critique des livres rares, donde aparecen registrados el Quilatador 1572 y el de 1598. En la reseña se apunta que es un libro buscado por los curiosos 52.
Resulta muy extraño que en un compendio tan completo como este, no aparezca ninguna Varia Conmensuracion. Da la impresión de que el Quilatador ha tenido más popularidad entre los coleccionistas que la Varia. Hemos visto, además, que en el diccionario de nombres ilustres de la Historia escrito por De Feller, la referencia a Juan de Arfe sólo le nombra como autor del Quilatador53. Parece que la Varia no era demasiado conocida por los bibliófilos franceses.
Debido al carácter precursor de la disciplina que aborda, el Quilatador se convirtió en un inevitable referente dentro de España, aunque también se reconoció su valor en el extranjero. Hubo libros sobre temas de ensaye que en sus títulos advertían que su base eran las normas de Juan de Arfe. En 1699, Francisco López Silva publicó Tratado de Plata y Oro y Vellón: en que se dan reglas para las ligaduras de marcos, crazados castellanos, aleaciones, de distintas leyes; subir un marco a la ley de la marca; reglas para crazados fuertes, y febles en la plata, y oro... en que se perficionan (sic) las reglas de Juan de Arphe. También Joseph García Cavallero, en su importante tratado de 1713, anuncia que utiliza las tablas del Quilatador como fundamento a las suyas: Theorica y practica de la arte de Ensayar. Oro, Plata y Vellón rico. Danse Reglas para Ligar, triligar, Alear, y reducir Qualesquiera cantidades de Oro, y plata a la ley del Reyno. Corrigense la reglas, y tablas de Juan de Arphe. Bernardo Muñoz de Amador, en 1755 escribe Arte de ensayar oro, y plata. Para componer su libro, indica que se ha valido de varios autores: “como son el célebre Don Juan de Arphe y Villafañe en su obra del Quilatador de Oro, Plata, y piedras, natural de León, Escultor de Oro, y Plata en las Casas reales de la Moneda de Segovia, reimpreso en Madrid año de 1678 54”. Y en otro lugar remarca: “Pero de los que entre ellos he hecho más caso, son, Don Juan de Arphe y Villafañe (que es como padre de todos)55”. Ciertamente, en el libro cita varias veces a Arfe como referencia. Y, de acuerdo precisamente a la trascendencia que estamos estudiando, escribe que Arfe hizo sus obras con tal primor “que mereció grandes favores de los Reyes, y Príncipes de su Era. Y será eterna su memoria, porque no se dará Artífice alguno de estos tiempos, que no siga sus reglas, y preceptos en sus obras 56.”
Campomanes nombraba el Quilatador como una de las destacadas fuentes sobre la cuestión que tocaba en su libro Itinerario de las carreras de Posta de dentro y fuera del Reino… que contenía también una noticia de las monedas extranjeras, Madrid, 1761. Lo hace en el aviso al lector, donde refiere los principales autores que han tratado sobre la reducción de monedas en España.
Por otra parte, Fray Liciniano Saez es autor de cierta obra sobre el tema, donde menciona a Juan de Arfe como fuente de referencia para el quilataje y valor de la ley de la moneda. Es destacable que discuta que el orfebre leonés hiciera sus operaciones correctamente, porque las ordenanzas reales de las cortes de Madrid, de 1435, decían que el marco de plata valía once dineros y seis granos, mientras que Arfe decía once dineros y cuatro granos. Fray Liciano no cree que la ley esté errada, como había aducido, por ejemplo, Joseph García Caballero. Piensa que quizá en tiempos de Arfe había cambiado el valor, pero sobre todo insinúa que el orfebre pudo haber cometido algún tipo de fraude, es posible que sin él mismo saberlo57.
En Inglaterra se le menciona en la obra del joyero David Jeffries A treatise on diamons and pearls. Dedica un capítulo a reseñar algunos autores que se han ocupado de temas de joyería y gemas, y tras referir algunos escritores, escribe58:
«At length, several years after the perusal of the above writers, a still more ancient one was shown me by means of a gentleman of great learning, and of great figure in the literary world. This author was John Arphe de Villa Fane, who speaks of the principle of valuation in his treatise, entitled, The Standard of gold, silver and precious stones, published in Spanish in the year 1572, by the king of Spain’s special license.»
