ANUARIO DE ARTE Y ARQUITECTURA

ANUARIO DE ARTE Y ARQUITECTURA

José Luis Crespo Fajardo. Coordinador
Universidad de Cuenca

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Carta a Pablo León
(extensiva a Salvador Castro)

Verónica Luna
Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Cuenca (Ecuador)

Querido Pablo:
Como “la” Dora no me da la palabra cuando tengo algo importante que decir, decidí escribir para no olvidar.
Rem Koolhaas, a quien respeto mucho pero no admiro, dice que “para estar realmente convencido de algo, uno necesita sentir un profundo disgusto por casi todo lo demás”. Para Koolhaas, en determinados proyectos, le resulta decisivo explorar sus fobias para reforzar sus convicciones.

Pero para estar disgustado con el otro primero tengo que conocer al otro y aquí hay una cuestión: Para conocer “al otro” debo estar en contacto con el otro, entrar en contacto con el otro implica intimar con el otro.

La intimidad involucra tanto la interioridad como la interpenetrabilidad. La intimidad tiene que ver con el trascenderse a sí mismo. Se describe la intimidad como un encerramiento y a la vez como un dejar de encerrarse o dejar de estar encerrado. En definitiva, la intimidad no es interior ni exterior.

En 1930 Mies dijo, “la arquitectura de nuestro tiempo no existe” y en 1945 creó, por encargo, la casa de Edith Farnsworth. Pero “la” Edtih, dicen los historiadores, nunca pudo vivir según el imaginario de Mies y en un acto de venganza, llenó la casa con muebles, pero tampoco así logró intimar con su casa y nunca llegó a habitarla. Quien compró la casa en un acto de contra venganza  en honor a Mies, la vació nuevamente pero tampoco pudo habitarla, empezó entonces a llenarla de cuadros y obras de arte y como no tenía donde colgarlos, decidió hacerlo sobre los grandes ventanales.

En 1996, en Hábitat II, se dice otra vez: “la arquitectura de nuestro tiempo no existe”. Y hoy, 2015, veinte años más tarde, a meses de Hábitat III, se insiste con que la arquitectura de nuestro tiempo todavía no existe.

Edith nunca llegó a intimar con su casa. Tal vez nunca intentó conocerla. Si para criticar al otro (entiéndase al otro como los otros modos de hacer arquitectura) se necesita primero entenderlo y para entenderlo hay que intimar con él, entonces corremos el riesgo de enamorarnos.

Por eso creo, mi querido amigo, que por el miedo a enamorarnos, evitamos el contacto con “el otro” (entiéndase al otro tambien como el usuario), esa resistencia al contacto es precisamente el fracaso de la arquitectura.

Según Lévinas “la asimilación del otro es un producto de la filosofía y la filosofía es una búsqueda de la verdad. Así, si busco la verdad, no la puedo buscar en mí pues la poseo”. Esta postura no consiste en la suposición que en el otro radica la verdad, sino que la interacción con el otro, permitirá una nueva manera de entender la realidad.

La negación, solía decir mi maestro, es una forma directa de afirmación y sólo siendo yo puedo ser otro y sólo no siendo otro puedo ser yo, pues no existe el uno sin el otro.

Abrazos.

V.

Gracias Dora por esa pulsión contagiosa