Por otra parte, de gemas trataba también, aunque no en el mismo sentido que el libro anterior Histoire de la philosophie hermetique. Acompagnée d’un catalogue raisonné des Escrivains de cette Science, París, 1742. En el catálogo alfabético de obras de filosofía hermética y alquimia aparece el Quilatador en sus ediciones de 1572 y 1598, entre los libros de transmutación metálica y secretos de magia. Resulta increíble que no sea en absoluto incompatible poner al tratado de Arfe en relación a cuestiones tan místicas, y a la vez poder vincularlo con algo tan terrenal como es la economía de estado. Pero así sucede en el repertorio de Don José Canga Argüelles Diccionario de hacienda, donde se recomienda el Quilatador, en su edición de 1678, como libro de referencia sobre moneda y medidas59.
Firma de Arfe en una edición príncipe del Quilatador.
1. La plata de ley de la marca de España era de 11 dineros y 4 gramos. Es la misma de los reales castellanos y la que se labra entre plateros. Para las joyas de plateros se usaba oro de 22 quilates. Arfe y Villafañe, J.: Quilatador de la plata, oro, y piedras, Valladolid, 1572, fol. 25 v.º Los ensayadores solían ser cargos oficiales, y su principal cometido era cuidar que las monedas que se acuñaban tuvieran la composición adecuada. Respecto a esta edición del Quilatador, nos hemos valido principalmente del facsímil publicado por el Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid, 1976. Así como ediciones digitales.
2. Arfe y Villafañe, J.: Quilatador de la plata, oro y piedras, Madrid, 1598,“Discurso a los lectores”.
3. Su hermano, Antonio de Arfe el Mozo, al que se le conoce sólo como grabador, quizá le ayudase en las ilustraciones. Probablemente Juan de Arfe las dibujó, pero no hay pruebas que revelen o desestimen su autoría en las entalladuras, una parte del trabajo que pudo haber delegado en un xilógrafo profesional.
4. Arfe y Villafañe, J.: Quilatador… 1572, “ Prólogo”.
5. Picatoste F.: Apuntes para una Biblioteca Científica Española del Siglo XVI. Madrid, 1891, pág. 17.
6. Bonet Correa dice que están influidas por libros italianos de metalurgia, sobre todo por De Pirotecnia (Venecia, 1540) de Vanoccio Biringuccio, del que se hicieron numerosas ediciones. Bonet Correa, A.: Figuras, modelos e imágenes en los tratadistas españoles, Madrid, 1993, pág. 101.
7. Bauer Agrícola, G.: De Re Metallica, 1546. En Valladolid, según Bonet, había varios ejemplares. Arfe cita en la segunda edición a Pérez Vargas, B.: De Re Metallica, Madrid, 1569. Arfe y Villafañe, J.: Quilatador… 1598, fol. 2vº.
8. Cellini, B.: Due trattati, uno intorno alle Otto principali arti dell’oreficeria; l’altro in materia dell’arte della Scultura, dove si reggono infiniti segreti nel lavorare le figure di marmo en el gestarle di bronzo, Florencia, 1568. Bonet dice que Arfe cita la obra de Cellini como anticuada en la segunda edición del Quilatador. Bonet Correa, A.: Figuras…pág. 96.
9. La doctora Sanz comenta que eran bastante habituales las falsificaciones substituyendo la plata dorada por el latón o el cobre dorado. Sanz Serrano, M.J.: El Gremio de Plateros Sevillano (1344-1867), Sevilla, 1991, pág. 53. También la variedad y riqueza de los minerales americanos suscitaban disconformidad en las tasaciones.
10. Este poema aparece tanto en la primera, como en la segunda edición el Quilatador. La traducción expuesta la realizó Calixto Caballero.
11. Arfe y Villafañe, J.: Quilatador… 1572, “Prólogo”.
12. Ibidem.
13. Ibidem.
14. Mexía, P.: Silva de varia lección. Facs. 1540.Madrid, 1989. IV parte, capítulo segundo.
15. Tratan de las virtudes milagrosas de las piedras preciosas y de las gemas obras como, por ejemplo: De coloribus et artibus Romanorum, de Heraclio, o el Libellus de deorum imaginibus, del filósofo Alberico. Schlosser, J.: La Literatura Artística, Madrid, 1976, págs. 44 -45. Españoles, conocemos el Libro de las virtudes y propiedades maravillosas de las piedras preciosas, Gaspar de Morales, Madrid, 1605.
16. Stirling, W.: Annals of the artist of Spain. Vol. I. London, 1868. págs. 397-398.
17. Laguna, A.: Pedacio Dioscórides Anazarbeo, acerca de la materia medicinal, y de los venenos mortíferos, Salamanca, 1570, págs. 526-569.
18. Arfe y Villafañe, J.: Quilatador… 1572, fol. 13 vº.
19. Ibidem, fol. 55 rº y vº.
20. Ibidem, fol. 56 rº y vº.
21. Arfe y Villafañe, J.: Quilatador…1598. “Discurso a los lectores”.
22. Herráez señala que Arfe sería uno de los inspiradores. Herráez Ortega, M.V.: “Los Arfe: Teoría y praxis.” La platería en la época de los Austrias Mayores en Castilla y León, Valladolid, 1999, pág. 110.
23. En su reseña a Arfe, Nicolás Antonio indica: “Quilatador de Oro, plata y piedras. En Pincia (Sic: Valladolid) y en Madrid 1598. En verdad ya gestaba en la Real casa de la moneda de Segovia esta posterior edición de Madrid evitando el cuidado del Quilatador, la cual le fue encomendada por el Rey por su preeminencia del arte puesta de manifiesto en este libro.” Antonio, N.: Biblioteca Hispana Nova. Facs, 1783, Madrid, 1990, Tomo I, pág. 638. Calixto Caballero ha traducido el texto referido.
24. Arfe y Villafañe, J.: Quilatador… 1598, “Discurso a los lectores”.
25. En la licencia de impresión se le concede privilegio por 10 años. Data de 15 de nov. 1595. En Madrid se fecha la aprobación de los ensayos de oro y plata a 16 octubre, la aprobación de las joyas a 27 de octubre, y la aprobación de las leyes a 5 de noviembre. Todo en 1595. La dedicatoria, que es de 16 de nov. 1598, se hace al rey de España, Felipe III, soberano desde 1598.
26. Quilatador de la plata, oro y piedras, conforme a las leyes Reales y para declaración de ellas, hecho por Ioan de Arphe Villafañe, natural e León, Esculptor de oro y plata, Ensayador mayor de la moneda en la Real y antigua casa de Segovia, Madrid, 1598, por Guillermo Drouy. En 8º. 199 hojas. La edición consultada por nosotros es la de la Biblioteca Nacional de Madrid. Signatura R 7788. La encuadernación es pergamino amarillo y en su lomo está escrito a tinta sepia: “Quilatador de Oro.”
27 Picatoste, F.: Ob. cit., pág. 17. Donde el autor subraya: “Citamos este libro como distinto del anterior, porque realmente lo es, aunque algunos bibliógrafos lo consideran simplemente como una segunda edición muy corregida y aumentada”
28 Bonet Correa, A.: Figuras… pág. 99. Este autor aduce: “más que dos ediciones de la misma obra se trata de dos obras diferentes.”
29 Picatoste, F.: Ob cit., pág. 17.
30 Arfe y Villafañe, J.: Quilatador… 1598, fol. 14 rº y vº, fol. 15 rº.
31 Ibidem, fol. 2vº.
32 En el Discurso a los lectores cita a Vallés por su tratado de aguas destiladas para boticarios, pues da datos históricos sobre el granaje del marco castellano. Francisco Vallés (1524-1592), llamado “El Divino”, fue médico de cámara de Felipe II. Al parecer, en el Tratado de las aguas destiladas redacta una historia de los pesos, medidas y monedas que se usaron en España a lo largo de la Historia.
33 Gallardo, B./ Zarco del Valle, M.R./ Sancho Rayón, J.: Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos…Madrid, 1863, pág. 279. Se consigna la presencia de este poema como: “redondillas al autor del L. Juan Beltrán de Venavides.”
34 Georg Bauer Agrícola (1494-1555), autor del De Re metallica, 1546. Guillaume Budé (1467-1540), erudito francés que entre otras obras escribió De Asse, un tratado sobre las monedas y medidas romanas.
35 Martín, F.A.: “Juan de Arfe Villafañe en Madrid.” Centenario de la muerte de Juan de Arfe (1603- 2003). Sevilla, 2004, pág. 130.
36 Llaguno y Amirola, E.: Noticias de los arquitectos y arquitectura en España desde su restauración, Madrid, 1829, pág. 104.
37 Muñoz de Amador, B.: Arte de ensayar oro, y plata, con breves reglas para la theórica y la práctica. En el qual se explica también el oficio de Ensayador, y Marcador mayor de los Reynos; el de los Fieles Contrastes de Oro, y plata; el de los Marcadores de Plata, y Tocadores de Oro; y el de los Contrastes Amotacenes, según las leyes de estos reynos. Madrid, 1755, pág. 212.
38 Barrón García, A.: “Lesmes Fernández del Moral, platero y ensayador mayor” Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar, nº LIX-LX. 1995, pág. 7-8.
39 Arfe y Villafañe, J.: Quilatador de oro, plata y piedras, Madrid, 1678. Hemos visto el ejemplar conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid. Signatura R 17887.
40 García Vega, B.: El Grabado Español: siglos XV, XVI, XVII, Valladolid, 1984, págs. 46-96.
41 Bonet Correa, A.: Figuras… pág. 96. Tal vez sea intervención de Pedro Pomar, el mecenas de la obra, que ocupaba un cargo de consejero de hacienda y podía actualizar la legislación.
42 Ibidem, pág. 99.
43 Arfe y Villafañe, J.: Quilatador… 1678. “Dedicatoria.”
44 Sanz Serrano, M.J.: Juan de Arfe y Villafañe y la custodia… pág. 29.
45 Bonet Correa, A.: Figuras… pág. 102.
46 VV.AA.: Catalogue des livres du cavinet de Feu M. Louis Jean Gaignat, París, 1769, pág. 261.
47 VV.AA.: Cathalogue des livres de Feu M. Le Duc de la Valliere. París, Gillaume de Bure, 1783, pág. 444.
48 VV.AA.: A catalogue of an extensive and curious collection of books in every language, and class of literature, London, 1792, pág. 109.
49 VV.AA.: Catalogue des livres de la bibliotheque de M.C. de la Serna Santander, Bruxelles, 1803, pág. 89.
50 VV.AA.: Catalogue des livres de la bibliothèque de Feu M.J.B.G. Haillet de Couronne. París, Tilliard Frères, 1811, pág. 59.
51 Bauer, J.: Bibliothecae librorum rariorm universales supplementorum, Nuremberg, 1774, pág. 126.
52 VV.AA. Dictionnaire bibliographique, historique et critique des livres rares, précieux, singuliers, curieux, estimés et recherchés, París, 1791, pág. 65.
53 De Feller, F. X.: Biographie Universelle ou Dictionnaire historique des hommes qui se sont fait un nom par leur génie, leurs talents, leurs vertus, leurs erreurs ou leurs crimes, París, 1847, T. I, pág. 270.
54 Muñoz de Amador, B.: Arte de ensayar oro, y plata… pág. 12.
55 Ibidem, pág. 13.
56 Ibidem, pág. 56.
57 Saez, L.: Apéndice a la crónica nuevamente impresa del Señor Rey don Juan II. En que se da noticia de todas las monedas, de sus valores, y del precio que tuvieron varios géneros en su reinado, Madrid, 1786, págs. 7-9.
58 Jeffries, D.: A treatise on diamons and pearls. In which their important is considered; and plain rules are exhibited for ascertaining the value of both. London, 1751, págs. 123-124.
59 Canga Argüelles, J.: Diccionario de hacienda para el uso de los encargados de la suprema dirección de ella, Londres, 1827, T.III, pág. 27.